Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Ascensión
fácil, de nivel físico medio - bajo pero que transcurre en buena parte por
terreno incómodo y sin marcar. Sin presentar grandes dificultades técnicas, hay
varios pasos vertiginosos en la arista y, con un desnivel de subida asequible,
los tramos por praderas empinadas y canchales movedizos terminan cargando las
piernas. Tiene el encanto adicional (para algunos) de sentirse en terreno
virgen ¡ni siquiera había una triste pila de piedras en la cima!
La causa de haber subido
aquí fue la pereza: salí del refugio más tarde de lo previsto, hacía mucho
calor y no quería estar de vuelta en Cauterets tarde. Así que, cuando camino
del Col de la Facha, para subir al Cambalés, vi a mi derecha la loma que sube
hacia ese pico, pareciéndome una ascensión con cierto interés y a la vista de
que las dificultades no debían ser insalvables, decidí abreviar la jornada.
Creo que la ruta es interesante para llenar un día corto en esta zona, o si se
conocen ya las grandes cumbres vecinas y se busca una perspectiva nueva: dudo
que haya mejor mirador sobre los lagos y paredes del Valle de Cambalés.
RELATO GRÁFICO:
Se me
pegaron las sábanas. Debo confesarlo: eran más de las ocho de la mañana cuando
dejé el Refuge Wallon una mañana despejada, en la que los picos de la Muga,
Falisse, Gran Facha y Arraillous brillaban sobre los frescos prados de
Marcadau, como señalándome el camino. En el inicio, la senda cruza el río y da
un pequeño rodeo por la vertiente meridional del Pla de la Gole.
Por mi
parte, yo preferí atajar directamente por el gran prado, recto al oeste. Me
pasé de listo; vadear los cursos de agua que corren por ese prado no siempre
fue fácil, y hube de dar varios rodeos.
Debía de
haber perdido un buen cuarto de hora para cuando me encontré en el camino, que
debía haber tomado desde el principio. Justo donde un puentecillo, en el
extremo occidental del prado, ayuda a cruzar el Arroyo de Marcadau. Una vez en
la ribera sur, tomé la senda a la derecha (SO) y fui remontando el valle, en
muy ligero ascenso.
Cambié de
nuevo de orilla por otra pasarela, en la Pierre de Léubosso. Justo al cruzar,
me encontré ante una bifurcación y giré a la derecha (N), dejando la senda del
Puerto de Marcadau por otra que remonta en lazadas la ladera norte del valle.
Se trata
del camino del Col de la Fache, que sube en busca de las terrazas superiores de
esta ladera, por donde más cómodo es el acceso al mismo. De vez en cuando,
encontré algún modesto torrente; unas veces el camino los cruza y, otras, los
remonta brevemente para ganar cota y alcanzar una nueva terraza. Así,
transponiendo barrancos y espolones, fui ganando altura y avanzando al oeste
paulatinamente, dominado por las figuras del Pico Falisse y la Gran Facha.
Pasé al
rato junto a un lago anónimo, encajado en la vertiente bajo los ariscos
espolones de la arista suroriental del Pico Pantet y las agujas de la cresta de
Arraillous. Dejándolo a la derecha, proseguí...
...
ascendiendo la vaguada por donde baja uno de los chorros que lo alimentan.
Superada la misma,...
...
llegué a un rellano pedregoso frente a la Gran Facha y el collado que lleva su
nombre. Eran casi las diez de la mañana y un poco tarde, por tanto, para
completar la ruta que pensaba hacer. Estaba en el mismo rellano que aloja el
más alto de los Lagos de la Fache, aunque no podía verlo. Me fijé entonces a mi
derecha en...
... un
bonito roquedo que se levanta sobre la ladera herbosa; miré el mapa y vi que
debía ser una loma que se desprende del cordal al oeste del Pico Ruben Pantet.
El terreno parecía accesible y creí que podía ser una bonita alternativa de
ascensión, pues la cumbre está literalmente colgada sobre la alta cuenca de
Cambalés y enfrente de un puñado de grandes picos. No me costó mucho decidirme;
decidí fiarme de mi instinto y comencé a subir por la empinada pradera que se
extiende, a la izquierda de un altozano, hasta un primer resalte de roca.
Salvados unos
100 m, llegué al cancho; podría haberlo rodeado pero, estando cortado por un
estrato vertical de roca muy irregular, con abundantes y sólidos apoyos, pensé
que sería más divertido y breve trepar.
Antes,
eché una mirada atrás: sobre el lago superior de la Fache, ahora visible, se
recortaba en el horizonte el Vignemale y, a la izquierda, los picos de
Chabarrou, que había ascendido el día anterior.
La
trepada resultó divertida, superando unos 40 m bastante verticales, pero
fáciles (I) por los muchos agarres.
Salí a
una pradera menos empinada, tras la que se alza un modesto contrafuerte,
claramente el extremo de una loma que debía prolongarse hacia el cordal. Cuando
lo alcancé, pude ver a mi derecha...
... el
canchal que se extiende bajo una cima aparente, que no es sino el entronque,
cotado en mapa como 2.842, de la loma que iba remontando en la arista
occidental del Pico Pantet.
Al otro
lado, la vista sobre los dos picos de la Facha era realmente formidable. Esta
loma es, en su inicio, de roca sólida muy cincelada y se empina, obligando a
trepar (I).
Cuando la
arista presenta un resalte importante, encontré a la izquierda una terraza -
corredor que sube paralela a la cresta. Aunque menos empinada, presenta también
algunos escalones breves y fáciles (I). El lomo de la izquierda terminó
fundiéndose con la arista principal y salí...
... a la cuerda
en un tramo ancho y pedregoso de pendiente moderada, sin dificultad, pero un
poco incómodo.
Desde una
nueva prominencia, divisé la cota 2.842, al pie de la arista empinada, con
pinta de no ser nada fácil, que cae de la Pequeña Facha. A la derecha, veía
ahora...
... la
cumbre del Pico Ruben Pantet. Mi camino estaba claro: a toda cresta.
Al llegar
al entronque, pude apreciar en su verdadera magnitud la caída de ese pico, así
como las de la Peña de Aragón y el Cambalés hacia el este, sobre el extinto
Glaciar de Aragon.
La arista
hasta la cumbre se presentaba estrecha pero regular y sin plantear, al principio,
dificultad alguna. La fui siguiendo en un paseo colgado sobre ambos valles, en
el que...
... sólo
a la vista ya de la aguda cima del Pic Ruben Pantet, tuve que ayudarme
brevemente de las manos para superar un pequeño escalón (I) y la brecha subsiguiente,
estrecha y aérea pero con buenos apoyos en roca más sólida de lo que aparenta
(II-). La cima era realmente estrecha y altiva; un secundario orgulloso este
Pantet. Además, no encontré rastro de hito cimero y ni de paso humano; no dudo
que aquí habrá subido gente... pero no demasiada. Eran las once y cuarto de la
mañana y el calor era ya intenso, pero yo estaba en una cumbre, que siempre
hace más llevadero todo.
Las
vistas eran notables y, algunas, impresionantes, como la de los lagos que
siembran los rellanos superiores del Valle de Cambalés, al pie de su
impresionante cabecera. No sé si todos los que suben a los picos que coronan ese
valle son conscientes del todo de lo que tienen bajo los pies. Más arriba, a la
izquierda,...
...
rodeaban la cabecera el Cambalés, la Peña de Aragón y la Pequeña Facha,...
... a la
izquierda de la cual, se veía el pico grande.
Hacia el
sureste, el horizonte estaba dominado por el Vignemale y la región de agudas
peñas que constituye el sector suroriental del batolito de Panticosa: Batanes,
Baciás, Arratille, etc. También veía más abajo, a la izquierda de la loma por
donde había subido, la arista al SE, por donde me dispuse a iniciar la bajada.
Tras unos
45 minutos en cumbre, pasado el mediodía, comencé a descender, primeramente por
el flanco derecho de la cuerda, a fin de evitar un tramo muy empinado y movido.
Caminaba por una pedrera movediza e incómoda, pero que no presenta obstáculos.
Tras perder unos 100 m de desnivel, salí a la arista, ancha, cubierta de hierba
sembrada de cantos y la bajada se hizo cómoda por un rato.
Ahora
podía ver bien el Pico Arraillous, abrupto, cortado por empinadas canales entre
afilados espolones.
También,
la cumbre entre las aristas que definieron mis vías de subida y bajada.
Hacia los
2.650 m de altitud, la arista se afiló y se tornó rocosa, antes de desplomarse
bruscamente. Entonces, derivé a la derecha (S), buscando una bajada más
accesible, a través de empinadas praderas hacia...
... el
barranco que llevaba a ese lado. Un par de barras rocosas cortan la ladera
pero, poniendo atención, las pude salvar por pasos cortos, de 2 ó 3 metros, y
sin apenas dificultad (I). Al llegar al fondo del tubo, cubierto de cascajo
fino y muy suelto, me dejé deslizar por él. No es mala bajada, pero subir por
aquí hubiera sido bastante penoso; para ascender al Pico Pantet, por tanto,
mejor las crestas.
Un
descenso raudo me dejó en el camino del Col de la Fache, a unos 300 m por
debajo del lugar donde lo dejé a la subida. Tras una prolongada parada para
refrescarme en el arroyo, tomé la senda a la izquierda (O) y deshice el camino
hasta el Refuge Wallon, al que llegué hacia las dos y cuarto de la tarde. Tras
recoger las cosas que había dejado allí esa mañana y darme el lujo de una
cerveza fría, hacia las tres...
...
proseguí la bajada por el camino que recorre el Gave de Marcadau, el cual tiene
hasta tramos empedrados.
Pronto
entré en el bosque. En un estrechamiento del valle, el camino queda bastante
alto sobre el cauce pero, enseguida, baja rápidamente y...
...
regresa junto al agua en una alargada pradera entre laderas empinadas.
Poco
después, cambié a la orilla sur del río por el Puente de Estalounque, mientras
las nubes empezaban a acumularse en la cabecera del valle, amenazando con una
tormenta que no llegó a alcanzarme. Sí que me cayeron un par de breves
lloviznas finas, que me refrescaron sin llegar a obligarme a sacar el
impermeable.
Siguió
otro tramo de escasa pendiente a través del bosque, hasta que, tras una curva a
la izquierda, el camino se lanzó a una intensa bajada...
...
frente a la llamativa cascada por donde se despeña el torrente que baja de los
Lagos de Embarrat. Pasé junto a unos pocos coches aparcados (creía que el
tráfico está limitado aquí ¿permisos especiales? ¿guardas?) y salí a
continuación de nuevo a terreno despejado.
A partir
de aquí, comencé a encontrar bastante gente; no es de extrañar, pues Pont
d’Espagne estaba apenas a 3 km de pista. Avanzaba a través de los prados que
cubren la orilla meridional del Río de Marcadau, mientras las nubes se juntaban
y separaban en torno a las crestas circundantes.
Al poco
llegué al asfalto y los árboles volvieron a rodearme. Al salir del bosque,
junto un puente que cruza al Refugio del Clot, dejé la carretera y continué
recto (E) por un claro trazo de senda que corta la hierba. Volviéndome desde
esta deliciosa pradera, podía ver la silueta recortada en el contraluz de las
Agujas de Castet Abarca y los picos Courounalas y Nets entre las nubes
revueltas pero pacíficas.
Fue una
despedida pues, al momento, me topé con la civilización más salvaje: la
estación inferior del telesilla de Gaube. Integrado ya en un verdadero gentío,
en vez de seguir por la carretera, tomé la senda que, al este, ataja a través
del bosque y me llevó junto a la cascada de...
... Pont
d'Espagne. Lo atravesé y, antes de las cinco y media, llegué al aparcamiento,
donde tenía el coche.
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