Torrecilla (1.918)

ASCENSIÓN DESDE LOS QUEJIGALES

POR EL PUERTO DEL POZUELO

La Torrecilla es el pico más alto de la Serranía de Ronda y del sector occidental de las cordilleras béticas. Pese a no alcanzar los dos mil metros, domina una gran extensión sin otra cumbre, no ya más alta; ni siquiera cercana en altitud. Es montaña caliza, pero de formas suaves; las manifestaciones kársticas son escasas y sólo ocasionalmente surgen crestones en las lomas. Pese a que el hombre ha dejado su huella por toda la sierra hasta bien arriba, la zona mantiene una gran variedad natural, incluyendo auténticas reliquias arbóreas, como pinsapos, quejigos o tejos. Una maravilla de media montaña, con paisajes variados durante la ascensión y extensas vistas desde la cumbre.

La ascensión en sí se lleva a cabo desde el Puerto del Pozuelo, situado al pie de la cara NO del monte, utilizando una senda que la atraviesa en diagonal (vía normal) a la subida y mediante un descenso directo desde el hombro al NE de la cima para bajar. La aproximación combina itinerarios diferentes al ir y volver: la senda del pinsapar de la Cañada del Cuerno y la panorámica pista de los Pilones respectivamente.

Cima nevada de La Torrecilla desde el suroeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Serranía de Ronda (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de las Nieves
  • Base de partida: Parauta (Málaga)
ACCESO: La ruta parte del Área Recreativa Quejigales, lugar de partida habitual para multitud de actividades senderistas y montañeras situado al pie de la vertiente occidental de la Sierra de las Nieves, en el oeste de la provincia de Málaga. La población más cercana es Parauta, también malagueña a 15 km, nueve de los cuales son por pista, que suele estar en buenas condiciones. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta el punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.280 / 1.918
  • Mi tiempo efectivo aproximado: 5h15
  • Mi tiempo total: 7h00
  • Dificultades: F, en las condiciones del día, con nieve continua prácticamente de principio a fin, helada bajo una delgada capa superficial (<10 cm). Pese a la nieve, el itinerario carece de dificultad y fue bastante cómodo, salvo unos pocos pasajes, ninguno muy largo, con pendientes de nieve dura entre 30 y 40º.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Los Quejigales por una senda balizada (PR) e indicada a la Torrecilla, que entra en la Cañada del Cuerno y la remonta hasta el Puerto de los Pilones. Girar allí a la izquierda (NO) y, siguiendo siempre las señales, se pasa por el Pozo de la Nieve, donde la senda gira para tomar dirección SE y llegar, bordeando los cerros Alto y del Pilar, al Puerto del Pozuelo. A partir de ahí, remontar la pirámide cimera en diagonal a la derecha (S), siguiendo una traza o hitos si se ven, para alcanzar la cima de la Torrecilla (F).

Para variar en la bajada, recorrer la cuerda a la izquierda (NE) hasta el hombro marcado con la cota 1.866. Girar entonces a la izquierda (NO) y dejarse caer en descenso directo al Puerto del Pozuelo (F). Tomar allí el itinerario de ida hasta estar a la vista del Pozo de la Nieve y, sin alcanzarlo, dejar la senda por la derecha (NO) y encaramarse directamente al Puerto del Oso. Seguir la cuerda a la izquierda (SO) hasta un repetidor radio y tomar la pista de acceso, que conduce al Puerto de los Pilones. Continuar por la misma al SO hasta que, al cabo de un buen rato de descenso suave y panorámico, desemboca en el Camino de Ronda, que es la pista por la que previamente habíamos llegado en coche a Los Quejigales, que queda ahora a pocos minutos a la derecha (NE).

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Preciosa ruta, muy fácil y relajada, incluso con nieve, a una gran montaña. Da idea de lo frecuentada que debe ser el que no menos de 15 personas coincidimos en la cumbre, y otras andaban aún de camino, pese a ser un lunes de diario cuando subí y que el tiempo a primera hora no estaba muy claro. Hay rutas más solitarias y largas por la vertiente de Tolox, pero, en este caso, la que podemos considerar normal resulta ser también la más interesante, tanto estética como naturalísticamente... ¿Qué le vamos a hacer? Pues ir en pleno invierno para que la masificación no sea tanta y, de paso, contemplar pinsapos y quejigos escarchados en medio de un mundo blanco. Pues esta ruta está al alcance de casi todo el mundo, a condición sólo de ir bien equipados y poseer unos mínimos conocimientos de progresión y autoaseguramiento en hielo. Y, como prólogo y epílogo, se pueden incluir unos paseos y unos vinos en Ronda. De fábula.

RELATO GRÁFICO:

La mañana era glacial pese a estar el cielo cubierto en su mayor parte cuando llegué a Los Quejigales, hacia las nueve y media de la mañana. Nubes bajas cubrían la mitad superior de la ladera que debía remontar como principio de la ascensión. Tras aparcar el coche en una explanada, tomé la pista por donde había llegado para continuar por ella a pie más allá de la cadena que la cierra al tráfico. A los pocos metros, la dejé la derecha (E) para…

... tomar una senda a señalizada a la Torrecilla, que comienza cruzando el Arroyo de la Cañada por un puentecillo. La vereda, clarísima, muy pisada, me llevó a través del pinar hacia una ladera más empinada.

Al aumentar la pendiente, aparecieron los primeros pinsapos, antepasado de los modernos pinos y abetos en que se mezclan características de ambas especies.

En cuanto gané algo de altitud, me encontré en un terreno cubierto de nieve. La senda seguía siendo muy clara, aunque ahora más accidentada. Atrás iba quedando la vaguada de los Quejigales y el Cerro de la Yedra al fondo.

El camino hacía lazadas donde se empinaba la ladera.

Son bonitos los pinsapos; altivos como un abeto, pero sus ramas crecen desordenadas como en los pinos.

A media subida, la senda entró en el barranco de la Cañada del Cuerno, remontándolo, primeramente, por la vertiente izquierda. Siendo suave el ascenso, pude saborear a gusto el mágico ambiente del bosque nevado y brumoso, roto el silencio sólo por el crujir de la nieve bajo mis pasos.

El bosque se adensa en el fondo del barranco, que atravesé guiado por la senda, para rematar la subida…

… por la otra vertiente. Aquí, más resguardados del viento, están los árboles de mayor porte y vistosidad.

La linde del bosque me anunció la cercanía del final de la subida.

Efectivamente, a los pocos minutos de caminar por terreno despejado, llegué a la vista de la cuerda y empezó a soplar el viento, despejando las nubes. Incluso el sol fue a asomar tímidamente.

Pero, al llegar al Puerto de los Pilones, volvieron a cerrarse las nubes y apenas se veía a unos metros. Sin embargo, seguí adelante pues toda la ruta está balizada con estacas y había multitud de huellas del día anterior, con lo que perderse era realmente complicado. Continué tomando a la izquierda (NE) la pista que recorre dicha loma, pero por poco tiempo, pues…

… enseguida la senda de la Torrecilla prosigue por el otro lado, saliendo del carril por la derecha (E), bien visible el desvío marcado con estaca y cartel. Tras el cambio de vertiente, perdí un poco de cota, con lo que me protegí del viento, no muy intenso, pero sí molesto. También cambió el panorama vegetal, dominado ahora por añosos quejigos, que crecen en pequeños grupos dispersos y aparecía todo invernales: sin hojas, pero vestidos de escarcha, creaban…

…. un inesperado ambiente boreal en Málaga. Por aquí, apenas se veía la senda en el manto de nieve, denso y profundo; pero, siguiendo las abundantes pisadas, fui llaneando por este flanco meridional del cordal.

Al ratito, llegué junto a un Pozo de Nieve reconstruido. Muy cerca, un cartel indicador marca el cruce donde se encuentran la senda que me había llevado desde los Quejigales con la que sube desde Yunquera. Seguí por la derecha (E), tomando el camino indicado a la Torrecilla, momento en que la niebla abrió lo suficiente para permitir asomar brevemente a un sol pálido junto a la anónima cota 1.791, que rodeé por la izquierda llevado por la senda, en suave subibaja para pasar las ondulaciones del terreno.

El cielo abrió del todo a punto de terminar el flanqueo, pasando junto a un karst donde la nieve dejaba ver las grietas. Cambié de vertiente en el collado (1.735) entre el Cerro Alto y el anónimo, pasando a…

… llevar a la derecha la Hoya del Pilar. De todas formas, seguían entrando y saliendo nubes mientras avanzaba por esta loma, rodeando sucesivas prominencias.

El viento había parado, la belleza del entorno era tremenda y el silencio impresionante. Por entonces, sólo me había ido encontrando con otro montañero solitario. Progresando los dos a ritmo parecido, nos íbamos alcanzado cada vez que uno paraba.

Al cabo, una subida breve me dejó en la collada que permite rodear por el este el Cerro del Pilar.

Atrás quedaba la Hoya del Pilar y, por…

… delante, la bajada para situarse al pie de la Torrecilla, cuya parte superior estaba aún cubierta de nubes. Esta vertiente del… 

… Cerro del Pilar está defendida por un escalón de caliza gris, contra el cual contrastaban vivamente los árboles helados.

Al llegar al Puerto de los Valientes, se levantaron las nubes, descubriéndose la cumbre brillante sobre la ladera que me quedaba por superar. Mientras se iban despejando los últimos vapores de la cúspide de la sierra, me felicitaba por la suerte que estaba teniendo. Si mágica fue la andadura por el bosque entre la bruma, si seductoras eran las siluetas de los quejigos surgiendo en la niebla, el sol aparecía para iluminar la subida final.

Tras atravesar el collado, la senda me llevó a emprender una subida en diagonal a la derecha a través de la ladera noroccidental de la Torrecilla. Si la pendiente en sí no es muy intensa, poco más de 40º como máximo, la subida por la traza en diagonal se mantiene por debajo de los 30º.

Pese a que bajo una capa de medio palmo escaso de nieve blanda lo que había era hielo, bastante gente alcanzó la cima ese día sin crampones, gracias a la poca pendiente y la abundancia de huellas. La única pena es que las nubes todavía tapaban el altiplano ondulado que se extiende hacia los Pilones.

Iba yo encantado con la subida y más cuando pasé un ligero cambio de rasante y, en lo alto de una rampa todavía más suave, apareció lo que parecía la cima.

Al alcanzar la cumbre de la Torrecilla, lo primero que vi al otro lado fue el mar, brillando entre las sierras de Marbella y Palmitera. Un pequeño buzón, tan congelado como todo el monte hoy, marcaba la cumbre. Ni el hito geodésico ni la cruz que había visto en fotos aparecían por ningún lado; parece que hay buen espesor.

Eran la una y cuarto y el día había abierto del todo. Al suroeste, la vista se perdía en una sucesión de crestas: Cerro Abanto, Sierra Palmitera, Sierra Bermeja y otras más modestas. Un poco a la izquierda, una sombra sobresalía hacia el mar.

Era el Peñón de Gibraltar frente al Yebel Muza, ya en África, al otro lado del estrecho.

Al noroeste, toda blanca, la extensión de lomas que acababa de cruzar, al otro lado de la cual destacaban…

… el Cerro Alto y el Peñón de los Enamorados.

Al sureste, empinados barrancos caen hacia Tolox y el Río Verde, con el telón de fondo de la Sierra de Marbella. Por desgracia, las nubes no dejan ver otras montañas a oriente; ni Sierra Nevada ni las Almijaras.

Estuve bastante rato en cumbre y en ese tiempo fue llegando gente, hasta juntarnos arriba casi una veintena de personas (milagros hice para conseguir estas fotos). Y eso que era lunes. En vista del panorama, antes de las dos emprendí la bajada. Por variar un poco, comencé por dirigirme por la cuerda al noreste, que era ese día un lomo de nieve amplio, más allá del cual se dejaba ver el pueblo de Yunquera.

Tras una bajada de mediana pendiente, llegué a un rellano donde el mapa señala una cota de 1.866.

Girando ahí a la izquierda (NO) me dejé caer en línea directa por la ladera, hacia el Puerto de los Valientes.

El descenso fue rápido, pues la ladera es regular, despejada y con una cómoda pendiente de algo menos de 45º. Una vez en el collado, retomé de vuelta la senda de esa mañana.

A punto de acabar el rodeo del Cerro del Pilar, así se veía la ladera de la Torrecilla, ahora totalmente despejada.

Durante el regreso. no hacía más que volverme pues la vista del pico era realmente seductora y más aún, según aumentaba la distancia, …

… encuadrada por suaves lomas y quejigos helados, .

Poco a poco fui así acercándome a la loma de los Pilones.

Llegando cerca del Pozo de Nieve junto al que había pasado esa mañana, en vez de bajar hacia el mismo, dejé el sendero por la derecha (N) para encaramarme a la cuerda citada, que alcancé, tras…

… breve subida, en el Puerto del Oso, donde se alza este bonito arbolillo aislado.

Desde allí, otra mirada a la Torrecilla, antes de…

… girar a la izquierda (SO) para recorrer el lomo para subir una primera prominencia y, luego, una segunda donde hay un repetidor. Al fondo, el sol horizontal relucía en la superficie del mar, resaltando las siluetas oscuras de las montañas. Sólo por estos panoramas merece la pena el pequeño rodeo que supone ir al Puerto de los Pilones por la loma y no por la pista. También veía, a mi derecha, la…

… Sierra de Grazalema a lo lejos, coronada por el Torreón.

En el repetidor, tomé la pista se acceso, que no es otra por la que, esa mañana, había caminado un corto trecho a partir del Puerto de los Pilones. Esta vez, continué por el carril, que me llevó al oeste siguiendo la curva de lomas y barrancos, dejando de lado, a la derecha, el… 

… desvío de la senda que baja por la Cañada del Cuerno.

Era tan relajado el regreso, que pude irme recreando en la vista con la sucesión de lomas perfiladas por la luz inclinada de la tarde.

En otras ocasiones, el ondulado paisaje en que me iba sumergiendo, salpicado ahora de tejos y algún pinsapo.

Alguna vez, simplemente la silueta de un árbol aislado retorciendo sus ramas al borde del camino.

No tardé mucho en empezar a ver el final de la jornada: el cortijo de Los Quejigales rodeado de pinares. Cerca del mismo, la pista por la que caminaba desembocó en otra, el Camino de Ronda, que es por donde había llegado esa mañana con el coche. Giré a la derecha (NE) para recorrer los últimos metros y, hacia las cuatro y media, llegaba al… 

… aparcamiento, desde donde la vertiente norte de la loma de los Pilones presentaba un soleado aspecto, bien distinto al de por la mañana. Y así acabó un día de montaña memorable.

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