Torreón (1.648)

ASCENSIÓN DESDE EL SUR

IDA Y VUELTA POR LA RUTA NORMAL

Máxima altura de las sierras del norte de Cádiz y gran cumbre más occidental de la Bética, el Torreón es una enorme peña caliza, con una cara norte casi vertical y una rampa más suave al sur. Entre ambas, se extiende una cresta afilada, accidentada a veces, que es una de las maravillas montañeras de Andalucía. También la vegetación, muy densa, pues ésta es una de las zonas más lluviosas de la Península, difiere en ambas vertientes, con pinos y pinsapos en el norte y encinas y sabinas en el sur. Abundan en sus laderas las cabras montesas y rapaces de distinto porte. Junto a sus valores naturales, esta montaña es un gran mirador sobre Andalucía occidental, e incluso más lejos pues es posible contemplar Sierra Nevada o las montañas de África desde la cima.

La ruta no puede ser más sencilla: consiste en recorrer, ida y vuelta, la senda que remonta la ladera sur desde el paraje conocido como Campo de las Encinas. Además, ésta es la única ruta de ascensión para la que pueden obtenerse permisos de ascensión por gente normal.

El Torreón, visto desde el oeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras del norte de Cádiz (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de Grazalema
  • Base de partida: Benamahoma (Cádiz)
ACCESO: La población de Benamahoma, perteneciente al municipio gaditano de Grazalema, está situada en el noroeste de la provincia, al oeste de las Sierras Norte de Cádiz; concretamente, al pie del extremo occidental de la del Pinar. La senda autorizada de ascensión al Torreón y punto de partida de la ruta está en el paraje de Campo de las Encinas, unos 5 km al este, por la carretera que va a Grazalema. Aparece marcado como “Sendero El Torreón” en GoogleMaps y, pinchando en nombre de la aplicación, puedes calcular una ruta desde tu lugar de origen.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 865 / 1.648
  • Mi tiempo efectivo: 2h15
  • Mi tiempo total: 3h05
  • Dificultades: Ninguna. Metros finales en roca pero sin dificultad. El resto, por senda.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tomar, en el Campo de las Encinas, la senda balizada que lleva a la cima del Torreón y volver por el mismo camino.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Subida cómoda y corta, a través de bonitos parajes, a una cumbre de amplias vistas. Al alcance de cualquier persona dispuesta a un esfuerzo bastante asequible. Sin embargo, al llegar a la cima y ver la caída de la cara norte, sabe a poco esta ruta. Pero desgraciadamente es difícil para un particular obtener la autorización para ascender por otras rutas más montañeras.

El Torreón está dentro de una zona de reserva y el acceso a su cumbre está limitado. Para realizar esta ruta, hay que solicitar una autorización en el siguiente enlace a la Consejería de Medio Ambiente, etc. de Junta de Andalucía. En época estival (junio a octubre) no se dan y los fines de semana de buen tiempo, a veces, se agota. Pero, por lo que tengo entendido, no es complicado; de hecho, entre semana hay días que no sube nadie.

Otra cosa son las rutas alternativas, como la travesía de la cresta de la sierra o la subida directa desde el norte. De éstas sólo se conceden una o dos al mes y, si eres un particular es prácticamente imposible obtener una, pues tienen prioridad clubes, empresas de guías y otras entidades.


RELATO GRÁFICO:


A las ocho y media de la mañana, crucé la carretera desde el aparcamiento cercano al Campo de las Encinas, para tomar el sendero de la ascensión “oficial” al Torreón. El inicio del caminillo, que remonta la vertiente sur del pico, está bien indicado con carteles. Encontré la primera de las estacas marcadas de verde y blanco que señalan la ruta al pasar una cerca, donde giré a la izquierda (O) para llanear un trecho junto a la citada valla.

El sendero deriva a continuación la derecha (NO) para ganar altura en diagonal por la ladera, poblada por encinas dispersas de buen porte.

Mientras iba ascendiendo gradualmente entre matorrales y cantos, fui descubriendo el paisaje al sur: el Albarracín y la Silla.

El día era soleado en Grazalema pero, al oeste, una densa capa de nubes iba extendiendo su sombra y, para entonces, estaba a punto de cubrir Prado del Rey, apenas a 12 km de donde estaba.

Al doblar un lomo, la senda entra en un barranco y gira a la derecha (E) para continuar la subida remontándolo...

... por la vertiente izquierda, a través de un denso bosquecillo de pequeñas encinas, donde todavía no había llegado el sol.

Al salir nuevo al monte bajo, me encontré con un joven y único pinsapo, cuyo perfil gótico destacaba contra el alomado paisaje.

Al llegar a una falsa cresta, que la senda cruza por un estrechamiento, me encontré ante una vaguada más árida y rocosa.

Antes de seguir, me volví para contemplar el paisaje al sur. El frente de nubes parecía haberse frenado pero algunas hilachas iban entrando por las sierras vecinas.

Tuve que perder algo de altura y cruzar una dolina para llegar al llano cabecero del barranco. A mi izquierda se levantaba el cancho que sostiene la cumbre del Torreón pero la senda, en vez de subir directamente, avanza hacia el fondo, en busca del punto más accesible. Caminando por aquí, oí unos ruidos a mi izquierda y, al volverme, vi...

... un grupo de jóvenes cabras montesas sobre unas rocas cercanas.

Ya cerca del collado donde nace la vaguada, la senda giró a la izquierda (N) para remontar más directamente la ladera de pasto y pedruscos que me separaba a la cima. A partir entonces, la traza se difumina bastante pero unos hitos marcaban el mejor paso.

Los últimos 8 ó 10 metros previos a cresta son de roca, aunque la subida es tendida y, si apoyé las manos un par de veces, fue por comodidad más que no por necesidad.

Eran las diez de la mañana cuando gané la arista cimera, a pocos metros del hito cimero del Torreón. Me encontré ante la tremenda caída de la cara norte. Mirando abajo, al pie de una arista, el verde mar del pinar que da nombre a este cordal, rodeado de montes entre los que destacan el Zafalgar y la doble cumbre de Lagarín y Almenilla. También Mágina y Sierra Nevada se llegaban a distinguir en el horizonte, medio confundidas con la bruma. A la izquierda,...

... una cuerda ancha pero bastante movida, hacia la Peña del Águila, de la cual se desprendían al norte...

... aristas atrevidas, pero con aspecto de ser bastante abordables, por cuyas partes bajas...

... circulaban girones de nube que hacían aún más sugestiva su visión.

Al sur, la perspectiva es amplísima; aparte de los montes cercanos,...

... sucesivas líneas de sierra se extendían hacia el mar, hasta la silueta característica del pico de los reales de Sierra Bermeja, la montaña de Estepona. Y entonces me fijé en una sombra puntiaguda a la derecha;...

... el Peñón de Gibraltar y, al fondo, la silueta del Yebel Musa, o Mujer Muerta que le llaman los ceutíes... a más de 100 km.

Al este, hacia el Pico San Cristóbal, sobre la cresta de la sierra, la silueta chaparra de la Sierra de las Nieves, que es lo más alto de los alrededores, pero no se puede decir que lo más airoso. Bueno, tiene otras virtudes.

Bajando la vista, la bien llamada Caída de la Sierra de Pinar. Y más aristas, y espolones, y la cara rocosa del San Cristóbal. Es una pena que esté tan restringida la circulación por esta sierra. Aunque es bonita, la senda “oficial” sabe poco ante todo esto.

Aunque el día no pintaba mal, no debía eternizarme y, tras 45 minutos en cumbre, emprendí el descenso. El tiempo se había portado bien y parecía que Grazalema me había reservado una mañana magnífica; estaba en una isla soleada que poco a poco cercaban las nubes.

La vuelta la realicé por el mismo camino; la autorización es para subir por la senda y está prohibido abandonar la traza. En el portillo del vallecito colgado, parecía que las nubes llegaban. Pero no; era un simple efecto de la perspectiva, así que...

... el sol me acompañó hasta llegar de vuelta al Campo de las Encinas, pasadas las once y media. Una vez en el coche, no tardé 10 minutos en estar bajo las nubes; en menos de media hora, ya llovía y así estuvo, cayendo agua, hasta que llegué a Madrid. Para no creerse el día de montaña que me tocó en suerte.

Comentarios