Cap Llitzet o de la Gallina Pelada (2.322)

 ASCENSIÓN DESDE EL COLL GINEBRER

CRESTEO DEL PORTET AL SERRAT VOLTOR (2.281)

La Sierra de Ensija se yergue en el extremo oriental del Alto Berguedà, alineación que corre paralela al sur de la Sierra del Cadí. Es una gran montaña que, si bien no es muy alta, es grande, elevándose más de 1.000 metros por encima de los valles circundantes. Su carácter es netamente prepirenaico; se trata de una montaña amable cubierta de pinares y prados de altura, pero donde, aquí y allá, surge la caliza en formaciones espectaculares, que destacan en el verde dominante. Precisamente su pico más alto, el Cap Llitzet, es también llamado de la Gallina Pelada, por el paredón de 300 m de su vertiente sur. Aunque la presencia humana es considerable, con pistas trepan hasta muy arriba, intensas explotaciones ganadera y maderera y mucho turismo, el entorno natural se mantiene bastante bien, no siendo difícil cruzarse con rebecos, corzos e incluso el huidizo urogallo, si se sale uno de los caminos marcados.

La ruta consiste en recorrer, como se dice en el título, la cresta de la sierra de oeste a este, alcanzándola y abandonándola por los accesos más prácticos cercanos a sus extremos.

Lo más alto de la Sierra Ensija, Cap Llitzet y Roc Blanc, vistos desde el norte

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Oriental
  • Unidad: Sierra Ensija
  • Base de partida: Saldes (Barcelona)
ACCESO: La población barcelonesa de Saldes está situada en el noroeste de la provincia, en pleno Prepirineo catalán, entre los cordales del Cadí, al norte, y el Berguedà. La ruta comienza por la pista de tierra que sale hacia el oeste del Coll Ginebrer, situado a 7 km del pueblo por la carretera que va al Parking Font Freda, poco antes llegar a éste. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.660 / 2.322
  • Mi tiempo efectivo aproximado: Unas 4h00
  • Mi tiempo total: 4h45
  • Dificultades: Muy fácil la ruta completa; alguna trepada corta y sin apenas exposición (I) en la subida al Serrat Voltor. Prescindiendo de ese pico, el resto carece totalmente de dificultad, transcurriendo por sendas o terreno cómodo.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el Coll Ginebrer, tomar la pista que sale al oeste y va faldeando la sierra. Al llegar al lugar donde dos torrenteras confluyen junto al carril, dejarlo por la izquierda (S), subiendo entre ambas directamente monte arriba hasta alcanzar la cuerda en El Portet. Seguirla a la izquierda (SE), pasando por Roc Blanc antes de hacer cumbre en el Cap Llitzet.

Proseguir cuerda adelante, por la Creu de Ferro, hasta el Serrat Voltor. Desde ese pico, volver atrás por la arista hasta su collado sur y girar a la derecha (NO) para descender por el Barranc de les Llobateres hasta encontrar la pista del Coll de Pradell. Tomándola a la izquierda (O), se regresa en minutos al cruce del inicio.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La mayoría sube al Cap Llitzet desde la Font Freda por el refugio y baja por el mismo sitio. No digo que esa ascensión sea fea, pero, con un pequeño esfuerzo adicional y sin añadir dificultad, hay dos itinerarios aún más bonitos, que alcanzan la cumbre por la cresta de la sierra, llegando del este o el oeste. Y ya, uniendo ambas alternativas, se tiene esta preciosa ruta circular al alcance de todo el mundo, que combina el panorama desde el lomo del cordal con la travesía del bosque.

La mínima dificultad que implica la subida al Voltor puede evitarse prescindiendo de ese pico y bajando por Llobateres en el primer paso por el collado. También puede suavizarse aún más la ruta siguiendo por la pista del Portet unos 2 km más allá de donde la dejé, hasta el collado homónimo, para recorrer desde ahí la cuerda por senda; sin embargo, la subida por el pinar, pese a ser muy empinada, acorta recorrido, no es incómoda y añade un toque agreste; creo que merece la pena.

RELATO GRÁFICO:

Hacia las nueve menos cuarto de la mañana, dejé el Coll Ginebrer por una pista, señalizada al Portet y cerrada por una barrera, que sale de la carretera hacia el oeste. Por ella, fui faldeando la ladera septentrional de la Sierra Ensija al oeste, a través de un hermoso pinar cuya sombra agradecí pues, pese a lo temprano de la hora, empezaba a hacer calor.

A veces, un hueco entre los árboles dejaba ver el Pedraforca, al otro lado del Coll de la Trapa.

Otras, veía el sugestivo contraluz de crestas sucesivas de la Roca Tallada dels Trulls y el fondo del cordal de Moixeró.

Al cabo de un rato, llegué a una curva a la derecha donde dos torrenteras se encuentran junto a la pista. Dejé el carril por la izquierda (S), para subir entre ambos cauces a través del pinar.

El terreno, aunque empinado, no es malo; los árboles están bastante espaciados y bajo ellos crece una hierba mullida que asienta el terreno. Caminé cuesta arriba, procurando no separarme del más occidental de los dos barrancos, que llevada a mi derecha. Debe ser abundante la fauna por aquí pues, en el poco tiempo que estuve alejado de las sendas, aparte de cruzarme con un par de rebecos y un corzo, espanté a un urogallo, que me pasó por encima mientras levantaba pesadamente el vuelo. Crucé en este tramo más de una traza de paso, bastante claras todas ellas pero que, yendo en horizontal, no me interesaban para alcanzar la cresta.

Cuando el arbolado me permitía por un momento ver a lo lejos, se iba descubriendo al nordeste, hacia Nuria y alrededores, una sucesión de crestas.

Al salir del pinar, me encontré en la cresta de la sierra, dando vista a la vertiente opuesta, concretamente junto al pico de El Portet. A mis pies estaba el collado homónimo y, más allá, se extendía el laberinto de cordales del Berguedá. Giré a la izquierda (SE) para…

… seguir la cuerda camino del Roc Blanc. Ésta es suave, alternando pinar y prado con algunas rocas, aunque, a mi derecha, presentaba una impresionante caída al sur.

A partir de aquí empecé a encontrar algunos hitos y trazos intermitentes de senda que, en el terreno más movido, se hacían más claros, ayudando a evitar las zonas más abruptas de la cresta por uno u otro flanco.

Según me iba acercando, se alzaba cada vez más impresionante el roquedo de la cara occidental del Roc Blanc, que contrastaba con el verde oscuro del bosque dominante. Justo a la derecha del pico, distinguía la rampa pedregosa por donde lo alcanzaría.

A todo esto, sin dejar de ver a mi derecha el tajo del Clot de l’Infern.

Los árboles se abren y el cordal se aloma y empina justo al pie de la rampa bajo el muro que defiende el Roc Blanc.

La senda se aclaró en este tramo, facilitando bastante la subida por la pedrera. Llegando a lo alto de la misma y tras rodear por la derecha el resalte, giré…

… con los hitos a la izquierda para afrontar los metros finales, rocosos, pero sin dificultad, hasta la cima del Roc Blanc, que no es realmente un pico, sino un hombro en la arista suroccidental del Cap Llitzet. La continuación desde aquí estaba clara: seguir la arista, carente de dificultad, hacia la cumbre. A mi izquierda, …

… la luz todavía no muy alta del sol marcaba las crestas sucesivas entre la vecina Sierra de Mata – Rodona y la lejana de Nuria.

A mi derecha, impresionaba la caída de la vertiente del Aigua de Llinars, entre paredes de roca rematadas de verde.

Tras la arista de Roc Blanc, el cordal se ensancha y la subida final a la cumbre es una amplia rampa de hierba y cantos.

A las once menos cuarto llegué a la cumbre y apareció ante mis ojos la mitad oriental de la sierra, rematada en su extremo por el Serrat Voltor. Muy al fondo, se llegaba distinguir…

… el Puigmal y, en su vertical, a los pies mismos de la Sierra Ensija, …

… la armoniosa curva trazada por la cresta de Mata – Rodona.

Bajando un poco al sur para tomar perspectiva, se podía adivinar el corte de la pared de la Gallina Pelada y, más allá, el ondulado Berguedá, que desciende suavemente hacia el valle del Cardener. Girando a la derecha, seguían…

… las sierras del Verd y Port del Comte. Al otro lado de la cuerda, …

… al norte, se extendía toda la alineación Cadí Moixeró, delante de la cual se erguía… 

… el Pedraforca tremendo sobre Saldes.

Tras la media horita de rigor en cumbre, reemprendí la marcha, tomando el clarísimo sendero de la ruta normal, que baja al este siguiendo el cordal.

Durante el descenso de la cúpula cimera, me crucé con bastantes montañeros que subían. Parece que se acercaba la hora punta. Al llegar al primer collado, cuando la senda gira a la izquierda en su descenso, yo seguí recto, subiendo por la pedregosa loma de una pequeña prominencia anónima.

En esta zona, la cresta presenta una sucesión de pequeñas elevaciones, que llaman Amorriadors en algunos mapas. Aunque es un continuo subibaja, las pendientes son suaves y, el terreno, muy cómodo. A mi izquierda, quedaba bastante cerca el Refugio Delgado Úbeda y, …

… volviendo la vista, el Cap Llitzet presentaba un aspecto bastante atractivo.

La loma es ya anchísima en la subida final hacia la extensa cima del Pla de les Tores. Aunque una senda cortaba la hierba más abajo a mi izquierda, preferí mantenerme en la cuerda, pues el tiempo era estupendo…

… y, las vistas, magníficas.

En el mentado Pla de les Tores, el cordal gira para tomar dirección nordeste y sigue amplio y suave.

Y poco más tengo para contar de esta plácida caminata, auténtico paseo celestial entre montañas de un verde brillante…

… contrastando con los tonos de la caliza. Tras pasar por varias cotas intermedias, llegué al pico de la Creu de Ferro desde donde veía algo más de la vertiente norte de la Sierra Ensija.

Más al este, al otro lado de un amplio collado se elevaba el Serrat Voltor, último pico de cierta consideración de la sierra que, más allá, se despeña bruscamente. Bajé hacia la horcada intermedia por una rampa pedregosa de mediana pendiente, durante cuyo descenso empecé a ver señales de pintura blanca y amarilla en algunas piedras.

Ya en el collado, había hasta un cartel indicador; resulta que el Barranc de Llobateres, por donde pensaba bajar, está recorrido por un sendero balizado; bueno, pues mejor. Pero, antes del descenso, fui a visitar el Serrat Voltor. Esa subida es breve, llevando apenas diez minutos, pero extremadamente empinada.

En terreno mixto de hierba y roca, combina y trozos de senda con otros donde tuve que gatear. Tras un rodeo por el lado izquierdo de la arista, me encontré…

… el único paso que opone dificultad, aunque mínima (I); se trata de una corta chimenea de 4 ó 5 metros, que me pareció la forma más fácil de encaramarme al crestón cimero.

Desde su filo, pude ver la vertiente opuesta, incluyendo la bonita arista de Les Cinglades, que se despeña afilada hacia el valle. Más allá, las sierras del Catllaràs eran sólo una sombra, pues la atmósfera comenzaba a espesarse, llegando nubes desde el sur. Luego, giré a la izquierda (N) y…

… alcancé la cima del Serrat Voltor en un par de minutos. Desde allí se tiene una completa panorámica del resto de la sierra hasta el Cap de la Gallina Pelada. Bajando la vista, veía…

… el tajo del Barranc de Llobateres, por donde me disponía a bajar. Estuve algunos minutos en el pico, pero, como se acercaban las doce y media y no quería prolongar mucho la excursión, comencé la bajada…

… deshaciendo el camino de subida por la arista sur. Al llegar al collado, giré a la derecha (O) y bajé por la vaguada de ese lado, por entre pinos dispersos, encontrando enseguida estacas e hitos que me confirmaron en la ruta.

Al poco, se definió el Barranc de les Llobateres, ese día afortunadamente seco, como un surco pedregoso en el suelo del bosque. La bajada, por senda clarísima y bien pisada, se me hizo relajada y entretenida, mientras iba mirando los riscos que sobresalían del arbolado.

En la zona más abrupta del barranco, la vereda me llevó a dar un rodeo, suavizando la bajada mediante lazadas, por la ladera de la izquierda desde donde veía enfrente el Serrat Negre.

Volví al eje del barranco cuando éste se ensancha y pierde pendiente. Con la Serra del Cadí ante los ojos, llegué a una pista que entra por la izquierda para seguir el cauce. Por ella llegué a una carretera asfaltada, que no es sino la pista del Coll de Pradell, por donde había llegado con el coche esa mañana. Giré a la izquierda (O) para…

… tomar un camino que va por su lateral, del lado del monte, y va recorriendo la vertiente de la sierra. Mientras iba por él, no podía despegar los ojos del Pedraforca.

Y eso que, a mi izquierda, podía ver también la cresta de la sierra, incluyendo el Cap Llitzet. Así, tras pasar por la Font Freda, de donde arranca la ruta normal, llegué al Coll Ginebrer cuando daban la una y media.

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