Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Ésta es la
subida más breve a la cima más alta del sector oriental de Gredos, que es un
excelente mirador y culminación de una bella montaña. Se trata de un itinerario
cómodo; sólo la fuerte pendiente de la subida del Puerto de Lagarejo al
Miravalles es algo más exigente físicamente pues, en lo que respecta al
terreno, el paso es cómodo pese al aspecto que tiene la ladera: los hitos
marcan una senda, estrecho pero suficiente, a través el denso retamar. En
realidad, hubo varios trazados, pero el señalizado ha quedado mientras el resto
se va perdiendo. A la bajada, me desvié a la derecha para rodear el Risco de
Miravalles; el ahorro es mínimo, apenas 15 metros de desnivel, pero la traza
que antes permitía pasar con comodidad ya estaba casi cerrada, en 2013; aunque
está en el track y en el croquis, desaconsejo ese rodeo al regresar: es
preferible regresar por el mismo camino de subida.
Ésta fue una jornada
especial para mí. Tras una grave lesión, con cirugía y más de cuatro meses de
recuperación sin garantías de poder volver a la montaña, era mi primera
actividad de una mínima entidad. Lógicamente, las semanas previas había dado
algún paseo por la sierra y, en Nochevieja, no me perdí la San Silvestre (a
gatas, si fuera preciso, hubiera ido...). Pero, este día, aunque aún me
quedaron un par de meses de puesta a punto, ya pude prever una recuperación
completa.
RELATO GRÁFICO:
Pese a
ser las once y media de la mañana, hacía frío en las umbrías y soplaba un
viento helado cuando salí del Puerto de Serranillos por una pista, cerrada con
cancela, que se dirige al nordeste y va rodeando, en subida ligera, la cresta
de la sierra por su vertiente norte.
Según
ganaba altitud, iba apareciendo a mi espalda, a través del collado, las crestas
de la zona de La Mira y los Galayos.
Al doblar
el lomo del Cimorro, me encontré con la visión, más allá del Calamocho, del
trozo de cresta que recorrería más tarde: del Risco de Miravalles al Cabezo de
Mijares, cuya...
... cumbre se veía helada.
Pero,
antes de acometer la subida a la cresta, continué rodeando la curva del monte,
tomando dirección sur hasta Majada Llana, prado cabecero del barranco que
llevaba a la izquierda. Allí, el carril gira al este y cruza la loma donde se
alza el Calamocho para terminar en...
... una
segunda pradera. Siguiendo el límite del matorral por la derecha, busqué una
senda algo borrosa que se interna en el matorral y va al este, hacia la ladera
occidental del Risco de Miravalles.
Durante
el trayecto contorneando la ladera del Majal Grande, veía a mi izquierda la
Garganta del Puerto de Pedro Bernardo caer hacia Serranillos y la Sierra de la
Paramera al fondo.
La senda
es muy cómoda pero cruza varios chorros, que encontré helados esa mañana. Como
no me iba a poner los crampones para dos metros, busqué el paso bueno subiendo
o bajando para recuperar luego la senda. A la vuelta, ya mediada la tarde,
seguían congelados.
Finalmente
salí, sin haber variado casi de cota, al Puerto de Lagarejo, desde donde se descubre...
... la vertiente sur de la sierra, destacando la loma de las Queseras, y el
Valle del Tiétar, con los Montes de Toledo al fondo.
Al otro
lado del collado, se alza el empinado lomo oeste del Miravalles, poblado de
matorral del que sobresalen grandes cantos. Un gran hito ante mí marcaba el
inicio de un trazo balizado, estrecho pero suficiente, que se abre paso en el
denso monte bajo o aprovecha eventuales claros en el mismo.
Los hitos
estaban bastante espaciados pero eran siempre visibles. En algún lugar, tuve
que apoyar un poco las manos pero la remontada es cómoda en general, aunque se
mantiene empinada todo el tiempo y es conveniente tomársela con calma. Atrás,
al ganar altitud, las cumbres mayores de Gredos iban blanqueando el horizonte
más allá de las sierra de Cabeza Aguda y el Torozo.
Un grupo
de agujas se alza a la derecha, cerca del final de esta cuesta.
La
pendiente se fue atenuando según me acercaba a la cuerda, que alcancé...
... un
poco al oeste del Risco de Miravalles. Girando a la izquierda (NE), me dirigí a
él. Luego, el resto del camino hasta la cumbre estaba claro: seguir al nordeste
la amplia cuerda de pendiente moderada.
Cubierta
de hierba y matorral rastrero, algunas rocas afloran aquí y allá, pero sin
estorbar el paso. Si me volvía, el panorama al oeste se iba tornando cada vez
más amplio.
La subida
final es algo más intensa pero, siendo el terreno tan apacible, se lleva muy
bien. Además, las rocas de la cumbre y de la vecina Picota, parecían tirar de
mí.
Eran las
dos y cuarto de la tarde cuando alcancé el Cabezo de Mijares, entre cuyas rocas
pasé un buen rato, pese al fuerte viento que soplaba. No en vano llevaba más de
cuatro meses ayuno de cumbres.
Al oeste,
en el macizo central de Gredos,...
... el
Almanzor, La Galana y compañía presentaban un aspecto magnífico.
Volcando
la vista al norte, la vecina Picota, con la Serrota al fondo. Más a la
derecha,...
La Sierra
de la Paramera.
Un poco
al sureste de la cumbre, un cartel marca la punta secundaria llamada Cabezo de
Gavilanes. Subí, con cierta precaución por sus rocas escarchadas, pues merece
la pena la visita. Una par de metros más baja que la punta principal, es mejor
punto de vista...
... al
este, donde se prolonga la cuerda, y...
... al
sur, con la bruma invadiendo el valle del Tajo y los Montes de Toledo más allá.
Hacia las
tres de la tarde, emprendí el regreso, casi por el mismo camino. La única
variación es que, al pasar por el punto más bajo del cordal entre el Cabezo y
el Miravalles, me desvié a la derecha por un borroso trazo marcado por un hito,
para rodear este último pico por la vertiente septentrional de la sierra. No
merece la pena. Conocía esta senda pero esta vez la encontré mucho más cerrada
y perdida a trozos. Es mejor mantenerse todo el rato por el mismo trazado que
usé en la subida.
Una vez
en ese trazo principal, bajé sin sobresaltos de vuelta hacia el Puerto de
Serranillos, que alcancé hacia las cinco de la tarde, cuando con el sol, ya
bajo, perfilando las crestas gredenses.
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