Morrón del Rivazuelo (1.531)

ASCENSIÓN DESDE EL PUERTO DEL ACENICHE

RECORRIDO DE LA CRESTA DE LA SELVA

La Sierra de Pedro Ponce está situada en medio de la Provincia de Murcia, elevándose en el extremo oriental del altiplano que se extiende entre las sierras de María y el Gigante y las del Segura, Taibilla y Moratalla. Pese a gozar de unas vistas extensas, una naturaleza variada y superar los 1.500 m de altitud, es una sierra poco conocida fuera de la zona, un tanto eclipsada por su vecina de Espuña. Como es común en estas montañas del sureste, presenta un relieve complejo, pero redondeado y generalmente suave, poblado de un denso bosque de pinos y encinas. Pero esa placidez del entono es rota por potentes roquedos de caliza, que se afila en crestones y agujas multicolores sobre el verdor dominante. El Morrón del Rivazuelo es el punto culminante de la sierra y está situado en el extremo sur de la cresta que corona el conjunto con varias puntas se similar altitud. Al otro lado de la misma, se alza el Cerro de la Selva, que, al ser vértice geodésico, se le confunde con frecuencia con su punto más alto.

La ruta consiste en recorrer dicha cresta, aproximándose desde el noroeste y accediendo a la misma por la arista occidental del Rivazuelo que, sin ser difícil, presenta algunas cortas trepadas entretenidas. La vuelta desde el Cerro de la Selva transcurrirá íntegramente por caminos, por el collado homónimo, pudiendo considerarse la ruta normal de esa vertiente.

El Morrón del Rivazuelo, con la punta NE a la izquierda, visto desde la arista oeste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Espuña y Pedro Ponce (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de Pedro Ponce
  • Base de partida: Bullas (Murcia)

ACCESO: La ruta parte del paraje de El Jabonero, situado sobre la carretera que cruza el Puerto o Mojón del Aceniche, un kilómetro al noreste. Pese a que se sitúa en el término municipal de Ceheguín, la población más cercana, a 12 km, es Bullas, localidad murciana de la comarca del Noroeste, que se asienta al pie de las montañas del occidente de la provincia y de cara al Valle del Segura. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta el arranque de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.


OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 865 / 1.531
  • Mi tiempo efectivo: 5h18
  • Mi tiempo total: 6h18
  • Dificultades: F. Trepadas cortas de hasta I+ en la arista oeste del Rivazuelo. El resto es por camino o por terreno cómodo.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tomar la pista que sale de El Jabonero hacia el SE, seguirla hasta el final y continuar por la senda que la prolonga, remontando el Barranco de Mula hasta el collado cabecero (1.167). Bajar al otro lado, a la Hoya del Conejo y, cuando el camino gira a la izquierda, tomar a la derecha (SE) una traza muy difuminada, cuya salida está marcada con hitos. Al otro lado de la depresión, entrar en la Rambla del Cargador y subir por ella hasta el Collado del Sudador. Girar a la izquierda (E) y superar la arista, alternando cortas trepadas (I) y flanqueos aéreos, hasta la cima del Morrón del Rivazuelo (F).

Continuar por la cresta al NE, trasponiendo varias cotas antes de culminar el Cerro de la Selva. Tomar la pista que baja por la vertiente norte hasta el Collado de la Selva, donde hay una bifurcación. Seguir por la izquierda (SO), bajando a la Hoya del Conejo, para reencontrar el itinerario de subida y regresar por él al Puerto del Aceniche.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: 

El Morrón del Rivazuelo era una cima olvidada en 2013; ahora, a la vista de Wikiloc, no tanto. Por entonces, era común ver en diversas fuentes el Cerro de la Selva como máxima cumbre de la Sierra de Pedro Ponce. Por cierto, según el IGN, hay en la cresta dos cotas de idéntica altitud (1.531); son la punta oriental del Morrón de Rivazuelo y el pico que hay sobre el Collado Gayubal (¿Pico Gayubal?). Intenté resolver la duda leyendo mi GPS en ambas y me marcó la mayor altitud en la primera. Ya sé que el método no es muy preciso en valor absoluto, pero creo que puede tomarse como buen criterio para confirmar relaciones de altitud en un área reducida. Por último y fundamental, al recorrer la cresta y mirar una cota desde la otra, da la sensación de que esa cima oriental del Morrón es, efectivamente, ligerísimamente más alta. Por cierto, el Morrón carecía entonces de hito o señal de alguna en la cumbre; por consultas posteriores, he visto que le creció una señal.

Respecto a la ruta, es una caminata sin dificultad, pues, cuando se perdía la senda, el terreno era cómodo y no planteaba dudas de orientación. La única salsa fueron un par de trepadas en la arista del Rivazuelo, fáciles y evidentemente evitables por el norte (izquierda). Pero prefería acometerlas por divertirme y porque desde lo alto del crestón se va viendo más tiempo la bonita cara meridional de este pico.

Del propio Puerto del Aceniche, sale de la carretera una pista de tierra al SE, que sería el inicio lógico de la excursión; pero, en 2013, no encontré dónde aparcar. La solución es la que adopté: retroceder un kilómetro y dejar el coche en una curva a la derecha (cuando se llega de Bullas), junto al lugar donde marca el mapa la Fuente del Jabonero. De su vértice sale otro carril al SE, que va a converger con el camino del puerto.

En la época, no encontré referencias del recorrido completo. Lo diseñé a base de fragmentos de y faltaban trozos, como el paso por la Hoya del Conejo. Por eso, al salir del Barranco de Mula y ver que el camino bajaba, no estando seguro de dónde conducía, lo abandoné y rodeé la depresión campo a través, reencontrándolo después. Ya de regreso, constaté que ese rodeo es innecesario y poco práctico, pudiéndose atravesar por senda la Hoya del Conejo hasta el Collado del Sudador.

RELATO GRÁFICO:

Tras encontrarme con que no había dónde dejar el coche en el Puerto del Aceniche, retrocedí un kilómetro por la carretera, hasta una curva donde recordaba haber visto una pista que salía del exterior y, según el mapa, iba a unirse con el camino por donde quería iniciar la excursión. Eran las nueve y veinte de la mañana y el día estaba despejado pero fresco.

La pista en cuestión me llevó en dirección predominante sur y me introdujo en un bonito pinar, que atraviesa en imperceptible subida; de vez en cuando, un hueco en el arbolado me permitía ver, a mi derecha, la vecina Sierra de Lavia.

Enseguida llegué a una bifurcación, donde continué por la derecha (S), por un carril algo más deteriorado.

No tardé en salir del bosque, encontrándome con que mi camino desembocaba perpendicularmente en otro, que bordeaba un campo de almendros. Giré a la izquierda (SE) para dirigirme hacia la ladera cubierta de pinos de la sierra.

Al reentrar en el bosque, el camino se fue estrechando paulatinamente hasta quedar reducido a una estrecha senda que se introduce en el agreste Barranco de Mula. Tras descender al cauce, el caminillo vuelve a salir por la misma orilla meridional y gana altura por esa vertiente. A partir de este momento, me fui encontrando algún hito de vez en cuando, separados y pequeños, pero útiles a veces para confirmar la orientación. El entorno se fue haciendo cada vez más bravío: el barranco es estrecho y, sus vertientes, empinadas y llenas de una densa vegetación de pinos, encinas y matorral.

Sin embargo, la senda se abría paso a través de ese terreno con tal eficacia, que la progresión nunca fue incómoda. Casi sin darme cuenta, me encontré cerca de la cabecera del barranco. Allí, la vegetación fue perdiendo porte, dejando ver un amplio collado al fondo.

Cuando cedió la pendiente llegando a la horcada, unos hitos me marcaron girar a la derecha (O) en una bifurcación y comenzó a asomar, a través del collado cabecero (1.167), la redondeada cumbre del Cerro del Cambrón, que se alza sobre el Collado del Sudador, siguiente hito de la ruta.

Al culminar esta primera subida, me encontré en un rellano ocupado por un antiguo campo que rodeé antes de bajar por la vertiente opuesta. Ahora podía ver, a la izquierda del Cambrón, la cumbre de la jornada: el Morrón del Rivazuelo; no completo, pero sí su punta suroeste en lo alto la arista oeste. En medio, se abría una depresión que debía atravesar o rodear. Al ver que el camino perdía altitud y no sabiendo si debía seguirlo todo el tiempo o no, decidí contornear la Hoya del Conejo manteniendo cota. El terreno a la izquierda...

... no tenía mal aspecto: prado salpicado de cantos y algún matorral disperso que no entorpecería el paso. Además, al fondo, veía que un lomo que cae de la cuerda de la sierra estaba cortado por un trazo de senda, que parecía llevar la dirección adecuada. Total, que dejé el camino por la izquierda (E), para atajar a través de la ladera hacia la vaguada norte del Collado del Sudador. Tras atravesar una primera vaguada, amplia y aterrazada, con signos de haber sido cultivada hace mucho tiempo,...

... en el segundo barranco, me encontré con un camino; era evidentemente el que baja del Collado de la Selva, marcado en el mapa, por el cual volvería. Viendo que se prolongaba a la derecha más allá de donde acaba en el mapa, hacia el fondo de la hoya, parecía evidente que debía unirse con el mismo que había dejado. Una pena no haberlo sabido antes. En ese lugar, me encontré un piquete metálico clavado junto al camino, que parecía marcar la salida de un rastro borroso que se dirigía al sur. Así que crucé el carril y comencé a seguir dicha traza que, si al principio parecía poco clara, enseguida...

... desapareció del todo. Como el terreno seguía sin ser malo, continué faldeando, dirigiéndome hacia el remate de un lomo que baja de la sierra, cuya collada me sirvió de referencia para mantener cota. Durante este tramo, me fijé, a mi derecha, en...

... el atractivo aspecto que presentaban las sierras del Gigante, María y Pericay, enmarcadas en el tajo de la Rambla del Cargador, desagüe principal de esta Hoya del Conejo y de toda la vertiente oeste de Pedro Ponce.

Al llegar a la collada antes citada, de cota 1.193 en el mapa, podía ver el collado de salida del Barranco de Mula y la ladera que había dejado atrás. Todavía no sabía que, por debajo de mi recorrido, una senda hace más o menos el mismo trayecto. Fui consciente de ello cuando, tras retomar la ruta y...

... cruzar un barranco secundario, al salir del cauce y avanzar siguiendo la curva del monte para trasponer la loma siguiente, topé...

... con un claro sendero que me cortaba el paso. Mirando a la derecha, veía además que cruzaba la collada anterior, pero por la horcada, y bajaba al barranco un poco a la izquierda de por donde había descendido yo. Entonces me di cuenta: esta senda debe salir del camino que une la culminación del Barranco de Mula y el Collado de la Selva, en algún punto entre el sitio donde lo dejé y donde lo crucé luego durante el flanqueo de la hoya. Total, que tomé la senda a la izquierda (S) y...

... traspuse el lomo para entrar en la Rambla del Descargador, que comencé entonces a remontar a bastante altura sobre el cauce, camino de su nacimiento en el Collado del Sudador. A la izquierda, por donde pensaba ascender hacia a cumbre, se fue mostrando...

... un bonito crestón afilado rayado por multitud de fisuras verticales, que marcaba el inicio de la arista. No esperaba este tipo de cosas en esta sierra... pues bien... era sólo el principio.

Alcancé el Collado del Sudador tras una cómoda subida por senda clara y bien trazada. Desde allí, volviéndome, podía ver la cresta de la sierra: todas las puntas del Rivazuelo y, más lejos, casi tapado y sin roca, el Cerro de la Selva. Es decir, el cordal que me disponía a recorrer.

Al otro lado de la horcada, se extendía un amplio panorama que abarcaba desde la Sierra de Enmedio, junto a Puerto Lumbreras, hasta la de Taibilla, pasando por las del Gigante, María, la Sagra, el Segura, etc... Por desgracia, estas últimas muy cubiertas de nubes.

Inicié aquí la fase final de la ascensión, remontando la arista que sube a la izquierda (E). Al llegar a la base de la roca, pasé a la vertiente derecha (S) para evitar un primer resalte, encontrándome con...

... un imponente roquedo calizo, insospechado desde el lado por donde había llegado.

Pronto, en cuanto lo permitió el terreno, volví a la arista mediante una trepada fácil por un graderío de bloques. Al encontrar un segundo resalte, pasé ahora la vertiente izquierda (N), flanqueando la cresta por repisas de hierba y roca, estrechas e irregulares pero carentes de dificultad.

Volví al filo cerca de la culminación de la pared que había visto anteriormente.

La vista de la vertiente sureste de la sierra, la de Zarzadilla, bajo el vecino Cerro de Ponce, era impresionante.

Continué por la arista, ahora caminando por su filo, jalonado de bloques que no plantean otro obstáculo que algún paso algo más largo de lo normal.

No me cansaba de mirar a mi derecha, donde, sobre espectacular la caída y los canchos de formas curiosas, fue desvelándose, según avanzaba la Sierra de Espuña.

Una punta que venía viendo hacía rato, resultó ser una cumbre aparente. Para culminar la arista, tuve que superar este resalte final, fácil pero casi vertical (I+), de unos seis metros. Creo que se puede evitar, pero no busqué mucho. Tras ese escalón, me encontré en la cota 1.529. Tras una mirada atrás, hacia...

... la arista superada,...

... giré a la izquierda (NE) y recorrí la breve loma ancha y sin obstáculos que me separaba de la cumbre.

Pasadas las doce y media, llegué a la punta suroccidental y más alta del Morrón del Rivazuelo, entonces sin ninguna señal marcándola. Podía ver al sureste toda la Sierra de Espuña, más allá de la Rambla de Zarzadilla.

Al noroeste, sobre la arista superada, se extendía la llanura ensombrecida por el manto de nubes que velaba las sierras de la zona de los Vélez.

Al norte, sobre la Rambla del Cargador, la sombra de las Sierras del Segura, aunque...

... a veces, las nubes me dejaban ver los neveros en las altas laderas de la Sagra.

Estuve poco tiempo detenido en la cumbre: no era la una menos cuarto cuando continué la marcha al noreste por el cordal. El terreno alrededor del Collado de los Selvares, que se abre entre las dos cimas del Rivazuelo, parece amplio y suave. Pero, al comenzar a descender, me encontré un escalón vertical cortándome el paso. Para superarlo, rodeé por el lado oriental (derecha) de la arista, y aun así hube de destrepar dos o tres metros de roca, muy fácil pero empinada.

Luego, ya de nuevo en la cuerda y llegando a la horcada, al volverme y verlo desde abajo, creo que podría rodearse por ambos lados.

Volviéndome desde esa punta central, de la misma altitud que la cumbre según el IGN y dos metros más baja según mi GPS, podía el tramo de cuerda que había dejado atrás, incluida la arista por donde había subido desde el Collado del Sudador.

Una bajada corta pero pronunciada y una subida imperceptible me dejaron en otra punta, notoriamente más baja y sin apenas prominencia, previa al vértice de La Selva. A partir de aquí conté con senda para hacer incluso más cómoda la andadura; se nota que entraba en los dominios del pico más conocido y visitado de la sierra.

Pasando por la última horcada, pude ver la bonita caída meridional de la sierra y, más allá, las curiosas montañitas aisladas que salpican el llano de Murcia.

Culminado la última subida y antes de rodear una caseta de vigilancia que hay en la cumbre, me volví a mirar la cresta que había recorrido, aunque sólo veía hasta la punta NE, que me tapaba la cumbre.

A la una y media, llegué al hito del Cerro de la Selva, que se alza sobre un crestón al norte de la caseta citada.

Como era de esperar por su condición de vértice geodésico, este pico tiene unas vistas aún más amplias que el Morrón del Rivazuelo, excepto al sur, donde la caseta citada tapa todo.

Girándome a la izquierda, al este, la Sierra Espuña y las antes citadas montañas islas murcianas.

Pasando al otro de la arista, al noroeste, el amplio arco montañoso de la Sierra de María a la de Moratalla, pasando por la larga y confusa alineación que forman las del Segura.

Se estaba muy bien en la cumbre, con buena temperatura y una brisa suave que sólo hacía la estancia más agradable. Así que me costó arrancar cuando llegaron las dos: tenía que llegar pronto abajo. Para regresar, tomé la pista que desciende en lazadas por la vertiente oeste.

Transcurriendo entre pinitos dispersos, las vistas desde la misma eran bastante bonitas y hacían el descenso entretenido.

En el Collado de la Selva, tomé un desvío a la izquierda (S), que se interna en el bosque e inicia una bajada empinada frente al Collado del Sudador. El camino fue girando a la derecha y, al salir de entre los árboles, me encontré...

... en la Hoya del Conejo y ante el característico corte de la Rambla del Cargador, que recordaba de esa mañana. Al llegar al fondo de la depresión, el camino perdió pendiente y...

... me encontré en el lugar donde, durante el tramo todo terreno durante la subida lo había cruzado. Seguí por la vereda al este hasta que se fue difuminando. Vi entonces, a mi derecha (NE), unos hitos marcando la salida de una traza borrosa: la senda por donde podía haber atravesado la hoya a la subida.

Estaba ya sobre el itinerario de ida cuando llegué al Collado del Lobo. Antes de volver a entrar en el Barranco de Mula, me volví a despedirme del Morrón del Rivazuelo y su arista oeste.

Tras descender el barranco, salí junto al campo de almendros, que presentaba este bonito aspecto con los montes de los Vélez en el horizonte.

La tarde había quedado aún más brillante que la mañana cuando llegué, hacia las tres y media, al lugar donde había dejado el coche, cerca del Puerto del Aceniche.

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