Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Esta ruta es
casi un paseo; el poco desnivel se lleva muy bien y hay camino todo el rato. El
Passet de la Rabosa, del que había leído algunas cosillas, no necesita trepar;
como mucho, levantar el pie más de lo habitual. Al llegar, habiendo sido tan
corta la ascensión, pensé que podría haber ido más al oeste de la zona de la
Forata, hasta la Font del Arbre o incluso la del Grifo, para tomar la cresta de
la sierra al oeste de la cumbre y aumentar el recorrido. Creo que esa vuelta es
factible en una mañana larga, pues subida y bajada deben quedarse por debajo de
las cinco horas más paradas.
RELATO GRÁFICO:
Subiendo
desde Benifato por la pista, iba viendo el Penyó Rapel y la Peña Alta, ya en la
cresta de la sierra. El cielo estaba totalmente despejado y, si no fuera por
una suave brisilla que refrescaba algo, el sol estaría ya picando de lo lindo.
Hacia las
diez menos cuarto de la mañana eché a andar por la continuación de esa misma
pista, marcada con un cartel indicando el Passet de la Rabosa. Avanzaba al sur
entre huertos, ganado altura muy suavemente hacia las paredes de la Peña Alta.
En una bifurcación, tomé el carril de la derecha, señalizado también con un
cartel por si hubiera dudas. El otro camino conduce al Port de Tagarina y por
él bajaría más tarde. A la entrada de un campo de almendros cerrado con una
cadena, dejé la pista para seguir por una senda balizada que sale a la derecha
(SO) y…
… sube
más decididamente entre el matorral. La pendiente se suavizó al llegar a un
terreno rocoso y despejado desde donde se ven los espolones y contrafuertes del
Penyó Rapel. Al pasar por el collado sur de este cerro, vi que una traza más
difusa cortaba el matorral hacia su cima y decidí acercarme.
Merece la
pena; ir y volver de la cima del Penyó Rapel lleva apenas 10 minutos y hay una
bonita vista de la cresta de la sierra, incluida la cumbre.
De vuelta
en el collado, retomé el camino al suroeste, ganando altura en diagonal por la
ladera de la sierra. La subida es suave y cómoda, a través de un entorno poco
vistoso de matorral bajo. Volviéndome pude apreciar la espectacular silueta de
púlpito del Penyó Rapel mientras que, al otro lado, distinguía…
… el
corte en la cresta que me permitiría superar las paredes que la defienden.
La senda
se hizo pista cuando alcancé la zona de Coves de Forata. Sin llegar a la fuente
del mismo nombre, me desvié a la izquierda (S) por otra pista que al principio
parece dirigirse directamente hacia los desplomes pero que luego gira a la
izquierda, yendo…
… al
este, paralelo a las paredes. Cerca del tajo antes citado, el famoso Passet de
la Rabosa, tomé a la derecha (SE) una senda que se dirige a la pedrera que hay
en su base.
Este paso
no tiene ninguna dificultad, pese a que en algún sitio he llegado a verlo
calificado de difícil. La pedrera está atravesada por un trazo bien pisado y el
gran bloque que hay bajo la brecha puede rodearse por uno u otro lado sin más
dificultad que asegurar los pies. Si se apoyan las manos es por comodidad.
Tras el
bloque, una mirada atrás antes de…
…
atravesar el Passet de la Rabosa, estrechísimo corte en la roca que obligará a
más de uno a pasar de perfil, y, aun así, con permiso de la mochila. Al otro
lado, un muro vertical y liso corta el paso hacia la derecha (O), donde se
encuentra la cima. Pero no tuve que pensar mucho pues una traza me dirigió al
otro lado (SE), para…
… bajar
en diagonal por una pendiente pedregosa hacia una cubeta cubierta de hierba,
donde termina la pared y pude tomar sin dificultad la divisoria de la sierra
girando en redondo a la derecha (O).
La
vertiente sur de la sierra es una pendiente suave, por donde suben varias
sendas. Tomé la que mejor me pareció y por ella remonté el cordal hacia la
cumbre, dejando a mi espalda la Peña Alta, por donde pasaría después, al volver.
Desde
esta vertiente, podía ver el mar más allá de la figura imponente del Puig
Campana.
La
verdadera cima está ocupada por una instalación militar y no se puede acceder a
ella. Poco antes de alcanzarla, vi a la derecha el modesto hito de piedras que
marca la punta más alta a la que se puede llegar: la cota 1.549 de Aitana.
Eran las
once de la mañana cuando llegué a la cumbre accesible. Al oeste, el cordal de
Aitana se alejaba, enmarcada por la Sierra del Cabeço d’Or y el Montcabrer.
Al norte,
la Serrella domina el valle del Guadalest y el mar se adivina a la derecha sobre
la cresta; más cerca, a mis pies, podía…
… ver las
rocas del Penyó Rapel y las casas de la Font de Partegat.
En el
arco oriental, la cuerda aparecía flanqueada por el Puig Campana y la agreste…
… Sierra
de Bérnia, que aquí se ve junto a la cima de la Peña Alya.
Finalmente,
al suroeste, la línea de costa, difuminada por la calima, bajo la cresta del
Cabeço d’Or. Tras un ratito en cumbre, inicié el descenso hacia las once y
media, empezando por…
…
regresar por el cordal al este.
Desde el
rellano herboso bajo el Passet de la Rabosa, continué ahora al este, siguiendo una
traza que recorre el cordal y me condujo loma arriba junto a una llamativa
grieta. En general, la vista hacia la cumbre de Aitana es bastante curiosa
desde esta subida: el corte del Passet de la Rabosa y, por encima y algo a la
derecha, un curioso ojal en un espolón calizo; si bien no son tan raras estas
formaciones, este ojal resulta curioso ser casi perfectamente circular. Esta
breve subida me condujo a…
… la Peña
Alta, segunda altura de esta sierra, rematada por dos prominencias casi
gemelas. Desde aquí, empezó a asomar, más allá de la Sierra de Bérnia, el
altivo Peñón de Ifach. Aunque la loma no podría ser más amplia y suave, a mi
izquierda…
… el
terreno se desplomaba vertical sobre una desolada pedrera de la que surgían
peñascos de formas peculiares. En contraste, al otro lado…
… la
vertiente es una verde ladera que desciende suavemente hacia el mar, que se ve
aquí entre el Puig Campana y la Sierra de Orxeta. Aunque, en medio, se adivinan
cortes en la pendiente.
Tras
sobrepasar un par de modestas prominencias, una bajada más pronunciada me llevó
al Port de Tagarina. Más allá, la sierra sigue al este, por la Peña Molero. Las
vistas eran tan bonitas que tentado estuve de continuar. Pero no tenía tiempo;
había prometido volver pronto y ya avanzaba la mañana. Así que tomé a la
izquierda (N)…
… la
pista que cruza el collado y volví a la vertiente norte de la sierra. La bajada
fue relajada, al pie de las paredes que defienden el cordal.
Las más importantes
son las de la Peña Alta, pero más curioso resulta el grupo de torrecillas que se
alza a la izquierda, bajo el Alto de Tagarina.
No tardé en
verme caminando entre huertos y llegar a aquél primer desvío de la jornada,
ante el Penyó Rapel, horadado por un montón de agujeros en los que no me había
fijado al pasar por la mañana. Y pocos minutos después, a las doce y media, llegaba
a la Font de Partegat.
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