Pic Alphose Meillon (2.929)

ASCENSIÓN DESDE PONT D’ESPAGNE

TRAVESÍA DEL VALLE DE GAUBE AL REFUGIO WALLON

Los Picos de Chabarrou son dos cimas de parecida altitud situadas en la convergencia de las cabeceras de los valles del Ara, Marcadau y Gaube. El más alto de los dos, el meridional, fue bautizado como Alphonse Meillon, en recuerdo de un insigne pirineista del primer tercio del siglo XX. Ambos picos se presentan como pirámides rocosas, de flancos altivos y aristas afiladas, que surgen de los pedregales circundantes. Pero son dos montes de características diferentes, debidas a la distinta roca de que están construidos: colorido y blando el del norte, oscuro y más firme el Pic Meillon. En ambos casos, sus mayores atractivos son las vistas, derivadas de su situación y no sólo de la cercana Pique Longue, más la habitual soledad de sus vertientes: a medio camino del Vignemale y la Gran Facha, reciben escasas visitas.

La ruta es simple; consiste en pasar de uno a otro de los valles citados por la brecha que se abre entre los picos Chabarrou. Al pasar, se visitan ambos por sus correspondientes aristas.

Los dos picos de Chabarrou, vistos desde el este, la vertiente que remonté desde Gaube

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Sobrarbe (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Vignemale
  • Base de partida: Pont d’Espagne - Cauterets (Hautes-Pyrénées)
ACCESO: El Pont d'Espagne cruza el Río Marcadau al pie de la vertiente norte del macizo del Vignemale, unos 8 km aguas arriba de la población de Cauterets. Se trata de una de las puertas de entrada más populares al Parque Nacional de los Altos Pirineos y cuenta con un gran aparcamiento (de pago) y algo de hostelería. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps. También se puede llegar en autobús desde Cauterets.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.423 / 2.930
  • Mi tiempo efectivo: 8h11
  • Mi tiempo total: 12h20, más la estancia en refugio
  • Dificultades: PD+. Pequeña escalada de 60 m con cortos pasos verticales de hasta III- para ganar la arista norte del Pic Meillon. Muchos pasos de I y II entre los dos picos.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: En el aparcamiento de Pont d'Espagne, seguir por la carretera y tomar enseguida a la izquierda (S) el camino balizado GR 10, que sube al Lac de Gaube y sigue hasta el Refuge des Oulettes. Del vado junto al mismo, subir al NO por la ladera occidental del valle, a través de pendientes herbosas cortadas por algún pequeño cancho, hasta ganar un lomo que da vista al Lago de Chabarrou. Girar a la izquierda para remontarlo y, a la vista de los picos de Chabarrou, dirigirse a la Brèche Entre Les Chabarrou. Desde la misma, alcanzar por la arista el Chabarrou Nord (F+). Volver a la horcada y rodear por la derecha (O) un el muro que la cierra por el sur; seguir la base del pico hasta la segunda chimenea; trepar por ella (III-), ganando la arista por donde se llega al Pic Alphonse Meillon (PD+).

Desde la cumbre, bajar unos metros por la arista al sur y, cuando el terreno lo permite, girar a la derecha y dejarse caer por la inestable pedrera que cubre la cara SO. A la altura de una brecha cotada como 2.788, girar a la derecha (O) para entrar en una canal y seguirla hasta desembocar primero en el Gave y luego en el Lac d'Arratille. Allí, tomar a la derecha (N) el camino que lo recorre. En el Pla de la Gole, tras cruzar el río, tomar girar a la izquierda en un cruce, remontando brevemente el Valle de Marcadau hasta el Refuge Wallon.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión muy bonita, variada y con cierta emoción. Para montañeros con experiencia tanto en moverse por terreno sin marcar como en escalada fácil. Lástima que la arista sur del Chabarrou Norte, que es fácil, se pulverice literalmente al pisarla; el peligro no es excesivo, pues la cuerda no es estrecha, pero conviene estar atento. Respecto a la arista al Pic Alphonse Meillon, aunque algún canto se me movió, la roca es bastante mejor. Así, la trepada aquí es divertida y aérea, sobre todo en los últimos metros antes de ganar la arista. Se podría evitar siguiendo el borde de la pared hasta la vía normal, por donde bajé, dejando la dificultad general en F+ (PD le da Ollivier); en mi opinión, aunque más fácil, resultaría más incómodo y le quitaría encanto a la subida.

La idea original era llegar a la cresta en la brecha al norte del Chabarrou N y hacer ambos picos en travesía pero, por un error de cálculo, subí demasiado hacia la Brèche Entre Les Chabarrou y, cuando me di cuenta, debía perder cota por terreno incómodo; total, que me dio pereza y decidí seguir ya hacia la horcada entre los dos picos. Queda pendiente probar esa otra opción.

RELATO GRÁFICO:

A las dos de la tarde y bajo un sol de justicia, dejé el aparcamiento de Pont d'Espagne, cruzando el “bonito” edificio de entrada al área protegida para proseguir por la carretera al oeste. Una pena tanta urbanización, pues el entorno es bonito. Pasada una doble curva, llegué a un desvío a la izquierda (S), junto a un torrente. Un cartel indicaba a Gaube y, siguiéndolo, por él me fui.

El camino es más estrecho pero tiene al principio tramos empedrados y hasta escalones para salvar los desniveles más acusados. Comodidades que fueron desapareciendo según avanzaba, adquiriendo cierta altura por la vertiente oriental del Gave de Gaube. Al poco, el sendero, volvió al fondo del valle y, siendo cómodo, tomó las características normales de un GR. Entonces aparecieron, entre los árboles, las siluetas inconfundibles del Piton Carré y la Pique Longue, que impresionaban ya, estando a 8 km.

Al salir del bosque, me desvié del camino principal por una senda marcada en la hierba que sale a la derecha (O). En realidad es un atajo que evita pasar por el Refugio del...

... Lago de Gaube, que apareció ante mis ojos al superar el modesto alto que lo cierra. El camino me llevó a rodearlo por su orilla oeste. Hasta ese momento, no me crucé con demasiada gente pero, a partir de aquí, la cosa cambió. Una multitud llenaba las riberas del lago y otra se movía por la senda... ¿y cómo?... Es que, hasta cerca del lago, se puede llegar en telesilla; de ahí lo poco concurrido del GR 10 desde Pont d’Espagne.

Ante tal abundancia de amantes de la naturaleza, preferí concentrarme en el paisaje. Enfrente, por ejemplo, me llamó la atención la bonita estampa de un pico sobre un torrente que se despeña en fuerte pendiente.

Una vez en la orilla sur, la senda gana altura y vuelve a entrar entre los árboles, que ahora son menos densos y desarrollados.

Tras cruzar el torrente por un puente, gané altura por la vertiente oriental para salvar, tras un rellano, el importante resalte por el que se despeña la Cascada de Esplumouse. Al fondo del valle, el Vignemale aparecía cada vez más poderoso.

Pero la cara norte sólo la vi entera al doblar un recodo y salir de los últimos árboles. Entonces,  el valle se abrió en un gran plano herboso bajo el Pic d’Arraillé.


Tras volver a la orilla oeste, fui caminando a lo largo de ese prado alargado, dejando a la derecha la senda que sube a los lagos de Chabarrou, cuya salida está señalada con un enorme montón de guijarros. Este sería el camino más lógico para alcanzar los picos Chabarrou pero, dado que pensaba dormir en el refugio de Oulettes, valle arriba, no la utilicé para evitar perder altura. 

Mientras caminaba, me iba fijando cómo se distinguían, en la cresta de la Pique Longue al Clot de la Hount los cuatro bultos, en todo lo alto del corredor, que suelo llamar “los nudillos”, y que dan emoción al paso de esa arista.

Más adelante, encontré otro puente, que dejé a la izquierda sin cruzarlo, y poco después superé el alto en que termina este delicioso rellano y llegué...

... al que acoge el Refuge des Oulettes, ya...

... al pie de las grandes paredes.

Allí, contemplé una solemne puesta de sol y pasé la noche.

A la mañana siguiente, amaneció de nuevo totalmente despejado. Madrugué bastante y a las siete estaba ya listo para emprender la marcha, mientras la luz destacaba los diferentes colores de la caliza en las paredes del Vignemale. Se adivinaba el día caluroso pero, en la umbría del fondo de valle hacía una temperatura ideal para caminar.

Para empezar, volví sobre mis pasos hasta la bifurcación del camino del Valle de Gaube, de donde sale la senda que sube al Puerto de los Mulos. La idea era salirme de la misma al pie de las Agujas de Chabarrou y dirigirme al norte, rodeando la base del cresterío hacia los picos del mismo nombre. Sin embargo, al ver ante mí, bajo un espolón de roca, una rampa de hierba con buena pinta que sube al noroeste, pensé que me ahorraría un buen rodeo. Así, decidí remontarla, aprovechando los típicos escaloncitos que se forman en los prados empinados.

La subida era intensa y, afortunadamente, transcurrió a la sombra. En pocos minutos, estaba dominando el llano de las Petites Oulettes, muy abajo a mi derecha.

Para cuando el sol me alcanzó, andaba ya sobre los 2.300 m de altitud y...

... la pendiente se atenuó un tanto. En este tramo, alterné el prado con alguna breve pedrera, crucé un par de chorros de agua y tuve que apoyar las manos para superar algún escalón rocoso de apenas metro y pico, mientras caminaba hacia el lomo que limita por el norte esta ladera.

Aunque no hay senda, ni tan siquiera hitos que marquen la ruta, manteniéndome en constante diagonal derecha (NO), la subida se me hizo cómoda.

Al culminar el lomo, se abrió ante mí el barranco que aloja del Lago de Chabarrou y también pude ver por primera vez los picos homónimos; desde allí, la arista que caía a la derecha del pico norte, gris claro, de apariencia sólida y regular, se presentaba prometedora. Al otro lado,...

... la perspectiva permitía apreciar la entidad real de las grandes paredes del Vignemale. También, la arista por donde subiría al Pico de la Sède unos días después, aunque eso yo aún no lo sabía.

Girando a la izquierda (O) subí por lo alto del lomo, hacia la cresta. Cuando el terreno fue favorable, giré a la derecha (NO) para...

... cruzar el cóncavo del barranco de Chabarrou perdiendo la menor altura posible y aprovechando los pocos neveros que iba encontrando, más cómodos para caminar que las pedreras que predominaban ahora. La idea era haber ido hacia el collado a la derecha del Chabarrou Norte pero, atravesando el siguiente lomo, debí despistarme y...

... me encontré cerca ya de la Brèche Entre Les Chabarrou. Hubiera tenido que perder altura y cruzar pedreras inestables para flanquear el pico norte, así que decidí seguir ya hacia esa horcada. Como mi propósito era subir al pico norte, recorrí el nevero que alojaba su vaguada, dejando la brecha a la izquierda para encaramarme a la arista por la transición de la roca oscura del Pic Alphonse Meillon a la clara del Chabarrou Norte, que me pareció un buen acceso.

Salí de la nieve a un resalte de roca oscura de unos 10 m, inclinado y lleno de apoyos (I). Llegué a una terraza cubierta de pedrera, que atravesé caminando y me encontré ante una segunda trepada. Ésta (la de la foto) tiene unos 20 m y es más vertical (II-). Me vino bien, para facilitar el paso, el diedro formado en la transición de la roca oscura del Meillon a la clara del pico norte.

Una vez en la arista, lo primero fue echar una mirada atrás. El nevero que acababa de cruzar se extendía por encima del Lago de Chabarrou. Al otro lado del Valle de Gaube, las crestas que rodean el de Lutour se recortaban en el contraluz matinal, con la silueta característica del Ardiden bien destacada. Girándome, al otro lado del cordal,...

... la cabecera del Valle de Arratille,...

... más allá del cual se alineaban en el horizonte las crestas de los Infiernos, la Gran Facha, el Balaitús,... Y, en medio, aunque borrosa, asomaba la cumbre del Midi d’Ossau. Girando a la derecha (N), comencé a...

... remontar la arista regular y no muy estrecha, pero empinada y aérea hacia el Chabarrou Nord. Llevaba tiempo viendo sus formas redondeadas pero airosas y su color gris y esperaba encontrarme una marmolera sólida, cuya travesía sería un paseo celestial. Pero, para mi sorpresa y decepción, al pisar la roca gris, ésta se descascarilló bajo mis botas. Creo que nunca he visto nada así en el Pirineo; era como un lomo de arena. Lástima, pues el entorno es bonito, con la arista tan regular, apuntando al cielo y, atrás,...

... el Pico Meillon con el Vignemale asomando detrás. Menos mal que apenas tuve que apoyar las manos una vez en algún escalón.

Al ser tan fácil, el peligro de una caída no es mucho pero hay que poner atención y no es agradable ir todo el rato patinando. Así que fue un alivio ver aparecer la cumbre, ocupada por... ¡paneles solares!... Qué cosas. Total, que, tras un breve hombro y una nueva subida resbalosa, alcancé la cúspide del Chabarrou Nord a las once menos cuarto de la mañana.

Lo primero que apareció ante mis ojos, al otro lado de la cima, fue el escondido vallecito de Pouey Trénous, que parecía apuntar a la característica cresta plana del Mount Né.

Y, si antes era impresionante la vista de los tresmiles de la zona del Balaitús como telón de fondo del valle de Arratille, ahora esa perspectiva se adornaba con la formidable caída hacia el mismo.

Al sur, el segundo, y principal, objetivo del día, el Pic Alphonse Meillon, se elevaba oscuro, adusto, pero con una promesa de mejor roca. Detrás, el Vignemale mostraba ahora muy bien la vertiente del Clot de la Hount, quizás la más misteriosa de esa montaña. Estuve un buen rato en la cima: hasta las once y media. Entonces me puse en marcha, empezando por...

... deshacer el camino de vuelta a la brecha. En el tramo último, ya de la misma roca oscura que el pico sur, ésta mejora, pero, en cambio, es bastante más accidentada.

Al ver una repisa que bajaba por el lado derecho, muy sucia, puro cascajo, pero razonablemente segura (I), la utilicé para no complicarme la vida en los metros más verticales de la bajada a la horcada.

Ya antes de llegar, había visto que un muro bastante potente defendía la salida hacia el sur, pero, también, que por la vertiente oeste se podía rodear ese obstáculo y ganar la arista más arriba. Así lo hice. Siguiendo la base de la pared a la derecha (SO), pasé junto a una primera chimenea, que dejé de lado, pues parece acabar ciega en un pequeño techo.

La segunda me gustó más: un tubo ancho, empinado, pero abordable y trepé por él. Los primeros 20 metros fueron fáciles, inclinados y con mucho apoyo (I). La roca era muy segura, aunque encontré unos pocos cantos sueltos. Luego, la pendiente se intensificó bruscamente y los últimos 10 m fueron casi verticales, con apoyos de sobra (II).

Llegué a continuación a una terracita en el límite de la sombra, más o menos a medio camino de la arista; había salvado 40 m de desnivel y era buen momento para mirar abajo y tomar aire.

Salí de allí por un diedro vertical, de buena roca, con agarres sólidos y suficientes, que fue el paso más difícil de la trepada (III-). Al cabo de 15 m, se abrió en una placa y giré a la izquierda para...

... culminar la subida por una chimenea de unos 8 m, más fácil e inclinada (II). Salí a la arista en una estrecha horcada entre dos bloques. Girando a la derecha (S),...

... superé un primer canto puntiagudo y me encontré ante una sucesión de peñascos similares, muy afirmados, de una roca dura, rugosa y cubierta de un musgo seco que arañaba las manos: poca gente ha pasado por aquí.

La arista es caótica y aérea; una sucesión de resaltes breves, la mayoría verticales, lisos e inevitables (II+). Menos mal que los bloques nunca eran tan grandes como para no abarcarlos.

Cuando la arista perdió pendiente, me encontré a pocos metros del hito cimero del Pic Alphonse Meillon, que acabé de alcanzar caminando. A la izquierda, había aparecido de nuevo el Vignemale, que llevaba un rato oculto, por encima de las Agujas de Chabarrou. Eran las doce y media, había echado una hora de un pico al otro, y el calor apretaba ahora de lo lindo.

Por cierto, que desde aquí se veía muy bonita la arista veteada del pico norte. Girándome a la derecha,...

... el gran tajo del valle de Gaube y, más allá, las crestas que rodean el de Lutour, entre las que destacaba...

... el Pico Ardiden.

Al sur, el Vignemale y, bajando la vista,...

... una impresionante perspectiva de agujas y seracs.

Al oeste, el panorama conocido más allá del Valle de Arratille, hacia el que iba a bajar, pero más amplio.

Estuve mucho en la cumbre. Total, el calor ya me había pillado y no tenía prisa para bajar. A las dos menos cuarto, iba a marcharme cuando me llamó la atención un cajón verde entre las piedras... ¡una caja de gafas de visión nocturna! La abrí y me encontré un libro de firmas, una foto de Meillon y el siguiente texto. No sé si algunos no habrán firmado, pero sólo había reseñadas 13 ascensiones desde verano de 2009, cuando dejaron el libro, y las dos firmas anteriores a la mía databan de agosto y septiembre del año anterior. No es este un lugar de multitudes, no.

En fin, que pasaba de las dos para cuando retomé el descenso. La ruta normal usa la arista suroeste pero yo me dejé caer antes a la derecha (O), por la empinada rampa de pedrera inestable que constituye la pequeña cara SO de este pico. Fui derivando a la izquierda,...

... apuntando a la llamativa Tuque Blanque para pasar bajo la horcada anónima. Allí encontré una traza con hitos en la pedrera que me llevó a girar a la derecha para...

... bajar por la continuación empinada de la canal. La piedra del piso cambió a partir de ahí, pasando del amarillo anaranjado a un gris oscuro y haciéndose más fina y, sin embargo, más estable.

Hacia los 2.500 m de altitud, bajo un bonito caos de agujas elevadas al cielo, encontré un manantial. El agua estaba fría; nada que ver con el caldo que había en mi cantimplora a esas alturas. En medio de este secarral ardiente, tal milagro invitaba a detenerse y pasé un buen rato hartándome de beber, refrescándome de pies a cabeza y, luego,...

... mirando el paisaje mientras me secaba al sol. Completé la bajada caminando junto al modesto torrente que allí nace ¡Cómo cambia el agua las cosas! Pese a no ser más que un humilde del chorro, bastaba para refrescar el barranco, alegrarlo con su música y adornarlo con el verdor de la hierba entre los cantos. Según me acercaba al fondo del valle, me fui fijando en un nevero de buen tamaño que se había mantenido a una altitud sorprendentemente baja, apenas a 2.300 m.

Al llegar a él, me encontré el resto de un gran alud. Debió ser tremendo, pues el bloque de nieve comprimida e hielo debía tener no menos de 300 m de eje. Su superficie irregular estaba llena de prominencias y grietas, como si se tratara de un pequeño glaciar. Perdí un rato curioseando y fotografiando sus recovecos antes de girar a la derecha (N) y...

... buscar, en el borde septentrional, el sendero que recorre el Gave d'Arratille. Por el mismo, cómodo y bien marcado, fui descendiendo, rodeando el lago homónimo, donde...

... había un pescador, la primera persona que veía desde que dejé el refugio de Oulettes, y la única hasta las inmediaciones del Wallon. Tras dejar atrás el ibón,...

... el rio se despeña por un gran resalte y el camino da un amplio rodeo horizontal, incluso sube algo, a la derecha (N), buscando una bajada conveniente. Desde ese tramo abalconado, puede verse el cordal que separa los valles de Marcadau y Cambalés, en cuyo centro se alza el Pico Ruben Pantet, que subiría al día siguiente.

También, mirando arriba, los picos Gerreret y Chabarrou Nord.

En el siguiente rellano del valle, la senda atraviesa unas curiosas placas de roca, junto a una no menos peculiar cascada: al coincidir el salto con un meandro, el río se abre en una cortina de agua y luego sale perpendicularmente a la caída, cavando un profundo foso.

Poco después, llegué a un bosque de pinos, bastante clareado, pero que anuncia ya la entrada en la media montaña; del mismo, salí al...

... extenso Pla de la Gole, donde confluyen los valles de Cambalés, Marcadau y Arratille. Tras cruzar el torrente, empecé a ver, bajo el pico homónimo los tejados del refugio. Hacia allí me dirigí, cruzando también el Arroyo de Marcadau. Una vez en la orilla opuesta, llegué a un cruce de caminos, donde giré a la izquierda (O), para recorrer la poca distancia que me separaba del Refuge Wallon.

Llegué a las cinco y media de la tarde soleada y, desde la puerta, pude contemplar un arco de montañas, desde el Pico Wallon al de Arratille. Los dos Chabarrou se veían muy lateralmente y medio tapados. Pero descubrí una imagen sorprendente: la cumbre de la Pique Longue y el Clot de la Hount, asomaban sobre la cresta divisoria a la derecha de la Tuque Blanque.

Lo que restaba de tarde, lo dediqué a dar paseos por los alrededores antes, incluyendo una cercana capilla, que se ve aquí bajo la cresta de Peyreget.

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