Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: No es
ésta la ruta más corriente para subir al Juego de Bolos. He visto que,
generalmente, se prefieren las opciones más cortas. Una consiste en remontar la
ladera norte desde una pista que va a Alhambra desde la carretera por la que se
llega al embalse. Otra, algo más larga pero no tanto como el recorrido que
planteo, saliendo de las cercanías de Alhambra o de la Ermita de Fátima para
subir por caminos de la vertiente nororiental. Ya digo que ambas son más cortas
y puede que más prácticas, pero se pierde panorama.
La opción que escogí
resultó ser una bonita caminata, un poco estropeada ese día por la calima, que
estaba previsto que levantar a media mañana, pero que, cuando me fui pasada la
una, ahí seguía. No presenta dificultades reseñables, salvo quizá el cruce de
la cabecera del Arroyo del Cubo y el paso por la previa cota (975), donde la
senda está muy borrosa y cuesta bastante seguirla. También, el descenso al pie
de monte desde El Cerrajón es muy empinado, el terreno está suelto y el
matorral se cierra; pero el trazo es suficiente para no tener que pelear con
los arbustos. El retorno por La Yuncosa es complejo, pero creo que no es
problemático orientarse. Eso sí, a base de paciencia, fijándose en cada cruce,
sea con el track o simplemente con el
mapa ilustrado que aporto, y, sobre todo, no perdiendo de vista que el objetivo
es regresar por el pie de monte al extremo occidental de la sierra con el
mínimo gasto. Y eso es todo. A disfrutar.
RELATO GRÁFICO:
Al separarse
del Embalse de Puerto de Vallehermoso la pista que sale del albergue, aparqué
en el cruce de caminos antes descrito y comencé a caminar remontando (NE) la
misma vaguada por la que había llegado.
Al poco,
barranco y camino se bifurcaron y yo continué por la derecha (SE).
Al ganar
altura por esta nueva vertiente, debería haberse abierto a mi espalda el
panorama hacia el valle del Guadiana, pero una densa calima me impedía ver más
allá de las estribaciones de la sierra.
Dejé de
lado algún desvío sin dudar, pues eran caminos peores y no llevaban la
dirección que me convenía para encaramarme al cordal. Al trasponer un lomo,
entré en la cuenca del Arroyo del Cubo y descubrí un par de cerros. El de la
izquierda, con sus aerogeneradores, era el pico occidental de la sierra
(1.068), primer objetivo de la jornada.
Pasé a
ganar altura paralelo al lomo, llevando a la derecha una cerca con una pista al
otro lado. Cuando mi camino gira a la derecha para rodear una cota y cambiar de
vertiente y la cerca gira al otro lado, la seguí a la derecha (NE) por una
senda más estrecha que baja al siguiente collado (894) y remonta luego el lomo
de enfrente, donde se abre en varias trazas.
Creo que
todas acaban arriba. Aquí, mirando atrás, se ve el lugar donde dejé el carril,
bajo la cota (914) con su depósito. Más lejos, la Sierra del cristo era una
mera sombra.
A mi
izquierda, al norte, el mundo seguía reducido a la sierra.
Y así fui
llegando a una modesta prominencia pedregosa, cota (975) del mapa.
A mi
derecha, tenía ya el pico oeste y, en medio la cerca. No hay problema; ésta
giró a ese lado un poco más adelante, y con ella la senda, por la que bajé
collado cabecero del Arroyo del Cubo.
Cerca del
mismo, la senda se bifurca y continué por la derecha (SE), para subir hacia esa
cima.
Una
mirada atrás, hacia la cota (975).
Para
tocar la cima del pico oeste de la Sierra de Alhambra, hube de cruzar la cerca.
Allí, me asomé por primera vez al sur, hacia el Campo de Montiel, tan turbio
como...
... el
panorama occidental y cualquier otro que mirara.
Continué
girando a la izquierda (NE), buscando un estrecho trazo que abre un surco en el
matorral a partir del aerogenerador más alto y se lanza a un descenso bastante
directo y rápido hacia el collado inmediato (1.012). El pico central de la
sierra (1.061) no lo subí, por no meterme en el monte bajo ni saltar más vallas
de las necesarias.
En vez de
eso, cuando desemboqué en una pista en el collado, la crucé para tomar al otro
lado (NE) un camino bastante regular que rodea el cerro por su vertiente meridional.
Mirando atrás, se ven tanto la pista como la senda por la que bajé del pico
oeste.
A mi
derecha, seguían las vistas maravillosas.
Y, pasado
un lomo, apareció ante mí el Juego de Bolos, al otro lado de otro collado
(916), también con pista. Podía haber subido por ella, pero, como hay senda por
la cuerda, preferí ceñirme a esta.
Es
pedregosa, pero bastante cómoda y así se ven los picos occidental y central al
culminar lo recio de la subida y llegar a...
... la
plana cresta del Juego de Bolos, donde acabé por pista la subida a la cumbre,
donde, además de molinos, hay unas antenas.
De hecho,
el hito geodésico está rodeado de mástiles, casetitas y otros artefactos. Como
estación óptica, dudo que sea muy útil.
En fin;
al este, la sierra se prolongaba brevemente hasta la punta de El Cerrajón, tras
la que se adivinaba una brusca caída. La calima seguía tan densa, que apenas se
distinguía, a la izquierda de la loma, la sombra de la población de Alhambra.
Girándome a ese lado,...
... al
norte, la vista se estrellaba contra un muro grisáceo. Siguiendo con la vuelta,...
... al
oeste, a la falta de visibilidad se sumaba la mala perspectiva hacia ese lado,
por lo ancho y suave de la cuerda.
Y, para
acabar, al sur, pues eso.
Retomé
camino por la cuerda al este hacia El Cerrajón. Sin llegar a la punta, más o
menos donde la pista gira a la izquierda, la dejé por la derecha (SE), para,
tras atravesar unos metros de matorral, encontrar...
... la
famosa cerca, que ahora baja al sur y a la derecha de la cual una senda,
pedregosa y cercada por las jaras, permite un paso sólo ligeramente incómodo
pendiente abajo. Cuando ésta cede, por donde empiezan las encinas allí abajo,
me encontré a la derecha (O)...
... un
camino con pinta de poco uso, pero ancho y claro, que atraviesa la ladera bajo
la cuerda.
Así
comenzó el retorno, deshaciendo por abajo el anterior recorrido por el cordal.
Y, según me alejaba del lomo de El Cerrajón, mejoraba el camino.
Al pasar
una collada, entré en la Vertiente de la Yuncosa, se descubrió el pico oeste y
el camino giró a la izquierda (SO),...
...,
acabando de llevarme al pie de monte. Allí, llegué a un cruce de caminos, donde
giré a la izquierda (S), pues el camino que sigue recto, más práctico en
apariencia, acaba subiendo.
En la
nueva pista, una mirada a la cumbre que quedaba atrás.
Al poco,
llegué a un olivar y giré a la derecha (SO) para tomar un camino que va siguiendo
su linde.
Más
adelante, desemboqué en otro carril mejor, que tomé a la derecha (O). Bueno,
vendrían más cruces, donde fui escogiendo, en cada ocasión, el camino que me
pareció que cumplía mejor mi propósito de retornar al embalse.
En la
segunda mitad del retorno, es también una buena referencia intentar ir por el
límite entre el monte y los campos cultivados.
Por
cierto, que algo debía de haber mejorado la visibilidad, pues ahora, al menos,
distinguía la masa oscura de la Cabeza de Buey, cumbre del Campo de Montiel, a
unos 25 km, en medio de la llanura.
Poco a
poco, fui viendo aparecer ante mí, más allá de la ladera que recorría, el
Embalse de Puerto de Vallehermoso.
Entonces,
pasando bajo el collado marcado con cota (866) en el mapa, dejé la lógica que
me había orientado hasta ahora y tomé este desvío a la derecha (O) para
trasponer, a costa de ganar altura, la loma de ese lado. Aún subiría más hasta
que,...
... ya a
la vista de la parte norte del embalse, el camino giró para ir hacia la orilla.
No me interesaba todavía eso y, al poco, dejé este carril por la derecha (N)
para tomar...
... este
otro desvío, que...
... se
acerca al brazo que une las dos masas del pantano, lo sigue unos metros y se
mete por un barranco a la derecha. Al entrar en el mismo, al ver a la izquierda
(NO),...
... al
otro lado del torrente, un trazo que remontaba la loma, dejé el camino por
donde me pareció más claro el matorral y me incorporé al mismo. Ya solo me
quedó cruzar ese lomo para...
...
encontrarme al otro lado el coche y el final de la ruta. Vaya, parece que ahora
clarea algo.
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