Aneto (3.404)

ASCENSIÓN DESDE VALLIBIERNA

CARA SUR (VÍA NARIÑO)

En el Pirineo central, los picos más altos de la cordillera no se alzan en la divisoria sino, curiosamente, en macizos situados al sur de la misma. Es el caso del Aneto que, cúspide de la cadena, remata el llamado de La Maladeta, que eleva su espinazo granítico sobre una serie de glaciares, hoy mayoritariamente extinguidos o en camino, pero que aún mantienen neveros la mayor parte del año. Bosques y prados quedan muy lejos de este desierto de agua y roca, aunque alegran la vista desde el fondo de los valles, pues, en esta zona media de la cadena en que se mezclan influencias atlánticas y mediterráneas, todavía abunda el verdor debido a aquéllas.

La vía Nariño sube al Aneto por su cara más fiera, pero sin afrontar grandes dificultades. Lleva el nombre del montañero cubano que, junto a sus guías Haurillon y Cantaloup, formó la primera cordada que superó esta pared y, de paso, ascendió por primera vez el techo del Pirineo sin pasar por el Puente de Mahoma. Eso sucedió en 1879 pero no fue hasta 1907 cuando la vía adquirió su trazado definitivo, pues las primeras cordadas perdían la línea, que no es obvia. Fueron los terceros ascensionistas, la pareja de alemanes Renner y Ronketti, los que llegaron a la cima siempre subiendo y sin rodeos. Luego, al bajar por la vía normal de la vertiente sur, la ruta que propongo combina las cuencas de Llosás y Coronas, recorriendo una variedad de circos desolados, extensas pendientes, lagos de variadas clases e incluso algo de bosque.

Cara sur del Aneto, con la entrada a la chimenea de entrada a la vía Nariño señalada

SITUACIÓN:

  • Zona: Alta Ribagorza (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de la Maladeta
  • Base de partida: Benasque (Huesca)
ACCESO: Benasque es el municipio más alto del valle del Ésera, que atraviesa de norte a sur la comarca de la Ribagorza, en el noreste de la provincia de Huesca. La ruta parte del paraje del Refugio de Coronas, situado a 12 km del pueblo, de los que siete de pista mediocre, aunque habitualmente circulable por turismos no muy bajos y con cuidado. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps. Por otro lado, entre finales de junio y mediados de septiembre, el tráfico está restringido, hay un servicio de autobuses desde el pueblo. En el portal del Ayuntamiento de Benasque se encuentra información al respecto

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.970 / 3.404
  • Mi tiempo efectivo aproximado: 7h15
  • Mi tiempo total: 11h00
  • Dificultades: AD-. Canal de unos 250 m con varios pasos cortos de III grado; mucho II, con un tramo mantenido durante 20 ó 30 m, y, pese a ser el último día de agosto, pendiente de nieve / hielo hasta 45º en el acceso a la chimenea. El interior de la canal es de roca sólida, pero está expuesto a caídas de piedras desde los niveles superiores. Por lo demás, nada importante: el famoso Puente de Mahoma (I) al inicio de la bajada, algo de nieve más suave (30 - 35º) en el breve paso por el Glaciar de Aneto y mucha pedrera.
  • Track (inexacto) para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Puente de Coronas por el camino que lleva a la Pleta de Llosás, remontando desde allí el torrente hasta el Ibón de Llosás. Subir por una canal a la izquierda (NO) y seguir los hitos, superando un resalte y ascendiendo por extensas pedreras hacia la Brecha Superior de Llosás. Antes de llegar allí, desviarse a la derecha (NE) para entrar en el exiguo Glaciar de Llosás.  Seguir la base de la pared del Aneto, ganando altura hasta situarse frente a la canal central de la cara sur. Girar a la izquierda (N); entrar en la misma por un empinado nevero y escalarla hasta una confluencia de canales (AD-). Trepar por la de la derecha, que va a salir a la gran terraza (PD) pedregosa que rodea la cima, y proseguir caminando por el corredor que sale enfrente y conduce a la cumbre del Aneto.

Bajar por el Puente de Mahoma y el glaciar hasta el Collado de Coronas (F). Cruzarlo y seguir al suroeste hitos y rastros discontinuos de senda hasta alcanzar el Ibón Medio de Coronas. Rodearlo por su orilla suroriental y continuar el descenso del barranco, pasando por el Ibonet de Coronas antes de alcanzar el Puente de Coronas.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La vía Nariño tiene mala fama por las caídas de piedras y, como tantos otros itinerarios clásicos, ha dejado de interesar a casi todo el mundo. Mientras que los escaladores la consideran demasiado fácil, no tratándose sólo de caminar tampoco es una ruta apta para senderistas. Sin embargo, el Circo de Llosás es un lugar al que hay que ir y subir al Aneto puede ser una buena excusa. La vía es menos expuesta de lo que se puede suponer y su único problema real, las piedras que caen desde las terrazas y canales superiores, puede paliarse bastante yendo muy temprano, antes de que los eventuales neveros empiecen a fundirse, o bien reservando la ascensión para finales de verano, aunque, en este caso, habrá que afrontar interminables pedreras. El día que subí, ni me cayó ni oí caer un solo canto.

En todo caso, es una ruta para gente con experiencia, más que simplemente técnica; sólo hay un tramo con verticalidad y longitud suficientes como para asegurarse, pero es tan fácil que, quien no pueda superarlo en solo con garantías, mejor que no se meta en la vía. Además, está el otro factor ya comentado antes, que es la orientación imprecisa. Cuando te pones ante la cara sur, no es tan obvio cuál es la canal buena; y sólo hay una que no acabe en dificultades mayores. Luego, por los testimonios leídos y mi propia experiencia, es importante salir de la confluencia de canales por el sitio bueno, pues, si no se puede acabar enrocado o viéndose forzado a retroceder para rectificar la ruta, como les pasaba a las primeras cordadas.

RELATO GRÁFICO:

Todavía era noche cerrada cuando bajamos del autobús junto al Puente de Coronas los dos únicos pasajeros, un montañero catalán que iba al Vallibierna por los lagos y yo mismo. Como el inicio de la ruta era común y por un amplio camino sin pérdida posible, fuimos caminando hasta la Pleta de Llosás. Donde muere el carril, junto a un cartel que indica el inicio de las sendas que remontan los torrentes que confluyen allí, estuvimos un buen rato esperando que clareara. Hacia las siete y cuarto proseguimos camino, en mi caso por la izquierda (NE) para remontar el Valle de Llosás hacia la cara sur del Aneto, visible ya en la luz dudosa del alba. La senda me llevó a rodear el rellano herboso por su borde noroccidental (izquierdo), bajo los últimos pinos.

 El camino es por aquí estrecho y, aunque a veces entra en zonas rocosas donde se pierde la traza, multitud de hitos marcan la ruta.

Al salir de los árboles pude ver, a través de la vaguada herbosa por donde asciende la senda alternando prado y pedrera, la pared que se desploma sobre el Lago de Llosás bajo las crestas de Tempestades, Margalida y Russell, mientras, a mi espalda, …

… el sol empezaba a iluminar los Picos de Vallibierna.

Poco después alcanzaba el Ibón de Llosás. Llegando al borde del agua, giré a la izquierda (NO), para subir por una vaguada llena de pedrera que apunta a las agujas de la Cresta de Llosás. Luego resultó que la subida no es tan penosa como aparenta desde abajo pues…

… los hitos me llevaron enseguida a una rampa de hierba donde se marcaba claramente la senda.

Al llegar a la collada en que se une al macizo la anónima cota 2.554, que domina el Ibón de Llosás, giré a la derecha (N) para remontar una rampa herbosa que evita las placas por donde baja la escorrentía de los neveros superiores. Desde lo alto de dicho escalón, podía ver al volverme…

… esta buena perspectiva del Vallibierna.

Proseguí siguiendo al principio unos hitos que, a la izquierda (NO), se dirigen hacia la Brecha de Llosás. Pero los dejé enseguida, recuperando la subida directa de la pendiente (N), siguiendo otra hilada que va ladera arriba, hacia el Aneto, a través de extensas pedreras. Sobre mí, veía la morrena del Glaciar de Llosás, tras…

… la cual se fue descubriendo la Brecha de Tempestades. Los hitos me fueron llevando hacia su izquierda, donde…

… se abre lo que fue un día la boca del glaciar, bajo el arranque de la arista sur del Aneto. Hacia los 2.900 metros de altitud, cuando se van más a la izquierda aún para dirigirse a la Brecha Superior de Llosás, abandoné su guía y continué recto (NE) hacia…

… dicha abertura. Entré en el Glaciar de Llosás por un estrecho pasillo entre la pared de la arista sur y la morrena. Al fondo, la Brecha de Tempestades y las paredes de la Espalda de Aneto ponían un toque impresionante.

Para alcanzar la base de la cara sur del Aneto, tenía que ganar altura por las pedreras de la izquierda, sin separarme de la pared.

Al topar con un primer nevero, bajo la entrada a la Canal Sita, lo crucé, lo mismo que la banda de roca subsiguiente. La siguiente lengua de nieve era la de la canal central de la cara sur. Estaba manchado por bastante grava. Antes de acometer la subida, me tomé un buen descanso, disfrutando del impresionante silencia de este circo cerrado. Luego, puestos los crampones, giré a la izquierda (N) y empecé a remontar la nieve que, aunque suave al principio, …

… en el pasillo se empinaba hasta superar los 45º al final. La forma más cómoda de llegar a la roca me pareció seguir la nieve en lo posible, incluso cuando se transformó en un bloque de hielo cubierto de tierra. Me alegré de haber llevado el piolet corto, lo que en principio había hecho por ahorrar peso, pues me facilitó el hacer tracción en los últimos metros. Alcancé la roca a la izquierda, trepando por una placa escalonada, pero pulida (III-) y muy sucia.

Son apenas 4 ó 5 metros, pero muy inseguros, que tuve además que pasar con los crampones puestos ya que no encontré buen sitio para quitármelos. La trepada me dejó en un rellano, estrecho pero horizontal, suficiente para ponerme de pie.

A continuación, la canal se estrecha hasta hacerse casi chimenea y aparecen los bloques empotrados, cuya presencia se mantendría durante unos 150 metros. Ver tanta piedra sobre mí me dio un poco de prevención, hasta que comprobé que estaban tan bien encajadas que difícilmente se iban a mover mientras no se deshiciera la pared. Seguro que algunos de éstos son los mismos que, según su reseña, llamaron la atención de Renner y Ronketti hace más de 100 años.

En cada uno de los bloques, cinco o seis, el II grado sostenido de la canal pasa a ser III momentáneamente.

Según me iba pareciendo, superaba cada peñasco por la derecha o la izquierda, buscando los apoyos más seguros. Esta zona es la parte más divertida de la vía y algún estrechamiento permite incluso hacer técnica de chimenea brevemente. Y aunque la visibilidad es bastante limitada, a mi espalda…

… sí podía ver el Tempestades y su brecha. Tras la zona de bloques, pasé un rellano estrecho de donde salían un par de tubos, estrechos y empinados, a la derecha. Dejándolos de lado, continué… 

… recto, ahora por un diedro casi vertical, pero con excelentes apoyos (II+). Al cabo de unos 50 metros, llegué a…

… una confluencia de canales, unas más marcadas que otras, como un pequeño circo suspendido. Hacía rato que me había dado cuenta de que las descripciones de las guías que había consultado, o no se ajustaban a esto, o yo no sabía interpretarlas. No podía ver la cumbre, pero, por lógica, debía ir hacia la derecha en lo posible.

Para entonces, tras 45 minutos escalando, había superado unos 200 metros de canal y, según mis cálculos debían quedarme otros 150 hasta la cumbre. Buen momento para descansar un poco y reponer fuerzas. Más aún cuando me percaté de que estaba en un sitio de lujo para ello: la punta de un espolón o saliente que salía del lado izquierdo del rellano y se desplomaba sobre el Glaciar de Llosás. Era como estar en un palco. Y al solecito. Aunque tampoco me demoré más de un cuarto de hora, que iba pasando el tiempo.

De vuelta al cirquito, me metí en la canal de la derecha, descompuesta, ancha y empinada pero enseguida me fui hacia el lado izquierdo, en busca de terreno más estable, trepando por unas placas claras muy fisuradas y menos verticales de lo que aparentaban (II). La subida por aquí es evidentemente más cómoda que por los guijarros movedizas de la canal. Superados unos 60 ó 70 metros, salí a…

… una gran terraza pedregosa que rodea como un collar el domo cimero del Aneto. Tengo la impresión que las piedras que a veces caen por las canales de la cara sur proceden de aquí; la roca dentro de los tubos es sólida y los bloques que hay están muy encajados; otra cosa es esto, donde los cantos rebosan los bordes y la menor perturbación puede hacerlos caer.

Prácticamente enfrente de la canal por donde había llegado, subía un corredor ancho, pedregoso y mucho menos inclinado. Aunque no podía ver la cumbre, por orientación éste debía conducirme a ella. Superé otros 70 u 80 metros, ya simplemente caminando, antes de…

… llegar a la cima del Aneto. Eran las doce y media de la mañana y, por tanto, la vía Nariño propiamente dicha, de la entrada en la canal a la cumbre, me había llevado una hora y media. Sin fotos ni el descansito del saliente, algo más de una hora de subida, de la que la mayor parte es escalada. Llegando a cumbre, empecé ya a ver abajo a la izquierda…

… la vertiente de Coronas, por donde bajaría. Más lejos en esa dirección, se levantaba en el horizonte…

…  el colorido Posets con Monte Perdido, la Munia y Vignemale al fondo. Más a la derecha, … 

… al sur, los Picos de Vallibierna y la Sierra Negra.

Al este, la cresta del macizo se prolonga sobre el Valle de Salenques, al otro lado del cual...

… se alzaba la cuerda que va del Molières al Feixant, sobre la que asomaba medio Pirineo catalán, incluyendo la lejana Pica d’Estats.

Especialmente impresionante era mirar abajo, al Glaciar de Barrancs despeñándose hacia el valle homónimo.

Volviéndome al oeste, junto al Perdiguero y más allá del Gourgs Blancs, llegaba a ver en el horizonte el Pico de Néouvielle. Más cerca, …

… la cresta del macizo se proyecta al oeste por el Pico de Coronas y la Cresta de Enmedio hacia la Maladeta. No estuve mucho en cumbre; al cabo de media hora, hacia la una, emprendí la bajada, comenzando por ir en esa dirección, al oeste, en busca del…

… Puente de Mahoma. Es éste una arista, más bien pasarela, de bloques bien asentados y anchos (I), que casi se podrían pasar andando. Si bien impresiona, apenas presenta dificultad.

Incluso los escalones que forman los cantos no son verticales. Además, yo llevaba tal atracón de trepada en el cuerpo, que esto me pareció una avenida. Tras este Puente de Mahoma, …

… bajé hacia el noroeste siguiendo la cuerda, por una pendiente de piedra suelta donde un surco marca el paso repetido de los miles de personas que visitan cada año esta cima. En las cercanías de la Punta Oliveras, giré a la derecha (N) para proseguir descendiendo, ahora…

… por el nevero superior del Glaciar de Aneto, evitando así la parte más movida de la arista. Tras rodear un saliente rocoso, … 

… viendo el pico y los prados de Aigualluts a mi derecha, me encontré ante…

… el Collado de Coronas bajo el pico homónimo. Más allá, el glaciar se extiende hasta los pies de la Maladeta. Al ir a cruzar la horcada, …

… para salir de la nieve y tuve que bajar un resalte muy empinado para llegar a la arista pedregosa que es aquí la cresta del macizo, dejando abajo el Ibón Coronado.

Al asomarme al Collado de Coronas, vi la vertiente meridional. Una desolada ladera pedregosa cortada por antiguas morrenas antes de llegar al rellano que aloja los lagos más altos. El inicio de la bajada fue por…

… una rampa muy empinada y descompuesta. Aunque unos hitos indicaban lo más cómodo, tuve que destrepar varios escalones fáciles (I), pero muy rotos y resbaladizos por la gravilla sobre la roca.

A mi derecha, iba desvelándose la Arista de Llosás, siempre impresionante.

Tras ese comienzo incómodo, entré en una zona de pendiente suave donde se alternaban placas de roca y neveros. Aunque hay hitos indicando un recorrido, no es necesario empeñarse en seguirlos pues el terreno es casi igual por todos lados. Basta saber que…

… hay que ir derivando ligeramente a la derecha (SO) de la máxima pendiente, hacia el mayor de los lagos, que pronto empecé a ver bajo el Aragüells. Me dirigí a él por lo alto de una morrena, siguiendo un rastro de senda.

Al llegar cerca de la orilla de este Ibón Medio de Coronas, los hitos me llevaron a rodearlo por su orilla sureste (izquierda). Antes de alcanzar el desagüe, se abrió a mi izquierda una especie de collada en la loma que me iba dominando por ese lado; un gran hito destacaba en ella y hacia él me dirigí.

Aquí dejaría de ver el Aneto, así que aproveché para volverme y despedirme hasta la próxima.

Al otro lado de la lomita, cambiaba el panorama, pasando del mundo mineral de la alta montaña al verdor de Vallibierna. Enfrente, separada de mí por el torrente que une los sucesivos ibones, vi otra loma, por lo alto de la cual va la senda que baja al fondo del valle. Para alcanzarla, salí de la collada a la derecha (NO) para cruzar el arroyo muy cerca del desagüe del ibón intermedio y, una vez en la otra orilla, girar a la izquierda (SE) y seguir esa loma en descenso.

Dejé a la izquierda el Ibón Inferior de Coronas, dominado por la Aguja Argarot y la Brecha de Llosás antes de alcanzar de nuevo el torrente más abajo, para cruzarlo de nuevo.

En la orilla izquierda, los hitos me condujeron por prados pedregosos hacia el Ibonet de Coronas. Aunque crucé alguna pedrera, éstas son cortas y de buen pasar. Tras rodear el laguito por el este (izquierda), desde el borde del rellano que lo aloja pude ver…

… el final del descenso, hacia el que se dirigía ahora una senda que nítidamente dibujada en la hierba, siempre a la izquierda del torrente.

La bajada se empinó un tanto al pasar junto a una cascada y la pedrera la hizo algo incómoda... o es posible que a estas alturas el descenso empezara a hacérseme largo. Después de todo hacía casi tres horas que dejé la cumbre y apenas había parado diez minutos al paso por el ibón intermedio. De modo que, dado que ya no iba a llegar al bus de las cuatro y tendría que esperar al último de la tarde, para lo que quedaba casi dos horas, cuando encontré…

… un rellano cubierto de hierba entre los primeros árboles, me busqué una buena sombra cerca del agua. Comí algo, me tumbé en la hierba y me quedé tan ricamente al fresco un buen rato. Eran ya las cinco y cuarto cuando volví a ponerme en marcha y…

… entré, por una senda clarísima, en el bosque. Bajé muy relajadamente entre los árboles, hasta que la senda que seguía desembocó en un camino ancho, que no es sino el que esa misma mañana me había llevado hasta Llosás. Tomándolo a la derecha (O), llegué en pocos minutos al…

… Refugio de Coronas para esperar, a la vista de la Arista de las Culebras, los 20 minutos que quedaban para las seis de la tarde y el autobús. El día había sido finalmente largo, pero, desde luego, magnífico.

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