Pico Pienzu (1.161)

ASCENSIÓN DESDE PIE DE POTRU

POR EL PICO BABÚ (931) Y EL HAYEDO DE LA BIESCONA

El Pico Pienzu culmina la Sierra del Sueve, que forma parte de una modesta alineación que corre paralela a la costa del Oriente Asturiano; aunque no es la más alta del conjunto, sí es la más individualizada y prominente. Se trata de un gran crestón calizo de laderas abruptas, rematado por una ancha loma suavemente ondulada. Entre crestones, peñas y karsts, prospera una densa vegetación de prados en altura y bosques de pino y haya en los valles. La fauna es abundante, tanto doméstica como salvaje, incluyendo caballos asturcones y manadas de gamos, que no es extraño encontrar pastando en total armonía.

La ruta consiste en encaramarse a la cresta de la sierra desde su extremo nororiental y recorrerla hasta la cumbre. Luego, para la vuelta, se desciende al sur hasta el collado cabecero del valle que aloja el Hayedo de la Biescona para descender el mismo, deshaciendo el previo desplazamiento por la cuerda.

La silueta cónica del Pienzu, en medio de la cresta del Pico Babú al Fontanielles, vista desde el norte

SITUACIÓN:

  • Zona: Cordales Asturianos (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra del Sueve
  • Base de partida: Loroñe (Asturias)
ACCESO: La población de Loroñe o Lloroñi, perteneciente al municipio asturiano de Colunga, está situada en el noreste de la provincia, entre las estribaciones septentrionales de la Cordillera Cantábrica y la costa. La ruta parte del paraje de Pie de Potru, situado a un par de kilómetros del pueblo y localizable en Google como “Casa Julia Caravia, 33344 Caravia, Asturias”. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 200 / 1.161
  • Mi tiempo efectivo: Aproximadamente, 4 horas
  • Mi tiempo total: 5 horas
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos o terreno cómodo.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Pie de Potru hacia el sur, por la pista que remonta el Valle de la Biescona. A la altura de la antigua Mina de la Toya, tomar una senda que sale a la derecha (SO), cruza el torrente y remonta la ladera de Los Tucones hasta alcanzar la cuerda en La Cobaniella. Seguirla a la derecha (SO), pasando el Pico Babú, el de Duernes y otras alturas secundarias antes de llegar al Pico Pienzu.

Bajar al sur por la herbosa ladera hasta el Collado Beluenzu y tomar una senda que sale al NE, siguiendo el Arroyo de la Corteguera. Al llegar a las Cabañas de Bustaco, dejar el camino por la derecha (SE) y atravesar el prado para tomar la pista que sale del lado opuesto y se dirige al E. Al poco, coger un desvío a la izquierda (NE) que baja al fondo del valle de La Biescona y desciende hasta la Mina de la Toya, cerca de la cual desemboca en la pista del inicio, por la que se vuelve a Pie de Potru.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Para medir poco más de 1.000 metros, el Pienzu es una cumbre impresionante. Incluso con las nubes velando el horizonte, son hermosas las vistas desde su cresta. Esta ruta es bastante asequible, además de bonita y variada. Mucho más atractiva que la subida habitual desde el Mirador del Fito. Como siempre, la mayoría prefiere perderse el grandioso hayedo de la Biescona, el panorámico cresterío o la oportunidad de contemplar la fulgurante huida de los gamos por ahorrarse hora y media de caminar.

O puede que fuera ignorancia pues, este recorrido, bastante popular cuando escribo esto en 2025, apenas tenía referencias en Internet en 2011. De hecho, no encontré la ruta completa tal como la hice y la expongo aquí, sino que la compuse uniendo tramos de varias. El recorrido sobrepasó mucho mis expectativas. No sé si habrá otras opciones mejores, pero, desde mi limitado conocimiento, ésta es la que recomendaría.

RELATO GRÁFICO:

En Pie de Potru, junto a una casa aislada bajo la ladera nororiental de la sierra, nace una pista de tierra que se dirige al sur. A las ocho menos cuarto de la mañana comencé a caminar por ella.

Iba siguiendo la Riega de la Toya, cuyo cauce quedaba a mi derecha. Al otro lado del mismo, el extremo nororiental de la sierra asomaba por encima de una masa de eucaliptos. Remontar esa ladera sería el verdadero inicio de la ascensión, pero antes había de pasar por la granja de Piedrallana, a partir de la cual, …

… el carril se torna pedregoso y se abre paso por una compacta masa de helechos. Dejé atrás un par de desvíos a la izquierda antes de llegar al arranque de una senda más estrecha a la derecha (SO). La tomé y siguiéndola crucé el riachuelo.

El camino me llevó a rodear el bosquecillo de eucaliptos por su linde, dejándolo a la derecha, para alcanzar el pie de la ladera de Los Tucones y emprender una subida en diagonal a la derecha bastante llevadera. Sobrepasada la arboleda, pude ver a mi espalda las vertientes de la Sierra del Fito. La senda era estrecha y a veces borrosa, pero está muy bien trazada y suaviza la subida.

Conviene no perderla; en más de un sitio tuve que pararme a mirar por donde seguía, pues el ganado había hecho también las suyas, abriendo huecos y atajos que podían engañar. También, al cruzar una breve arboleda donde el trazo se borra, me llevó varios minutos localizar la salida por el otro lado.

A media subida, empecé a distinguir la costa al norte, aunque la bruma no dejaba ver bien en la distancia. Pero esa circunstancia también puede tener atractivo si, como sucedía al este, donde los vapores resaltaban la silueta de otras sierras.

Al tiempo que subía, la senda fue llevándome al oeste hasta cambiar de vertiente atravesando un crestón calizo. Había entrado en La Cobaniella y, girando a la izquierda (SO), me dirigí una arboleda cercana. A mi derecha llevaba ahora…

… la vertiente del Arroyo de la Duerna sobre la cual se veía la cumbre. Las nubes empezaban a entrar en esta amplia cabecera y la taparían a no tardar mucho.

La senda desapareció bajo los árboles y opté por atravesar el bosquete y, al salir al otro lado, remontar directamente la ladera herbosa que tenía delante para ganar la cresta de la sierra. A partir de aquí, no hay senda ni hitos, pero el terreno carece de obstáculos, ya que…

… el matorral ha desaparecido y lo que hay en su lugar es una despejada pradera de mediana inclinación. Mientras que a mi espalda veía el mar y la bruma se confundirse, …

… al este iban asomando, sobre la Sierra del Fito, más crestas difícilmente reconocibles.

Alcancé la cresta en un pequeño hombro y giré a la derecha (SO) para seguirla. Es ancha y se mezclan en ella mezclan hierba y roca. Aparte de abundantes vacas, alguna con notables dotes funámbulas, me empecé …

… a encontrar asturcones.

A mi izquierda, muy abajo, podía ver el hayedo de la Biescona, que atravesaría al bajar.

Al llegar al Pico Babú, pude ver lo que me quedaba de cresta hasta el Pienzu. En primer lugar, el Pico el Sellón. Para llegar a él, comencé por bajar al suroeste, por…

… una arista predominantemente rocosa, pero sin dificultad.

A continuación, la cuerda se ensanchaba y tendía en la subida hacia un llamativo crestón de roca. La cima del Sellón, tan llamativa desde el otro lado no es en realidad sino un hombro.

Eso sí, con buenas vistas cuando no hay nubes. O, incluso, con ellas.

Además, creo que la coima no está donde el buzón, sino en la siguiente cota al oeste, desde donde tomé esta foto mirando atrás.

Y si hasta aquí el cordal fue cómodo, lo que quedaba era aún más ancho y suave, de modo que la subida al Pico de Duernes resultó realmente apacible, tanto por el entorno como por las condiciones de la andadura.

Al otro lado del Sellón, una pendiente suave de hierba salpicada de rocas me llevó al collado previo al Pico Pienzu. Podía ver ya la subida final a la cumbre de la sierra. Es una zona donde abundan torcas y dolinas, llamadas Foyos de Cocones, pequeñas pero que ponían un toque variado en el amplísimo lomo herboso.

En este paraje me encontré con un numeroso grupo de gamos, pastando en total armonía con vacas y ovejas. Aunque huyeron en cuanto me detectaron, el terreno despejado me permitió sacar alguna mala foto de su carrera. No eran los primeros que me topaba esa mañana, pero sí donde más había.

Pasando el collado encontré algún trazo de senda que parecía dirigirse al Pienzu pero que se perdía enseguida. De todas formas, da igual, ya que la subida final a la cumbre discurre por unas pendientes moderadas cubiertas de hierba, muy cómodas, así que subí por donde me pareció. Al ir ganando altura, podía ver atrás el tramo de cresta que había recorrido, que empezaba a ser ganado por las nubes.

Hice cumbre en el Pico Pienzu hacia las once menos cuarto y, aunque aquí el día aparenta estar despejado en la foto, había…

… nubes bajas todo alrededor y la atmósfera no estaba clara. Sólo podía ver bien el resto de la propia Sierra del Sueve, donde destaca al suroeste el Pico Mirueñu, segundo en altitud y casi gemelo del Pienzu.

Al este, con la subida del sol, ya tampoco se perfilaban tan bien las crestas que antes había ido viendo. Sólo el movedizo mar de nubes. Bueno, al menos el tiempo era agradable, con buena temperatura y sin apenas viento.

Ante el mediocre panorama, no me demoré mucho y, antes de las once y cuarto, estaba ya bajando por la ladera sur del pico hacia el Collado Beluenzu, visible desde el primer momento al pie de la Peña Corvera. No sé realmente si hay o no senda para bajar; ni la vi ni la busqué, pues el terreno la hace innecesaria; me limité a…

… dejarme caer ladera abajo, a través de la empinada pradera por donde mejor me pareció. 

Llegué así a un rellano cerrado por unas peñas, que parece ser el collado. Pero no lo es; tras pasar entre las piedras, aún me quedó de bajada otro tanto como llevaba, ahora por una buena senda que cortaba un helechal. Una vez en el Collado Beluenzu, giré a la izquierda (E) y atravesé el prado en busca de la vaguada oriental. Por ese lado, Junto a un abrevadero, encontré una senda que se dirige al este por…

… la vertiente izquierda del Arroyo de la Corteguera. Ahora las nubes venían subiendo por el valle, directas a mí. No tardaron en envolverme, según llegué a…

… las Cabañas de Bustaco, en el collado donde entronca la Sierra del Fito con la del Sueve y donde hay, efectivamente, un par de esas construcciones. Dejando la senda por la derecha, atravesé el prado al sureste hasta dar con una fuente y, poco más allá, con el arranque de una pista de tierra que va horizontal al este por la vertiente norte de la loma. Enseguida, me desvié a la izquierda (NE) por un ancho camino poblado de hierba que baja hacia el fondo del valle. El carril se fue estrechando hasta hacerse senda al entrar en zona de arbustos, poco antes de llegar al…

… hayedo de La Biescona, fantasmal en el silencio húmedo de la niebla. Este bosque es uno de los más imponentes que he atravesado, tanto…

… por el por el porte de los árboles como…

… por su disposición, ambiente y humedad.

Plantas parásitas poblaban los troncos y, fuera de las sendas, el suelo desaparecía bajo los helechos.

La senda me fue bajando hasta llegar junto al cauce de la Riega de la Toya, que ya iría siguiendo en el resto del descenso. Cuando el barranco se cierra y aparece la roca, el camino entra en el cauce, afortunadamente seco, y tras recorrerlo unos metros, sale por la otra orilla, la…

… derecha, ganando altura por un resalte. Las ruinas de la Mina de la Toya me anunciaron el final del bosque. Pocos minutos después de pasar junto a ellas, salí a terreno despejado. Siempre siguiendo el camino, cada vez más ancho, me encontré la masa de eucaliptos que había rodeado al principio de la excursión. No tardé en pasar junto a la senda de los Tucones y Piedrallana, antes de llegar a Pie de Potru hacia la una menos cuarto.

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