Pic de la Sède (2.977)

ASCENSIÓN DESDE LA FRUITIÈRE

CRESTA DEL COL D’ARRAILLÉ AL DE LABAS

Entre los valles de Gaube y Gavarnie, hay otro, abierto al norte pero cuya cabecera no reposa en el cordal divisorio. Se trata del Valle de Lutour, una maravilla de prados y bosques, sembrado de lagos y abrazado por escarpados cordales que se acercan a los 3.000 m sin alcanzarlos, lo que mantiene a las multitudes alejadas de las cumbres. El Pic de la Sède es la segunda altura del conjunto, tras el Ardiden, y se eleva en lo alto del valle, frente al Macizo de Vignemale, del que lo separa la Horcada de Ossoue. Bonita pirámide aislada, de caras altivas y aristas afiladas, desde su cima se contempla la mitad oeste del Pirineo Central y su ascensión resulta siempre entretenida e, incluso, emocionante.

Aproximándose a lo largo del Valle de Lutour, la ruta consiste en recorrer la accidentada arista que asciende al sur del Col d’Arraillé hasta la cresta de la montaña, para alcanzar por ésta la cumbre. Continuando el cresteo al este, se llega al siguiente collado, el de Labas, desde donde un sendero conduce de vuelta al valle.

El Pic de la Sède entre el de Labas y el crestón anónimo (2.810), desde el Lac d’Estom

SITUACIÓN:

  • Zona: Bigorre (Pirineos)
  • Unidad: Valle de Lutour
  • Base de partida: La Fruitière (Cauterets, Hautes-Pyrénées)
ACCESO: La Fruitière es el paraje más alto del Valle de Lutour al que se puede acceder en vehículo, es base habitual de excursiones en la zona y hay una hospedería que abre en verano. La población más cercana, a seis kilómetros, es Cauterets, comuna del Departamento de Hautes-Pyrénées situada en el oeste del Bigorre, frente a la vertiente septentrional del Macizo de Vignemale. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.367 / 2.976
  • Mi tiempo efectivo: 8h43
  • Mi tiempo total: 11h23 (descontada la estancia en refugio)
  • Dificultades: PD+. Recorrido aéreo por arista con muchos pasos cortos y expuestos hasta II+ y un solo paso de III grado, consistente en una travesía horizontal de pocos metros, que podría evitarse a costa de perder cota y más exposición (creo).
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Géoportail. © IGN

LA RUTA: Salir de La Fruitière por el camino que remonta el Valle de Lutour hasta el Refuge d'Estom. Continuar al SO por la senda indicada al Col d'Arraillé. Una vez en la horcada, girar a la izquierda (SE) y trepar por una placa inclinada (I) hasta encaramarse a la cresta. Seguirla a través de numerosos pasos de hasta II+, trasponiendo en el trayecto una cota anónima (2.810) de cierta relevancia. La mayor dificultad es una corta travesía de III, que no es obligada, pero resulta más cómodo pasarla que evitarla, cerca ya del entronque con la Crête de la Hourquette. Tomar ésta a la izquierda (E), pasando un par de brechas (II) antes de alcanzar la cima del Pic de la Sède (PD+).

Bajar por la arista SE, aérea y empinada (II) al principio, pero que luego se transforma en un lomo pedregoso ancho y de pendiente moderada. En el Col de Labas, tomar a la izquierda (N) la senda que lo atraviesa, para descender el vallecito homónimo, atravesando neveros y pedreras. Este sendero desemboca en el Sentier d'Arraillé, que ya seguimos a la subida. Tomándolo a la derecha (NE), no hay más que seguirlo para regresar a la Fruitière.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta es una vía muy poco habitual. En 2012, no encontré ninguna referencia a la misma. Al menos, la parte de la arista que sube desde el Col d’Arraillé a la Crête de la Hourquette, que es también lo más aventurero y difícil del recorrido. El conjunto resultante es una hermosa ascensión por parajes salvajes, solitarios y, sobre todo, bellísimos. Las aristas del Pico de la Sède incluidas son aéreas, pero su dificultad no pasa de moderada y bastantes montañeros podrían recorrerlas sin el engorro de andar asegurándose. Como muchos de los itinerarios que últimamente acometo, no es necesario ser un buen escalador para superarlos, pero sí tener poca aprensión al vacío y una sólida experiencia en montaña, que incluya intuición para encontrar el paso bueno y soltura en la escalada  natural; aquélla que no requiere de técnicas específicas. En suma, una ascensión de dificultad moderada, con pequeña escalada y grandes patios: tres horas sobre la arista, dos de ellas en movimiento, según el GPS.

No era ésta la idea que llevaba. La ruta planeada era subir desde el Col de Labas por la arista SE y descender a la Horcada de Ossoue por la normal para regresar por el Collado de Arraillé. Pero según iba camino del Barranco de Labas vi la arista que sube desde Arraillé; me llamó especialmente la atención la punta anónima 2.810, que desde la senda parecía tener más entidad (ciertamente, tiene sólo 28 m de prominencia, que parece poco, pero es más de lo que hay en bastantes tresmiles considerados principales). Volví a hacer lo que no se debe: cambiar de planes sobre la marcha. Pero no me arrepiento; la subida fue divertida y, el día, memorable.

La pernocta en el Refugio de Estom no es obligada, pero resulta más que conveniente. Aparte de estar en sitio estupendo y que el atardecer sobre el lago merece contemplarse, es que la actividad en un solo día pasaría de ser un recorrido de disfrute a una paliza considerable. Además, permite llegar a la parte delicada de la arista algo más descansado. Lo recomiendo. Yo bajé directamente a la Fruitière tras volver del Pic de la Sède y, pese al buen camino, ésa parte final por el Valle de Lutour se me hizo largo.

RELATO GRÁFICO:

Nubes bajas sobre Cauterets. El ambiente era sombrío cruzando en coche los bosques, camino del Valle de Lutour. Ese día sólo pensaba llegar hasta el Lago de Estom, con lo que no tenía ninguna prisa en salir y, hasta las doce y media no estuve listo para caminar.

Dejé La Fruitière por la pista que remonta, hacia el sur, el Valle de Lutour, cuyo fondo es aquí una ancha y plana pradera entre empinadas laderas boscosas. Aunque todo esto estaba oculto por una niebla que apenas dejaba ver a 20 m. Tras pasar la barrera que corta el paso de vehículos, crucé un puente y me encontré en la orilla oriental del río. El camino es amplio y cómodo, y está incluso empedrado en algunos tramos.

Llevaba pocos minutos caminando cuando la niebla empezó a abrirse inopinadamente y, con sorprendente rapidez, se retiró, descubriendo un cielo luminoso sobre el verde brillante de los prados.

Pronto, empezaron a asomar los picos que rodean este hermoso valle, destacando desde el principio el de Labas.

Una breve subida más empinada me dejó en un alto desde el que vi cómo los vapores quedaban abajo, levantando un muro blanco en la boca del valle.

Entré a continuación en un segundo rellano, al fondo del cual hay otro resalte, por el que se precipita una cascada. El camino entra allí brevemente en el bosque y deja a la izquierda la ruta que va al Refugio Russell.

Al poco, regresé a terreno despejado, muy cerca del Puente de Pouey Caut, por el que pasé a la orilla oeste. Sobre el mismo, veía ya cerca el alto que encierra la cuenca del Lago de Estom. Fue por aquí donde empezó a descubrírseme el Pico de la Sède, asomando ligeramente su arista suroriental entre el Labas y la vertiente occidental del valle.

Al llegar al resalte, el camino entró de nuevo en el bosque y, a pesar de las lazadas que traza, se empinó para superarlo. Es el primer tramo de la ruta en que la cuesta se nota, pero los mil saltos que el río hacía a mi izquierda me alegraron la subida.

Al salir de los árboles, me encontré ya muy cerca del Refuge d'Estom, asentado a orillas del lago homónimo, cuya superficie era al principio invisible.

Al entrar en su cuenca, me recibió un fuerte viento que, tras el fuerte calor pasado durante la subida, agradecí incluso. El refugio es pequeño y coquetón. Tiene el encanto de los viejos edificios de montaña pero está muy bien cuidado y renovado, sin que lo hayan estropeado con ello. Su austera comodidad y la amabilidad de los guardas me depararon una estancia agradable, como único huésped. Eran las dos y media de la tarde, buen momento de tomar un almuerzo ligero, instalarme y echarme una siestecita al sol. Naturalmente, al reparo del edificio para protegerme del aire que bajaba de las cumbres y mantuvo a raya, durante toda la tarde y el día siguiente, a...

... las nubes que, como si me siguieran, habían remontando el valle hasta detenerse apenas 500 m más abajo. No dejaba de fascinarme la densidad, el aspecto compacto, de la pared de vapor que presentaba, y contra la que se recortaban las siluetas de los árboles próximos.

Al otro lado, un paisaje maravilloso: el Pico de la Sède, enmarcado por el de Labas y el crestón del Col d’Arraillé, brillaba al otro lado del lago y así se mantuvo, como una promesa, hasta el último sol de la tarde. Siempre me ha gustado ver atardecer la víspera de una ascensión frente a la montaña; y eso que aún no sabía que iba a terminar subiendo por la arista a la derecha de la cima.

Al día siguiente, dejé el refugio cerca de las ocho de la mañana por la senda que remonta en diagonal la ladera occidental del barranco de Estom Soubiran, el que alimenta el lago. Las nubes seguían llenando la parte inferior del valle de Lutour, pero las cimas estaban despejadas bajo un cielo azul pálido. El camino gana altura con rapidez y pronto me encontré dominando el lago y distinguiendo, más lejos, la silueta del Pico Ardiden.

Fui separándome del barranco principal, que baja de la cubeta de los lagos superiores. Entonces, viendo la arista noroeste del Pico de la Sède, con su llamativo crestón, empecé a plantearme el cambio de planes. Decidí, al menos, invertir el sentido de la ruta, yendo primero por a la Horcada de Ossoue, a través del Col de Arraillé, donde decidiría si subía por esta arista o no.

Tras un largo llaneo, entré en el fondo de la pedregosa vaguada que conduce a ese collado. Me encontré allí con una bifurcación y tomé la senda de la derecha (NO) para mantenerme en la ladera oeste. El camino de la izquierda se divide, a su vez, conduciendo una rama...

... a la cuenca lacustre de Estom Soubiran y, la...

... otra, al Barranco de Labas, por donde bajaría más tarde.

Yo, mientras, proseguía mi ascenso hacia el Col de Arraillé. Tras un tramo de lazadas, la senda llanea un trecho, a una altitud que me permitió volver examinar con buen ángulo la arista que va de ahí al Pico de la Sède. Parecía indudablemente accesible y terminé de decidirme a acometerla.

Luego vino otra segunda subida, tras la que quedé casi...

... a la altura del Col d'Arraillé, del que me separaba una ladera de cantos sueltos que sin la traza sería penoso cruzar. Desde aquí veía ya perfectamente el arranque de la arista desde la horcada: una placa inclinada y llena de irregularidades, que no debía suponer un problema. También apareció, tímidamente al principio, la cumbre de...

... la Pique Longue, que terminó de descubrirse al llegar al paso. Son notables las vistas desde este collado pues, si eso es al oeste, mirando atrás,...

... podía ver toda la arista que une los picos Ardiden y Chanchou. Se me habían hecho casi las diez de la mañana y comenzaba a hacer calor, así que no me detuve mucho tiempo, apenas diez minutos para un almuerzo rápido.

Salí de la horcada por la izquierda (SE), gateando por el tendido muro cónico que sostiene la cresta. Efectivamente, tal como parecía, la roca está muy tallada y apenas presenta dificultad (I), aunque la trepa es sostenida y empinada en algún momento. Ganados unos 70 metros, la pendiente se suavizó considerablemente, la roca desnuda se cubrió de cantos sueltos y pude volver a caminar. En pocos minutos, salí a la arista.

Estaba unos 100 m por encima del collado y, mirando al norte, tenía una hermosa perspectiva del Mount Né enmarcado por los picos de Arraillé y Estibe Aute.

También, al oeste, del grupo de los Pics Chabarrou, donde había estado un par de días antes.

Este tramo inicial de verdadera arista carece de dificultad pero es elegante: recta y regular, apunta su agudo filo al cielo. A la izquierda, veía la cumbre, lo que sería una constante durante el resto de la subida. Subí andando durante unos 50 m, hasta que...

... la pendiente aumentó y tuve que volver a gatear un trecho, aunque el terreno se mantuvo fácil; regular y con abundantes apoyos.

A continuación, llegué a un hombro, a partir del cual la arista se hace más accidentada. Enseguida encontré una brecha, fácil (I) y poco profunda, apenas dos metros, aunque aérea. Tras una segunda brecha, algo mayor pero igualmente fácil,...

... la tercera presenta un paso de salida agudo y expuesto (II+). Tras él,...

... gateé por el aéreo filo (II) durante 15 m, hasta alcanzar el punto más alto del Crestón del Col d'Arraillé (2.810). La vista atrás era magnífica.

Abajo al este, tenía una imagen del carácter del Valle de Lutour: hacia el Lago de Estom, en medio de suaves praderas de vivos colorido, caen las crestas oscuras, escarpadas y boscosas, que bajan de las cumbres.

Al sur, la cara norte del Macizo de Vignemale asomaba casi entera sobre la Cresta de la Hourquette, por la que transcurre la vía normal al Pico de la Sède, y en la que terminaría desembocando camino de la cumbre.

Más allá de la arista, veía el tramo común de mi vía con la normal, más horizontal y con algunas brechas poco difíciles. Un ruido, procedente de los neveros de la cara norte, interrumpió entonces mi observación.

Se trataba de un grupito de rebecos que cruzaba, a toda velocidad, la empinada pendiente de piedras y nieve ¡Quién pudiera moverse así por el monte!

Para seguir adelante, tuve que descender a la horcada, de 28 m de profundidad, que individualiza esta punta. El principio de la bajada es un resalte de unos 10 m, expuesto y vertical, que salvé por una estrecha chimenea, firme y con buenos agarres, en el flanco izquierdo de la arista (II+). Luego, volví al filo por una repisa estrecha e inclinada al vacío pero fácil (I+) y continué descendiendo por él, que ya no es tan empinado (I). El fondo de la horcada, ancho y horizontal,...

... se empina bruscamente a la salida. Durante unos 100 m de desnivel, la arista se presenta como un ancho lomo de roca sólida, muy empinada y con pocos descansos, pero abundante en apoyos (I+). Esta trepada fácil, sostenida y aérea, fue lo más divertido de la ruta.

Cuando el terreno se afiló y se irguió aún más, bajo un vértice aparente, pasé a la derecha de la arista para aprovechar una vira diagonal que facilita el paso.

Al salir a la punta, podía ver la arista cimera ya muy cerca, casi a mi altura, y me detuve brevemente para estudiar su perfil.

Me encontré a continuación el paso más difícil de todo el recorrido: una brecha no muy profunda pero de flancos verticales, dividida en dos por un monolito. Tras descender los 7 u 8 metros de la primera horcada, flanqueé el monolito por la derecha, atravesando su cara, de unos 4 m de ancho, vertical y con apoyos escasos (III). Podría haberlo hecho más fácil, perdiendo otros 10 ó 12 metros hasta una repisa pedregosa pero el paso es corto y la roca muy segura. Además, no me gustó el aspecto de los cantos sueltos de más abajo. Una vez en la segunda horcada, la salida es vertical pero presenta multitud de fisuras y escalones (I).

Entonces, vi por encima de la cresta principal el Macizo del Marboré. Una visión magnífica, de las que dan fuerzas.

Salvados otros 20 m de desnivel, me encontré con un par de brechas, muy fáciles y suaves tras lo que dejaba atrás, antes de salir al entronque de las aristas noroeste y suroeste. Era mediodía y terminaba la parte inédita de la ascensión.

Buen momento para tomar un respiro y echar la vista atrás. La cresta de Estibe Aute se veía entre los valles de Gaube y Lutour, cada uno con su lago, que guardaban desde aquí una curiosa simetría. Bajando la vista, tenía...

... una visión incompleta, pero bastante representativa, del tramo superior de la arista, a partir de la cota 2.810.

Ahora se trataba de seguir la Crête de la Hourquette a la izquierda (E), hasta llegar a la cima. Este tramo, común con la vía normal que viene de la Horcada de Ossoue, comienza con un tramo fácil, de pendiente moderada, que remonté caminando. Superé así unos 40 m de desnivel, hasta que...

... me encontré ante una pequeña brecha, sin apenas dificultad. A partir de ahí, la cresta gira ligeramente a la izquierda (NE) y se empieza a ver la cumbre. En medio, un tramo casi horizontal, afilado y dislocado pero, en apariencia, sin obstáculos. Sin embargo, tras cruzar la brecha citada, aún habría de trasponer dos más antes de llegar a la cima. La segunda brecha es fácil (I), y baja apenas tres metros, pero...

... la tercera es algo más seria: unos 6 m de profundidad y la entrada en forma de placa lisa y empinadísima, aunque unas oportunas fisuras permiten destrepar con seguridad (II).

Llegué a la cumbre del Pic de la Sède a las doce y media. El sol pegaba de lo lindo pero una brisa sutil refrescaba lo justo para evitar un excesivo agobio. Al oeste, bajo el Vignemale, podía ver el Refugio de Bayssellance.

El panorama era magnífico en todas direcciones y sería difícil destacar algo del gran arco de montañas que me envolvía. Este pico tiene una de las mejores vistas de los que he subido en el Pirineo. Y llevo unos cuantos. Al oeste las montañas de Panticosa y el Balaitús, más allá de los Chabarrou.

Al norte, entre los picos Né y Ardiden, me fijé que las nubes seguían allí abajo… les di las gracias por respetar mi último día de esta semana en Pirineos. Todo un detalle.

Al este, más allá de Labas y Aspé, los macizos de Néouvielle, la Munia y Marboré llenaban el horizonte. Más o menos hacia allá, comencé el descenso a la una, bajando por...

... la arista sureste hacia el Col de Labas. Ésta comienza en una brecha fácil (I) de unos diez metros de profundidad. Luego, viene un tramo aéreo pero regular y de pendiente moderada.

Por aquí se gana perspectiva sobre el Lago de Estom, que aparecía seductor en la vertical del Pico Ardiden.

Llevaba bajados unos 40 m cuando la arista giró levemente a la derecha y volvieron a aparecer dificultades, en forma de sucesivas brechas (II) entre pasajes aéreos sobre bloques afilados (I). Sin obstáculos de especial significación, se mantuvo esa tónica durante otros 50 m, hasta...

... un marcado y puntiagudo hombro, donde la cresta se desploma bruscamente. Como mejor bajada, encontré a la derecha...

... una chimenea descompuesta (II) de unos 15 m, que me dejó al pie del resalte. Estaba ahora ante una rampa de pedrera suelta, por la que perdí rápidamente altura, separándome de la arista en busca de un piso menos inestable.

La pendiente fue disminuyendo según bajaba pero el terreno era incómodo, cubierto de cantos puntiagudos y movedizos, sobre los que caminé con cuidado, por el bien de mis tobillos. La dificultad había acabado y pronto me encontré incluso en un rellano, donde derivé a la izquierda para...

... volver al borde y disfrutar de esta bonita perspectiva del espolón en que acaba la parte afilada de esta arista sureste.

Encontré también un inmejorable punto de vista sobre el Pico Labas… tengo que explotar más esta zona… bueno, y todo el Pirineo; cuanto más lo conozco, más consciente soy de lo mucho interesante y hermoso que me queda por ver.

Terminé de bajar por el lomo pedregoso en que se había convertido ya la arista, hasta el  Col de Labas, en cuya vertiente sur se conservaba, en una cubeta, un falso ibón. Siempre me han parecido bonitos estos neveros semifundidos, y más si se muestran con el Vignemale como telón de fondo. Como además eran las dos menos cuarto, aproveché para parar a disfrutar de la vista y, de paso, hacer el almuerzo largo que me había saltado en la cumbre.

Media hora después, retomé camino, bajando por la vaguada norte (izquierda al llegar) al barranco colgado de Labas. Me llevé una alegría cuando vi que aún quedaba algún nevero considerable: haría cómodo el descenso de ese pedregal. Tras seguir un corto trecho el sendero borroso que atraviesa el collado, en cuanto tuve la nieve cerca, lo dejé para deslizarme por ella.

Ahora sí que hacía calor, en esta alta cuenca abrigada entre el Pico de Labas y el de la Sède, que muestra desde aquí un perfil que resulta imponente; luego, en realidad, esa arista resulta entretenida pero no tan terrible como aparenta.

Cuando acabaron los neveros, fui bajando por el pedregal, a base de paciencia. Pronto vi los hitos que (se supone) indican el trazado más cómodo para caminar. Sinceramente, creo que en este lugar da lo mismo seguirlos o no: todo es igual de incómodo. Llevaba un rato bajando cuando el terreno se empinó, pero no lo lamenté mucho; coincidió con el límite de la hierba, en la que se volvía a marcar la senda y se caminaba mucho mejor.

Pronto, el senderuelo que iba siguiendo se hizo un buen camino y llegué a la unión con el de Estom Soubiran. Lo tomé a la izquierda (O) y continué el descenso por sus lazadas. Al llegar al fondo de la vaguada por donde había subido esa mañana, me topé con el camino d'Arraillé. Tomándolo a la derecha (NE) comencé a deshacer el camino de subida. Tras un descenso relajado, alcancé el refugio hacia las cuatro menos cuarto. Hice una parada más larga de lo previsto (una cerveza fría, a esas alturas, era una tentación irresistible), no saliendo hasta pasadas las cuatro y media.

Según avanzaba Valle de Lutour abajo, entré en las nubes que llevaban todo el tiempo ahí metidas y, al poco, salí bajo ellas. Este ambiente nuboso me hizo mella; era el último día de una semana maravillosa en los Pirineos y ya estaba echando de menos más monte.

Hacia las seis de la tarde, llegué a La Fruitière, dando fin a una bonita ascensión que, aparte de la satisfacción de la cumbre, de este Pico de la Sède, menos apreciado de lo que merece, me ha dejado la inquietud de volver para recorrer otras crestas de este valle maravilloso.

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