Bisaurín (2.669)

ASCENSIÓN DESDE GABARDITO

ARISTA NE

Hay quien considera al Bisaurín la gran cumbre más occidental del Pirineo. Bueno, lo de gran cumbre puede ser discutible por su altitud, relativamente modesta para la cordillera, pero no por prominencia, que supera los 1.000 metros y es la mayor entre el Cotiella y los Picos de Europa. Esta montaña se yergue entre los valles de Hecho y Canfranc, culminando el conjunto de sierras de Bernera, que forma parte de la alineación que encabeza los altos valles que alimentan el Río Aragón, la cual se extiende al sur de la divisoria pirenaica, desde la Peña Ezkaurre a la Sierra de la Partacúa. Como es común en toda esta zona, el Bisaurín muestra una fuerte asimetría, con una vertiente sur suave y una cara norte mucho más abrupta, y está culminado por una estructura rocosa enrevesada, con entrantes en forma de circos colgados y rellanos insospechados rodeados de paredes. Al surgir la caliza de unos valles cubiertos de denso bosque y alegres prados, el conjunto configura un entorno encantador y espectacular.

La arista SE del Bisaurín define una ruta de dificultad moderada, directa y evidente. Para llegar a su base, remontaremos los barrancos de Agüerri y Secús, que rodean el monte por el oeste. Para el regreso, descenderemos por el lomo sur, dejándolo en el Collado del Foratón por las soleadas terrazas herbosas que se extienden al oeste, a media altura de la vertiente meridional de Agüerri.

El Bisaurín, visto desde el este. Se aprecia el perfil de la arista NE, que cae a la derecha de la cresta

SITUACIÓN:

  • Zona: Cuenca Alta del Río Aragón (Pirineos)
  • Unidad: Sierra Bernera
  • Base de partida: Siresa (Huesca)
ACCESO: El Refugio de Gabardito está situado en la vertiente oriental del Valle de Hecho, encajado en las estribaciones pirenaicas del noroeste de la provincia de Huesca. Ofrece todos los servicios habituales en establecimientos guardados. La localidad más cercana es Siresa, unos 12 km aguas abajo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.374 / 2.669
  • Mi tiempo efectivo: 5h45
  • Mi tiempo total: 7h15
  • Dificultades: PD-. Unos 200 m de trepada, casi todo I con algunos pasos cortos de II grado.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Refugio de Gabardito hacia el SE, por el sendero GR 11.1. Rebasado el lomo norte de la Punta de la Cuta, al llegar a una bifurcación, dejarlo por el camino que, a la izquierda (E), baja al cauce del Barranco de Agüerri y lo remonta hasta la Hoya de Secús, donde se divide. Girar a la derecha (SE) para subir por la vaguada que se abre entre el Bisaurín y la cresta divisoria hasta Collado de Secús. Escalar la arista de roca (II) que, a la derecha (SO), se eleva desde el mismo cambio de rasante. Al llegar a la cresta del monte, seguirla a la derecha (O) para alcanzar, ya simplemente caminando, la cima del Bisaurín (PD-).

Bajar por la senda de la ruta normal, que desciende el lomo SO hasta el Collado del Foratón, por donde pasa el camino del principio (GR 11.1). Seguirlo a la derecha (SO), atravesando las faldas meridionales de la Sierra de Gabás por los planos de Aniz y Dios te Salve. Se llega así al primer cruce de la jornada en el Barranco Agüerri, desde donde sólo queda deshacer ruta de subida para regresar al Refugio de Gabardito.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión bonita, variada y emocionante, alejada de las multitudes que recorren las rutas normales de esta popular montaña. Aunque reservada para montañeros que se muevan con soltura en el II grado. Respecto a esa larga trepada, es una de las mejores escaladas fáciles que he hecho; es divertida, aérea por momentos y con mucho “ambiente”, pero sin gran exposición y la roca, aunque había algún canto suelto, tiene calidad más que aceptable. Y, fuera de la arista NE, la ruta es cómoda, casi siempre por buenos senderos y sin dudas de orientación, y pasa por entornos muy variados, que van del bosque de hayas a la roca desnuda, pasando por prados de diversa naturaleza. En resumen, creo que es la más bella ascensión fácil que se puede encontrar en el Bisaurín; y de las mejores del Pirineo occidental.

RELATO GRÁFICO:

Hacia las ocho y media de la mañana, comencé a caminar por la pista de tierra que sale frente al  Refugio de Gabardito, señalizada con las marcas rojas y blancas del GR 11.1, más las verdes y amarillas de la “Senda Camille”, que, por recientes, estaban más claras. La mañana estaba totalmente despejada y hacía fresco en la umbría húmeda del hayedo por donde transcurre el inicio de la excursión. Al pasar los claros, podía ver a mi izquierda las dos cimas, blanca y negra, de Agüerri.

La pista se hizo senda al cruzar uno de esos prados pero siguió clara y cómoda. Tras rodear el lomo norte de la Punta de la Cuta, llegué a una bifurcación con cartel. Aquí dejé el sendero balizado y tomé el indicado a Taxeras, que bajaba a la izquierda (E), hacia el fondo del barranco. Por entonces, vi, por primera vez, una cima puntiaguda a contraluz: el Bisaurín.

Tras una breve bajada, la senda me llevó hasta el cauce del Barranco de Agüerri, donde desaparece. Vadeé el torrente, que apenas llevaba un hilo de agua, y gané altura por la ribera opuesta siguiendo unos hitos. Aunque no había ya camino, el terreno, un mullido prado salpicado de arbustos, no planteaba la menor dificultad.

Gané altura paulatinamente hasta salir del bosque que cubre las partes más bajas del barranco.

Tenía ahora ante mí un valle abierto, de vertientes suaves, al menos a mi altura, así que fui remontándolo manteniendo más o la altura sobre el cauce. Al pasar bajo el Foratón, giré con el barranco a la izquierda (NE).

Tras pasar junto a un corral, los hitos me llevaron a vadear el cauce. Si más abajo encontré poca agua, aquí ya no había casi nada. En la orilla izquierda, gané altura hasta una terraza herbosa de ligera inclinación y por ella continué remontando el vallecito, ahora con la vertiente suroeste del Bisaurín ante los ojos.

En este tramo, el barranco, llamado ahora de Taxeras, corre por un vistoso tubo de roca pulida y encontré la primera pendiente de alguna intensidad. Es una cuesta cubierta de grandes bloques que me llevó al...

... alto donde debe de estar el Refugio de Taxeras. No llegué a verlo, bien es cierto que tampoco lo busqué. Desde ahí, lo que sí veía era la Sierra de Gabás más allá del Foratón, que iba quedando atrás.

Mientras rodeaba el Bisaurín por el oeste, fue apareciendo el Secús al fondo del barranco.

Llegando al Refugio de Secús, volví a cambiar a la orilla derecha. Enfrente el Bisaurín mostraba ahora el extremo puntiagudo de su cresta occidental, que se prolonga en unos vistosos estratos.

Poco después el barranco se abre y, pese a estar más arriba, como sucede a veces en terrenos calizos, corría de nuevo el agua. Tras pasar junto a unos pequeños saltos, me encontré en...

... la amplia Hoya de Secús y ante el pico homónimo. A mi izquierda,...

... la Punta Agüerri dominaba el panorama. Pero era al lado contrario donde estaba mi objetivo.

Pese al sol de cara, podía apreciar lo abrupto de las paredes septentrionales del Bisaurín, que dominan la vaguada que sube al Collado de Secús. Así que giré a la derecha (SE) y, tras cruzar un par de brazos de agua, remonté el angosto tubo por su vertiente derecha.

El terreno es suave y estaba mayormente cubierto de hierba. Desde el momento en que dejé la hoya, no volví a ver hitos pero tampoco los eché en falta, pues la ruta a seguir está clara. De vez en cuando, me volvía, pues me gustaba la vista sobre la Hoya de Secús, amigable con la hierba brillando al sol, en contraste con...

... los duros desplomes de mi derecha, más altos y abruptos según iba subiendo.

Al pasar, me llamó la atención la boca de un curioso circo colgado bajo las crestas del Bisaurín.

La piedra fue ganando terreno a la hierba según subía, hasta que...

... el verde desapareció totalmente. El final del barranco era una pedrera empinada y suelta sobre un nevero que encontré durísimo y preferí rodear, pegándome a...

... la cara norte del Bisaurín.

Al llegar al Collado de Secús y volverme para echar un vistazo a la vaguada que acababa de superar, vi que ahora eran visibles la Peña Forca y los Alanos.

Al otro lado de la horcada, se extiende el vallecito colgado de Bernera, rodeado de crestas sobre las que se dibujan en el horizonte lejanas siluetas familiares: allí están el Balaitús, la cresta plana de los Infiernos y la Tendeñera, entre otros.

Pero había que seguir. Lo primero, para echarle una buena mirada a la arista noreste del Bisaurín, subí a la izquierda (N), por el lomo que conduce al Puntal de Secús; ganados unos pocos metros, la perspectiva era suficiente para examinar lo que me esperaba. Ahora entiendo por qué Ollivier, en su guía, reserva esta ruta para “montañeros aguerridos”: la arista impone a primera vista. Pero, mirando con atención se ve que no es para tanto; de roca se ve muy fisurada y los pasos son escalones más bien cortos. De las varias opciones, decidí tomar la tira de roca que sube a la izquierda del corredor por donde se suele ascender con nieve. Así que volví al collado, lo crucé y me remonté una rampa de tierra compacta la base de la roca por ese lado.

La arista se inicia amplia y, efectivamente, la roca está muy cincelada y dista de ser vertical. La trepada es aún más fácil de lo que aparentaba (I). Como único cuidado a mantener, los eventuales cantos sueltos, aunque su calidad era buena en general.

Aunque mirar atrás impresionaba, la exposición no llegó a ser nunca realmente fuerte, por la abundancia de repisas.

Sólo encontré un par de bloques algo más grande, donde la relativa escasez de agarres eleva la dificultad a II grado. Además, todos ellos se podrían evitar por la derecha, aunque el terreno en el corredor se veía muy suelto e incómodo.

Así pues, trepaba tan relajado podía ir recreándome en el paisaje. A mi derecha, no paraban de desvelarse montañas, destacando el Castillo de Acher junto al característico colorido de los prados de la Roya, mientras, al otro lado,...

... la silueta del Midi d’Ossau atraía irresistible la mirada, pese a la lejanía.

El crestón que iba siguiendo termina al cabo de 150 m de desnivel o poco más en...

... un breve rellano herboso, donde muere también el corredor. Cruzándolo hacia la derecha, continué subiendo por un ancho lomo de grandes bloques, donde sólo hube de apoyar las manos esporádicamente.

Al tomar perspectiva lateral, tenía una visión bastante explícita de la tira rocosa por la que había trepado.

Al llegar a un alto, aparecieron ante mí la cumbre principal y la punta oriental. En la collada que me separaba de esta última, me encontré con la senda que sube de la Hoya de Bernera y la tomé para alcanzar...

... la arista cimera. Giré allí a la derecha (O), para llegar caminando, ya sin ninguna dificultad, hasta la cima del Bisaurín, que alcancé a la una menos cuarto.

Por desgracia y pese a lo claro que estaba el día al salir, las nubes se habían ido cerrando a media altura, especialmente al sur. Así, sólo era visible desde la cumbre este arco, que va del Petrechema al Midi d’Ossau. Dentro de él, llamaba la atención el Castillo de Acher,...

... rodeado de prados rojiverdes y, casi al otro lado,...

... la cresta oriental, por donde había llegado, con la arista NE cayendo a la izquierda. Y sobre ella,...

... el Midi d’Ossau.

Entre lo poco que se veía, que soplaba un viento bastante desagradable y que no quería acabar tarde, no me entretuve demasiado y, en apenas media hora, estaba dejando la cumbre. Descendí al oeste por la senda de la ruta normal que, al principio, me llevó por la cuerda misma, pero que derivó enseguida a la izquierda.

Al poco, pasé sobre el circo cerrado, casi una caldera, cuya boca había visto al subir hacia el Collado de Secús.

La bajada transcurría ahora por una rampa regular de mediana inclinación, cubierta de hierba y piedras sueltas, bajo la cual se veían los Llanos de Lizara y el Collado del Foratón.

La andadura se fue haciendo aún más cómoda según perdía altura y desaparecían los cantos. A mi derecha, veía el barranco de Agüerri, que había de conducirme de vuelta a Gabardito. Pero no bajaría directamente a él.

En el Collado del Foratón, me reencontré con el GR 11.1 (y Senda Camille), que...

... tomé a la derecha (O). El sendero me llevó por las vertientes septentrionales de la Sierra de Gabás desde donde había una hermosa vista del Bisaurín. O bueno, la habría en día más despejado.

Dejé a la derecha y muy abajo el Refugio del Foratón, asentado en un encantador rellano verde frente a la Punta Agüerri.

Al trasponer un lomo, me encontré ante el Plan d’Aniz. En vez de descender, el camino giró para seguir la cuerda a la derecha, bajando luego de la collada donde está el refugio y...

... hay una magnífica vista del Bisaurín, que ahora se había despejado bastante.

Al otro lado, se abre el Barranco de la Cuta y el  Plan de Dios te Salve. En ese prado se pierde brevemente la senda, clarísima hasta ahora. Para retomarla, hay que dejar el refugio a la derecha e ir hacia el noroeste, buscando las marcas sin hacer caso de unos trazos de ganado que van al oeste atravesando la ladera.

Las señales me metieron entonces en un barranco anónimo que corre al oeste del de la Cuta donde reencontré la senda, que me lanzó a una bajada empinada hacia el fondo del Barranco de Agüerri.

Llegué así al cruce donde esa mañana había dejado el GR 11.1. Tras las nubes de mediodía, quedó una tarde soleada y apacible. La suave pendiente del descenso y el ambiente agradable me impulsaron a bajar con calma. Al fondo veía el Valle de Hecho bajo las alturas de Lenito.

Al pasar bajo la Punta de la Cuta, me fijé en una pared a mi izquierda; los estratos inferiores son tan paralelos y presentan esquinas tan rectas que no parecen naturales.

Enfrente, al otro lado del valle, la roca surgía del bosque en bandas, formando vistosos contrastes de color.

Finalmente, el barranco se ensanchó anunciando la proximidad del Refugio de Gabardito, que...

... alcancé hacia las tres y media de la tarde, tras atravesar de nuevo el hayedo, atravesada ahora la umbría por los rayos de luz filtrados entre las hojas.

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