Turó de l' Home (1.708)

ASCENSIÓN DESDE CAMPINS

POR LA CRESTA DE LES CASTELLETS A LES AGUDES (1.705)

El Turó de l’Home es la cumbre más alta del Montseny y de la Cordillera Costera Catalana. Culmina un gran macizo aislado entre las provincias de Barcelona y Gerona, mirador fantástico del Pirineo oriental. De cresta anchísima y vertientes suaves, prosperan en sus laderas magníficos hayedos por debajo de los pastos y el matorral de la cresta. Ese entorno ha propiciado que numerosas sendas e incluso carreteras trepen hasta la cima misma de la sierra y este monte haya acabado convertido casi en parque urbano. Pero, saliéndose un poco de las rutas habituales, aún se encuentra una relativa soledad en algunos rincones bravíos, donde altas paredes y crestas accidentadas se yerguen sobre los barrancos.

La ruta consiste en recorrer la parte más alta de la cresta del Montseny. Para ello, se accede a la misma por Les Castellets, que es la arista norte de Les Agudes, pico situado en el extremo de la cresta opuesto al Turó de l’Home, que se alcanza a continuación por la cuerda. El retorno se hace atravesando la boscosa vertiente oriental del macizo, en un itinerario relajado por caminos.

Llegando a Les Agudes, el Turó del Home asoma a la derecha, al final de la cresta culminante del macizo

SITUACIÓN:

  • Zona: Montseny (Cadena Costera Catalana)
  • Unidad: Macizo del Montseny
  • Base de partida: Campins (Barcelona)

ACCESO: Campins es un municipio situado en el este de la provincia de Barcelona, en la comarca del Vallés Oriental y constituye la puerta meridional de entrada al Montseny. Para llegar al punto de partida de la ruta, hay que salir del pueblo por la carretera BV-5114 que, por Santa Fe del Montseny, atraviesa el macizo hasta Viladrau y circular por ella unos 20 km, hasta una pequeña explanada a la derecha, situada entre los puntos kilométricos 25 y 26. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese lugar en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.227 / 1.708
  • Mi tiempo efectivo: 3h30
  • Mi tiempo total: 5h00
  • Dificultades: PD. Muchas trepadas cortas de I (hasta 30 m), II (15 m) y II+ (8 m)

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del pequeño aparcamiento del K.25 de la carretera BV-5114 por un camino que sube al oeste y gana la cresta de la sierra cerca del Pla d'en Jep Xic. Girar a la izquierda (SE) y seguir la senda que recorre el cordal, pasando el Coll Saciureda de Dalt, antes de encaramarse a la cresta de los Castellets (F) en el collado posterior a su primera cota. Dejar la senda y avanzar por el filo, superando cortas trepadas, hasta Les Agudes (PD). Proseguir por la cuerda, pasando por el Puig Sacarbassa (F) y el Catiu d’Or, hasta la cumbre del Turó de l' Home.

Bajar al sureste y tomar, en el Coll Pregón, la senda que desciende en diagonal a la izquierda (NE). Seguir recto cuando gira a la derecha, para trasponer el Serrat de les Saleres y entrar en el barranco siguiente. Descender por el mismo camino, cruzando el cauce y dejando atrás desvíos, hasta desembocar en una senda horizontal. Tomarla a la izquierda (N) para atravesar la ladera del Mal Pas. En sendas bifurcaciones por en el Porrassar de Dalt, seguir primero por la izquierda y luego por la derecha (NE), para alcanzar la Jaça de les Eugues. Cuando el camino parece esfumarse en el Sot d’Orelles d’Os, atravesar el cauce manteniendo cota para encontrarlo de nuevo al otro lado. Tras dejar atrás otro desvío,  se llega al Coll Saciureda de Dalt, de donde se vuelve a la carretera por el mismo itinerario de ida

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión bella y divertida que, a diferencia de la ruta normal, está a la altura de la relevancia del Turó de l’Home. Combina un recorrido panorámico por cresta con un reposado paseo a través del bosque al regreso e incluso ciertas emociones aéreas subiendo a Les Agudes, cresta que, sin ser un itinerario de dificultad, tiene bastante trepada y algún pasaje vertiginoso. Con una longitud media, creo que está al alcance de la mayoría de montañeros con algo de experiencia, seguros en las trepadas fáciles y sin una exagerada aprensión al vacío. Francamente, salí encantado, a pesar de que las nubes me hurtaron las vistas de medio horizonte.

RELATO GRÁFICO:

A las nueve y media de una mañana fría y despejada, comencé a caminar por el camino que se interna en el bosque frente al pequeño aparcamiento que hay entre los puntos kilométricos 25 y 26 de la carretera BV-5114. Subiendo suavemente bajo las hayas peladas, llegué enseguida al cruce con otro carril, más ancho, donde proseguí por la derecha (SO).

Al alcanzar el lomo de la sierra y salir del bosque, mi camino desembocó en otro que recorre el cordal. Lo tomé a la izquierda (SE), llegando enseguida al rellano de Pla d'en Jep Xic, a la vista de Les Agudes.

Este sendero es más estrecho que el del bosque y está marcado con manchas de pintura roja. Me llevó, alternando tramos de matorral y bosque, hasta un segundo rellano, desde donde, mirando atrás, podía ver el Matagalls sobre la vegetación circundante.

Luego, tercer rellano, el Coll Saciureda de Dalt, donde arranca la cresta de los Castellets, cuya primera prominencia distinguía entre las ramas de los árboles.

También, al norte, las nieves del Pirineo.

Dado que el lomo septentrional del primer Castellet, además de empinado, estaba cubierto de vegetación muy densa, no me encaramé directamente a la arista sino que continué por la senda, que me llevó por su flanco derecho del cordal.

Tras rodear esa primera punta, subí por un tubo pedregoso a un collado, el primero de la cresta de los Castellets. Salí del mismo por una repisa, de nuevo por la vertiente derecha. Las marcas rojas me llevaron a continuación a superar unos bloques (I), alcanzado de nuevo la arista.

En ese momento abandoné la senda, trepando por el lomo rocoso que subía a mi derecha (II).

Superados unos 15 m, alcancé lo alto del cueto y...

... pude ver lo que me quedaba hasta lo que creía Les Agudes, en realidad su antecima norte: dos o tres Castellets y un lomo empinado donde se mezclan hierba y roca.

Pocos metros por debajo, transcurría la senda de la ruta normal que, si yendo por arriba la dificultad es escasa, es allí nula.

Fui trasponiendo pequeñas elevaciones, mediante subidas y bajadas que no superaban el II grado ni los 15 m de altura.

Tras la tercera de ellas, me encontré frente a un lomo más alto a cuyo pie cruza la senda para ascender por el lado izquierdo. Yo, por mi parte, trepé directamente, más o menos por la arista, aunque rodeando los tramos de hierba o matorral. La roca es segura, está llena de apoyos y la exposición nunca es fuerte. Tras superar este tramo, el más largo pero fácil y juguetón (I / 30 m), llegué...

... a un rellano desde el que, al volverme, esperaba ver la cresta que llevaba pasada. Pero no como estaba, velada por nubes bajas que añadían un toque de misterio. No abandonarían el Montseny en todo el día pero sin llegar a molestar y, si bien a veces quitaba claridad a las vistas, otras las hacían mágicas.

A mi derecha, llevaba ahora la cabecera boscosa de la Riera de Sant Marçal, en cuyas partes bajas aún conservaban las hayas algún follaje.

Por delante, tras un trecho casi horizontal de arista, el terreno volvía a empinarse conservando la tónica de hierba y roca mezclados. El arranque de esta nueva subida era...

... otro largo tramo de I grado, tras el que...

... la vista atrás empezaba a ser realmente impresionante. Mientras las nubes seguían jugando con la cresta, si elevaba la vista,...

... las nieves del Ripollés y el Canigó blanqueaban un horizonte azul. Un lujo de subida, creo que bastante más emocionante que ir por la senda.

En el entorno cercano, a mi izquierda veía otra arista magnífica, convergente con la mía, sobre la Riera de les Truites.

Tras otro rellano, me encontré frente a una nueva subida, donde la roca predomina claramente. A partir de ahí, fui encontrando de vez en cuando marcas amarillas señalando el paso más conveniente para superar algún resalte.

También, los dos pasos más difíciles. Primero, un corto diedro de II+ y 4 m de altura.

Luego, la salida de una horcada previa a la antecima norte de Les Agudes (II+ / 8 m). Tras superar ese obstáculo,...

... empecé a ver a la derecha la cumbre de la sierra, más allá de una suave arista. 

Y otra mirada atrás.

Tras un corto tramo de arista, horizontal y una breve subida final, todo ello carente de dificultad,...

... llegué a Les Agudes a las once y veinte de la mañana, con las nubes cerradas al este de la sierra, pero...

... la loma despejada. Atrás quedaba una trepada divertida en un ambiente bellísimo, que había superado todas mis expectativas. Apenas estuve diez minutos en esta punta antes de reemprender camino hacia la cumbre, siguiendo la senda que recorre la cresta de la sierra y que abandoné en el primer collado para...

... seguir a plena arista, ganado mediante una fácil trepada (I / 12 m) el Puig Sacarbassa.

Como venía haciendo desde el inicio, había decidido completar el recorrido hasta el Turó de l’Home manteniéndome en la divisoria. Y merece la pena pues, sin plantear apenas dificultades ni incomodidades extras, se gana en panorámicas.

Desde esa punta secundaria, una corta bajada por su lomo suroeste, tan suave como abrupto es el flanco opuesto, me llevó a un collado donde me crucé de nuevo con la senda antes de proseguir por un lomo todavía más ancho y suave. Por él llegué al Catiu d’Or, modestísima punta secundaria que, en días más despejados puede que tenga las mejores...

... vistas hacia la vertiente de La Tordera.

Bueno, realmente debí pasar por su cima porque recorrí la arista pero, entre tanto pequeño sube y baja, es difícil saber cuál es el punto más alto del Catiu.

A continuación, un descenso corto por terreno cómodo me dejó en el Coll Sesbasses, de donde arranca la subida final, por camino amplio, marcadísimo y transitadísimo, a la cima del Montseny.

A las doce y cuarto llegué al Turó de l' Home, urbanizada cumbre, donde llega una carretera, se levanta una casa y me encontré con una multitud. Las nubes se habían ido cerrando en torno a la montaña durante el recorrido por la cresta, pero esta se mantenía aún despejada, dejándome ver la llana Serra del Sot Mal, que había recorrido desde Les Agudes. Sobre la misma, llenaban el horizonte las montañas del Ripollés, destacando...

... en ambos extremos las moles del Puigmal y el Bastiments.        

Más a la derecha, tras el boquete de la cabecera del Ter, el Canigó se elevaba magnífico.

Contrastando con ese panorama, las nubes ensombrecían el llano más allá del cóncavo oriental del Montseny.

Estuve media hora en la cumbre, antes de emprender la vuelta, comenzando por bajar al sur, hacia el vecino Coll Pregón. Giré allí a la izquierda (NE) para...

... un camino señalado con marcas de GR, que corta en diagonal la vaguada de ese lado y estaba muy transitado. Me aparté de la caravana en la primera curva a la derecha, donde continué recto por...

... una vereda menos marcada pero cuyo trazo claro de distinguía bien en el monte bajo. Mi nuevo camino estaba marcado con unas manchas de pintura roja, medio borradas pero aún visibles.

Al sobrepasar el espolón del Serrat de les Saleres, entré en la cuenca del Sot de la Jaça d’en Pla, cubierto de hayas. Tras una fuerte bajada en diagonal a la izquierda, llegué al bosque. Pese a que los árboles habían perdido su follaje, no dejaba de tener encanto la luz del sol filtrándose entre las ramas desnudas, salpicando de manchas brillantes la alfombra rojiza de hojas caídas. La senda me llevó al extremo de una pista, por cuyas lazadas descendí cómoda y parsimoniosamente a través el hayedo.

De vez en cuando, un claro en el ramaje me dejaba ver alguna cresta próxima.

Ahora, convenía ir con el mapa a mano y prestando atención a las marcas de pintura para no despistarse en el dédalo de caminos que sigue. En el primer cruce, seguí por la izquierda (NO), para ir a cruzar el cauce seco del barranco y continuar el descenso, más suave ahora, por la otra vertiente. Luego dejé atrás un par de desvíos a la izquierda, en el último de los cuales cambié la pista por una senda estrecha pero clara, que terminó desembocando en otro camino más ancho. Lo tomé a la izquierda (E) y fui cruzando barrancos y espolones mientras recorría horizontalmente y luego en ligera subida la ladera del Mal Pas.

Justo antes del cruce del Sot de la Font del Porrasar, me encontré un senderillo muy señalizado, que entra en el camino por la izquierda y sale por la derecha unos metros más allá. Sin tenerlo en cuenta, continué recto y crucé el cauce pedregoso del barranco que, a diferencia del resto, llevaba al menos un hilillo de agua.

Yendo hacia el espolón subsiguiente, pasé dos bifurcaciones muy seguidas, donde tomé respectivamente los caminos de la izquierda y la derecha (NE en ambos casos). Al salir al Porrassar de Dalt, me encontré con la cresta de los Castellets asomando entre las copas peladas. Había en este lomo otra bifurcación, de la que salí por la derecha (N).

Al desembocar en otro cruce, en la Jaça de les Eugues, giré a la izquierda (O) y, al pasar el recodo inmediato, se me descubrió, no ya la cresta entrevista de antes, sino el impresionante cuadro de Les Agudes dominando el bosque. Casi me costó creer que esa arista era la misma que había recorrido esa mañana, aún más impresionante desde aquí que cuando estás trepando por ella.

A continuación, fui cruzando una porción de pequeños barrancos, todos sin dificultad, excepto el último, el Sot d’Orelles d’Os, donde el camino se estrecha mucho y se torna borroso. Para cruzar el cauce, húmedo y hondo, bajé junto a un bonito resalte de roca cubierta de musgo.

Una vez abajo, la salida es empinada, en algún momento vertiginosa y no se ve senda por ningún sitio... pero es indudable. Sólo hay un trazado que, aprovechando estrechas cornisas de tierra, permite dejar el barranco sin trepar. Además, me encontré un hito a la salida, junto a la reaparición de la senda que, horizontal, cruza el espolón que limita el tajo.

El camino se hizo de nuevo ancho mientras recorría horizontal la ladera boscosa, a la sombra de Les Agudes. Por aquí, me llamó la atención el bonito espolón de roca dorada que, surgiendo de un colorido bosque, exhibe un cerrillo del reborde exterior de la sierra, visto a través de un hueco en los árboles. Quizás sea el Turó de Grenys y, en todo caso, ilustra una vez más que la altitud y la belleza no siempre van unidas.

Esta última parte del retorno estaba siendo realmente bonita y me alegré de haber dado este rodeo en vez de volver del Turó de l’Home por lo más corto. Tras dejar atrás el enésimo desvío y cruzar algún lomo más, terminé saliendo al Coll Saciureda de Dalt, donde reencontré el itinerario de subida que, tomado en sentido opuesto (N), me llevó por terreno conocido hasta...

... la carretera, frente al lugar donde había dejado el coche. Pasaban minutos de las dos y media de la tarde y la luz del sol rozaba apenas la copa de las hayas en esta umbría dominada por la masa formidable de Les Agudes.

Comentarios