Monte Perdido (3.355)

ASCENSIÓN DESDE PINETA

GLACIAR NORTE Y LOMO ORIENTAL

La montaña calcárea más alta de Europa, cumbre máxima del Macizo de Marboré y tercera de los Pirineos, es posiblemente la cima más visitada de toda la cordillera ¿Qué más se puede decir de Monte Perdido?... Pues que es difícil explicar la atracción que ejerce sobre tantos montañeros. En primer lugar, carece de las aristas afiladas del granito, pero también de las grandes paredes verticales de la caliza, tendiendo más bien a ser algo así como un gigantesco montón de escombros. Las vistas desde su cumbre son bonitas, pero, desde muchos otros picos, las hay iguales o mejores. Por último, sus rutas fáciles no son demasiado atractivas; y la normal desde Góriz es francamente sosa. En suma, el Monte Perdido es una montaña importante, pero muchas en el Pirineo superan sus bellezas. Sin embargo, algo hay que atrae a procesiones de montañeros y senderistas y que me ha llevado a subirlo bastantes veces y por todas sus caras. Tendré que seguir visitando su cumbre, recorriendo una y otra vez sus vertientes, intentando averiguar qué me lleva a ellas.

La ruta comienza subiendo al Balcón de Pineta, de donde parte la verdadera ascensión, remontando en diagonal el glaciar para pasar a la vertiente oriental de Monte Perdido, por la que se gana la cumbre. La bajada transcurre por la Escupidera, que corta la cara oeste y, desde su base, se vuelve a entrar en el glaciar norte para volver a Pineta.

Las Tres Sorores, a la izquierda, desde Pineta. Se ve el perfil del lomo oriental de Monte Perdido, por donde gané la cumbre

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Sobrarbe (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Marboré
  • Base de partida: Bielsa (Huesca)
ACCESO: El Valle de Pineta se encuentra dentro del municipio oscense de Bielsa, en el norte de la provincia, concretamente en lo alto del Sobrarbe, encajado entre los macizos de Marboré y La Munia. La ruta parte del área de acampada situada en la cabecera, a 13,5 km del pueblo y a la que se accede dejando la carretera del valle por el Primer Puente sobre el Río Cinca. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.280 / 3.355
  • Desnivel por días:
    • Día 1: subir 1.500
    • Día 2: subir 1.200, bajar 2.700
  • Mi tiempo efectivo (aproximado): 13 horas, sin contar paradas, en dos días (4h15 + 8h45).
  • Mi tiempo total: Un día y cuatro horas, en dos jornadas (5h00 + 11h00), con 12 horas de estancia en el refugio.
  • Dificultades: PD. Largo recorrido glaciar con pendiente máxima de 50º. En roca sólo hay dos pasos cortos; la chimenea de acceso al glaciar (II / 12 m) y la placa del Cuello del Cilindro (I / 15 m).
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA:

Día 1. Tomar el camino señalizado que sale del área de acampada de Pineta hacia el noroeste, cruza el bosque y va a dar a la pista que recorre horizontalmente El Felqueral. Cruzarla y continuar subiendo, ahora por senda hasta, el Balcón de Pineta; en el trayecto, se pasan un par de bifurcaciones donde hay que seguir recto. Una vez en este gran rellano, cruzarlo al noroeste para rodear por el sur y oeste (derecha) el Lago de Marboré y alcanzar el Refugio de Tucarroya.

Día 2. Volver al Llano de Tucarroya y atravesarlo al sur hasta la chimenea (II) marcada con hitos por donde la ruta normal de esta vertiente accede al Glaciar Inferior de Monte Perdido (PD). Girar a la izquierda (SE) y atravesarlo hasta el collado de la Repunta de las Neveras (PD). Tras la visita (optativa) a ese picacho, bajar de la horcada por el otro lado (SE) a la Terraza Bellevue (PD) y girar a la derecha (S) para rodear un importante resalte y entrar en el tubo que sube al Cuello de Monte Perdido. Antes de alcanzarlo, donde se vea que el terreno lo permite, dejar el corredor por la derecha (NO) y superar la ladera que defiende el lomo oriental y seguirlo a la izquierda (O) hasta la cima de Monte Perdido (PD).

Bajar por el otro lado de la cima NO para descender la Escupidera, el empinado y ancho corredor que, por el flanco meridional (izquierdo) de la cresta, lleva hasta el Ibón Helado (PD). Sin alcanzar su orilla, desviarse a la derecha (N) para dirigirse directamente a las placas (I) que defienden el Cuello del Cilindro (F). Atravesarlo y bajar al NE por el glaciar, hasta la chimenea por donde habíamos accedido al mismo. Destreparla y atravesar el llano hasta el Balcón de Pineta (PD), desde donde la misma senda que utilizamos a la ida nos devolverá al área de acampada de Pineta.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ruta recorre casi todas las vertientes del Monte Perdido afrontando dificultades mínimas. No se trata de una vía práctica, con todo ese rodeo alrededor de la montaña, pero es bella y variada; junto con las Escaleras, lo más bonito que he hecho por aquí. Muy recomendable para montañeros con experiencia en terreno glaciar, aunque no sean escaladores.

Lo habitual y lógico para ganar el lomo oriental desde la Terraza Bellevue sería llegar hasta el Cuello de Monte Perdido y tomar ahí la cresta; sin embargo, conociendo la sucia trepada que conlleva, si la nieve persiste en el flanco del tubo, es más cómodo encaramarse al lomo antes, tal como hago en esta ocasión. Sin nieve, la subida sería muy penosa, por un terreno extremadamente suelto e inclinado. Por esto, y también por evitar afrontar la rimaya que suele formarse en el acceso al collado de la Repunta de las Neveras, creo que lo apropiado es realizar esta ruta entre mayo y junio. Principios de julio, si el año es generoso en nieve.

A veces se ha llamado a este itinerario “Vía Russell” pero, tras repasar las memorias del gran pirineísta, he comprobado que él nunca la realizó. Ese nombre debería corresponder, en todo caso, a la subida por el Cuello del Perdido desde Tucarroya, pero pasando los Esparets por debajo, por lo que hoy se conoce como Faja del Maquis. Un día tendré que ir por ese otro camino.

RELATO GRÁFICO:

Hacia la una del mediodía, con un calor tremendo, aparqué en el área de acampada de Pineta y eché a andar por un camino que se dirige al suroeste, internándose en el bosque junto a una caseta de información. Siguiéndolo, crucé el Cinca y alcancé la pista que recorre horizontalmente El Felqueral. La crucé y continué…

… por una senda que emprende una recia subida bajo las hayas. Al ganar altura, los árboles fueron clareando hasta que salí a…

… un prado despejado frente a la famosa cascada del Cinca; o cascadas, pues hay al menos un par bien vistosas salvando el primer estrato rocoso que corta la ladera. Dejando los saltos a la izquierda, continué…

… ascendiendo suavemente hacia las agudas crestas de Pineta y el Foscarral, que me iban a dominar durante toda la subida a través de este circo. Iba alternando tramos de ligera inclinación con otros más empinados, donde la senda trazaba lazadas que hacían la pendiente llevadera.

Con la altura, las vistas sobre el valle se fueron ampliando, pero no era ése el único entretenimiento para los ojos.

Por encima de mí, cada mirada descubría un nuevo espolón o aguja, a cada cual más peculiar y armonioso, mientras…

… a mi derecha se descubrían la Munia y la Robiñera.

Encontré la parte final de esta subida, el llamado Embudo, libre de nieve. Tras culminarlo y cruzar una especie de lomo rocoso, …

… llegué al Balcón de Pineta y descubrí la cara norte de Monte Perdido, invisible hasta entonces.

Naturalmente, hay que asomarse al borde del escalón para contemplar el Valle de Pineta en toda su longitud, bajo la cresta de la Sierra de las Tucas. Tras un descansito en tan ameno lugar, ...

… retomé la senda, que se dirige al fondo de este Llano de Tucarroya (NO), bien marcada y balizada con hitos, a través del pedregal. Tras rodear por la izquierda una prominencia que divide el llano, llegué a un cruce de sendas, un tanto confuso pues hay superabundancia de hitos y los trazos están poco claros. Pero no hay problema: a la derecha (N), …

… podía ver la Brecha de Tucarroya al otro lado del Lago de Marboré. Incluso distinguía el puntito claro del refugio, en lo alto de una pendiente de tierra y piedras sueltas francamente desalentadora. Girando a la derecha (NE), fui rodeando el lago…

… por sus orillas hasta el pie de la brecha, mientras la luz vespertina iba dorando las crestas de los Astazus. Una subida menos penosa de lo esperado, merced a una buena senda, me llevó a…

… la brecha donde se encuentra, prácticamente encajado, el Refugio de Tucarroya. Eran las seis y media de la tarde y, tras instalarme, me fui a asomar la vertiente norte, desde donde veían las crestas de Néouvielle y la Munia, más allá del Montferrant.

Menos mal que no retrasé la subida porque después fue llegando gente al refugio y alguno tuvo que dormir en la puerta. Yo, con el sitio asegurado, pasé lo que restaba de tarde contemplando el cambio de luz en los glaciares del Monte Perdido y su reflejo en las aguas serenas del lago. E imaginando cómo sería al día siguiente la travesía del glaciar.

Pues, en ese día siguiente, dejé el refugio a las seis y cuarto de la mañana, mientras el alba teñía de rosa el cielo más allá del Valle de Pineta. Antes ese espectáculo, deshice camino de la tarde anterior, atravesando el Llano de Tucarroya hacia el sur hasta…

 … el pequeño lío de hitos, donde continué de frente (S), hacia la cara norte de Monte Perdido. Tras cruzar el recién nacido Cinca, llegué a la morrena del hoy desaparecido glaciar inferior, cubierta en parte por neveros. La remonté en diagonal a la derecha (SO), buscando la base de la chimenea situada más arriba, la última de ese lado y también la más fácil de las varias que cortan el resalte rocoso que defiende el glaciar intermedio (es la última a la derecha de la foto y sube en diagonal hacia la izquierda).

Al acercarme, pasé bastante cerca del corredor donde se inicia la vía clásica de la cara norte, evitando la gran masa de hielo colgante que queda hoy de la antigua cascada de seracs. Sobre ella, la Repunta de las Neveras se elevaba sobre palas de nieve que aparentaban ser muy empinadas, pero luego resultó que no lo eran tanto.

La chimenea “normal” tendrá unos 12 m de altura y no es difícil, menos aun cuando la nieve cubre su mitad inferior. Pero aún más fácil es subir por las rocas que se ven a la izquierda, las cuales forman un graderío, con algunas superaciones algo forzadas (II), pero…

… de escasa exposición. Desde lo alto del resalte, podía ver ya…

… el llano y la cresta de Tucarroya, con las cumbres del Macizo de Néouvielle asomando al fondo.

Delante tenía el Glaciar Intermedio de Monte Perdido, que atravesaría hacia el sureste, hacia el collado a la derecha de la Repunta de las Neveras. Una clara huella salía en esa dirección, pero a los pocos metros giraba en redondo para dirigirse al Cuello del Cilindro. Yo lógicamente continué recto, atravesando el inclinado nevero en gradual ascenso y evitando el hielo aflorado por arriba.

La travesía fue más cómoda incluso de lo esperado, ya que la pendiente lateral se mantuvo casi todo el rato por debajo de 30º, alcanzándolos sólo bajo el pasillo que da acceso al glaciar superior, que me dominaba a mi derecha, mientras, al otro lado…

… iba viendo el corte del Balcón de Pineta y, más allá, la cresta de Néouvielle y la Munia.

Bajo la Repunta de las Neveras, giré a la derecha (S) y remonté la nieve hacia la collada que une ese hombro al cuerpo del macizo. La pendiente se incrementó en esta pala, llegando a…

… 50º cerca del final, donde impresionaba mirar atrás. Además, si la nieve me la había ido encontrando bastante dura todo el rato, aquí estaba totalmente helada.

Al ganar la arista, estrecha y pedregosa, la encontré limpia de nieve. Me quité los crampones y giré a la izquierda (NE) para recorrer caminando los pocos metros que me separaban de la Repunta de las Neveras. Merece la pena visitar esta modestísima punta, sólo por la perspectiva de la cumbre de Monte Perdido sobre las paredes que la defienden y, también, …

… del glaciar que acababa de recorrer, bajo el helero superior y con el Cilindro al fondo.

Al este, pese a que la calima tornaba borroso su fondo, impresionaba la caída de casi 2.000 metros que hay hasta el fondo del Valle de Pineta. 

De vuelta en el collado, bajé por su vaguada oriental, ocupada por una pala de nieve que supera los 50º pero que tenía buena consistencia para deslizarse. Perdidos unos 100 m de desnivel, llegué a un rellano, …

… la Terraza Bellevue, donde giré a la derecha (O) para…

… rodear la pared bajo el lomo oriental de Monte Perdido y entrar en el tubo oriental del Cuello de Monte Perdido. Los cánones mandan acceder al Cuello de Monte Perdido y, girando a la derecha, alcanzar la cumbre trepando por unas gradas (II) bastante sucias y de roca insegura. Conocía ese tramo y lo recordaba bastante desagradable. Entonces me fijé en que el flanco sur del lomo cimero de Monte Perdido conservaba bastante nieve y decidí probar por ese camino. Dejando el tubo por la derecha (N) atravesé por lo más estrecho una banda de grava que me separaba del nevero superior y atravesé éste en diagonal a la derecha. Aquí volvía a encontrar los 50º de inclinación, incluso alguno más, justo en el acceso al lomo oriental de Monte Perdido. Luego, girando a la izquierda (O), fui…

… subiendo suavemente hacia la invisible cumbre, por un anchísimo pasillo de nieve sin dificultad y suspendido sobre flancos casi verticales. Una auténtica pasarela desde la que veía a mi izquierda…

… la cresta del Soum de Ramond.

Tras un ligero cambio de rasante, apareció la cima.

Con la altura, el Soum de Ramond se fue mostrando más alpino, apareciendo la otra vertiente.

Poco después se acabó la nieve y terminé la subida caminando sobre una ladera pedregosa razonablemente estable.

Hacia las once y media, hice cumbre en Monte Perdido. Al dar vista a la vertiente oeste, aparecieron los característicos colores del Taillon y sus vecinos de la cresta del Circo de Gavarnie. Más a la derecha, …

… al noroeste, el cercano Cilindro atraía la vista, enmarcado por el Vignemale y el cresterío gótico del Ardiden.

Como siempre que he visitado esta cima, la bruma apenas permite identificar dudosamente alguna montaña al este, más allá del Valle de Pineta, cuyo fondo se adivinaba más que verse. También destacaba el Soum de Ramond, que mostraba… 

… la descarnada cara oeste sobre su semi-extinto glaciar, por donde había subido pocos años antes.

Y, por supuesto, el gran surco del Valle de Ordesa.

Durante algo más de media hora estuve solo en la cumbre. Una circunstancia poco corriente en un buen día de verano. Pero hacia las doce empecé a oír gente llegando. Eran sólo dos, pero constituían la avanzadilla de una procesión que estaba acercándose por la vía normal, así que recogí y comencé la bajada. En primer lugar, me dirigí al norte, cruzando el lomo de nieve que suele formarse en la cima y siguiendo a continuación el claro trazo que entra en el tubo de la Escupidera. Éste se halla casi siempre recorrido por una buena huella, así que no se puede hablar de dificultad. Sin ella, la inclinación apenas supera los 50º; …

… una pendiente accesible, pero que no debe acometerse sin un piolet en la mano, pues un resbalón puede acabar en una caída de 300 m sobre el Barranco de Góriz. Tras la Escupidera, la pendiente disminuye y no es necesario llegar al Lago Helado para derivar a la derecha (N), cruzar el tubo y dirigirse hacia el Cuello del Cilindro, desde cuya base se puede contemplar una de las perspectivas más clásicas del Monte Perdido.

Tras superar una rampa de pedriza y un breve nevero, llegué al resalte que defiende dicho paso, que superé por…

… una placa inclinada de unos 15 m que se trepa más fácilmente de lo que parece vista de lejos (I). Salí de ahí a…

… una repisa, que recorrí a la derecha (SE) para rodear una segunda barrera rocosa y salir al Cuello del Cilindro. Al otro lado, …

… bajé al noreste por una rampa pedregosa de notable inclinación, recorrida por una traza bien asentada.

Llegué enseguida a la nieve, marcada también con buena huella. Descendiendo cerca del extremo noroccidental del Glaciar Intermedio, la traza me fue llevó hasta su borde inferior, donde…

… una considerable acumulación de hitos marca la entrada a la misma chimenea por donde a la ida había ganado el helero. 

Ya sólo se trataba de deshacer el camino conocido para regresar al coche, no sin antes despedirme como es debido de la cumbre del Monte Perdido, que muestra desde aquí un semblante severo, aunque alegre en el fondo, con toda esa nieve y caliza brillando al sol.

Una vez en el Llano de Tucarroya, teniendo a la vista el Balcón de Pineta, atajé directamente al noreste hacia allí. Desde ahí, …

… la misma senda que usé para subir me llevó por el Embudo y…

… las laderas del Circo de Pineta, bajada que se me hizo larga, pese a las hermosas vistas. Al menos no pasé demasiado calor pues el cielo empezó a cubrirse. Es más, en el último tercio del descenso pensé que aún me mojaría, pero la tormenta no llegó finalmente a descargar. Al menos no antes de las cinco y media de la tarde, hora a la que llegué al área de acampada de Pineta, finalizando esta bonita ascensión.

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