Teleno (2.183)

ASCENSIÓN DESDE MOLINAFERRERA

POR LA PEÑA NEGRA Y LAS REGUIRINAS, CON EL SESTIL (2.031)

El Teleno es la máxima altura de los Montes Galaico-Leoneses. Culmina el largo y monótono cordal que separa las comarcas de la Maragatería y la Cabrera Baja, tierras que siempre han estado bastante apartadas. Se trata de una montaña chata, de perfiles suaves y laderas pedregosas, donde la vegetación es de escaso porte, pero densa, con predominio del brezo en laderas y pasto en crestas. Sólo en el fondo abrigado de los valles, se encuentra algo de arbolado junto a los torrentes, sobre todo roble. Esta naturaleza austera y una morfología de grandes desniveles y valles largos conforman un entorno fascinante. Pero el principal atractivo del Teleno es su situación y altitud, que le convierten en un mirador soberbio sobre el resto de las montañas leonesas, tanto las galaico-leonesas, como las lejanas cantábricas.

Molinaferrera yace al pie de la vertiente norte del Teleno y la ruta de ascenso consiste simplemente en remontar ésta hasta la cumbre, de manera más o menos directa. En esta ocasión, subí por la ruta más común, el lomo noreste, pero saliéndome al final para remontar directamente el cóncavo situado bajo la cima. El retorno comienza recorriendo el cordal hasta el vecino Sestil, para, desde ahí, descender por su lomo norte hasta el Arroyo del cabrito, que nos devolverá al pueblo.

Visto desde el noreste, el Teleno domina los campos de la Maragatería

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra del Teleno, Montes Aquilianos y de León (Montes Galaico - Leoneses)
  • Unidad: Sierra del Teleno
  • Base de partida: Molinaferrera (León)
ACCESO: Molinaferrera es una localidad perteneciente al ayuntamiento leonés de Lucillo, situada en el suroeste de la provincia, al pie de la vertiente norte del Teleno. La ruta comienza a la entrada del pueblo, junto a la Ermita del Cristo de la Vera Cruz. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.100 / 2.183
  • Mi tiempo efectivo aproximado: 5h30
  • Mi tiempo total: 6h15
  • Dificultades: Muy fácil, en las condiciones del día, con nieve helada, continua a partir de la cota 2.000. Pendientes de nieve inferiores a 30º. Algo de pelea (leve) con el matorral en el descenso del Sestil.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En Molinaferrera, tomar la pista que remonta el Arroyo del Cabrito por su ribera izquierda. En el primer puente, cruzarlo para seguir por la otra orilla y luego entrar en el vallecito que llega hasta La Collada. Girar a la derecha (SO) para ascender por lo alto de la loma de Peña Negra. Pasada ésta y ya bajo la cúpula cimera, desviarse a la derecha (SO) para entrar en el cuenco de Las Reguirinas y remontarlo (S) luego hasta alcanzar la amplia cumbre del Teleno.

Seguir por el cordal de la sierra al NO hasta el vecino Sestil. Girar a la derecha (N) y descender por su loma septentrional, hasta salir a una pista junto al hombro de El Cuete. Tomarla a la izquierda (NO) para bajar al fondo del Arroyo del Cabrito, siguiendo el curso (NE) del cual se retorna a Molinaferrera.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: El principal atractivo del Teleno son las vistas que se disfrutan en cumbre, pues sus rutas de ascensión tienden a ser monótonas. Una vegetación ni vistosa ni variada y un relieve suave no dan para mucho como entorno. Pero puestos a subir, al menos las rutas de la vertiente norte son algo más variadas y panorámicas que las habituales de Corporales o la carretera que sube a la sierra. El camino a cumbre desde Molinaferrera es así: moderadamente largo, pero sin dificultad técnica, por terreno cómodo y con pendientes que, incluso en lo más empinado, mantienen la suavidad. Al alcance de cualquier excursionista con una condición física mediana y ganas de subir a una de las cumbres más relevantes de la Península Ibérica por una ruta no demasiado frecuentada.

RELATO GRÁFICO:

Llegué a Molinaferrera hacia las nueve y media de la mañana, con el termómetro del coche marcando -11ºC; con lo frío del día y lo corto de la excursión, no había prisa para empezar. A la entrada misma del pueblecito, lo primero que encontré fue una ermita, lamentablemente “reconstruida” a base de cemento y teja, tras la que se divisaba la silueta maciza del Teleno. A su puerta mismo, una pista sale de la carretera y se dirige al sur. Por ella inicié la ascensión.

El carril me llevó a remontar el Arroyo del Cabrito por su orilla izquierda, rodeando el pueblo. Poco después de quedar atrás las últimas casas, me encontré un desvío a la izquierda (SE), que va a cruzar el cauce por un puente; lo tomé y, en la otra orilla, continué por un camino más estrecho que giró a la derecha (SO) y siguió remontando el arroyo. En la confluencia con el Valle de la Collada, crucé este nuevo barranco y giré a la izquierda (SE) para subir hacia el amplio collado que se iba adivinando en su cabecera. La única precaución hasta ese momento era no dar un mal resbalón en los abundantes y sólidos charcos de hielo que cortaban de vez en cuando la ruta.

La senda me separó del cauce y me sacó a terreno despejado, lo que agradecí bastante pues el sol ayudaba a sobrellevar el intenso frío. A mi espalda, más allá de la loma del Peral y el Cerro del Gorro, asomaba el Meruelas nevado.

Llegando casi a la horcada, el camino se bifurca y yo continué por la derecha (SE). Sin necesidad de llegar a La Collada, cuando me pareció buen momento, dejé el carril por la derecha (S) para atajar por matorral poco denso hacia una pista que veía atravesar la base de la ladera. En lo alto, asomaba ligeramente la cima nevada del Teleno. Una vez en la pista, la tomé a la derecha (O), subiendo suavemente en diagonal hasta encontrar el cortafuegos que recorre por lo alto la loma de Peña Resbalina. Giré entonces a la izquierda (S) y subí por él.

De vez en cuando, se cruzaban pista y cortafuegos y hay también algún desvío, pero no hice caso, sino que fui siempre siguiendo la cuerda.

El cortafuegos presentaba una pendiente mediana y el piso era regular y compacto, con lo que avancé directamente cara a la pendiente, pese a que su gran anchura permitiría hacer diagonales si hiciera falta. Dentro de esta monotonía, el crestón de la Peña Negra, más o menos a mitad de subida, es la única referencia.

Al ganar altitud, aparecieron mi derecha, junto al Meruelas que llevaba tiempo viendo, otras dos cimas del cordal principal: el Cerro Coballos y la Cabeza de la Yegua.

A mi espalda, la Maragatería aparecía como un monótono altiplano ondulado y, en el horizonte, se distinguían como una sombra blanca las nieves de la Cordillera Cantábrica, medio veladas de nubes, pudiendo sólo identificar…

… la Sierra de Gistreo.

A poco de sobrepasar la Peña Negra, terminó el cortafuegos que iba siguiendo, al pie de una pequeña pedrera. Unos hitos lo continúan claramente a través del canchal. Siguiéndolos pasé un cambio de rasante, tras el que encontré una senda cortando claramente una banda de matorral y prolongándose loma arriba. A mi derecha, …

… la cima del Teleno seguía tocada de nubes en lo alto de un nevero, mientras que más allá, …

… al este, iba asomando un mayor segmento de los Montes Aquilianos. Más cerca, el modesto pico Sestil y su regular loma norte, por donde bajaría más tarde.

Al empinarse la loma para entroncar con el cordal de la sierra, la senda me llevó a la derecha, para atravesar en diagonal la vertiente y entrar en el cuenco de Las Reguirinas, por cuya pala superior alcanzaría la cresta. Aquí me crucé con las únicas dos personas que vi en todo el día. Bajaban ateridas, lo que me extrañó, pues, aunque hacía algo de frío, era menos que cuando salí y apenas corría una ligera brisa. Vamos, que bien abrigado no se iba mal. En fin; la pala que culmina este cuenco es suave, bastante…

… menos de 30º de pendiente, y se subía muy bien. Por entonces, empecé a entrar en la nube y, bueno, comencé a notar…

… más frío, pues dentro el vapor era espeso y la humedad mucha. Según llegué a lo que parecía la cuerda, en realidad el cambio de excentricidad que marca el borde del lomo superior, se desencadenó, o mejor dicho me alcanzó, un ventarrón recio y empezaron a volar cristalitos de hielo, así que me tapé todo lo que pude y empecé a buscar alguna referencia que me indicara la cumbre. Veía algunas sombras que parecían hitos, pero, cuando me acercaba, resultaron ser simplemente piedras enhiestas. Así que, en buena lógica, decidí confiar mi orientación a la pendiente: si vas siempre subiendo, sólo puedes llegar a la cima.

Poco después, junto a un grupo de rocas escarchadas, alcancé la divisoria, de lo que fui consciente cuando una ráfaga de aire estuvo a punto de derribarme ¿de dónde había salido este vendaval si 20 metros más abajo apenas soplaba nada? En fin, siguiendo hacia arriba, acabé topándome con…

… la cumbre del Teleno, con sus hitos, cruces, carteles y demás quincalla. Era la una menos cuarto y las condiciones en cumbre eran como para salir corriendo. Ahora, ya no me extrañaba la pinta de los dos que bajaban. Para hacerse idea de cómo estaba el tema, llevaba unos guantes negros y parecía que los había metido en cal.

Además, el viento me zarandeaba de tal modo que, para tomar alguna foto, tuve que sentarme para apoyar los codos. No era cuestión quedarse y enseguida eché a andar loma abajo hacia la derecha (NE), siguiendo la linde del pedregal que el viento había marcado.

Al poco, aparecieron los hitos, innecesarios para marcar la cuerda, y salí de la nube. Efectivamente, el viento fuera soplaba muy suave, pese a seguir en cresta. Sorprendente. A mi izquierda, el sol iluminaba las verdes lomas de la Cabrera Baja, donde se veía una columna de humo. Luego me enteré que procedía de un incendio subterráneo de turba. Al fondo se llegaban a ver las nieves de la Sierra de la Cabrera.

Incluso en el collado entre el Teleno y el inmediato Sestil hacía menos aire, contradiciendo a Venturi. Pasando la horcada, a mi derecha, la…

… bonita cuenca de la Bellosa, quizás el único lugar donde se da cierta altivez en los suaves relieves del Teleno.

Tras una breve subida, llegué a la cumbre del Sestil, desde donde se ve el cordal prolongarse hacia los Montes Aquilianos. Un día he de recorrerlo. Girando a la derecha (N), bajé…

… por el amplio lomo que cae en esa dirección, de pendiente moderada y cubierto de breves pedreras y hierba escarchada. La andadura se me hizo cómoda, sin ningún obstáculo pese a carecer de sendero. Al ir bajando, se suavizó incluso. A mi derecha, veía…

… la vertiente noroccidental del Teleno sobre el hoyo de La Bellosa, mientras que, …

… delante, el tramo visible de Cordillera Cantábrica se había aclarado algo. Pero tampoco mucho.

Más abajo, mientras dejaba atrás la cima, …

… el matorral se hizo más alto y espeso, pero, lleno de trazas del paso de animales, no supuso un obstáculo de consideración para el descenso hacia la pista que veía más abajo cruzar la ladera. Antes, me topé con una ancha terraza, claramente artificial, medio inundada de arbustos pero que facilitaba bastante el paso. Puede tratarse la antigua conducción de agua. En todo caso, como me pareció que iba en la dirección conveniente, la tomé a la izquierda (NO).

Así llegué un poco antes al carril, desde donde veía el Teleno cubierto con su nube, a la izquierda del Sestil y la loma por donde acababa de bajar.

Tomando la pista a la izquierda (N), rodeé por ella la pequeña prominencia de El Cuete para, a continuación, bajar por recia pendiente, pese a las lazadas, hacia el fondo del Arroyo del Cabrito, cuyo…

… curso superior, encajado a los pies del Meruelas, veía a mi izquierda.

Llegué al cauce junto a una pradera con varias casas dispersas. Dejé de lado un par de desvíos a la izquierda y varios carriles de entrada a fincas, con los criterios de seguir siempre la pista principal y seguir, en su descenso, el Arroyo del Cabrito. En el fondo del valle, la pista giró para tomar dirección noreste y me llevó paralelo al curso de agua, por la orilla derecha, en suave subibaja al cruzar sucesivos barranquillos.

Aquí, la umbría conservaba el frío y la escarcha flanqueaba el camino, pese a ser más de las tres de la tarde, y en los torrentes abundaba el hielo.

Tras cruzar a la otra vertiente por un puente, el terreno se despejó y la pista se tiñó de negro. Atrás brillaba el Cerro Coballos en lo alto de la sierra. Ahora se estaba bien al sol, pero, habiendo perdido interés el entorno, caminé deprisa los últimos 2 km y pico que quedaban hasta Molinaferrera, donde entré poco antes de las cuatro de la tarde.

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