Peña Santa de Castilla (2.596)

ASCENSIÓN DESDE LOS LAGOS DE ENOL

POR VEGARREDONDA Y LA CANAL ESTRECHA

También llamada la Dama del Cornión, la cúspide del macizo occidental de los Picos de Europa es una gran peña caliza de vertientes escarpadas. Dentro de las montañas de gran prominencia, más de 1.000 m, de España, es sin duda la más altiva y la que tiene una vía normal más exigente. Se trata de una cima típica de Picos de Europa: roca desnuda asentada sobre el alto zócalo pedregoso del macizo, que surge a su vez de valles muy húmedos poblados de bosque cerrado.

La ruta se aproxima a la vía normal de la Peña Santa desde el noroeste, en un itinerario lógico que va enlazando valles a través de los pasos más accesibles entre los picos. Al pasar por el Refugio de Vegarredonda, cabe partir la actividad en dos jornadas cómodamente para hacerla más llevadera.

Vertiente suroeste de la peña Santa de Castilla

SITUACIÓN:

  • Zona: Picos de Europa (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Macizo del Cornión
  • Base de partida: Lagos de Enol (Asturias)

ACCESO: El Lago de Enol está alojado entre las estribaciones septentrionales del Macizo del Cornión, en el Oriente asturiano, 21 km al sur de Cangas de Onís. Pero la ruta comienza tres kilómetros aún más lejos; del aparcamiento junto a Pan de Carmen, al que puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen en el siguiente link a GoogleMaps.

En verano y otras fechas de turismo masivo, la carretera de los lagos está regulada más allá de Covadonga y conviene informarse sobre el particular en el Portal de Información y Turismo de Cangas de Onís. Por otro lado, teniendo reserva en el Refugio de Vegarredonda u otros, el acceso era libre cuando he ido; no sé si lo seguirá siendo.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.070 / 2.596
  • Desnivel por días:
    • Días 1: 500 de subida y 50 de bajada.
    • Día 2: 1.350 de subida y 1.800 de bajada.
  • Mi tiempo efectivo: Unas 9h30, sin contar paradas, en dos días (1h30 + 8h00).
  • Mi tiempo total: Unas 26 horas en total, con unas 14 de estancia en el refugio.
  • Dificultades: AD. Unos 350 m de escalada, con un paso de III+ (4 m), varios de III (hasta 15 m), y muchos de I y II. Toda la ruta está muy bien indicada. Para bajar de la Peña Santa, conviene montar hasta siete rápeles, el más largo de 23 m; todos ellos están equipados con anclajes fijos: tres en la cresta, a base de clavo y cordino, y cuatro en la Canal Estrecha, de doble argolla.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA:

Día 1: En el Collado Pan de Carmen, tomar el camino balizado PR-PNPE-5 hasta un desvío a la derecha (NO) bajo la Canal de los Argaos, que conduce en pocos minutos al Refugio de Vegarredonda.

Día 2: Tomar el camino que sale al SE para remontar la Canal de los Argaos. En una bifurcación llegando a la Llampa Cimera, girar a la izquierda (E) para subir al Collado la Fragua y pasar a la vertiente de las Barrastrosas. Seguir la senda, que lleva por el Jou de los Asturianos hasta el Collado del Jou Santu. Abandonarla entonces por la derecha (S), siguiendo las marcas amarillas que conducen, paralelamente a un lomo rocoso, hasta la base de la Peña Santa. Manteniendo dirección (S), ganar altura en diagonal por el roquedo hacia la base de la Canal Estrecha (F). Entrar en ella y, alternando pequeñas escaladas y tramos de andar, ganar la cresta en la brecha norte (AD-) de la montaña. Girar a la izquierda (E) y, siguiendo las marcas de pintura, alcanzar por lo más fácil la cumbre de la Peña Santa de Castilla (AD). Regresar a Pan de Carmen deshaciendo el mismo camino.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: La Peña Santa es la gran cumbre más “cara” de la Península. Hay picos más difíciles, pero carecen de su relevancia orográfica. Su vía normal, sin llegar teniendo una dificultad moderada, lleva su buena hora y pico de escalada, asequible sí, pero escalada al fin y al cabo. Aunque en la Canal Estrecha hay más riesgo objetivo por la caída de piedras que por la exposición de los pasos. De hecho, no me gustó demasiado esa parte fundamental de la vía; pese a ser agosto, la roca estaba helada y encontré la chimenea lóbrega y monótona. Me parecieron más atractivos tanto la aproximación, que es un cómodo paseo por parajes impresionantes, como el tramo de cresta, tan divertido y panorámico, además, naturalmente, de las vistas desde la cima, que son realmente excepcionales.

En los aspectos técnicos, a lo ya dicho creo que debo advertir que el montaje y desmontaje de tantos rápeles, hasta siete, aunque yo sólo hice seis, aumenta el tiempo de realización de la ruta. Sobre todo si vas sólo. En esta ocasión, puede ahorrar algo de ese tiempo al coincidir en la bajada con otro grupo e ir alternando las cuerdas para montar y desmontar mientras los otros bajaban. Esas ocasiones hay que aprovecharlas. Por otro lado, es conveniente llevar casco en la Canal Estrecha y que aguante un buen impacto (nada de ésos tipo ciclista que veo de vez en cuando). Durante mi paso por la chimenea sólo oí caer un par de cantos y ninguno muy cerca, pero la caída de piedras ya ha producido desgracias más de una vez en ese lugar.

El Refugio de Vegarredonda era pequeño y sin lujos, pero mereció un 10. Y, más que el refugio, el personal que lo llevaba. Simpáticos y profesionales al tiempo, hacía mucho que no me sentía tan bien tratado ni cenaba tan a gusto. También guardo buen recuerdo del ambiente entre la clientela. Acostumbrado a sitios masificados donde cada cual va a lo suyo, fue agradable la cordialidad con que me recibieron los montañeros asturianos, que eran el resto de los que estábamos y que ya se conocían entre ellos.

RELATO GRÁFICO:

Hacia las seis de la tarde, salí del aparcamiento de Pan de Carmen, con buena visibilidad pero con la panza de las nubes casi al alcance de la mano. Caminaba por la continuación de la pista que me había llevado allí, balizada como PR-PNPE-5, la cual cruza enseguida el Río Pomperi.

Al poco, el carril se hizo senda, se acabaron los árboles y entré en la niebla. No sé si sería la propia niebla, el orbayu o ambas cosas, las gafas se me empapaban y sin ellas no veo un pimiento. Menos mal que el camino está clarísimo siempre; incluso cuando se pierde en algún prado, sigue indicado mediante hileras de cantos clavados en la tierra.

Tras una andadura monótona sin ver más allá de pocos metros, llegué a un cruce se sendas, señalizado con un cartel. Siguiendo a la derecha (NO) las indicaciones al Refugio de Vegarredonda, llegué al mismo hacia las siete y media. Allí pasé la noche.

El día siguiente amaneció totalmente despejado, para gran alivio de los que andábamos por allí. Desayuno tempranero y partí con la romería pasando pocos minutos de las ocho de la mañana, volviendo al cruce cercano al que antes me referí. No todos íbamos a la Peña Santa pero el inicio es común. En la bifurcación, tomé la senda de la derecha (SE), que entra en la canal que se dirige a la cresta de Los Argaos, que brillaban ya al sol.

El camino, clarísimo, de pendiente moderada, me llevó cerca del antiguo refugio, que dejé a la derecha. Más allá de los Gurbiñales, veía otras crestas más alejadas sobresalir de las nubes. Por una vez, revés del mundo, era Picos lo que estaba despejado.

En un entorno ya impresionante, bajo altas peñas calizas, la canal se estrecha y empina antes de la Llampa Cimera. En medio de los zig-zags de la senda para superar un resalte herboso, llegué a una bifurcación. Seguí por la izquierda (NE),...

... alcanzando enseguida una horcada en la cresta de ese lado, desde donde...

... dominaba el camino...

... recorrido hasta entonces. Pero no estaba aún en la divisoria, sino en la entrada a un corto tubo pedregoso.

Remontándolo accedí al Collado la Fragua, por donde pasé a la vertiente de las Barrastrosas, dominada al fondo por las torres de Cebollera y Santa María. Tenía que ir hacia el collado que se abre a la izquierda de esta última.

La senda, siempre clara, me llevó en horizontal bajo la cresta de los Argaos hasta esa horcada. Para entonces, la mañana se había iluminado y llegaba a distinguir la verde Vega de Enol de donde había partido el día anterior. Pero eso no es comparable a lo que me esperaba...

... en el collado de acceso al Jou de los Asturianos: la vista repentina Peña Santa de Castilla. Incluso podía distinguir, a la derecha, el trazo de la Canal estrecha, por donde subiría. A mi derecha, impresionaba también...

La contundente presencia de la Torre de Santa María.

Mi ruta continuó perdiendo algo de altura para entrar en el gran hoyo, bajo el Pico de los Asturianos y la Torre de la Canal Parda. 

Mientras seguía el caminillo, me fijé a la derecha en el fondo del jou, de apariencia arenosa y trufado de embudos y grandes cantos caídos de las crestas circundantes. La desolación en una imagen.

Pero también la vida, que se adapta a todo, en forma de un grupo de rebecos. A diferencia de lo que sucede en los Pirineos, éstos no huyen a las primeras de cambio y su comportamiento llega a ser descarado.

Camino, caminito adelante, llegué al Collado del Jou Santu, donde la ruta se asoma a los Urrieles. Al contraluz, distinguía netamente la silueta de Torre Cerredo. Dejé allí la senda para seguir, a la derecha (SO),...

... por el lomo que une este collado a la Peña Santa. Unos hitos me condujeron a una repisa de su vertiente derecha, fácil aunque...

... con algún pasito estrecho (I).

Al volver a la divisoria, bajo un espolón que baja al noroeste de la Peña Santa, hay un pequeño caos de hitos y es importante no confundirse para evitar rodeos incómodos. La causa es que aquí se dividen las aproximaciones hacia las diversas vías que surcan esta vertiente de la montaña. Una referencia clara para ir hacia la Canal Estrecha es que hay que alcanzar una terraza de pedrera al pie de las paredes de la derecha y, para ello, atravesar un estrecho pasillo entre paredes de roca perdiendo algo de altura.

Al salir del mismo, me encontré con una rampa de roca llena de acanaladuras, sin apenas dificultad. Llegué a continuación a la gran terraza pedregosa, desde la cual había, mirando atrás, una estupenda perspectiva de las torres de la Canal Parda y los Traviesos y...

... de la Horcada y Santa María a la derecha, al otro lado del Jou Santu.

Aquí se puede decir que empieza realmente la vía. Como aperitivo, otra placa acanalada fácil aunque ya obliga a gatear (I / 30 m), que da acceso a un segundo rellano pedregoso, más pequeño.

Luego, más placa inclinada (I / 20 m), para entrar en la Canal Estrecha propiamente dicha.

Aparecieron en su base unas marcas de pintura amarilla, viejas pero aún visibles, que me acompañarían hasta la cumbre, resolviéndome alguna duda. El principio es un pasillo estrecho y fácil (I), interrumpido al cabo de unos 20 m por un muro imponente.

A la derecha tenía una fisura vertical y, a la izquierda, una repisa diagonal sin dificultad. Por esta última me llevaron las marcas, hasta acabar al pie de una fisura vertical, por la que superé la placa, que aquí apenas tiene 8 m, con poco gasto (II), hasta un amplio nicho que se veía más arriba.

La salida de ese lugar es el paso clave de la vía. Para volver a la canal, hay que superar un desplome de unos 3 m, con dos opciones: al fondo, un diedro extraplomado pero lleno de presas y, a la derecha, un lomo inclinado con escasos apoyos. Aunque es la opción más expuesta, al llevar una mochila pesada me decanté por la segunda (III+). Creo que la dificultad debe ser similar en el extraplomo, si se prescinde del clavo con driza que se ve en la foto. Luego, siguiendo a la derecha una repisa estrecha (I), volví a... 

... la canal en un tramo sin dificultad, con el fondo cubierto de pedrera, hasta el siguiente escalón. Éste se supera por...

... una chimenea de unos 12 m, con algunos cantos empotrados que entorpecen el paso (III).

Tras otro descansito, viene una segunda sucesión de bloques que fui superando sin mucho gasto (II). Sólo el último, que tendrá tres metros y el borde superior de mal agarre presenta una dificultad considerable (III). 

A continuación, me encontré con una placa de unos 20 m, inclinada y abollada (II). Este tramo es sombrío y la roca estaba helada; menos mal que volviendo la cabeza me animaba al ver la Torre de Santa María dorada por el sol.

La continuación es un tramo fácil pero incómodo; aunque la canal no es vertical, el suelo es inestable y tuve que ayudarme con las manos en las paredes (I).

Salí de la canal a una rampa de roca descompuesta, por la que gané caminando la cresta de la montaña en la Brecha Norte, que a saber por qué se llama así, pues se halla al oeste de la cumbre.

Allí me asomé a la vertiente sur, cerrada por la cresta de la Sierra del Caballo, más allá de la cual veía también el Friero y el Alto Carrión. A mi izquierda, tenía...

... lo que parecía la cima, pero que no es sino un hombro. Giré a ese lado (E) y pasé a seguir el cordal por el flanco derecho,...

... guiado por las marcas amarillas. Al principio, a través de una placa inclinada fácil (I) pero...

... impresionante, hasta otra horcada cercana, desde donde ya iba descubriendo el macizo de los Urrieles.

Luego, por una breve repisa, hasta situarme bajo...

... un lomo con apoyos no muy abundantes (III). Trepé por él durante una docena de metros, hasta que las marcas me sacaron a la derecha, hacia...

... una placa inclinada (II / 15 m), dominada ya por el hombro que veía antes. Aunque este hombro se suele rapelar a la bajada para ganar tiempo, siendo vertical y bastante liso, en subida es más fácil rodearlo por abajo. Así que, al pie del mismo, cambié a...

... la cara norte y vi por primera vez el hito cimero. Perdí algo de altura para atravesar por unas placas fáciles (I), hasta encontrar una acanaladura que me permitió ganar la arista con poca dificultad (I+ / 20 m). Seguí el lomo a la izquierda (E) hasta que...

... una profunda brecha me cerró el paso. Bajé entonces a la izquierda por...

... una breve placa y una fisura bajo la brecha, hasta una repisa que forma la placa bajo la cumbre. La atravesé en horizontal (II-) hasta sobrepasar la vertical de la cima y encontrarme...

... en la base de una fractura vertical. Trepé por ella (III / 15 m), saliendo a cresta...

... pocos metros al este del hito, que recorrí caminando.

Llegué a la cima de la Peña Santa de Castilla a la una del mediodía, con calor y tiempo estable. Aunque las nubes cubrían el mar, estaban retenidas por el viento del sur.

Al noroeste, atraía la mirada la Torre de Santa María sobre el Jou Santo y, más allá, la verde Vega de Enol, de donde había salido la tarde anterior.

También me llamó la atención cómo destaca la modesta Sierra del Sueve. Girándome a la izquierda,...

... el mar de picos de la Cordillera Cantábrica al suroeste, entre los que destacaban...

... el Tiatordos y Peña Ubiña.

Ya al sur, Peña Bermeja y el al fondo Espigüete y...

... la Peña Prieta. Volviendo a Picos, el Friero y...

 ... el resto de los Urrieles elevándose mil metros sobre el valle del Cares, con...

... Torre Cerredo en todo lo alto.

Estuve mucho rato en cumbre. El tiempo agradable invitaba a la pereza y la vista de tanta montaña conocida me traía muchos recuerdos. Pero tampoco era cuestión de acabar de noche, así que a las tres de la tarde comencé el regreso, deshaciendo camino, primero por la cresta. Bajo la horcada de donde baja la fisura / chimenea del final de la ascensión, había un par de clavos con driza para montar rápel. No es muy necesario, y de hecho no lo habría utilizado si no fuera porque un grupo que estaba allí me invitó a usar su cuerda ya tendida.

Desandando camino, tras la llambria de la cara norte y de vuelta en la cresta, en vez de bajar por el canalón por el que había subido seguí más al oeste, hasta estar sobre el resalte que antes había rodeado. Otro clavo con driza permite montar un rápel de unos 15 m que ahorra tiempo. El siguiente anclaje me lo encontré en el lomo que baja al nivel de la Brecha Norte. Ése no lo utilicé pues el destrepe, por un diedro a la derecha en bajada (II / 25 m) me pareció asequible y rápido. Incluso sería más fácil subir por él que por donde marca la pintura.

En la Canal Estrecha, ya que tuve que desenrollar la cuerda, utilicé los cuatro rápeles que había con anclajes nuevos a base de doble argolla de acero. Estando a unos 30 m de distancia uno de otro, con la cuerda de 50 que llevaba no tuve que plegarla entre unos y otros, aunque algún tramo lo bajé caminando. La altura que se rapela de verdad oscila entre los 12 m del tercer rápel y los 23 del último (éste).

En la base de la canal, al asomarme al Jou Santu observé que las nubes empezaban al fondo, así que a partir de ese momento aceleré un poco el paso, aunque sin dejar por ello de...

... parar a despedirme de la Peña Santa antes de perderla de vista.

Llegué al Refugio de Vegarredonda hacia las siete de la tarde, casi a la vez que las nubes. Cuatro horas de bajada; al final, tanto rápel tiene estos inconvenientes.

Acabé la excursión como la había empezado el día anterior, caminando en la niebla hacia Pan de Carmen, adonde llegué hacia las ocho y media, con la luz ya faltando y algo empapado, pero feliz. Una de las ascensiones más hermosas que he hecho nunca.

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