OTROS
DATOS:
- Cota mínima / máxima: 1.450 / 2.068
- Mi tiempo efectivo: 03h00
- Mi tiempo total: 03h50
- Dificultades: F en las condiciones del día (nieve
dura, prácticamente continua a partir de los 1.750 m de altitud). Pendientes heladas de
hasta 35º.
Mapa
tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA
LA RUTA: Salir del
extremo norte de La Cueta, por la
pista que remonta el Barranco de las Borras, siguiéndola hasta las cercanías de
la Majada Chagüezos. Abandonarla por
la derecha (N), dirigiéndose directamente a remontar las pedreras que se ven a
la izquierda de la pared. Subir en diagonal izquierda hasta sobrepasar la
vertical del pico, girando entonces a la derecha (E) para entrar en un breve
corredor de pendiente moderada. Al salir del mismo, girar de nuevo a la derecha
(S) para alcanzar la Peña Chana (F).
Seguir la cuerda al SE y,
cuando se divide, bajar por el tubo formado en medio hasta el Collado Sobre el Agua. Girar a derecha
(SO) y tomar la senda que desciende por la vaguada hasta los prados de Las Borras. Poco después, esta vereda
se encuentra con la pista por donde comenzó la excursión y sólo quedará
regresar por ella a La Cueta.
Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Ascensión
corta y entretenida en un entorno maravilloso. La dificultad, incluso con
nieve, es pequeña, pero las emociones están aseguradas por la vista de las
montañas alrededor y el carácter rocoso de la propia Peña Chana. Y es que la
Babia parece no tener fin: cada nuevo pico es un descubrimiento.
RELATO GRÁFICO:
Tras atravesar
La Cueta hacia el norte, dejé la población por la pista que remonta el Barranco
de las Borras, adentrándose en la Sierra de Llagüezos. Aún hacía unos cuantos
grados bajo cero pese a ser más de las diez y media de la mañana y, aunque el
cielo estaba casi todo azul, algunas nubes amagaban con pasar la cresta de la
cordillera desde el norte.
Tras
subir muy suavemente un rato, la pista cruza el torrente y gira a la izquierda
(NO), dejando...
... a la
derecha el Collado Sobre el Agua, por el que pasaría luego, de bajada.
Entré así
en el Valle de Llagüezos, donde empecé a pisar nieve, blanda pero con poco
espesor, y a caminar bajo el sol; un alivio tras el frío de la umbría. Al
cruzar el cauce, pasé junto a una cabaña abierta, pequeña y espartana pero en
buenas condiciones. El camino emprendió luego la subida de una loma trasversal.
Al llegar a lo alto de la misma, vi a mi derecha (NE)...
... un
gran llano con una cabaña más rústica al fondo. Es la Majada Chagüezos, al pie
mismo de la cara sur de la Peña Chana; dejando el carril, caminé hacia ella.
Allí, a 1.770 m de altitud, comenzó la corta pero intensa ascensión. Remonté en
diagonal la empinada pedrera que hay justo detrás de la cabaña, dejando a la
derecha un gran resalte en la base de la vertiente. No había traza de senda ni
hitos pero los cantos eran bastante estables y, la subida, razonablemente
cómoda. Llegué así a un breve rellano al dejar atrás el roquedo. Desde allí
veía a mi izquierda,...
... a
través del Collado del Muñón, los altivos picos de la mitad occidental de esta
sierra, que rodean la cabecera de la Salgada. También me di cuenta que estaba
acompañado: dos montañeros venían de allí; convergiendo su camino a la cumbre
con el mío, coincidiríamos en el corredor final.
A
continuación, cambió la dirección de la pendiente y atravesé, ganando desnivel
poco a poco, una rampa lateral cuya pendiente no llegaba a 30º, pero donde, con
los guijarros sobresaliendo de la nieve, tuve que poner cuidado al caminar.
Por
entonces se descubrió, allá en la Laciana, la arista nordeste del Cornón de
Peñarubia, oculta hasta entonces por las nubes. ¡Qué recuerdos! Años atrás, su
recorrido me pareció un paseo celestial.
Desde un
segundo rellano en la base de la pirámide cimera, mirando atrás, podía
contemplar todo el recorrido desde La Cueta, bajo los Picos Blancos.
Recorrí esa
terraza hacia el fondo, dejando a la derecha las paredes bajo la cumbre. Por aquí
comencé a encontrar hitos y mi camino se cruzó con el de la pareja de
montañeros que había visto antes. Al llegar a la base de la rampa de cantos, derivé
poco a poco a la derecha, hacia...
... un
corredor, todavía invisible pero delatado por las sombras. Ya en su vertical,
giré a ese lado decididamente (E) para...
... encarar
el pasillo. La pendiente, que había aumentado en el cono de acceso hasta los
30º, supera poco esa cantidad dentro...
... del
tubo, que es ancho y regular a lo largo de los 40 m de desnivel que salva.
Por
encima del corredor, el terreno se abre en embudo bajo la cresta de la sierra. La
cima de la Peña Chana está ligeramente desplazada al sur de la divisoria y,
para alcanzarla, derivé a la derecha (SO) por donde mejor me pareció hasta dar
en ella. Eran las doce y media cuando pasé entre el hito y la cruz que allí se
alzan para...
... asomarme
a la vertiente sur y contemplar las casas de La Cueta brillar en la confluencia
del Barranco de las Borras con el joven Río Sil, bajo un horizonte que llena la
Sierra de Gistreo. A través de un collado en ella, llegaba a distinguir una
gran loma blanca: el Teleno. A la derecha,...
... al oeste,
veía ahora con más perspectiva el cuenco de la Salgada, dominado por la peña
homónima y el Miro. Otro día tendré que subir por ese lado, desde Asturias y de
paso, recorrer...
... la
afilada mitad occidental de la cresta de Llagüezos. Charlando con los dos
montañeros que encontré a la entrada del corredor, me enteré de que habían
subido precisamente por ahí desde el Valle de Lago, aunque en el Collado del
Muñón decidieron rodear la cresta por las terrazas del sur, pues la nieve
fresca hacía delicada la arista.
En
dirección contraria, pese a las nubes móviles, llegué a ver los Picos Albos, intuyendo
detrás las Ubiñas, y...
... el segmento
de divisoria entre el Morronegro y la Peña Orniz.
Pero no
era cuestión de pasarse de tiempo, pues al cabo de un cuarto de hora, las nubes
empezaron a cercar la peña Chana, tapando casi todos los montes de alrededor e
invadiendo la cresta oriental, por donde pensaba volver.
A la una
ya había bajado de la pirámide cimera y, de vuelta a la cresta que la une a la
divisoria, giré a la derecha (SE) y empecé a recorrer el cordal por su flanco derecho.
El
terreno tiene una inclinación lateral ligera y, en el pedregal que se marcaba
en la capa de nieve, se distinguía la traza de una senda, que me hizo cómoda la
progresión.
Luego, la
arista se afila, aunque nunca llega a ser aérea. Pensé en asomarme a la
izquierda, a la vertiente norte, pero, como no hubiera visto nada, lo dejé para
otra ocasión.
Poco más
adelante, el cordal se bifurca y cae más empinado. Entonces, siguiendo el trazo
mencionado con cuidado, pues no estaba muy claro por esta zona, entré en el
tubo entre ambos brazos. Tenía, delante y a la izquierda, la referencia de tres
prominencias bastante destacadas, la más baja de las cuales es la Peña Sobre el
Agua; en el collado que adivinaba justo más allá de la misma, debía dejar la
cresta.
El
barranco es amplio, de pendiente moderada, y carece de obstáculos relevantes.
Parecía desembocar en un llano al pie de...
... los
Picos Blancos, cuya cumbre se descubrió a medida que bajaba, mostrando una
bonita cuenca.
Finalmente,
llegué ante el Collado Sobre el Agua. A la izquierda, al norte, el panorama era
un sombrío muro gris oscuro, con alguna peña destacando como una sombra más
oscura.
Afortunadamente,
mi camino iba hacia el otro lado, así que giré a la derecha para cruzar la
horcada meridional de este doble collado y tomar el camino que...
... se
dirige al sur, con la vista puesta en el Muxavén, que mostraba sus grandes
llambrias espolvoreadas de nieve. El sendero me fue llevando en suave descenso,
durante el que pasé por...
... un
breve rellano herboso, que es la laguna que viene marcada en el mapa. Me temo
que debe hacer mucho que no existe.
En los
prados de Las Borras, confluyen el valle de Llagüezos y el torrente que seguía
para formar el barranco del mismo nombre. Al otro lado va la pista por donde
había subido esa mañana pero yo me mantuve en la vertiente izquierda del cauce,
siguiendo el mismo camino que tomé en el collado. Volví a tener la Peña Chana
al alcance de los ojos, aunque entonces no se veía mucho de ella, velada de
nubes hasta media altura de la cara sur.
Poco más
adelante, desemboqué en el carril inicial sin necesidad de cambiar de orilla y,
por él, regresé a La Cueta, donde entré a las dos y cuarto de la tarde,
llegando de nuevo también el sol.
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