Els Clotaróns (2.179)

ASCENSIÓN DESDE Tuixent

Arista oeste y vuelta por Gósol Y Coll de Mola

Els Clotaróns es una estribación septentrional de la Sierra del Verd tan individualizada que es casi una montaña aparte. De altitud modesta, incluso dentro del Prepirineo Oriental, y cubierto de bosque hasta la misma cumbre, es precisamente ese manto vegetal uno de sus atractivos, junto con las interesantes vistas, que le da su posición central en el área. Pero, como sucede en todas estas sierras catalanas, no deja de tener carácter: pese a superar por poco los dos mil metros, el desnivel es grande desde los valles y, las vertientes, empinadas y salpicadas de potentes paredes que interrumpen el denso pinar y contrastan, anaranjados o grises, con el verde dominante.

Tuixent está situado al pie del lomo occidental de Els Clotaróns y la ruta hasta la cima consiste simplemente en remontarlo, aprovechando, eso sí, los caminos disponibles. Para regresar, bajaremos al norte y al este hasta Gósol, en el otro extremo del monte, para regresar luego recorriendo los barrancos que corren al pie de la vertiente meridional, bajando del Coll de la Mola, donde esta montaña se une al resto de la Sierra del Verd.


Vertiente norte de Els Clotaróns

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Oriental
  • Unidad: Sierra del Verd
  • Base de partida: Tuixent (Lérida)
ACCESO: Tuixent es el núcleo principal del municipio leridano de Josa-Tuixent, situado en el noreste de la provincia, en pleno Prepirineo Oriental, rodeado por las sierras del Verd, Cadí y Port del Comte. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta el punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.



OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.178 / 2.179
  • Mi tiempo efectivo: 7h56
  • Mi tiempo total: 8h59
  • Dificultades: Muy fácil en las condiciones del día; nieve blanda con hasta 30 cm de espesor en la última parte de la cuerda y hasta 30º de pendiente durante el descenso directo, de casi 200 m de desnivel, por el pinar de la vertiente norte. Aunque con algún tramo incómodo por el matorral, el resto es por caminos.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Tuixent por la carretera que va al Coll de Port y dejarla enseguida por el GR150, que sale a la izquierda (SE) y remonta la ladera de El Fiter hasta el Pla de Prat. Al llegar a una bifurcación, dejar la ruta balizada, tomando la pista de la izquierda (NE). Al salir al Cap de la Serra, ya en la cuerda, girar a la derecha (E) y remontarla hasta la cima de Els Cotaróns.

Bajar directamente al N a través del pinar, en busca del Camino del Prat de les Aiguadelles, que atraviesa horizontal la vertiente. Tomarlo a la derecha (E) y, al llegar a una bifurcación, seguir por la izquierda (N), pasando junto a la Roca del Millet antes de descender al Coll de Josa. Allí, retomar el GR150, que baja a la derecha (SE) hasta Gósol. Siguiendo siempre las marcas rojiblancas, rodear el pueblo por el O, pasar por la Ermita de Santa Margarida y trasponer el Coll de Mola. Ya siempre por pista, bajar por la vaguada occidental, dejando de lado el GR cuando las marcas se desvían, hasta el área recreativa de Planells del Sastró. Tomar allí un camino a la derecha (NO), que termina de descender el valle junto al cauce del río, pasando por el Cortal d'en Jaumet antes de alcanzar la carretera del Coll de Port. Tomarla a la derecha (NO) y seguirla de vuelta a Tuixent.


Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Excursión dura, por longitud y desnivel acumulado, aunque en general transcurre por terreno, como mínimo, cómodo. Sin nieve, la dificultad debe de ser nula y, como la encontré, tampoco es que sea mucha. Creo que es una ruta muy bonita para ascender a una montaña poco visitada y que, sin ser una gran cumbre, tiene bastante carácter.

Cabe, sin embargo, una advertencia: el tramo de GR entre Tuixent y el Pla de Prat tiene trozos en que los caminos estaban totalmente invadidos por vegetación. Así, llegué a perder senda un par de veces, si bien recuperé el trazo poco más adelante; y tampoco el avance a través del bosque no fue demasiado penoso. Tengo la sospecha de que la actividad maderera, al abrir carriles de saca, no es ajena a esto. Si no, no me explico cómo pude dejar de ver la continuación de una pista.

Por otro lado, el descenso de la cumbre al norte a través del pinar, si bien no estaba señalizado, apenas presenta dificultades para orientarse, pues, yendo en busca de una pista horizontal, el alcanzarla más a la izquierda o a la derecha, da igual.


RELATO GRÁFICO:

El día se presentaba nublado, pero con pinta de despejar, cuando salí de Tuixent, hacia las nueve y media de la mañana. Desde la plaza del pueblo, se veían las nieves de la Sierra del Cadí asomar tras el Cadinell, a la izquierda de...

... la boscosa ladera de Els Clotaróns, objetivo del día. Dejé el pueblo por la carretera que va al Coll del Port, siguiendo las marcas rojas y blancas del GR150.

Enseguida, tomé una pista de tierra que sale a la izquierda (SE), rodeando el recinto de un jardín botánico. El camino me llevó a ganar altitud, en suave diagonal, por la ladera sur del monte. Al poco, entré en el bosque y la subida se hizo más intensa mientras remontaba en lazadas la ladera de El Fiter. El silencio se hizo denso y, aunque el cielo se limpiaba poco a poco de nubes, el frescor se mantenía en esta umbría.

Al rato, llegué a lo que parecía el final de la pista o, al menos el final de la zona utilizada. En la pendiente seguía observándose el aterrazamiento de un camino pero jóvenes pinos habían crecido en él, tapando casi el paso. No vi marcas de pintura por ningún sitio y no recuerdo haberlas dejado en ninguna bifurcación. Decidí entonces seguir por lo que parecía un carril abandonado. No tardó mucho en cerrarse del todo la vegetación. Cuando vi a mi izquierda (NE)...

... lo que podía ser un trazo de paso, o simplemente una casual banda de terreno más despejado, giré y seguí por ahí, afrontando la pendiente directamente. Como el matorral no estaba cerrado, la subida, pese a ser empinada, no se me hizo incómoda.

Al salir a una pista forestal, la tomé a la izquierda (NO), hacia donde subía suavemente. A los pocos metros, me encontré ante una bifurcación (ésta) y, de nuevo, las marcas del GR. Evidentemente, debí de dejarme atrás un desvío, aunque no me explico cómo, pues estos caminos no son como para no verlos. Total, que, encogiéndome de hombros, retomé la senda balizada por el ramal derecho (N), que subía suavemente.

Entre los árboles, apenas se veía nada. Sólo muy de vez en cuando, un hueco me dejaba ver un trocito de las montañas de Port del Comte, que tenía a mi izquierda.

Tras un cambio de dirección, tomando dirección este, la pista se tapó de vegetación pero, esta vez, las marcas continuaban señalando el camino y el paso, aunque estrecho, no era incómodo.

Así, llegué al fondo de un barranco seco. Las marcas habían desaparecido de nuevo y, mirando el mapa, era obvio que había vuelto a perder traza. Aquí, podía ser más lógico dejarse un desvío si éste estaba tapado de matorral. La primera idea fue volver atrás, pero, viendo que el cauce estaba bastante despejado, que la pendiente no era mucha y que parecía recorrerlo incluso lo que podía ser un carril de saca, giré a la izquierda (NE) y comencé a remontar el barranco. El carril desapareció al poco pero la subida estaba despejada por el fondo pedregoso, de modo que seguí adelante, pues, si el mapa estaba bien, más arriba...

... debería reencontrar el camino. Y así fue. Tras un ratito de remontada, llegue a una zona menos inclinada, donde los árboles se abren y me encontré con una pista deteriorada, pero con sus marcas de GR. La tomé a la derecha (E) y continué subiendo, ahora suavemente, bajo el sol que caía de un cielo límpido.

La menor pendiente y densidad del bosque indicaban la cercanía del Pla de Prat, que alcancé en minutos. Esta amplia collada es un delicioso lugar, rodeado de pinos, que separa la cresta del Cotaróns de un pico secundario destacado al sur, el Cap del Solá. Las marcas de pintura me llevaron a atravesarlo y salir por el otro lado (NE), por...

... un camino en mejores condiciones que ascendía suavemente por la vertiente meridional del cordal y próximo a su lomo. Ahí vi, por primera vez, la cumbre, mientras que, a mi derecha,...

... al otro lado del profundo corte del Río de Mola, aparecía espectacular el Cap del Verd. Cuando llegué a un desvío, dejé, ahora conscientemente, el GR150 para dirigirme por el carril de la izquierda (NE) hacia la divisoria, que alcancé...

... al poco, en el hombro llamado Cap de la Serra, frente a la inmensa vertiente sur de la Sierra del Cadí. El camino cruza la sierra y yo lo dejé, girando a la derecha (E), para...

... ascender por el cordal, siguiendo unos innecesarios hitos. El lomo es, en su inicio, ancho, pedregoso y escasamente empinado. La inclinación aumentaba paulatinamente, mientras subía por un pasillo entre pinos.

Cuando éstos se abrieron, pude ver, ahora con mayor extensión, las sierras del Verd y Port del Comte cerrando el horizonte al sur y al oeste. Un precioso panorama, con la nieve brillando en las crestas entre el verde y el azul.

Los neveros fueron haciéndose cada vez más grandes y abundantes en la loma, hasta hacerse la nieve continua en un lugar sorprendente: la cresta se dividió en dos, dejando en medio una especie de vaguadita despejada entre árboles. El sitio era realmente bonito. Lástima que la nieve estuviera tan podrida bajo la finísima capa superficial consistente; ésta se vencía a cada paso y ni siquiera con raquetas el avance era cómodo. Es más, como a cada ruptura éstas se quedaban enganchadas en la costra, opté por quitármelas. Total, prácticamente me hundía lo mismo que con ellas.

Al final de ese cóncavo abrigado, donde también sufrí el calor por primera vez en el día, una breve subida me devolvió a lo alto del lomo de la sierra, de nuevo único y más definido que antes. Ahora, la incomodidad era diferente: la nieve era poco espesa y estaba más dura, pero la cresta estaba llena de árboles caídos, peñascos y matorral. Pero tampoco fue para tanto. No era lo mismo que andar por un sendero pero, con paciencia, fui avanzando hasta que la loma, que nunca fue empinada, comenzó a perder pendiente al tiempo que...

... se ensanchaba, despejaba y cubría de bosque. Entonces, la cumbre se anunció al asomar sobre el horizonte cercano la cumbre inconfundible del Pedraforca.

Alcancé la cima de Els Cotaróns a la una y media de la tarde. Una pequeña decepción fue constatar que, pese a superar bastante los 2.000 metros, los árboles rodeaban el hito por tres de los cuatro puntos, dejando ver apenas nada.

Bueno, al menos, un balcón abierto al este dejaba ver el mentado Pedraforca y, un poco más a la derecha,...

... otro hueco permitía admirar la Sierra Ensija, los Rasos de Peguera y parte de la Sierra del Verd.

Respecto a la de Port del Comte, apenas se distinguía su cresta más alta entre las copas de los pinos.

Y, del Cadí, sólo fragmentos difíciles de identificar. Al cabo de media hora, reemprendí la marcha, descendiendo directamente de la cumbre, precisamente en esa dirección (NE),...

... a través del pinar. La nieve estaba más dura en esta umbría, lo justo para hacer cómodo el avance sólo con las botas. Además, aunque la pendiente no llegó a los 30º, se aproximaba lo suficiente como para hacer incómodo ir con raquetas. Sin otro objetivo que perder altura por esta ladera, según me lo marcaba el terreno, fui derivando hasta tomar dirección norte.

Con la altura, disminuyó la pendiente y terminé...

... saliendo al Camino del Prat de les Aiguadelles, que recorre horizontal esta vertiente. Lo tomé a la derecha (E) y, enseguida, me topé con una bifurcación. Cualquiera de ambos ramales me llevaría hacia el Coll de Josa y yo opté por el izquierdo (NE), que es un poco más largo pero me pareció que podía tener mejores vistas, al menos cuando los árboles se aclararan.

Y no me equivoqué, al poco, a través del primer hueco, pude ver la airosa cresta del Cadinell, objetivo del día siguiente.

La pista no tardó en perder la nieve, al tiempo que el pinar se aclaró, descubriendo todo el valle del Río de Josa.

Avanzaba hacia el norte, rodeando la estribación de Costa Freda. Al tomar distancia del cordal principal, pude ver la cima de Els Cotaróns quedar atrás. Buen lugar para despedirse, pues no tardé en perderla de vista al cambiar de vertiente junto a la Roca del Millet.

Ahora, lo que podía ver algo mejor era la Sierra del Cadí. Y, a continuación,...

... de nuevo el Pedraforca, al iniciar el descenso hacia el Coll de Josa. Para llegar allí, se puede seguir la pista hasta el final pero no es necesario. Al poco, sale, a la izquierda (NE),...

... un buen camino marcado con hitos, que baja más directamente. El sendero se convierte luego en un carril maderero, poco antes de llegar a una confusa zona de cruces pero a la vista ya del...

... Coll de Josa. Aquí volví a encontrar las marcas del GR150, que me llevaron a iniciar el descenso por una vereda que sale a la derecha de la carretera (S), a la altura del cambio de rasante. Tras un breve paso entre árboles, salí a una ladera despejada desde la que se domina el valle en que se asienta Gósol, bajo el Pedraforca y la Sierra Ensija. El sendero, pedregoso, desciende en fuerte pendiente hasta llegar a la altura de los prados, donde...

... desemboca en un carril herboso, más ancho y suave. Siguiendo las marcas, lo tomé a la derecha (S), para ir bajando gradualmente, entre verdes campos, hacia el cercano pueblecito, muy paisajístico con su torre y el hermoso Cap Llitzet al fondo. Alcancé Gósol por su extremo noroeste, saliendo a la carretera que baja del Coll de Josa.

Casi sin pisarla, la pintura me llevó a la derecha (S) para rodear el núcleo urbano por una calle de su parte baja. Al poco, había vuelto a los prados, desde donde veía quedar atrás la Sierra del Cadí.

Continué por una pista que prolonga la calle y pasa por el hueco entre el cerro sobre el que está el castillo y la ladera de Els Cotaróns. En una bifurcación, precisamente en ese pasillo, giré a la derecha (S) para continuar rodeando el monte. Justo antes de entrar en la vertiente meridional, pero ya a la vista del núcleo principal de la Sierra del Verd, el GR me llevó a abandonar la pista por un buen sendero (éste), que sale a la derecha (SO) y remonta la ladera.

El camino, ancho y bien acondicionado, sube la pendiente con decisión pero sin agobios y se cruza varias veces con una pista apta para vehículos, que es la misma que había dejado en el desvío anterior. Por ella, la subida sería más suave pero, estando abierta al tráfico, sería al coste de irse encontrando con vehículos. Por cierto, que por esta zona, a primera hora de la tarde y en solana, volví a pasar calor.

Así que me alegré de llegar a la Ermita de Santa Margarida, que resultó...

... ser del siglo XVIII y no románica, como me esperaba. Intenta imitar dicho estilo aunque, en mi opinión, les quedó un poco mazacote. Pero merece la pena tomarse un respiro a su sombra pues, desde la puerta, hay...

... una vista estupenda del valle bajo el Pedraforca y la Ensija, cuyo colorido queda realzado por el “precioso” camping para caravanas estratégicamente situado en pleno centro de los prados.

Dejé el lugar por una senda que sale a la espalda del edificio y continua la remontada de en diagonal de la vertiente, introduciéndose enseguida...

... en un pinar, cuya sombra agradecí bastante.

De vez en cuando un claro me dejaba ver en lo alto, a la derecha, los aparentes canchos llamados Cingles de les Costasses. Había encontrado bastantes referencias a ellos preparando la ruta y me esperaba otra cosa, más espectacular o llamativa. Quedan bonitos y dan gracia a la ladera, pero, como roquedo, no son gran cosa.

En el enésimo cruce con la pista, las marcas me invitaron a tomarla de nuevo a la izquierda (SO), para culminar por ella la subida al Coll de Mola. El collado está situado justo al sur de la cumbre de Els Clotaróns y, a la vista de la ladera que se extiende en medio, una subida directa es perfectamente factible. Una posibilidad a tener en cuenta.

Allí, me encontré ante el Valle de Mola, al fondo del cual se levantaba la Sierra de Port del Comte. Lástima que un tendido eléctrico afee estos parajes. Bueno, al menos es algo útil.

Bajé suavemente por la pista, recorriendo la ladera de Els Cotaróns, culminada ahora por un roquedo más llamativo entre los pinos. Parece que este el lado bueno de las Cingles de les Costasses.

Pero mejor aún era, al otro lado del valle, la espectacular vertiente del Verd que ya me había llamado la atención antes.

El GR150 deja la pista por un camino que sale a la derecha (O), en el vértice de una curva cerrada a la izquierda, y va hacia el Pla de Prat, donde hubiera reencontrado el itinerario de subida. Sin embargo, el valle era tan bonito, la tarde tan tranquila y se caminaba tan a gusto bajo los pinos, que decidí continuar por la pista, aunque eso retrasara mi llegada a Tuixent. Total, para cosas así llevo años cargando siempre con la frontal, sin apenas haberla usado.

El roquedo en la Umbría del Verd iba cambiando de aspecto al variar la luz y el ángulo desde el que lo contemplaba.

Al frente, sobre el Port del Comte, se iban acumulando nubes pero la amenaza no pasó a mayores.

Si dejó de iluminarme el sol, fue cuando las sombras bajaron desde la cresta de Els Clotaróns.

Al llegar al fondo del barranco, el roquedo de la vertiente del Verd fue ganando espectacularidad,...

... especialmente en el Circo de Les Feus.

Avanzaba ahora llevando el agua a mi izquierda mientras caía la tarde y se doraban las copas de los árboles.

Tras cruzar el cauce, la pista me dejó en un área recreativa sobreequipada: bancos, mesas, carteles, barbacoas, inexplicables barandillas, tramos de escalones... los Planells del Sastró. A la derecha (NO), tomé un camino marcado con pintura roja y blanca; que yo sepa, no es un GR pero un letrero indicaba que era la “Ruta de las Plantas Medicinales”. Éste era bueno e iba junto al río, en vez de ganar altura como la pista. Cada cierto trecho, un cartel informaba de la planta junto al mismo, incluyendo sus propiedades saludables. Interesante, pero no tenía tiempo para detenerme en todos.

Más abajo, crucé de nuevo el río, en el Cortal d'en Jaumet, y el entorno comenzó a “ruralizarse”, apareciendo los campos limitados por muretes y otros elementos agrarios. Al otro lado, el último sol del día hacía brillar la cresta norte del Cap del Verd.

Finalmente, desemboqué en una carretera, la misma por donde había salido de Tuixent. Pero no la tomé: junto a la misma, sale también a la derecha (NO) un camino paralelo, sin el inconveniente del tráfico. Aunque, ya cerca del pueblo, acabé en el asfalto.

Entré en Tuixent poco antes de las siete y media de la tarde. Y, como si me esperaran, se encendieron los faroles cuando entré por las primeras casas. Tampoco hizo falta la linterna esta vez.

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