Pica Turbina (1.317)

ASCENSIÓN DESDE EL SUR

IDA Y VUELTA POR LA RUTA NORMAL

Entre los Picos de Europa y el mar se extiende, a lo largo de 30 km, la Sierra de la Cuera. Se trata de una loma caliza de flancos empinados pero con una extensa culminación, sobre la cual se elevan multitud de pequeñas prominencias; la más alta es la Pica Turbina. Pese a su modesta altitud, es una montaña destacada, sin duda el mejor mirador sobre los tres macizos de los Picos de Europa. Otro atractivo es su tremenda karstificación, que se manifiesta sobre todo en el lomo de la sierra; encontré allí campos de dolinas como no he visto en otro lugar. En resumen, un paraje sorprendente y un balcón al que ningún montañero debería dejar de asomarse.

Una vez aproximados hasta el paraje de Trebes, que es el lugar más alto de la vertiente sur accesible en vehículo, se trata de ir y volver por la senda que alcanza la cumbre misma.

Vista desde el sur, la cresta de la Sierra de la Cuera, con la Pica Turbina hacia el centro, destaca contra el fondo de nubes

SITUACIÓN:

  • Zona: Cordales Asturianos (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra de la Cuera
  • Base de partida: Rozagás (Asturias)
ACCESO: La población de Rozagás, perteneciente al concejo de Peñamellera Alta, está situada en la comarca del Oriente Asturiano de la provincia, en la vertiente sur de la Sierra de la Cuera, cordal situado al norte de los Picos de Europa y de la divisoria cantábrica, paralelo a ésta. El lugar más conveniente para iniciar la excursión es la Cabaña de Trebes, situada unos 3,5 km del pueblo, remontando la ladera de la sierra. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 690 / 1.317
  • Mi tiempo efectivo: 2h30
  • Mi tiempo total: 3h40
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario señalizado, por senda o terreno cómodo.
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En Trebes, tomar una senda que sale de la pista que recorre la vertiente septentrional de la sierra, remontando a la izquierda (NO) la ladera. Tras ganar el cordal en Concha Gobiu, seguir hitos y marcas de pintura para rodear por el sur y el este la Peña Llacia, pasando por la Majada Rozagás. A continuación, dirigirse al NE, manteniendo cota entre cuetos y depresiones, al collado de Cabeza Terrenosu, y girar allí al N y para subir directamente por el lomo a la Pica Turbina. Retornar por el mismo camino a Trebes.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ningún montañero que haya recorrido los Picos de Europa, o se disponga a hacerlo, debería dejar de visitar la Pica Turbina, para hacerse cabal idea de su estructura. Y la ascensión, no siendo sino un paseo, también tiene su atractivo en lo peculiar de algunos de los parajes recorridos. La única precaución a tener es con niebla; el terreno es muy confuso y, de perder la traza, no será fácil orientarse en el extenso y accidentado cordal.

RELATO GRÁFICO:

Pasadas las nueve y media de una mañana limpia y despejada de finales de otoño estaba en Trebes, majada situada en un rellano, a media altura de la vertiente septentrional de la Sierra de la Cuera. Desde allí, inicio de la ascensión, veía al sur las quebradas cresterías de los macizos central y oriental de los Picos de Europa. El día se presentaba tan bueno que podría haberlo dedicado a otra cumbre de más porte, pero a la Turbina, como gran mirador, hay que subir con tiempo claro.

Comencé a caminar por la continuación de tierra de la pista de cemento por la que había llegado en coche. Este carril atraviesa al este la ladera de la sierra, hacia unas antiguas minas, pasando al pie de unos resaltes calizos, donde me llamó la atención una atrevida aguja plantada en mitad de una canal herbosa. La verdad, me vi tentado de ir hacia allí y probar una subida más directa y aventurera pero, siendo primera visita a esta sierra, preferí ceñirme a la ruta normal. Al terminar de rodear la cerca de piedras de Trebes, dejé la pista por una senda que sale a la izquierda (NO) y sube...

... en lazadas hacia un pasillo de hierba en las paredes que defienden el cordal. La pendiente es intensa, pero la senda está bien trazada y la subida no se me hizo penosa, con lo que pude...

... recrearme con las amplias panorámicas que poco a poco iba descubriendo. A mi izquierda, la Peña Santa, asomando sobre Cabezo Lleroso y los verdes prados de la curva del Cares, mientras que, al otro lado, veía...

... el valle del Jano y la silueta airosa de la Peñamellera. 

Sobre mí se elevaba una vistosa pared multicolor, que el trazo me llevó a dejar a la izquierda para...

... alcanzar el cordal en la Concha Gobiu, gran dolina encajada bajo la Llacia del Gobiu, que atravesé tras cruzar una portilla.

Aunque el trazo no estaba tan definido como antes, era lo suficientemente claro como para seguirlo; comencé además a encontrar hitos y marcas de pintura que ayudaban a resolver las dudas.

Bordeando dolinas, fui rodeando la Peña Llacia, siguiendo el límite de la culminación de la sierra, hacia unos árboles que veía a la derecha.

Entre ellos estaban las cabañas de la Majada Rozagás. Allí la ruta gira a la izquierda, adquiriendo dirección noroeste para...

... adentrarse en el accidentado lomo, plagado de dolinas y prominencias, que la senda iba evitando a fin de mantener cota.

A punto de dejar atrás la Peña Llacia, asomó por una collada la cumbre y, sobre ella, lo que parecía un hito. En realidad es una caseta, pequeña pero no tanto, que me hizo estimar mal la distancia que me quedaba. Tras cruzar el paso,...

... atravesé manteniendo cota la cabecera del Barranco de Turbina, hasta el collado que veía a la derecha de la cumbre. Al llegar al mismo, junto al hombro llamado Cabeza Terrenosu, vi al este...

... un campo de pequeñas dolinas a los pies de Cabeza Ledesma, otro de los pequeños cerros que salpican el cordal. Giré a la izquierda (N) y...

... emprendí la subida final a la cima, directamente por el lomo, aunque a punto de culminar la senda me llevó a rodear el pico por la izquierda, llegando al mismo por la vertiente opuesta.

Volviéndome, podía ver, aparte de los omnipresentes Picos de Europa, el terreno por donde había llegado. No había sido consciente hasta entonces de la extrema karstificación del mismo. Recuerdo que hace pocos años, cuando visité el calar del Mundo, leí que se trataba de la mayor concentración de Dolinas de España; esto lo supera, si no en número, sí en densidad. No recuerdo haber visto antes un paraje así, con los prados plagados de hoyos cónicos, sus bordes separados a veces por apenas un metro. Sobre ello, fijando la vista en el horizonte, me llamó la atención...

... el bonito par de siluetas triangulares de Torre Cerredo y el Pico de los Cabrones, gemelas desde allí.

Como ya dije, llegué a la cumbre de la Pica Turbina tras rodearla por el oeste y ganar una collada entre la cima principal y la norte, donde están la cruz y el buzón, pese a ser un metro más baja. Eran las doce menos diez y soplaba un vientecillo sutil pero frío que, si al principio se aguantaba bien, terminó por helarme. Aun así aguanté una buena media hora, fascinado por las vistas, tanto las espectacularidades ya citadas, como por los peculiares lomos calcáreos que coronan la Cuera a uno y otro lado. Al oeste, al fondo,...

... llegaba ver otro cordal asturiano, modesto pero notable; la Sierra del Sueve.

Antes de marcharme, visité también la cima septentrional donde, junto a los ya mentados cruz y buzón, encontré un extraño artefacto de láminas metálicas curvas que, supongo, debe ser alguna escultura alegórica a algo que se me escapa. Pero asomarse al norte es encontrarse con la costa cantábrica casi al alcance de la mano. Y nada contrasta tanto con el mar como...

... las torres y aristas de los Picos de Europa que seguía viendo más allá del pico principal.

Al este, a la derecha del cordal de la Cuera, también era fácil identificar...

... la silueta del Cornón de Peñasagra recortada sobre una sucesión de crestas al contraluz y...

... del Andara, el modesdto y oriental de los macizos de Picos de Europa.

A las doce y cuarto dejé la cumbre para volver por el mismo camino. Poco hay que reseñar de este regreso.

Si fue plácida la travesía del lomo de la sierra, apacible fue el descenso de la ladera con el valle extendiéndose a mis pies.

Ahora, las sombras marcaban otras formas en la pared que me ya llamó la atención a la subida.

A la una y diez llegué a Trebes, desde donde, sin el sol de frente, podía distinguir mejor la aguda pirámide de la Peñamellera, que da nombre a la comarca.

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