Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Hermosa ruta
a una gran montaña y con alguna sorpresa durante su recorrido. Más grandiosa y
bonita que la del Valle del Tera que casi todo el mundo utiliza y más variada
que la alternativa de Fonte da Cova. Y, sin embargo, parece que no muy usada.
El Valle del Xares es uno de los más coloridos que me he encontrado en los
Montes de León y el cresteo, aunque breve, es espectacular. La única exigencia
es de orientación en el tramo entre la Veiga da Cebas y el límite del arbolado.
No hay camino y los prados que facilitan la subida están separados por bandas
de bosque muy enmarañado, breves, pero tan densas que cuesta mantener la
dirección.
La espectacular cascada
del Xares que hace a este trazado atractivo respecto a otros, me la encontré
por casualidad; como por entonces no usaba GPS, su localización es complicada y
no la he visto referida en otros sitios (acabo de buscar en Internet, en 2025).
Después de darle muchas vueltas, hacer cálculos con la hora de las fotos y
mirar con lupa las fotos aéreas, creo que está un poco por debajo de los 1.750
m de altitud, donde, en el mapa, está reflejada la confluencia con un torrente
que entra por la izquierda. Pero, esto, tómalo con cautela. Por esto también,
por imprecisión, prefiero no proporcionar un track, ni siquiera como
aproximación; para no llevar a nadie a perderse; el que quiera buscar la
cascada, tendrá que usar el mapa.
Finalmente, hay una manera
de evitar la accidentada bajada de Sestil, desviándose, con la senda, por el
cordal principal de la Sierra del Eixe antes de llegar a Sestil Alto; el
camino, aunque dando un rodeo, termina bajando por el Río Meladas y llegando a
A Ponte.
RELATO GRÁFICO:
Aparqué
ya fuera de A Ponte, en la primera bifurcación de una pista que, señalada con
marcas de GR y PR, sale al nordeste. Allí, se separaban las dos sendas
balizadas y fui por la derecha (E), siguiendo el PR. El carril es amplio, está
flanqueado por muretes de piedra y avanza llano entre abundante vegetación.
Siguiendo siempre la referencia del río, dejé atrás dos desvíos, ambos a la
derecha (SE); en el primero, el PR se separó de mi ruta, que continuó por
camino, pero sin marcar.
Cuando
alcancé el prado de Sanguñedo, la bruma se había retirado del todo y comencé a
ver la cresta de Peña Trevinca al fondo del valle. Iba atravesando campos y
praderas encharcadas separados por breves arboledas y sin apenas ganar altitud.
Tras
rodear por el sur una pequeña prominencia, volví a encontrar el cauce en el
Pontón de las Selgas, rústicamente construido con grandes losas de piedra y
situado en un paraje encantador, que invita a detenerse un buen rato. Continué
al sudeste por el camino, sin cruzar el puente. Caminé al principio a través de
una densa vegetación de ribera.
Luego, al
ganar altura, salí a terreno despejado. El camino es magnífico; hasta tiene
tramos empedrados. Al llegar a la Veiga da Cebas, otro gran prado, el carril
muere junto a unas casitas. Al fondo veía el doble pico de A Troitada, a cuyos
pies debía pasar, ascendiendo…
… en
diagonal hacia el Collado de Turriero, que se adivina a la izquierda. Aunque un
rastro de paso prolongaba el camino, terminó perdiéndose del todo entre campos
delimitados por muertes de y líneas de árboles. Con la referencia el eje del
barranco, continué por la ribera izquierda, cruzando bajo el monte Fial
mientras buscaba el paso más breve entre praderas, pues las bandas de árboles
que las separaban, pobladas de zarza y rosal silvestre, eran sumamente
incómodas. Así fui ganado altura poco a poco hasta dejar atrás la zona plana
del valle y comenzar una subida más intensa bajo los resaltes de A Troitada.
Por
laderas pedregosas pobladas de un matorral abundante, pero que no llegaba a
agobiar el paso, me separé del cauce del Xares y, tras rodear un pequeño
espolón, di con un hito sobre una roca. Solo. Me detuve a mirar atrás el valle,
donde los colores brillaban con el sol ya alto.
Continué
ascendiendo al sureste por donde mejor me pareció.
Pronto
pude ver, a mi derecha y atrás, bajo el Fial, unas pequeñas lagunas que iban
quedando por debajo.
Al otro,
roca, pasto y flores se mezclaban en el Regato de Valigota, que sube hacia el
Sestil Alto y el Lomo Renán, por donde bajaría más tarde. Cuando me lo permitió
el terreno, giré hacia allí para aproximarme el eje del valle y, de nuevo…
… cerca
del cauce del Xares, girar a la derecha (SE) para remontarlo a través del verde
tubo de O Escavadoiro.
Crucé el
torrente en un lugar donde el agua ha tajado la roca y que, posiblemente,
explique el nombre del paraje.
Una vez
en la orilla derecha, continué ascendiendo, sin senda, pero…
… por un
terreno cómodo de hierba y matorral abierto. El valle quedaba ya muy abajo, con
su variado colorido.
Entonces,
llegó la sorpresa. Me topé esta bonita cascada, escondida en un cóncavo del
barranco, con no menos de 20 metros de caída entre sus dos saltos principales.
No tenía ni la menor idea de que esto estuviera aquí. Se imponía otra parada;
eran casi las 12 de la mañana, el calor se iba haciendo intenso y me acerqué a
la poza a refrescarme un poco.
Tras
superar la cascada, alcancé el Alto de Turriero, amplio rellano herboso
encajado entre el pico del mismo nombre y el cordal principal de la Sierra
Segundera. Precisamente, por encima de éste se distinguía la loma de las Tres
Marías, pintada todavía de algún nevero. Cambié entonces de dirección,
dirigiéndome a la izquierda (NE)…
… con el
río, que volví a cruzar para…
… seguir
la orilla izquierda, donde encontré una traza. Al fondo y un poco a la derecha,
sobre la loma, sobresalía una elevación más aguda; la cumbre de Peña Trevinca.
Llegando más cerca, dejé la senda hacia la derecha (E), ganado altura por…
… las
laderas de O Gancianal, con la referencia de la cima siempre presente.
Mirando
atrás, me fascinaba este tubo verde que es la cabecera del Xares; suave y
amplísimo entre cumbres redondeadas. Estaba cerca de los 2.000 metros y no se
puede decir que esto sea muy alpino. Pero posee su propia una belleza, serena y
sorprendente.
A mi
izquierda, podía ver el inicio de la bajada: la loma que va por el Lomo Renán
al Sestil Alto. Más allá, hay una cresta más accidentada; se trata de la Sierra
del Eixe, por donde hubiera ido si hubiera sabido que la senda que va por el
cordal termina en A Ponte.
Al llegar
al cordal, en el collado suroccidental de Peña Trevinca, pude contemplar el
amplio valle del Tera bajo las crestas del Vedado. Girando a la izquierda (NE),
me incorporé a…
… la
senda que recorre la divisoria para alcanzar por ella la cumbre, superando una
mediana pendiente de matorral rastrero y cantos. ¡Qué diferencia con mi primera
visita casi 20 años atrás! Entonces no había trazos de nada por ningún lado.
Cerca de
la una y media llegué a Peña Trevinca. Iban apareciendo algunas nubes, aunque
todavía estaba el día claro y apenas soplaba una brisilla que aún hacía más
agradable el ambiente. La cruz cimera sigue por tierra, como la vez anterior,
hacía 5 años. Al fondo, más allá de la Portilla de Morena Cavada y el Picón, se
llegaba a ver en el horizonte la silueta del Vizcodillo e incluso la sombra de
los Montes Aquilianos. A la derecha, al…
…
sureste, el Tera discurre hacia Sanabria trazando mil curvas en el fondo plano
del valle, bajo…
… el
cordal que va hacia el Moncalvo.
Siguiendo
con el giro, pasa la vista por el lomo por donde había llegado y el valle del
Xares; luego, …
… el
extenso lomo cimero hacia Peña Negra, más allá del cual se veía el Maluro, y...
… para
acabar la vuelta, la cabecera del Tera, rodeada por las peñas Negra y Surbia y
el Picón.
No me
quedé mucho en cumbre pues se iba cubriendo el cielo, no muy rápido, pero sin
parar, y tenía un largo retorno. Hacia las dos estaba en marcha, bajando de la
cumbre al norte, siguiendo la senda que recorre el cordal. En el punto más bajo
del collado entre las peñas Trevinca y Negra, dejé el trazo principal por otro
más difuso, pero marcado con estacas pintadas de blanco y amarillo, que sale a
la izquierda (NO).
Siguiéndolo,
crucé por encima de la cabecera del Xares hacia…
… la
Sierra del Eixe para tomar la izquierda (O) este nuevo cordal, hacia el Lomo
Renán.
Llevaba
ahora a mi derecha el espectacular Rego do Castaño, profundo y agudo tajo, que
contrasta con el suave surco del Xares. Dos vertientes, dos mundos, flanquean…
… el
ancho y suave cordal que…
… me
condujo al Lomo Renán.
Otra
perspectiva del Rego do Castaño.
Poco más
adelante de esa modesta prominencia, el cordal se bifurca; la divisoria
principal del Eixe sigue a la derecha, hacia el Maluro, y por allí va también
la senda marcada como PR. Si llego a saber que más tarde me la volvería a
encontrar camino de A Ponte, la hubiera seguido, que es la opción más lógica. Sin
embargo, sin otra información que el mapa, me pareció más práctico seguir la
loma a la izquierda (O) para…
… alcanzar
el Sestil Alto. Además, una traza sutil seguía la loma hasta que, a media
subida final, se desviaba para ahorrar desnivel rodeando el pico por su ladera
sur.
Alcancé
de nuevo el cordal al otro lado, junto a unas llamativas rocas, prácticamente
las únicas del contorno. Y ahí se esfumó la senda, pero el terreno, cubierto de
matorral bajo y abierto, no parecía malo y, encima, había un hito en el cruce
del crestón, así que…
… seguí
con mi bajada prevista. La loma de O Sestil desciende ancha y suave y por ella
fui perdiendo altura, entre los valles…
del Xares
y…
… el
Meladas.
Entre la
vegetación, emergía de vez en cuando algún hito, muy lejos unos de otros y sin
trazo. El matorral se adensó y elevó, incomodándome el paso, cuando llegué al
tercio inferior de la loma. Entonces, viendo a mi derecha…
… el
camino que sigue el curso del Río de Meladas, bajé por ese lado (N),
directamente ladera abajo. Aunque la vegetación me llegaba a la cadera, cedía
con facilidad y la bajada fue bastante rápida hasta el cauce, que transcurre
entre árboles de ribera.
Aunque
llevaba bastante agua, no fue un problema cruzar su metro y pico de anchura
para subir por la ribera del otro lado y salir enseguida al camino que había
visto, encontrándome que estaba marcado como PR.
Aunque
medio invadido de matorral, se trata de un carril amplio, por donde la bajada
hubiera sido sin duda más cómoda.
Lo tomé a
la izquierda (SO) y no tardé mucho en llegar a una bifurcación, en que un
cartel terminó de confirmarme que el sendero que traía llegaba a la misma Peña
Trevinca. Siguiendo la indicación a Ponte, tomé el camino de la derecha (S)
que, abriéndose paso…
… entre
arbustos en flor, baja hacia el Río Xares.
Al llegar
a la linde del bosque, ya prácticamente en el fondo del valle, pasé junto a una
casa y di enseguida con un cruce. Giré a la derecha (O), caminando ahora por
una pista por donde corría medio palmo de agua en toda su anchura. Al principio
intenté ir buscando cómo no mojarme los pies, pero al rato lo di por imposible.
Afortunadamente el tramo acuático duró poco.
Al irme
acercando al pueblo, empezaron a aparecer campos y corrales a los lados del
carril. En las bifurcaciones, tomaba a la derecha (O), para continuar bajando
paralelamente al río. De todas formas, no faltaban marcas de pintura e incluso
carteles. Cuando en una de ellas vi un pontón de cemento a la izquierda, lo
crucé, yendo a salir al mismo cruce GR / PR cerca del cual había aparcado esa
mañana. Eran las cuatro y media de la tarde y, como si me hubieran estado
esperando, estaba accionando la llave del coche cuando sonó el primer trueno.
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