Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Caminata
larga, pero que se lleva muy bien por la comodidad del terreno y sabio trazado
de los caminos, que ha conseguido moderar las pendientes. Los principales
atractivos de esta ruta son las vistas y la tranquilidad, pues no parece que
venga por aquí mucho excursionista, pese a lo cómodo de la ascensión. Es de
remarcar que en 2022, si bien se aprecian los troncos secos de los árboles que
ardieron en 2017, el matorral se había recuperado y su verde alegraba las
laderas, sin que quedara rastro de tierra quemada.
RELATO GRÁFICO:
Tras
aparcar, caminé hacia Fonduveigas por la carretera y, antes de entrar en el
pueblo, me desvié a la izquierda (NO), por una pista que sube por...
... la
ladera de la Sierra de Degaña trazando diagonales. Pronto, se fueron
descubriendo las crestas que dominan el valle del Ibias, tanto aguas abajo
como...
... hacia
la cabecera.
Las
vistas se limitaron al entrar en el bosque.
El carril
ascendía, siempre suavemente, por la vertiente izquierda del Regueiro del
Mangueiro, en cuyas...
...
márgenes, la vegetación no era muy densa y podía haber acortado distancia
remontándolo por la orilla, pero preferí la comodidad de la pista.
Al
clarear el arbolado, iba surgiendo al otro lado del valle la cresta de los
Ancares Orientales, con el núcleo de Peña Rogueira al suroeste y...
... el
del Miro al sureste.
También
se veía bonita, al oeste, la Sierra del Rañadoiro.
Al pasar
un alto, por encima ya de los 1.500 m de altitud, ya se veían así de bien las
cimas al este de la Peña Rogueira. Destacaban, sucesivamente, los picos de Turrunteira,
la Camposa, Teso Mular y Moredina.
Poco
después, entré en la cuenca que aloja la Braña de Fondevega, dominada por el
Pico los Grallos. Dejando la pista por un camino a la izquierda (N), me dirigí
a la cabaña para tomar la senda desbrozada que sale a su espalda. Crucé por
ella el eje del barranco y, después, cuando se bifurca, seguí por la derecha
(NO) para...
...
continuar ganando altura hacia el fondo de la cuenca.
Luego,
giré hacia el este y vi, por primera vez en el día, la cumbre.
Estaba
pasando bajo la ladera del Pico los Grallos. Antes de sobrepasarlo, alcancé...
... el
rellano de la Ubia del Reconco. Allí, al pie de la vaguada que se abre entre el
pico del Chagonacho y el Cascarín, giré a la izquierda, casi en redondo (NO),
para...
...
acometer por terreno aún más tendido, siguiendo un trazo cada vez más borroso,
lo que me quedaba para ganar el collado entre los picos del Retrellón y los
Grallos.
Allí, en
la cuerda, el panorama al norte se llenó con los cordales suaves que dominan el
curso del Río Narcea.
Al este,
Chagonacho y Cascarín mostraban una bonita perspectiva.
Girando a
la derecha (NE), remonté el lomo del cordal hacia el Pico los Grallos, sin
senda, pero por un terreno cómodo de matorral bajo y cantos.
A mi
espalda, más allá del Pico del Retrellón, en la Sierra de Rañadoiro se veían ya
sus máximas alturas.
Al
suroeste, sobre la cresta de su cordal oriental, se empezaban a ver algunas
cimas del principal de la Sierra de los Ancares.
A falta
de un tercio de subir, apareció este crestoncillo que, sin suponer obstáculo,
ponía un discreto toque agreste en la cuerda.
A mi
izquierda, se iba desvelando el Caniellas, al otro lado del valle del Narcea.
Al otro
lado, fueron el Bigardón y el Miro, lo más alto de los Ancares Orientales, los
que surgieron en el horizonte al acercarme a la cima.
Mirada
atrás desde lo alto del Pico los Grallos.
Por
delante, un suave lomo combado me separaba del Pico del Chagonacho. Más allá,
muy lejos destacaban a la izquierda del valle del Narcea el Cornón de Peñarubia
y el Cueto de Arbás. A la derecha, más allá del resto de la Sierra de Degaña y
del Bustatán, las sierras de Villabandín y Gistreo eran meras sombras. Continué
el cresteo...
...
descendiendo el cómodo lomo meridional del Pico los Grallos.
Al paso
por el collado intermedio (1.774), así se veía el Caniellas, más allá de la
vaguada que bajaba hacia el Narcea, con su lagunita totalmente helada.
La subida
al Pico del Chagonacho tampoco planteó el menor problema, a pesar de que seguía
sin haber senda, como en todo el recorrido por la cuerda.
Al llegar
a la cumbre, el cordal más al este y, en segundo término, el Bustatán y el
núcleo del Miro.
Al
noreste el Caniellas. Hacia la parte del Cornón, parece que la atmósfera estaba
algo más clara ahora.
Al
noroeste, las bonitas aristas que caen del Pico los Grallos.
Al oeste,
la Sierra del Rañadoiro.
Al
suroeste, entre los picos de los Ancares Orientales, se veían ahora, en una segunda
línea,...
... los
picos de la Ferreira, Mustallar y Cuiña, en la Sierra de Ancares.
Inicié el
descenso siguiendo la cresta hasta la Boqueta de la Brañolina, que se veía así
con su diminuta laguna y el grupo del Miro como fondo.
Este lomo,
aunque con algo más de matorral, tampoco resultó incómodo.
Al paso
por el collado, una mirada de despedida a la vertiente del Narcea antes de
tomar, a la derecha (O), la senda que lo atraviesa, la cual...
... me llevó
a bordear por el norte la Laguna Brañolina, que conforma con los Ancares
Orientales esta hermosa perspectiva.
Poco después,
el camino se bifurca. La rama más ancha y marcada sube al noroeste, hacia la
horcada entre el Cascarín y el Chagonacho, pero yo me desvié a la izquierda (O),
por un...
...
difuso trazo que rodea ese primer cabezo y que, según avanzaba, fue...
...
haciéndose más claro, mientras la vista a la izquierda...
... se
ampliaba hasta alcanzar toda la cresta del Miro a la Peña Rogueira. Del valle
del Ibias, mil metros más abajo, sólo se veía algún retazo.
Al llegar
a la vista de la Braña de Fondevega, la senda se transformó en pista. Era la
misma por la que inicié la excursión, así...
... que
sólo me restó volver a recorrerla, ahora en bajada, para...
... volver
al punto de partida en las cercanías de Fonduveigas.
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