Torre Cerredo (2.650)

ASCENSIÓN DESDE SOTRES

POR VEGA DE URRIELLO Y LA VÍA NORMAL DE LA CARA ESTE

Torre Cerredo es la cumbre de Picos de Europa y de la Cordillera Cantábrica. Debido a su posición central en el macizo, de lejos queda un tanto eclipsada por los picos que le rodean pero, por el mismo motivo, el entorno de su cumbre es impresionante como pocos. De cerca es una impresionante peña caliza de aspecto temible, pero que presenta un acceso, sólo uno, sorprendentemente fácil. En suma, se trata no sólo de la mayor sino quizá también la cima más representativa de ese peculiar mundo montañoso que conforman los Picos de Europa.

La ruta se aproxima a esa vía normal, que supera una placa llena de apoyos en la cara este, desde Sotres, pasando por la Vega de Urriello y la Horcada Arenera.

Torre Cerredo desde el sur. A la derecha, se ven la chimenea de acceso y el perfil de la placa de la vía normal

SITUACIÓN:

  • Zona: Picos de Europa (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Los Urrieles
  • Base de partida: Sotres (Asturias)
ACCESO: La población de Sotres, perteneciente al concejo asturiano de Cabrales, está situada en el este de la provincia, al pie de la vertiente norte de los Picos de Europa divisoria cantábrica; concretamente, en la boca del alto valle del Río Duje, que separa los macizos central y oriental. La ruta parte del aparcamiento del "Colláu Pandébano", cinco kilómetros al oeste del pueblo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.100 / 2.650
  • Desnivel por días:
    • Día 1: subir 950, bajar 100
    • Día 2: subir 1.200, bajar 2.050
  • Mi tiempo efectivo: Unas 7h45, sin contar paradas, en dos días (2h00 + 5h45)
  • Mi tiempo total: 24 horas casi clavadas, de las que pasé unas 14 en el refugio.
  • Dificultades: F+. Varias trepadas fáciles, la más difícil es un II grado, pero no llega a cinco metros, mientras que hay 80 m sostenidos de I+ en el acceso a cumbre. El resto es sendero, aunque con algunos cortos pasajes expuestos.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA:

Día 1: Salir de la Majada de Canero por el sendero balizado que sube a la Collada de Pandébano y luego va manteniendo cota sobre la Canal de Valcosín y el Jou Lluengo hasta el Refugio Vega de Urriello.

Día 2: Tomar la senda que sale frente a la puerta del edificio (SO) y se dirige, por la brecha de la Corona del Raso, a la Horcada Arenera (F). Salir a la izquierda (S) por una senda que cruza horizontalmente la ladera, hasta el collado que da acceso al Jou de Cerredo (F). Siguiendo hitos, dirigirse al SO, hacia la cercana Torre Labrouche, que se rodea por su base hasta estar bajo una canal que separa la cumbre de una punta secundaria a la derecha. Remontarla y salir por la izquierda, superando la cara E de Torre Cerredo (F+). Retornar por el mismo camino a la Majada de Canero.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Entre el prestigio y la facilidad de su ruta normal, no es raro que Torre Cerredo sea una de las cumbres más visitadas, no sólo de Picos sino de toda la cordillera y de la Península incluso. Y lo merece pues, sin conocer Picos de Europa a fondo, creo que esta peña es un paradigma de los tres macizos. Con tanta gente por allí, conviene salir prontito y subir a buen ritmo; ya habrá tiempo para recrearse la vista a la bajada, pues su cumbre es un lugar realmente estrecho.

Sobre la aproximación escogida, fue el pasar bajo la sombra del Urriello lo que me decidió por ésta; ocasiones habrá para probar las otras. Respecto a la vía a Torre Cerredo en sí, he visto en letra impresa atribuirle a la placa final II grado e incluso III y calificarla de expuesta... Bueno, pues nada de eso hay: si se siguen los hitos escrupulosamente, sólo se llega a II muy brevemente y, aunque impresiona ver el fondo del jou tan abajo, no llega a haber una caída vertical seria. Asunto diferente es lo mal que puedan pasarlo personas con vértigo, pero el peligro objetivo no es real; insisto en que la trepada final es impresionante pero sólo eso. En resumen, una ascensión muy bonita y al alcance de muchos montañeros con una experiencia mínima.

RELATO GRÁFICO:

Dejé la Majada de Canero poco antes de las tres y media de la tarde, con mucho calor. Salí de la curva que hace la pista al fondo del Jou de las Traviellas, siguiendo el sendero balizado PR-PNPE-21, que sube al oeste, hacia la cercana Collada de Pandébano.

Una vez en la horcada, desde la que se descubren el Pico Urriellu y los Cuetos del Albo, me encontré con un cruce de caminos, donde un cartel me mandaba girar a la izquierda (SO).

La senda se abalcona sobre la Riega del Tejo y se llegaban a divisar, muy abajo, los tejados de Bulnes.

Al doblar un espolón por una característica brecha, empezó a soplar un airecillo que aliviaba la solanera vespertina. Pasé a continuación por encima de la Canal del Vallejo, más allá de la cual destacaba el Cabezo Lleroso.

Siguió una zona movida, cortada por canales y espolones, hasta entrar en la vertiente del Jou Lluengo, alargada canal que sube hacia la Vega de Urriello. Allí volvió a mostrarse el Picu, que llevaba un rato oculto.

Bajo su cara norte, la senda vira al sur y acomete directamente la subida, mediante cortas lazadas.

Pasada la Canal de la Celada, salí a un rellano herboso desde el que, volviéndome, podía ver, asomando sobre la Peña de Maín, la larguísima Sierra de la Cuera.

Caminaba ahora bajo el característico cóncavo que se abre entre el espolón norte y el cuerpo principal del Urriello,...

... bajo el cual se extiende la Vega de Urriello, con su refugio, al que llegué sobre las cinco y media.

Sobre el edificio, se yergue la cara oeste del Naranjo como si fuera a caerse encima.

Para hacerse idea cabal de las proporciones, hay que alejarse un poco. Éste refugio me gustó menos que otros de Picos de Europa; estaba lleno y su capacidad, cerca de 100 personas, superaba tanto los servicios comunes como el personal a cargo.

Al día siguiente amaneció con el cielo despejado y un mar de nubes cubriendo los valles asturianos. También, soplaba un fuerte viento del sur.

Abandoné el refugio a las ocho menos cuarto, por un camino que se dirige al noroeste, hacia un modesto alto que se ve frente a la puerta. Al otro lado, se extiende una abierta ladera bajo la cara oriental del Neverón de Urriello. La senda, muy clara, lo atraviesa camino de la horcada que se abre a la izquierda de la Corona del Raso, la cual...

... alcancé remontando una empinada repisa diagonal, rematada por...

... una chimenea vertical pero con apoyos grandes y abundantes (I). Por aquí empecé a fijarme en unas marcas de pintura, unas verdes y otras amarillas, pero que parecen indicar la misma ruta. Aunque la senda estaba en general clara, me resultaron útiles para localizar el paso bueno cuando, más adelante, el trazo se perdía al atravesar canchos.

Al ganar el cordal, mirando atrás, así se veía el Pico Urriello sobre la vega y el refugio.

Giré a la izquierda (SO) y avancé por un lomo rocoso, hasta la base de unas agujas, donde la senda me llevó a la derecha (O) para continuar rodeando el grupo del Neverón, ahora hacia el collado que se abre entre éste...

... y las Torres Areneras.

Por entonces me alcanzó el sol, que allá abajo hacía destacar las crestas de los cordales de Maín y Cocón sobre la niebla y el verde valle de Bulnes.

Llegué así a la Horcada Arenera, dominada, y de qué manera, por las torres homónimas.

Al otro lado, vi por primera vez la cumbre del día: Torre Cerredo asomando, junto al Pico de los Cabrones, sobre una anónima loma que, obviamente, habría de trasponer.

Siguiendo el camino, bajé unos metros por la vertiente occidental del collado hasta un desvío a la izquierda (S). Tomando esta nueva senda, más difusa que la anterior pero bien marcada con hitos y manchas de pintura, continué con el flanqueo que desde el principio venía haciendo del Neverón de Urriello, atravesando ahora su cara noroeste.

Al llegar a la horcada entre ese pico y la loma anónima antes citada contemplé una seductora vista de Torre Cerredo, en compañía de unos jóvenes rebecos.

Proseguí atravesando vertientes hacia la izquierda, ahora hacia el suroeste, pasando por una canal antes de encontrarme con un espolón que baja de la Torre de la Párdida, donde tuve que atravesar un par de placas fáciles (I) pero muy expuestas. Mal sitio para un resbalón. A continuación, me encontré en el enésimo collado del día, que da acceso (ya) al Jou de Cerredo.

Atravesé la horcada y proseguí en la misma dirección, siguiendo un lomo que se dirige al núcleo de Torre Cerredo, rodeando la Torre Labrouche, que quedaba a la derecha, por su base. Al otro lado, se abría...

... el jou profundo y desolado bajo la recortada cresta que, desde la Torre de la Párdida va al Tiro del Oso y sigue luego hasta la de Cerredo.

Mientras contorneaba la cara oriental de la Torre Labrouche, fui ganando altura en diagonal, alternando cortos escalones de roca sólida, todos ellos fáciles (I), y...

... rampas descompuestas. Sobrepasado el citado pico, salí a...

... una amplia terraza pedregosa, ya bajo Torre Cerredo. Ahí, giré a la derecha (NO) para continuar subiendo, por...

... un pasillo de pedrera que entra en una especie de callejón o “cul de sac”. Al llegar al fondo, trepé hacia la derecha (II 4 m) para evitar un gran bloque, sobre el cual crucé luego para encarar directamente...

... la cima, defendida por una placa empinadísima, pero muy cincelada; es como una escala de peldaños pequeños, pero abundantes y sólidos (I+ / 80 m). Con la roca seca no debe plantear el menor problema. Había leído mucho sobre la exposición de este paso y me lo había imaginado mucho más delicado.

En lo alto de placa, pasé un reborde y apareció el hito cimero a pocos metros de mí. Pero no me dirigí directamente al mismo sino que hice una breve travesía a la derecha para alcanzar un acceso más cómodo a la cresta. Según me asomaba sobre la arista, me encontré con la impresionante visión de la Peña Santa de Castilla. Eran las once y cuarto de la mañana cuando giré a la izquierda para recorrer caminando los pocos metros que me separaban de la cumbre.

Desde Torre Cerredo, seguía con la mirada prendida en la Peña Santa, que podía ahora ver en toda su grandeza,...

... rodeada de su corte y dominando desde más de mil metros el valle del Cares. Aunque seguía soplando bastante viento, éste era templado, del sur, y no se estaba tan mal.

Me llamó la atención una punta destacada al norte, realmente un hombro, y me acerqué hasta allí.

Apareció a mis pies el Pico de los Cabrones, rematando una elegante arista. Más allá, entre las nubes bajas que se iban rompiendo,...

... la Sierra del Sueve: una pequeña gran montaña. Girando a la derecha,...

... veía el largo cordal de la Sierra de la Cuera, más allá de las Torres Areneras, al pie de las cuales...

... había pasado viniendo desde el refugio.

Ya de vuelta en la cima, seguí la vuelta. Al este, el corazón de los Urrieles, lleno de crestas y agujas entre hoyos desolados. Entre ese bosque de picos, se distinguía a lo lejos parte del Macizo de Andara, incluyendo...

... la Morra Lechugales. Una sombra en el horizonte: Peña Sagra. En fin, un mundo de montañas hacia donde mirara.

Ya al sur, se podían ver el Tesorero y el Llambrión, con las crestas del Alto Carrión en el horizonte. Y, más a la derecha,...

... los grupos del Mampodre y Sentiles, a través del boquete del Cares.

Llevaba media hora en cumbre cuando comenzó a llegar gente y, a los diez minutos, empezó a ser incómodo moverse por el entorno de cima, así que emprendí la bajada. A las doce retorné por donde había venido; es decir, por la arista al norte para tomar el destrepe más accesible, marcado por los hitos.

Durante la bajada, me fui cruzando con más grupos. No paraba de subir gente.

Al mismo tiempo, el viento fue amainando y empezó a hacer calor de verdad a la vista de la Vega de Urriello. Hacia las dos y cuarto llegué al refugio, donde gasté 15 minutos en recoger algunos trastos y tomar un botecito frío antes de continuar...

... el descenso por el camino ya conocido hacia...

... Pandébano. Era sábado y con el buen tiempo, aquello estaba lleno de gente en zapatillas y hasta sandalias, con mochilita escolar a la espalda, cuando no directamente bolso... ¡y subiendo a las tres de la tarde con la que caía! Ya hay que ser sufrido. En fin, que a las cuatro estaba de vuelta en la Majada de Canero con poco más que contar.

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