Castillejo (1.997)

ASCENSIÓN DESDE Villanueva de Ávila

cara norte invernal

El Castillejo se eleva en el extremo este de la Sierra del Cabezo, la más importante del Macizo Oriental de Gredos. Es un pico secundario y, visto desde el cordal o la vertiente sur, es sólo uno de tantos modestos apilamientos de bloques que surgen del matorral en la alomada divisoria del Sistema Central. No es de extrañar que casi todo el que sube a este pico lo haga de paso hacia el Cabezo de Mijares, si no lo rodean. Sin embargo, al norte el terreno se desploma 600 m en un empinado cuenco abrazado por crestas accidentadas. Con nieve, esa vertiente norte presenta un aspecto magnífico y promete ascensiones fáciles pero emocionantes.

La ruta es consiste en remontar el lomo NO de la montaña para entrar, desde ahí, a la cara norte de la montaña, a la altura en que lo aconsejen las condiciones de la nieve, y atacar directamente la cima. La bajada es por la ruta más accesible de esa vertiente, para lo cual hay que recorrer la cuerda hasta el collado al oeste de la Peña de la Bandera, desde el cual un camino desciende, por el Collado Viejo y los Colladitos, hasta el pie de monte.

La Sierra del Cabezo vista desde el noreste; el Castillejo es el pico más cercano

SITUACIÓN:

  • Zona: Macizo Oriental de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra del Cabezo
  • Base de partida: Villanueva de Ávila (Ávila)
ACCESO: Villanueva de Ávila es un municipio abulense situad en el sur de la provincia, al pie de la vertiente sur del Puerto de Mijares, que separa las sierras del Valle y el Cabezo, en el Gredos Oriental. La ruta parte de las cercanías de las Casas de los Veneros, situadas unos 3 km al suroeste del pueblo. Para llegar, hay que salir hacia el Puerto de Mijares; al cabo kilómetro y pico, tomar un desvío a la derecha, hacia Navarrevisca, y seguir otro tanto, pasando las Casas de la Cañada hasta ver una pista de tierra que sale a la izquierda. Tomarla y avanzar unos 200 m, hasta que el carril se bifurca y hay un pequeño ensanche a la derecha, donde se pueden aparcar unos cuantos coches sin estorbar el paso. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.132 / 1.997
  • Mi tiempo efectivo: 5h19
  • Mi tiempo total: 6h42
  • Dificultades: F, en las condiciones del día. Nieve continua a partir de los 1.750 m de altitud, con pendientes prolongadas de hasta 35º; blanda al principio y luego más dura hasta ser hielo en la cuerda. Una corta trepada de escasa dificultad (I+) para acceder a la cumbre. Algún tramo incómodo por el matorral.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Dejar la bifurcación citada en ACCESO por el ramal derecho (SE), dejando atrás las Casas de los Veneros. Tomar el segundo desvío (cancela) a la derecha (NO). Al llegar a un cruce, girar a la izquierda (E) y seguir la pista hasta su final, continuando por la senda que la prolonga y llega a Prado Nieto. Dirigirse al sur a través de los prados, bajando el cauce del Arroyo de Navalayegua para vadearlo. A continuación, subir por la ladera hasta salir a una pista y tomarla a la derecha (SO). Cuando acaba, remontar a la izquierda (SE) los prados hasta el collado de El Jugadero. Girar a la derecha (S) y subir por la loma aprovechando una vieja vereda. Antes o después según el estado y cantidad de la nieve, derivar a la izquierda (E) para entrar en la cara norte del pico y remontarla hasta dar con el cancho cimero. La manera más fácil de subir a él es por su lado oeste, donde un pasillo de pendiente suave y un breve graderío de bloques conducen, sin apenas dificultad, a la cumbre del Castillejo (F).

Bajar del cueto y seguir el cordal al oeste, evitando por uno u otro lado las peñas que lo jalonan, hasta el primer collado al oeste de la Peña de la Bandera o Torrecilla. Girar a la derecha (O) y bajar en diagonal izquierda, a tomar el camino que lleva al Collado Viejo. Sin llegar a la horcada, girar a la derecha (NE) para tomar el carril que desciende el Arroyo de Navalayegua. Al llegar a un cruce en Los Colladitos, salir por la derecha (E). En Prado Nieto, se cierra el itinerario, que se deshace desde allí para volver a las Casas de los Veneros.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Hermosa ascensión invernal, fácil y con bonito ambiente. Lo único que lamento es no haberme percatado antes de la excelente rampa que presenta al norte del pico y haberla tomado 100 ó 200 m más abajo. En verano, esto debe ser algo más soso, pero tampoco carente de interés; entonces, se podría seguir la vieja senda del Jugadero (o intentarlo) hasta la cuerda de la sierra. El Castillejo resultó ser un señor pico cuando se sube por este lado. Sin embargo, esta ascensión fue sólo una primera toma de contacto, sin más información que el mapa; seguro que hay opciones mejores. Y lamento reconocer que, once años después, no he vuelto. Quizá esta recuperación de viejas historias me sirva para recuperar ideas olvidadas.

Subí de las Casas de los Veneros a Prado Nieto intentando seguir el Arroyo de Navalayegua; fue un error y me vi avanzando sin camino por terreno incómodo. Es el tramo que he sombreado en morado en el croquis; creo que es mejor descartarlo y, como describo en el itinerario sintetizado, subir y bajar por la pista. También es incómodo el paso por Prado Nieto y la subida al Jugadero pero, en ese caso, si se quiere pasar por la cara norte, no le veo mejor solución partiendo de donde lo hice.

Otra cosa es que quizá esta aproximación no sea la mejor. Posteriormente, estudiando el mapa, he visto una alternativa comenzando en una pista que sale del kilómetro 10 de la carretera que sube al Puerto de Mijares. Por ella se podría alcanzar el Jugadero por la vertiente del Arroyo de los Chorros, el que nace al pie de la cara norte, haciendo la ascensión aún más natural. Y el descenso puede comenzarse igual que lo hice, dejando la pista de Navalayegua para subir al Jugadero por la ladera, que no es mala, cuando ésta pasa bajo el collado. Creo que esta alternativa sería bueno estudiarla.

RELATO GRÁFICO:

Algunas nubecillas sueltas se mantenían enganchadas en las crestas más altas y soplaba un mediano vientecillo helado pero, aun con ello, el día era magnífico. Hacia las nueve y cuarto de la mañana, partí de la bifurcación en la pista que va a las Casas de los Veneros. No bajé hacia las mismas, sino que tomé el ramal derecho (SE) y más alto. Desde el principio, la cumbre guiaba mis pasos, muy bonita, con el roquedo quebrado de la cresta contrastando con la blancura de la cara norte.

Al poco, seguí recto un cruce, teniendo que pasar unas cintas y alambres tendidos a lo ancho del carril, para impedir el paso de ganado. También dejé de lado un desvío a la derecha cerrado por cancela, por el que volvería.

Cuando la pista acabó, continué por un camino más estrecho que la prolonga y baja, entre árboles y muretes, hacia el cauce. Tras una rústica puerta, cambié la senda por una acequia, junto a la que no se caminaba mal por una estrecha banda de terreno despejado. Alcancé el torrente en la toma de aguas, un paraje realmente bonito pero donde acababa también cualquier posibilidad de avance cómodo. Pero, como a la derecha (O), sobre la estrecha banda de vegetación de ribera, había visto...

... unas praderas empinadas pero despejadas, subí por ese lado (NO), directamente pendiente arriba, evitando peñascos y breves manchas de matorral cerrado.

Es una pena que no se pueda remontar el Arroyo de Navalayegua por el fondo, para ver de cerca los varios saltos de agua que pude distinguir al ganar altura.

No pasó mucho antes de dar con un murete de piedras junto al que avanza una senda. La tomé a la izquierda (SO) y proseguí por ella la remontada del barranco. El matorral se hacía mucho más denso ahora, fuera de los campos, pero el corte era nítido, suficiente para caminar con comodidad.

Buscando el mejor paso, la vereda me alejó de la cerca, ganando altura por la ladera. Al volver la vista, iba viendo cómo quedaba atrás Villanueva de Ávila y se desvelaba la Sierra de la Paramera.

Tras atravesar una pequeña arboleda, cuando salí de nuevo a terreno despejado, apareció ante mí el extenso Prado Nieto, donde el valle se ensancha bajo el brillante Castillejo.

A su derecha, veía ya también la airosa Peña de la Bandera. Y, en medio, la loma del Jugadero, por la cual transcurriría parte de la subida.

Para dirigirme allí, cuando la senda desembocó en una pista junto a una puerta abierta en el murete que delimita un campo, giré a la izquierda (S) y atravesé los prados hacia el cauce. El agua corría ancha e impetuosa y tuve que remontar un buen trecho de riachuelo, pasando algunas cercas y chorros, hasta encontrar este buen vado. En la otra orilla, subí por la ribera herbosa, en busca de...

... la pista que había visto antes recorrer horizontal la falda del Jugadero. La alcancé en breve y la tomé a...

... la derecha (SO). Al frente, tenía como el encuentro de dos mundos: las blancas lomas del Artuñero y Cabeza Santa aparecían enmarcadas por verdes vertientes.

Cuando la pista acaba de repente, un trazo en la hierba parecía prolongarla; comencé a seguirlo pero, cuando vi que llegaba a la altura del collado de cota 1.487, donde pretendía ganar la loma, lo dejé por la izquierda (SE) para subir directamente ladera arriba, por terreno cómodo de hierba entre piornos dispersos.

Al ganar loma de El Jugadero, pude ver al otro lado la Garganta de los Chorros, desagüe de la cara norte del Castillejo y aproximación alternativa, bajo el extremo occidental de la Sierra del valle.

La combinación de nieve y cantos daban un aspecto magnífico a la cumbre y no me cansaba de mirarla. Ahora veía esa vertiente septentrional en toda su altura... es una pena que la nieve no llegara más abajo. De momento, y en estas condiciones, giré a la derecha (S) en busca de una subida cómoda, aprovechando una senda, cuyo trazo en zig zag había distinguido a lo lejos cortando el matorral del lomo. Ahora no lo veía tan bien.

La causa es que el camino está muy abandonado, invadido por un matorral denso que, en algunos sitios, sobrepasaba mi estatura. Obligado más de una vez a apartar el ramaje con las manos, me puse los guantes pese a que, ahora, pegado a la sierra, estaba protegido del viento y no hacía nada de frío. Pasar por aquí con brazos o piernas descubiertos debe de ser como meterse en una pelea de gatos. 

El camino facilitaba mucho la subida, pues, además del allanamiento del terreno en la traza, el monte era mucho más cerrado fuera. Contrastando con el carácter agreste del Castillejo, podía ver a la derecha... 

... el suave Majal de Majambea.

También, más allá, a través del Collado Viejo, la Mira y el  Torozo.

Poco a poco, la nieve fue ganando continuidad y el matorral aclarándose; ambos hechos contribuían a hacer el avance cada vez más cómodo. Y si añadimos las vistas, estaba en lo mejor de la ascensión... hasta entonces.

Hacia los 1.850 m de altitud, la nieve era prácticamente continua en la cara norte. Aprovechando que la senda se asomó a esa vertiente, la dejé por la izquierda (E) para atravesar la ladera y colocarme, más o menos, en la vertical del cancho cimero.

La nieve estaba dura pese a la hora, casi las doce, y el sol que hacía en este cuenco cerrado; se notaba la orientación. Me puse los crampones y fui ascendiendo por una pala de pendiente regular de unos 30º o poco más. La arista que llevaba a mi izquierda prometía otra bonita ascensión.

Hacia abajo, la vista sobre el valle del Alberche se iba ampliando. Ahora sí que estaba en el tramo bonito de la jornada.

Llegando al pie de las rocas cimeras, decidí alcanzar la loma a la derecha de las mismas; luego resultó que el lado fácil era el otro. Por el flanco occidental, el acceso a la cima es un corto pasillo en umbría, unos cinco metros, por donde subía una empinada tira de nieve helada (60º). Para trepar me ayudé de los abundantes apoyos en la roca de los lados (I+). Una vez arriba, giré a la derecha y superé el apilamiento de bloques de la cumbre.

A las doce y media de la mañana, llegué a la cima del Castillejo y apareció ante mis ojos la vertiente sur, el valle del Tiétar, con la Sierra de San Vicente plantada en medio.

Al oeste, el cordal tenía un aspecto impresionante. Por desgracia, las nubes tapaban la parte del Circo y la Mira.

Al norte, podía ver ahora el lomo y el barranco que definían mi ascensión; más allá, las tres parameras sobre el valle del Alberche.

Al este, finalmente... ¡Qué bonita estaba la Sierra del Valle!

Con el viento frío que soplaba, no prolongué mucho la estancia: antes de la una, comencé a bajar por el flanco oriental del risco, donde el pasillo abierto entre las dos puntas del Castillejo era mucho menos inclinado, 30 ó 35º, permitiendo una bajada fácil. Abajo, giré a la derecha (SO) para rodear el cueto cimero.

Otra prominencia al oeste la rodeé por la derecha (N), bajando por una suave pendiente nevada. Al llegar a la siguiente horcada, nuevo cambio de lado, regreso...

... a la vertiente sur, para contornear una llamativa torre de rocas caballeras, llamada Peña de la Bandera. Éste es uno de los accidentes más característicos de estos parajes y siempre me ha parecido que forma un conjunto muy bonito con el Castillejo.

Al avanzar al oeste, la loma se volvió cada vez más amplia y suave. A media bajada, crucé el murete que recorre la divisoria, pues, por el norte, el paso es más cómodo y la nieve, más consistente. Una nube llegó amagando de occidente, pero la amenaza quedó sólo en eso y no llegué siquiera a caminar a la sombra. Cuando alcancé lo más bajo del collado occidental de la Peña de la Bandera, giré a la derecha (O) y...

... bajé en diagonal izquierda a través del matorral hacia un trazo de nieve limpia definido, sobre todo, por la línea de piornos que lo delimita por debajo. Lo tomé de bajada y comencé a perder altura más rápidamente.

La nieve acabó cerca de Collado Viejo, amplia extensión de hierba al norte de la sierra, entre su cuerpo principal y el Cerro de Montalbán. Sin alcanzar la horcada, según llegué al límite oriental del rellano, giré a la derecha (NE), dejando la senda por...

... una ancha pista que arranca de allí y desciende el Arroyo de Navalayegua, al principio bastante alto por la vertiente derecha.

El entorno se fue haciendo ganadero, menudeando prados, cercas y almiares, según perdía altitud.

En ese tramo, pasé por varios chorros de agua, sobre los que se divisaba la cumbre.

Crucé el torrente por un original paso construido con piedras apiladas en seco.

Una vez al otro lado, la pista me llevó a ganar altura mientras atravesaba la ladera de los Trampalones, tomando buena perspectiva sobre el Castillejo.

Sin pérdida posible, llegué a Los Colladitos, amplia horcada en una loma proyectada al norte de la sierra. En ella, encontré un cruce de pistas, del que salí por la derecha (E).

La pista empezó horizontal, manteniendo altura por la vertiente izquierda de la vaguada oriental del collado, con la Sierra del Valle enfrente. A continuación, giró a la derecha y...

... emprendió una rápida bajada, que me llevó a la puerta de Prado Nieto, donde había estado ya esa mañana, cerrando la ruta. Al acabar el carril, tomé a la izquierda (NE),...

...la senda por la que había llegado allí a la ida, la cual, sobrepasado el punto en que la había tomado antes, seguía igual de cómoda. El caminillo mantiene cota, sin bajar en ningún momento, hasta acabar en el extremo de una pista que me llevó a continuar faldeando la ladera de Los Maleones.

Al salir a vertiente sur, la Sierra de la Paramera se volvió a mostrar completa, al tiempo que comenzaba a bajar suavemente en diagonal. Pronto llegué a un desvío a la derecha (NE), que desciende más decididamente en lazadas. Lo tomé y me condujo a...

... la pista del inicio de la excursión, en las proximidades de las Casas de los Veneros. Concretamente salí por el segundo desvío que me había encontrado subiendo a la derecha, cerrado con una cancela. Tras cruzarla, giré a la izquierda (NE), llegando en cuestión de minutos al coche. Eran las cuatro de la tarde, el día se había mantenido soleado y el calor comenzaba a apretar.

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