Peña Trevinca (2.127)

ASCENSIÓN DESDE A PONTE

POR O ESCAVADOIRO Y BAJADA POR SESTIL ALTO

Peña Trevinca es la cumbre del grupo de sierras de Segundera, Eje y Cabrera, segundo núcleo en importancia de los Montes Galaico-Leoneses y centro del conjunto. También es este pico punto de encuentro entre las provincias de Zamora, León y Orense. Estas sierras culminan en lomas anchísimas pero elevadas muchos metros sobre valles de origen glaciar, en cuyas laderas el hielo excavó espectaculares circos y tubos colgados. Aunque el arbolado desaparece a baja altitud, densos robledales se refugian en el fondo de los valles y prospera más arriba un matorral denso, muy colorido en primavera. Aunque muchos rincones están estropeados por la minería, en cuanto las instalaciones quedan atrás es ésta una bonita montaña, muy adecuada para largos cresteos disfrutando del espacio abierto.

La ascensión comienza remontando el Río Xares y superando su cabecera por O Escavadoiro, un abrupto y apartado barranco que esconde la cascada más alta y espectacular del entorno, para alcanzar luego la cumbre por el cordal sur. El regreso es por lo que sería la ruta normal, recorriendo al oeste el cordal que pasa por el Sestil Alto hasta ir a dar a la confluencia de los ríos Meladas y Xares.

Vertiente oriental de Peña Trevinca

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras del Eixe, Segundera y Cabrera (Montes Galaico - Leoneses)
  • Unidad: Sierra Segundera
  • Base de partida: A Ponte (Orense)
ACCESO: La población de A Ponte, perteneciente al municipio orensano de A Veiga, está situada en el este de la provincia, al pie de la vertiente occidental de la Sierra Segundera, sobre el Río Xares, muy cerca de su nacimiento. Para aparcar, es mejor atravesar la aldea y salir por este, por la pista que va al paraje de La Vega. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.120 / 2.127
  • Mi tiempo efectivo: Unas 6 horas, en total, sin contar paradas
  • Mi tiempo total: 7h30
  • Dificultades: Muy fácil. Algún tramo un poco incómodo por el matorral. Requiere buena capacidad de orientación.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Saliendo de A Ponte hacia el este, cruzar el Río Xares para abandonar la aldea por el camino que lo remonta por su ribera sur. Al llegar al Pontón de las Selgas, mantenerse en la misma orilla y tomar a la derecha (SE) el camino que lo cruza y va a la Veiga da Cebas. Al desaparecer la senda, seguir remontando el valle, siempre por la vertiente meridional. Acercarse al cauce del Río Xares para cruzarlo al paso por O Escavadoiro y seguir remontándolo. Al paso por las laderas de O Gancianal, volver a cruzar a la orilla izquierda y remontar la ladera herbosa al E, hasta alcanzar la cresta al pie de la cúpula cimera. Girando a la izquierda (NE), alcanzar Peña Trevinca por el cordal.

Seguir la cresta al norte. En el primer collado, girar a la izquierda (NO) para rodear la Peña Negra, volviendo a la cuerda al más al oeste para alcanzar por ella el Lomo Renán. En el siguiente cruce de cordales, girar a la izquierda (O), y, tras pasar por el Sestil Alto, bajar por su loma occidental, llamada O Sestil. En su parte baja y cuando el terreno lo permite, descender directamente por la ladera de la derecha (N) al Río de Meladas; cruzarlo y, al salir al camino que baja por su vertiente NO, tomarlo a la izquierda (SO). El mismo conduce al carril que remonta el Río Xares por su orilla N; tomarlo a la derecha (O) para regresar a A Ponte.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosa ruta a una gran montaña y con alguna sorpresa durante su recorrido. Más grandiosa y bonita que la del Valle del Tera que casi todo el mundo utiliza y más variada que la alternativa de Fonte da Cova. Y, sin embargo, parece que no muy usada. El Valle del Xares es uno de los más coloridos que me he encontrado en los Montes de León y el cresteo, aunque breve, es espectacular. La única exigencia es de orientación en el tramo entre la Veiga da Cebas y el límite del arbolado. No hay camino y los prados que facilitan la subida están separados por bandas de bosque muy enmarañado, breves, pero tan densas que cuesta mantener la dirección.

La espectacular cascada del Xares que hace a este trazado atractivo respecto a otros, me la encontré por casualidad; como por entonces no usaba GPS, su localización es complicada y no la he visto referida en otros sitios (acabo de buscar en Internet, en 2025). Después de darle muchas vueltas, hacer cálculos con la hora de las fotos y mirar con lupa las fotos aéreas, creo que está un poco por debajo de los 1.750 m de altitud, donde, en el mapa, está reflejada la confluencia con un torrente que entra por la izquierda. Pero, esto, tómalo con cautela. Por esto también, por imprecisión, prefiero no proporcionar un track, ni siquiera como aproximación; para no llevar a nadie a perderse; el que quiera buscar la cascada, tendrá que usar el mapa.

Finalmente, hay una manera de evitar la accidentada bajada de Sestil, desviándose, con la senda, por el cordal principal de la Sierra del Eixe antes de llegar a Sestil Alto; el camino, aunque dando un rodeo, termina bajando por el Río Meladas y llegando a A Ponte.

RELATO GRÁFICO:

Aparqué ya fuera de A Ponte, en la primera bifurcación de una pista que, señalada con marcas de GR y PR, sale al nordeste. Allí, se separaban las dos sendas balizadas y fui por la derecha (E), siguiendo el PR. El carril es amplio, está flanqueado por muretes de piedra y avanza llano entre abundante vegetación. Siguiendo siempre la referencia del río, dejé atrás dos desvíos, ambos a la derecha (SE); en el primero, el PR se separó de mi ruta, que continuó por camino, pero sin marcar.

Cuando alcancé el prado de Sanguñedo, la bruma se había retirado del todo y comencé a ver la cresta de Peña Trevinca al fondo del valle. Iba atravesando campos y praderas encharcadas separados por breves arboledas y sin apenas ganar altitud.

Tras rodear por el sur una pequeña prominencia, volví a encontrar el cauce en el Pontón de las Selgas, rústicamente construido con grandes losas de piedra y situado en un paraje encantador, que invita a detenerse un buen rato. Continué al sudeste por el camino, sin cruzar el puente. Caminé al principio a través de una densa vegetación de ribera.

Luego, al ganar altura, salí a terreno despejado. El camino es magnífico; hasta tiene tramos empedrados. Al llegar a la Veiga da Cebas, otro gran prado, el carril muere junto a unas casitas. Al fondo veía el doble pico de A Troitada, a cuyos pies debía pasar, ascendiendo…

… en diagonal hacia el Collado de Turriero, que se adivina a la izquierda. Aunque un rastro de paso prolongaba el camino, terminó perdiéndose del todo entre campos delimitados por muertes de y líneas de árboles. Con la referencia el eje del barranco, continué por la ribera izquierda, cruzando bajo el monte Fial mientras buscaba el paso más breve entre praderas, pues las bandas de árboles que las separaban, pobladas de zarza y rosal silvestre, eran sumamente incómodas. Así fui ganado altura poco a poco hasta dejar atrás la zona plana del valle y comenzar una subida más intensa bajo los resaltes de A Troitada.

Por laderas pedregosas pobladas de un matorral abundante, pero que no llegaba a agobiar el paso, me separé del cauce del Xares y, tras rodear un pequeño espolón, di con un hito sobre una roca. Solo. Me detuve a mirar atrás el valle, donde los colores brillaban con el sol ya alto.

Continué ascendiendo al sureste por donde mejor me pareció.

Pronto pude ver, a mi derecha y atrás, bajo el Fial, unas pequeñas lagunas que iban quedando por debajo.

Al otro, roca, pasto y flores se mezclaban en el Regato de Valigota, que sube hacia el Sestil Alto y el Lomo Renán, por donde bajaría más tarde. Cuando me lo permitió el terreno, giré hacia allí para aproximarme el eje del valle y, de nuevo…

… cerca del cauce del Xares, girar a la derecha (SE) para remontarlo a través del verde tubo de O Escavadoiro.

Crucé el torrente en un lugar donde el agua ha tajado la roca y que, posiblemente, explique el nombre del paraje.

Una vez en la orilla derecha, continué ascendiendo, sin senda, pero…

… por un terreno cómodo de hierba y matorral abierto. El valle quedaba ya muy abajo, con su variado colorido.

Entonces, llegó la sorpresa. Me topé esta bonita cascada, escondida en un cóncavo del barranco, con no menos de 20 metros de caída entre sus dos saltos principales. No tenía ni la menor idea de que esto estuviera aquí. Se imponía otra parada; eran casi las 12 de la mañana, el calor se iba haciendo intenso y me acerqué a la poza a refrescarme un poco.

Tras superar la cascada, alcancé el Alto de Turriero, amplio rellano herboso encajado entre el pico del mismo nombre y el cordal principal de la Sierra Segundera. Precisamente, por encima de éste se distinguía la loma de las Tres Marías, pintada todavía de algún nevero. Cambié entonces de dirección, dirigiéndome a la izquierda (NE)…

… con el río, que volví a cruzar para…

… seguir la orilla izquierda, donde encontré una traza. Al fondo y un poco a la derecha, sobre la loma, sobresalía una elevación más aguda; la cumbre de Peña Trevinca. Llegando más cerca, dejé la senda hacia la derecha (E), ganado altura por…

… las laderas de O Gancianal, con la referencia de la cima siempre presente.

Mirando atrás, me fascinaba este tubo verde que es la cabecera del Xares; suave y amplísimo entre cumbres redondeadas. Estaba cerca de los 2.000 metros y no se puede decir que esto sea muy alpino. Pero posee su propia una belleza, serena y sorprendente.

A mi izquierda, podía ver el inicio de la bajada: la loma que va por el Lomo Renán al Sestil Alto. Más allá, hay una cresta más accidentada; se trata de la Sierra del Eixe, por donde hubiera ido si hubiera sabido que la senda que va por el cordal termina en A Ponte.

Al llegar al cordal, en el collado suroccidental de Peña Trevinca, pude contemplar el amplio valle del Tera bajo las crestas del Vedado. Girando a la izquierda (NE), me incorporé a…

… la senda que recorre la divisoria para alcanzar por ella la cumbre, superando una mediana pendiente de matorral rastrero y cantos. ¡Qué diferencia con mi primera visita casi 20 años atrás! Entonces no había trazos de nada por ningún lado.

Cerca de la una y media llegué a Peña Trevinca. Iban apareciendo algunas nubes, aunque todavía estaba el día claro y apenas soplaba una brisilla que aún hacía más agradable el ambiente. La cruz cimera sigue por tierra, como la vez anterior, hacía 5 años. Al fondo, más allá de la Portilla de Morena Cavada y el Picón, se llegaba a ver en el horizonte la silueta del Vizcodillo e incluso la sombra de los Montes Aquilianos. A la derecha, al…

… sureste, el Tera discurre hacia Sanabria trazando mil curvas en el fondo plano del valle, bajo…

… el cordal que va hacia el Moncalvo.

Siguiendo con el giro, pasa la vista por el lomo por donde había llegado y el valle del Xares; luego, …

… el extenso lomo cimero hacia Peña Negra, más allá del cual se veía el Maluro, y...

… para acabar la vuelta, la cabecera del Tera, rodeada por las peñas Negra y Surbia y el Picón.

No me quedé mucho en cumbre pues se iba cubriendo el cielo, no muy rápido, pero sin parar, y tenía un largo retorno. Hacia las dos estaba en marcha, bajando de la cumbre al norte, siguiendo la senda que recorre el cordal. En el punto más bajo del collado entre las peñas Trevinca y Negra, dejé el trazo principal por otro más difuso, pero marcado con estacas pintadas de blanco y amarillo, que sale a la izquierda (NO).

Siguiéndolo, crucé por encima de la cabecera del Xares hacia…

… la Sierra del Eixe para tomar la izquierda (O) este nuevo cordal, hacia el Lomo Renán.

Llevaba ahora a mi derecha el espectacular Rego do Castaño, profundo y agudo tajo, que contrasta con el suave surco del Xares. Dos vertientes, dos mundos, flanquean…

… el ancho y suave cordal que…

… me condujo al Lomo Renán.

Otra perspectiva del Rego do Castaño.

Poco más adelante de esa modesta prominencia, el cordal se bifurca; la divisoria principal del Eixe sigue a la derecha, hacia el Maluro, y por allí va también la senda marcada como PR. Si llego a saber que más tarde me la volvería a encontrar camino de A Ponte, la hubiera seguido, que es la opción más lógica. Sin embargo, sin otra información que el mapa, me pareció más práctico seguir la loma a la izquierda (O) para…

… alcanzar el Sestil Alto. Además, una traza sutil seguía la loma hasta que, a media subida final, se desviaba para ahorrar desnivel rodeando el pico por su ladera sur.

Alcancé de nuevo el cordal al otro lado, junto a unas llamativas rocas, prácticamente las únicas del contorno. Y ahí se esfumó la senda, pero el terreno, cubierto de matorral bajo y abierto, no parecía malo y, encima, había un hito en el cruce del crestón, así que…

… seguí con mi bajada prevista. La loma de O Sestil desciende ancha y suave y por ella fui perdiendo altura, entre los valles…

del Xares y…

… el Meladas.

Entre la vegetación, emergía de vez en cuando algún hito, muy lejos unos de otros y sin trazo. El matorral se adensó y elevó, incomodándome el paso, cuando llegué al tercio inferior de la loma. Entonces, viendo a mi derecha…

… el camino que sigue el curso del Río de Meladas, bajé por ese lado (N), directamente ladera abajo. Aunque la vegetación me llegaba a la cadera, cedía con facilidad y la bajada fue bastante rápida hasta el cauce, que transcurre entre árboles de ribera.

Aunque llevaba bastante agua, no fue un problema cruzar su metro y pico de anchura para subir por la ribera del otro lado y salir enseguida al camino que había visto, encontrándome que estaba marcado como PR.

Aunque medio invadido de matorral, se trata de un carril amplio, por donde la bajada hubiera sido sin duda más cómoda.

Lo tomé a la izquierda (SO) y no tardé mucho en llegar a una bifurcación, en que un cartel terminó de confirmarme que el sendero que traía llegaba a la misma Peña Trevinca. Siguiendo la indicación a Ponte, tomé el camino de la derecha (S) que, abriéndose paso…

… entre arbustos en flor, baja hacia el Río Xares.

Al llegar a la linde del bosque, ya prácticamente en el fondo del valle, pasé junto a una casa y di enseguida con un cruce. Giré a la derecha (O), caminando ahora por una pista por donde corría medio palmo de agua en toda su anchura. Al principio intenté ir buscando cómo no mojarme los pies, pero al rato lo di por imposible. Afortunadamente el tramo acuático duró poco.

Al irme acercando al pueblo, empezaron a aparecer campos y corrales a los lados del carril. En las bifurcaciones, tomaba a la derecha (O), para continuar bajando paralelamente al río. De todas formas, no faltaban marcas de pintura e incluso carteles. Cuando en una de ellas vi un pontón de cemento a la izquierda, lo crucé, yendo a salir al mismo cruce GR / PR cerca del cual había aparcado esa mañana. Eran las cuatro y media de la tarde y, como si me hubieran estado esperando, estaba accionando la llave del coche cuando sonó el primer trueno.

Comentarios