Maroma (2.069)

ASCENSIÓN DESDE CANILLAS DE ACEITUNO

POR LA LOMA DE CAPELLANÍA

La Hoya de Málaga está cerrada por el este por la llamada Cordillera Oriental, formada por las sierras de Tejeda y Almijara. En la primera se sitúa la Maroma, máxima elevación del conjunto, dosmil más occidental de la Bética y cumbre más alta de Málaga. Es una montaña de líneas altivas, cuyas laderas empinadas sostienen crestas rematadas a veces por agudos canchos entre profundos barrancos. Aunque perteneciente orográficamente a las Alpujarras, mezcla la consistente caliza gris subbética con la oscura y margosa típica de la penibética, constituyendo una transición entre ambos conjuntos. Lo mismo se puede observar en la vegetación, con zonas áridas en las laderas más abiertas y cerrados pinares creciendo al abrigo de los barrancos. Aunque el hombre ha estado presente en estas sierras de antiguo, como atestiguan la abundancia de restos de pozos de nieve, caleras, minas, etc. incluso a grandes altitudes, aún podemos sorprender algún grupo de cabras si nos salimos de los caminos trazados.

En Canillas comienza ya el recorrer por cordal por la Loma del Albarcón y se continúa más arriba con la de Capellanía, siempre al norte y este hasta la cumbre. Para el descenso, utilicé una de las rutas habituales de senderismo, la del Barranco de Tejas Lisas, que me llevó de vuelta a Canillas en un recorrido paralelo a la subida por el oeste, que es más boscoso y atraviesa varios lomos y barrancos.

La descarnada Maroma se yergue sobre las lomas verdes de la Axarquía. Contra el cielo, el perfil de la Loma de Capellanía

SITUACIÓN:

  • Zona: Cordillera Oriental Malagueña (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de Tejeda
  • Base de partida: Canillas de Aceituno (Málaga)
ACCESO: La población malagueña de Canillas de Aceituno está situada en el este de la provincia, en la comarca de La Axarquía, al pie de la vertiente sur de la Sierra de Tejeda. Son varias las posibilidades para aparcar en Canillas; yo lo hice en el Aparcamiento público de la Av. De Andalucía. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 657 / 2.069
  • Mi tiempo efectivo (aproximado): 6h00
  • Mi tiempo total: 6h45
  • Dificultades: F. La Loma de Capellanía incluye unas pocas trepadas cortas (I grado) y, sobre todo, terreno incómodo de matorral y cantos. El resto es buen camino.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Canillas de Aceituno por la parte norte del pueblo, siguiendo la senda balizada a la Casa de la Nieve, que sube por la Lomilla del Albarcón hasta el Collado de la Gitana. Allí, dejar el camino por la derecha (NE) y remontar la Loma de Capellanía, superando terreno muy incómodo y pequeñas dificultades (I) hasta la cumbre de la Maroma (F).

Bajar al oeste, perdiendo altura hacia el nacimiento del Barranco de la Cueva de Don Pedro, para seguir el camino que, pasando por la Colada Puerto el Pico, baja al Barranco de las Tejas Lisas, que alcanza en Los Charcones, donde hay una bifurcación. Girar a la derecha (SO) para descender por la vertiente izquierda, pero manteniendo cota hasta rodear la loma y pasar al Barranco del Dinosaurio. La senda baja al cauce, lo cruza y desemboca a continuación en una pista, que hay que tomar a la derecha (O). Al llegar a una nave, dejar el carril por una senda que sale a la izquierda (SO) y remonta el lomo de ese lado hasta pasar al otro lado, rodeando la base del Peñón Grande. El camino cruza varias veces una pista hasta desembocar definitivamente en ella al paso por la ladera de La Alcobilla. Tomando el carril a la izquierda (SE), se pasa sobre Canillas de Aceituno hasta dar con el sendero balizado por el que se inició la excursión y por el que, ahora, tomado a la derecha (SO), se entra en el pueblo.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La Maroma no es un pico solitario, dada su acumulación de títulos y lo fácil de su ascensión. Y desde Canillas de Aceituno sale la ruta más transitada. El itinerario de bajada no reúne absolutamente ninguna dificultad, ya que un camino perfectamente acondicionado y señalizado conecta el pueblo con la cumbre misma. Sólo los más de 1.400 metros de desnivel a salvar pueden desanimar a alguien, pero eso no es más que cuestión de tomárselo con calma.

Para apartarse un rato de las multitudes, disfrutar de algunas perspectivas espectaculares y jugar un poco, presento una subida alternativa, por la Loma de Capellanía, ruta que no creo que sea original pero que ha estado inédita hasta ahora (2011). Se me ocurrió la idea cuando preparaba la ascensión en casa, viendo en la típica foto de la cara sur de la Maroma, cómo una arista con pinta de fácil subía a la izquierda de la espectacular y característica zona de tubos calizos y pensé que la subida por ahí sería bonita. Luego resultó que esa zona rocosa no llega a verse desde la loma, pero, aun con ello, es bonito ver cómo va quedando abajo el valle y también hay buenas perspectivas de la cabecera del barranco del otro lado.

La subida por la Loma de Capellanía no opone grandes obstáculos: la orientación es clara, como en toda ruta de arista; no hay sendero, pero el terreno se presta no es demasiado incómodo y los sitios en que hay que ayudarse de las manos no llegan a ser verticales ni expuestos. Se puede decir que está en el límite inferior de lo que se suele considerar alpinismo. La mayor dificultad radica en que no hay marcas, ni trazas, ni está pisado. Es decir, que hay que tener el hábito de moverse por terreno salvaje, entre matorral y cantos para que la experiencia no sea desagradable. Muy recomendable en general, dado que por el camino de la “vía normal” ya vamos a bajar luego.

RELATO GRÁFICO:


Desde el aparcamiento, empecé a subir hacia la parte alta (norte) de Canillas de Aceituno, en busca del camino a la Maroma. Eran las ocho y media de la mañana y el día se presentaba despejado; la temperatura era agradable y soplaba un vientecillo fresco que no llegaba a ser molesto. Así, fui subiendo por empinadas callejuelas hasta salir del pueblo y encontrar una pista transversal. A mi derecha (SE) vi unos carteles marcando una senda que se desgaja del carril por la izquierda (NE) para remontar la ladera a través de un pinar. Me dirigí hacia allí, comprobé que los letreros indican la Casa de la Nieve y tomé el caminillo, excelente, que me condujo a través del pinar en una subida suave.

Cuando los árboles dejaban un hueco, aparecía a mi izquierda el Peñón Grande brillando al sol matutino.

Al salir de los árboles, alcancé la Lomilla del Albarcón, desde donde veía a mi espalda el alomado terreno de la Axarquía.

Hice una corta parada en un rellano abrigado con árboles y fuente que hay bajo el Collado de la Rabita. El lugar es apropiado para un breve descanso y los restos de un antiguo pozo de mina pueden amenizarlo. Al retomar la marcha, pasé a ver las siluetas de las Alpujarras y la Sierra de Enmedio, perfiladas por el sol matinal. Incluso, llegaba a distinguir la Sierra de Lújar el horizonte más lejano.

Al ganar altura, pude ver, por encima de la ladera que iba remontando, la cresta de la Maroma, ya con toda claridad, y la Loma de Capellanía cayendo a la izquierda, mientras que, al otro lado, aparecieron…

… los contrafuertes y tubos calizos de la cara sur, dominando la cabecera del Barranco de Almanchares.

Donde la loma entronca en la ladera formando un pequeño alto, cambié de vertiente hacia la izquierda (NO) y entré en la del Barranco del Dinosaurio, cuya cabecera atravesé en ligera subida para ir hacia otra loma, la que separa dicho torrente del de las Tejas Lisas.

La alcancé en el poco marcado Collado de la Gitana, donde entronca con la ladera en la Loma de Capellanía, que desde aquí se veía subir derecha hacia la cresta de la sierra.

Merece la pena desviarse un poco a la izquierda en la horcada, hacia un cercano grupo de rocas, colgado como un balcón sobre el valle y acotado en el mapa como 1.424. Apenas lleva cinco minutos y, …

… hacia la sierra, hay una impresionante visión de la cabecera del Barranco de las Tejas Lisas, con la traza del camino que sigue hacia la cumbre. Al otro lado, …

… el valle del Río Vélez, más abajo de los barrancos que cortan la sierra y las montañas occidentales de Málaga en el horizonte. Hice aquí otra parada corta y, hacia las diez y media, reanudé la marcha.

Retorné al Collado de la Gitana y, desde allí, cruzando la senda, seguí recto (NE) montaña arriba por la Loma de Capellanía. Ésta es al principio ancha y poco empinada, poblada de un pasto poco denso que crece en los intersticios de la caliza. En realidad, tras un primer momento de avanzar por el lomo, fui…

… remontando el espolón por su flanco oeste (izquierdo), donde un borroso trazo de paso por una repisa facilitaba la progresión. A mi izquierda, …

… la vertiente de la sierra mostraba un bonito colorido al estar la caliza barreada por el pasto. También sorprendí por aquí, cerca del camino, pero apartadas, a un nutrido grupo de cabras montesas.

Al retornar a la loma y ganar altitud, fue ampliándose la perspectiva a mi espalda, destacando la alargada loma del Veas, más allá de los profundos barrancos de la parte baja del monte.

Al llegar al pie de una primera prominencia, puntiaguda y rojiza, se empinó el terreno y apareció la roca. Tuve que gatear para pasar alguna breve peña o superar cortos resaltes, pero sin trepar de verdad.

También se afila un poco la arista, pero no llega a ser aérea, más allá de proporcionar bonitas perspectivas. En suma, comenzó aquí un tramo de ascensión fácil pero entretenido. Divertido y disfrutón. Algún crestoncillo puso algo de emoción y una brecha de un par de metros y flancos verticales me obligó a rodear por la derecha. Pero eso fue todo.

Tras uno de esos canchos, horizontal y recortado, empecé a ver otra prominencia puntiaguda, roja y gris, que marca el entronque de esta arista en el lomo de la sierra. A mi izquierda, … 

… la alta muralla barreada de estratos coloridos. Hacia abajo, …

… la cabecera del Barranco de Peñas Lisas bajo la arista que iba quedando atrás.

La loma vuelve a ensancharse a partir del entronque. Algunos escalones de caliza gris requirieron apoyar las manos.

Hacia los 1.950 metros de altitud, me encontré en un rellano ligeramente destacado esta casetita construida con grandes losas, techo incluido. Demasiado sofisticada para ser un vivac de montañeros, me extrañó un tanto su situación, separado de la casa de la nieve, pero no tan lejos, y en lugar que no es de paso. Su única ventaja, unas vistas excepcionalmente buenas monte abajo. No he conseguido saber para qué sería. Pero en la montaña malagueña, no sería raro que guardara una historia truculenta.

La cosa es que eran las doce menos cuarto cuando llegué al entronque con la loma principal de la sierra, cerca de los 2.000 metros de altitud.

Me había llevado hora y cuarto, con dos o tres paradas de pocos minutos, superar los 500 metros de desnivel de la Loma de Capellanía.

A mi derecha, no había llegado a ver la espectacular zona de los contrafuertes calizos, pero, al menos, había llevado la compañía de las crestas sucesivas hasta las Alpujarras.

También me había sorprendido con algún capricho de la geología, especialmente, este notable arco estriado, adosado como un asa a una roca más oscura, cuya perfecta curva circular había sido surcada por la erosión, de forma que, a primera vista, se diría hecho de lajas. En ocasiones, el azar juega a las matemáticas.

Me llevó apenas un cuarto de hora superar la última rampa, de pendiente más que llevadera pero algo incómoda por las piedras, que me separaba de la cumbre. A mi izquierda, se prolongaba…

… el cordal al oeste, hacia la vecina Sierra Gorda. Al fondo, las nubes se estaban metiendo y comenzaban a tapar la Sierra de las Nieves. Aunque, de momento, sólo…

… proporcionaban un vaporoso marco a la Torrecilla.

El hito, elevado sobre una torreta de varios metros, tarda en verse en la gran extensión ligeramente convexa de la cima. Al llegar a la Maroma, topé también con bastante gente. Pocas personas me había encontrado subiendo, mientras estaba en la senda, así que la mayoría debía de haber subido del otro lado. Era mediodía y el cielo estaba despejado. Pero fue llegar justo al hito y mirar más allá, al este, para…

… ver venírseme encima una pared blanca: en cinco minutos, no se distinguía apenas nada a diez metros y, encima, se puso a soplar un viento no muy fuerte pero frío y húmedo. Así que apenas pasé en cumbre lo justo para abrigarme, echar un trago de agua y encontrar la más alta de las estacas que marcan la senda, en…

… el lado oeste de la cima. Siguiéndolas fui bajando en esa dirección, hacia el nacimiento de un barranco que divide en dos la loma. Pero, luego, se desviaron a la derecha (NO) para acercarse a las ruinas de la casa de la nieve. En cuanto salí de las nubes, dejé la traza para bajar recto por el cascajo hacia la citada torrentera.

Dejando atrás la cumbre, se despejó en algún momento, y tentado estuve de volverme. Pero los claros duraban pocos minutos y enseguida volvía a taparse. A mi izquierda, podía ver ahora el perfil de la arista por donde había subido.

Reencontré el camino, marcadísimo, al entrar en el Barranco de la Cueva de Don Pedro, que sigue por su vertiente izquierda sin perder apenas altitud hasta salir a la loma que lo cierra por ese lado en el rellano llamado Colada Puerto el Pico.

Desde allí, hay una vista impresionante de los barrancos de Tejas Lisas y del Dinosaurio, así como el Peñón Grande, parajes por donde regresaría a Canillas. Giré con la senda a la izquierda para…

… tomar dirección general sureste e ir bajando por la ladera de ese lado. Ahora tenía enfrente una muy buena perspectiva de la Loma de Capellanía, que…

… se hacía impresionante al perder altura. Más a la derecha, con…

… las Alpujarras y la Sierra de Almijara como fondo, veía el Collado de la Gitana, donde casi se encuentran por un momento los itinerarios de subida y bajada.

Pasando Los Charcones y antes de llegar a la horcada, hay una bifurcación. Tomé la senda de la derecha (E), que desciende el Barranco de las Tejas Lisas.

El caminillo casi en llano por la vertiente izquierda, a través de un entorno que no es muy espectacular, pero tiene su encanto.

Al avanzar fui tomando altura sobre el cauce y podía ver, bajo la Maroma, la zona de los Charcones, donde el agua ha cavado el terreno hasta la roca madre.

Más adelante, la senda giró a la izquierda, entró en el pinar y me llevó a un descenso más empinado ladera abajo, hasta cerca del torrente. Al llegar a un cruce, seguí por la izquierda para tomar de nuevo dirección sureste, paralelo al eje del barranco, y volver a separarse del cauce.

Pasando por un claro, pude contemplar la cara meridional de la sierra al oeste de la Maroma, que revela las verdaderas dimensiones de esta montaña que, por altitud y situación, había esperado más modesta.

Cuando llega al lomo, la senda lo rodea girando a la izquierda para entrar en la vertiente del Barranco del Dinosaurio y bajar hacia su cauce. Enfrente iba viendo la pista que alcanzaría más tarde. Por cierto, en este tramo pasé varias antiguas caleras, en mejor o peor estado. Se trata de unas curiosas construcciones de piedra embutidas en el terreno, en forma de pozo cilíndrico, poco profundo y abierto por un lado. En fin; la senda me llevó a cruzar el torrente y enseguida salí a la pista de la vertiente izquierda, que había visto antes. La tomé a la derecha, mientras…

… el cielo se iba cubriendo de nubes y dejaban de verse las crestas por encima de las laderas del Barranco de las Tejas Lisas y el espolón que había rodeado para entrar en éste del Dinosaurio. Tras avanzar un trecho por la pista, amplia casi llana y entre pinos, llegué a una pequeña nave. Dejando el carril por la izquierda (SE), rodeé la casa por ese lado para tomar…

… una senda que se interna en el pinar y sigue el recorrido más o menos paralelamente a la pista, pero de manera mucho más agradable. Esta vereda, señalizada y muy marcada, me llevó a…

… rodear, girando a la izquierda hasta tomar dirección sur, la base del Peñón Grande en un recorrido algo más movido, con zonas de piedra suelta y algún tramo escabroso, pero espectacular.

La travesía me fue acercando a una loma con varias prominencias que la pista de antes cruza más al oeste. Así que, al llegar a la loma en cuestión, la seguí en su descenso (SO) al collado por donde la cruza el carril.

De vez en cuando, me volvía a mirar el Peñón Grande.

La senda mejora ostensiblemente luego. En el collado de antes, donde hay una caseta de observación de aves, crucé la pista y continué al otro lado por la misma senda, que baja ahora en diagonal a través de un pinar.

Poco después, salí de nuevo al carril, a la vista ya del pueblo y lo tomé a la derecha. A los pocos metros, dejé de nuevo el carril por la conocida senda, que sale a la izquierda (SE) y atrás. Cuidado, que el cruce es poco visible. Estaba ahora en la zona de La Alcobilla, cóncavo que se abre en la sierra por detrás Canillas. Cuando los pinos se abrían, veía al fondo el cruce por donde había salido del pueblo esa mañana.

Poco después salí de nuevo a la pista, que cogía a la izquierda (SE). Siguiéndola, salí enseguida del pinar y llegué a las casas más altas de Canillas de Aceituno. Entré en sus calles y bajé hacia el centro del pueblo, no sin antes despedirme de la sierra, aunque lo único visible ya era el Peñón Grande. Eran las tres y cuarto cuando llegué al coche y a tiempo, pues empezó a chispear al poco. Había tardado prácticamente lo mismo en bajar que en subir, debido al rodeo dado al regreso, pero merece la pena.

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