Anboto (1.331)

ASCENSIÓN DESDE ARRAZOLA

ARISTA NE

El Anboto es el pico más alto de los montes del Duranguesado, alineación caliza que corre al sur de dicha población vizcaína, formando el tramo del Arco Vasco entre los valles del Arratia y el Deva. Es una montaña muy hermosa: contemplada desde lejos, aparece como una altiva pirámide caliza, de líneas elegantes y limpias; a sus pies, si se eleva la vista sobre los brillantes prados y hayedos circundantes, impresionan los pulidos lienzos que defienden su cresta. Pero, pese a tan fiero semblante, se encuentran en las vertientes de esta montaña varias rutas de baja dificultad, pero gran espectacularidad y sabor alpino.

La subida por la arista noreste es fácil, pero espectacular por su carácter empinado y directo. La aproximación más lógica es desde el pueblecito de Arrazola, adonde volveremos, tras descender por la arista sur, siguiendo el curso del barranco Errekaundi; es decir, por la ruta normal de esa parte. De paso, sendos pequeños desvíos nos permitirán visitar dos curiosidades de esta montaña: la cueva de la Mari o Dama del Anboto, a la subida, y el Ojo de Eskillar, a la bajada.

Vista desde el sureste, la pirámide rocosa del Anboto surge de la niebla. Se pueden observar las aristas de subida y bajada

SITUACIÓN:

  • Zona: Arco Vasco (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Cresta del Duranguesado
  • Base de partida: Arrazola (Ávila)
ACCESO: La anteiglesia de Arrazola pertenece al municipio vizcaíno de Achondo situada en el sureste de la provincia, al pie de la vertiente nororiental del largo cordal de los montes del Duranguesado y cerca de su extremo meridional. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 235 / 1.331
  • Mi tiempo efectivo: 5h01
  • Mi tiempo total: 5h43
  • Dificultades: F. Muchas trepadas cortas (I grado) y un paso horizontal expuesto.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Arrazola en dirección sur y tomar a la derecha (SO) la pista que lleva a Atxekoa. Coger a la izquierda (E) un camino al final del asfalto y dejarlo enseguida por una senda a la derecha (SO), que remonta en diagonal la ladera. Al llegar al pie de la arista NE, dejar el trazo por la derecha (O) para remontarla, superando cortas trepadas con poca exposición. En una collada hacia los 1.150 m de altitud, dejar la subida, entrar en la cara oriental a través de una cueva y atravesarla por una estrecha repisa, vertiginosa pero objetivamente fácil, hasta una segunda cavidad, la Cueva de la Dama del Anboto (F). De vuelta en la arista, continuar subiendo hasta llegar a la cima del Anboto (F).

Bajar caminando, con algún destrepe corto y fácil, a la derecha del lomo meridional. Tras pasar junto al Ojo de Eskillar (F), el descenso culmina en el collado de Zabalandi. Tomar la pista que lo atraviesa a la izquierda (SE), seguirla hasta el entronque de la cresta de Ipiztikoarriaga y dejarla por un camino que sale a la izquierda (N) y va por lo alto de la misma. Al poco, entraremos en el barranco de Errekaundi, que descenderemos hasta ir a salir a una pista. Se trata de la misma que usamos al inicio de la ruta y, tomada a la izquierda (O), nos devolverá a Arrazola.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta muy bonita y emocionante; atraviesa bellos parajes y las vistas son extensas ya a media subida. Es asequible, aunque muy empinada, con el único paso delicado del desvío para ver la cueva de la Dama del Anboto, que, aunque es sumamente fácil, resulta vertiginoso y con gran exposición. Una caída resultaría mortal y, por tanto, no se debe acometer con el terreno mojado o si uno se siente inseguro. En todo caso, se podría evitar: esa visita no es obligada para ascender a la cumbre. Sin embargo, merece la pena el desvío, que apenas incrementará en tres cuartos de hora la excursión. Además, el lugar tiene leyenda: es una de las residencias de la Mari, personaje mitológico vasco, que fue diosa o bruja según quien lo cuente.

En el plano práctico, hay que tener en cuenta el calor que se puede pasar en los extensos canchos calizos en días soleados; conviene llevar algo más de agua de lo que solamos para rutas de similar entidad.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar y prepararnos a la entrada de Arrazola, comenzamos la excursión remontando las calles de este pequeño pueblo. Desde el primer momento, íbamos viendo brillar al sol la cumbre del Anboto y la arista nordeste, por la que subiríamos. Al dejar atrás las últimas casas, nos alcanzó el sol y empezamos a sentir calor, pese a ser las ocho de la mañana. En un primer cruce, junto a una casa con piscina, giramos a la derecha (O), por una carretera estrecha, que nos llevó enseguida a Atxekoa. En ese par de casas aisladas, termina el asfalto y tomamos…

… un camino ancho que sale a la izquierda (E). Apenas 50 m más allá, a la altura de otro edificio, dejamos el carril por una senda a la derecha (SO), que cruza una línea de árboles y se lanza ladera arriba en recia pendiente, abriendo hueco entre las zarzas. Comienza la subida.

El valle de Arrazola quedó pronto abajo y pudimos verlo extenderse, como una alfombra verde hacia el monte Oís.

Al desaparecer el matorral, entramos en una extensa rampa herbosa al pie de grandes placas calizas. La remontamos en diagonal izquierda, bastante empinada, hacia la clara referencia de una collada abierta junto a un rodal de árboles aislado, al pie mismo de la arista nordeste. Al trasponerla, entramos en la zona de Ibarra y…

… se extendió ante nosotros una sucesión de crestas a contraluz, donde destacaban el cercano Udalatx y la Sierra de Aizkorri enmarcando un monte muy altivo en el último horizonte: el Beriain. A nuestra derecha, subía…

… una arista ancha, formada por placas de roca de pendiente moderada, con abundantes repisas y chimeneas de hierba. Se podría trepar por casi cualquier lado sin tener que afrontar dificultades o exposiciones notables, pero unas marcas de pintura azul señalan el camino teóricamente más fácil.

Antes de seguirlas, avanzamos un poco más por la senda que se prolonga al sur, para echar un vistazo a la cara oriental de la montaña y el hueco abierto entre las dos aristas que la limitan. Al fondo destacaba una aguja casi irreal y, a su derecha, el Ojo de Eskillar, junto al que pasaríamos de vuelta de la cumbre.

Sin volver atrás, dejamos la senda por la derecha (NO) para remontar el ancho lomo. Buscando el itinerario más accesible, fuimos derivando hacia el lado derecho de la ladera, aprovechando repisas de hierba, estrechas, pero sin dificultad ni exposición.

Así fuimos subiendo por la ladera hasta…

… el filo que la limita por el norte el lomo, bajo el cual habíamos pasado previamente. Allí giramos a la izquierda (SO) para trepar ahora más directamente, encontrando ya algunos cortos pasajes donde hubimos de apoyar las manos (I).

Según remontábamos la arista, cambiando a veces de lado, la roca fue ganando espacio a la hierba y…

… el terreno se empinó, aunque sin oponer mucha más dificultad (I+).

Con la altura, ganábamos perspectiva y terminó de descubrirse la Sierra de Aralar que, junto al Beriain y la de Aizkorri, servían de fondo a los verdes valles que se extendían al este.

Hacia los 1.150 m de altitud, alcanzamos por el flanco norte un rellano cubierto de hierba más amplio, que forma un hombro en la arista. Desde el mismo, vimos al otro lado, en la vertiente oriental, la boca de una cueva. Dejamos allí momentáneamente la ruta a la cima para entrar en dicha cavidad, la cueva Gerriko, que es en realidad un túnel de pocos metros que cruza un espolón y da paso al…

… gran hueco que se abre en esa cara de la montaña. A la salida nos encontramos ante un impresionante abismo.

Un trazo en la hierba nos indicó el camino, obvio por otra parte: una repisa estrecha y vertiginosa, pero carente casi de dificultad objetiva, sale a la derecha y atraviesa horizontalmente la pared del Anboto. El único paso de trepa es un escalón de apenas medio metro, en un paraje impresionante.

Aunque llevábamos cuerda, decidimos no usarla pues unas excelentes presas permiten afrontarlo con seguridad. De todas formas, vimos una argolla junto a la salida del túnel, a la izquierda, que podría servir para montar un pasamanos.

A continuación, seguimos por una repisa herbosa ligeramente inclinada al vacío, que pierde altura suavemente. El entorno es impresionante pero el pasaje no debería presentar problemas a gente sin vértigo, salvo mojado. En ese caso, sería para pensárselo mucho y bien.

Y así llegamos a la cueva de la Dama de Anboto, curiosa cavidad cuyas paredes estaban verdeadas por el musgo. Recorrimos un estrecho pasillo ligeramente descendente hasta salir a un cruce; a la izquierda, …

… una ventana dejaba ver una bonita perspectiva de Beriain y Aizkorri.

Tras la visita a la cueva, regresamos a la arista nordeste, aunque, antes de proseguir con la ascensión, nos tomamos un buen descanso a la sombra de la primera cueva.

El tercio superior de la subida conserva la misma tónica: alternancia de empinadas rampas herbosas y placas calizas fáciles. Aunque no hay exposición, impresionaba mirar abajo, hacia Arrazola.

Aún no veíamos la cumbre, aunque debíamos andar cerca, pues distinguimos, contra el cielo, una figurita humana en lo alto del lomo. Para ir por lo más fácil, nos desviamos un poco a la izquierda, …

… pasando por encima de la cara este, bajo la que veíamos el barranco por el que bajaríamos después.

Al dar con una chimenea herbosa fácil (I), superamos por ella el último resalte, saliendo…

… a la arista cimera en su extremo oriental y dando vista a la vertiente sur de la montaña. A lo lejos, por encima de unos cerros cercanos, se distinguía la Llanada Alavesa.

Recorrimos los pocos metros, de ancho lomo herboso, que nos restaban para…

… la cumbre del Anboto, que alcanzamos hacia las once y cuarto de la mañana. Al suroeste, destacaba la presencia contundente de otra montaña icónica: el Gorbea, cuyas formas masivas contrastaban con…

… la afilada cresta que se proyectaba al noroeste, hacia Elgoin y Alluitz. Aunque el día no podía estar más claro, una nubecilla andaba empeñada en bailar el rigodón con el monte por esa parte.

Tras media hora en cumbre, iniciamos el retorno recorriendo de nuevo la loma hacia el este.

Cuando esta cae bruscamente, giramos a la derecha (S), para bajar por una empinadísima ladera pedregosa, llevando muy cerca a la izquierda la arista sur. Abajo veíamos el collado de Zabalandi, donde queríamos llegar; además, abundantes marcas de pintura señalaban el trazado más cómodo para bajar. De vez en cuando, hubimos de apoyar las manos en algunos escalones, todos cortos y sumamente fáciles (I).

Enseguida, llegamos a un peculiar agujero en la arista: el Ojo de Eskillar. A través de él, contemplamos la parte más vertical de la cara este y, sobre ella, la boca de la cueva de la Dama del Anboto.

Tras la obligada asomada, seguimos bajando. Al perder altura, encontramos terreno más suelto, donde el paso repetido de montañeros había marcado traza. Al volver la vista, impresionaba la gran rampa caliza que defiende la cima por este lado; sobre todo la inmensa llambria de la parte izquierda.

Y así llegamos a Zabalandi, hermoso paraje entre el Anboto y el Izpizte.

Tras una rápida mirada atrás para despedirnos de la cumbre, tomamos…

… a la izquierda (SE) la pista que atraviesa el collado. Ésta nos llevó en suave descenso a través de un hayedo umbrío, especialmente agradable después del calor pasado en la cara sur del Anboto.

Salimos del bosque en el entronque de dos lomas frente al Udalatz. Allí giramos a la izquierda (N), dejando la pista por un camino más estrecho que recorre el cordal de Ipiztikoarriaga.

Desde el mismo, se disfruta de una inmejorable vista de la vertiente suroriental del Anboto, en la que…

… llegan a distinguirse la cueva-túnel y la repisa que conducen a la cueva de la Mari.

Al llegar al pie de las modestas peñas que rematan esta cresta secundaria, el camino giró a la izquierda, entrando de nuevo en el bosque para bajar en lazadas hacia el fondo del barranco Errekaundi. El sendero tiene tramos mejores y peores, pero, en general se baja bien por él.

Una vez junto al cauce, sale del hayedo y gira para seguirlo, cambiando de orilla en busca del mejor paso.

A medio descenso del barranco, la senda se separó del cauce y nos llevó por su ribera izquierda, bajo el Anboto, del que ahora veíamos la cara este.

Tras atravesar un breve pinar, la senda desembocó en una pista, que tomamos a la izquierda (N). De nuevo en terreno despejado, veíamos ahora el lado nordeste del monte, con el lomo por donde habíamos subido. Destacaban la llamativa aguja de la arista este y el Ojo de Eskillar. El nuevo carril nos devolvió a la ruta de subida en pocos minutos, concretamente al cruce junto a la casa con piscina, llegando finalmente a Arrazola hacia las dos de la tarde.

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