La Gamonosa (1.915)

ASCENSIÓN DESDE CASAVIEJA

CRESTEO DESDE EL PUERTO DEL ALACRÁN AL ALCABARÁN

La Gamonosa se eleva en el extremo oeste de la Sierra del Valle, penúltimo confín oriental de Gredos. Es un cerro redondeado, de laderas suaves y aspecto poco llamativo. Las vistas desde su cumbre son amplias sólo hacia el sur; hacia el resto de Gredos, queda muy limitada por vecinos más altos, aunque es bonito el panorama local. La vertiente meridional está poblada por extensos pinares, muy explotados pero que todavía guardan encanto, mientras en la norte predomina el robledal por debajo de las amplias bandas de retama y prados. Además, se acerca a los 2.000 m de altitud y 200 de prominencia. En resumen, un monte con abundantes y variados atractivos, pero que mayormente se quedan en al casi.

La ruta consiste en, partiendo de media altura de la vertiente sur, alcanzar la cresta de la sierra por lo más accesible, el Puerto del Alacrán, y recorrerla al oeste hasta la cumbre. Para el regreso, seguiremos cresteando por el lomo meridional hasta el modesto Alcabarán, desde el cual descenderemos directamente al este, hasta dar con la pista horizontal que nos devolverá al punto de partida.

El tramo de cresta de la Sierra del Valle recorrido, del Puerto del Alacrán a la Gamonosa

SITUACIÓN:

  • Zona: Macizo Oriental de Gredos (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra del Valle
  • Base de partida: Casavieja (Ávila)
ACCESO: La ascensión parte de Los Calamochos, rellano a media altura de la vertiente meridional de la Sierra del Valle donde se cruzan varias pistas circulables. Está situado en el término municipal de Casavieja, sobre el Valle del Tiétar, cerca del límite sur de la provincia. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a dicho paraje en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.266 / 1.915
  • Mi tiempo efectivo: 4h42
  • Mi tiempo total: 5h59
  • Dificultades: Muy fácil. Tramos de terreno muy empinado y escabroso en la bajada.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Los Calamochos por la pista que va al norte, atravesando la ladera. Al entrar en la cuenca de la Garganta Cereceda, sin llegar al cauce, tomar a la izquierda (NO) la senda balizada que sube al Puerto del Alacrán. Girar allí a la izquierda (SO) y seguir el ancho y despejado cordal, pasando algunas cotas secundarias, hasta La Gamonosa.

Dejar la cumbre por el lomo que cae al sur. Cuando el terreno se vuelve abrupto e incómodo, pasar a la vertiente derecha (E), con la referencia de una pradera bajo el Portacho de las Tejadillas, la cual se atraviesa para remontar la ladera opuesta y alcanzar el alto del Alcabarán. Girar a la izquierda (E) para continuar la bajada por el lomo de ese lado. Hacia la mitad, vuelven las pendientes intensas, pero se puede pasar caminando. El descenso acaba en la pradera de Majalberrueco, por donde pasa una pista que recorre horizontalmente la vertiente. Tomándola a la izquierda (N), se llega en poco tiempo a Los Calamochos.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta de exigencia mediana sin dificultad técnica que combina el tránsito por parajes típicamente gredenses: pinares y praderas salpicadas de peñascos. El acceso más cómodo a esta cumbre parte el Puerto de Mijares pero esa subida es tan corta que sabe a poco; así, con este itinerario se tiene una circular amena para ocupar un día corto de montaña. El lugar de salida está escogido para que sea cómodo el unir el camino del Puerto del Alacrán y el lomo del Alcabarán; tomar el camino más abajo no es práctico si se quiere volver al lugar de partida por la bajada aquí propuesta.

RELATO GRÁFICO:

Remontando la sierra en coche, al salir del pinar pude ver ya la cumbre poco marcada de La Gamonosa, entre la loma por donde transcurriría la bajada y los arroyos más altos que alimentan la Garganta de la Chorrera. No es una montaña espectacular pero no debe faltar en una buena colección de cimas gredenses. El día se presentaba inmejorable, con buena temperatura, viento mínimo, cielo despejado y atmósfera clara: por primera vez en el año, iba a caminar de manga corta durante todo el día.

La pradera de Los Calamochos es un agradable lugar; un amplio rellano empradizado, con fuente y rodeado de pinos. Hacia las diez menos cuarto de la mañana, salí de allí por la pista que se dirige al norte y se interna, en ligerísima bajada, en el pinar. El bosque no es muy denso y, sobre los árboles, empecé pronto a ver los canchos de la Lanchalisa, segunda cumbre de la sierra.

Tras pasar por un par de torrentes y los correspondientes contrafuertes, alternando tramos llaneos y pequeñas bajadas, entré en la cuenca de la Garganta Cereceda. Sin llegar a su eje, tomé a la izquierda (NO) la senda pedregosa que atraviesa la pista, muy marcada y, además, balizada con hitos y marcas de PR. Comenzaba la subida.

La vereda es al principio estrecha, pero sin pérdida posible, y asciende en apretadas lazadas a través del pinar. No tardó mucho en ensancharse, marcando una buena terraza en la ladera: el viejo camino del Puerto del Alacrán tuvo su importancia hace unos cuantos siglos como alternativa que evitaba el pago del portazgo en el cercano paso de Mijares. Volviendo a la ruta, la explotación maderera ha interrumpido el camino en varios sitios, de modo que los tramos bien acondicionados se alternan con carriles de saca y sendas borrosas. A veces se llega a perder el rastro, pero nunca faltan hitos y marcas de pintura que indiquen el camino.

Salí del bosque a una soleada pradera, bastante cerca ya del cordal, que se comba suavemente en el paso ya mencionado. En los últimos metros, el matorral se adensaba pero la traza es allí ancha y pasé sin ninguna incomodidad.

Durante esa parte final de la subida, fui viendo a mi derecha la parte más cercana de la Sierra del Valle: los bonitos canchos de Lanchalisa y la modesta pero picuda Sarnosa.

Al sur, iba quedando abajo el Valle del Tiétar, con sus serrezuelas, que se alinean como una pequeña precordillera: la Peña de Cenicientos y las sierras de la Higuera y San Vicente, magníficos miradores, ignorados por muchos montañeros.

Al llegar al Puerto del Alacrán, se presentó ante mis ojos el extremo oriental de la vecina Sierra del Cabezo y la larga alineación de las Parameras de Ávila, donde la nieve aún pintaba la Serrota, subrayando su condición de cumbre máxima de la cadena. El tiempo seguía esplendido: temperatura agradable y el viento reducido a brisa ligera. Me entretuve poco en el puerto, lo justo apenas para tomar un bocado y un trago de agua antes de girar a la izquierda (SO) y...

... subir por una amplia loma cubierta de matorral rastrero y cantos. Al ganar altura, se fue descubriendo...

... la Sierra de la Paramera al norte, la más quebrada de las que forman la cadena homónima, que corre al otro lado del Valle del Alberche, paralela a este Gredos oriental. En la claridad del día, se individualizaban a la perfección no sólo las cimas principales, sino incluso meros canchos.

Aunque no hay una senda clara que recorra la cuerda, la pendiente suave y el terreno libre de obstáculos hicieron la progresión cómoda. Sólo en un momento se empinó un tanto la subida, al paso por una zona rocosa, que dio paso a...

... otro tramo más tendido que termina en la modesta culminación del Hornillo, modesto pico secundario desde el que comencé a ver la cumbre al extremo de la cresta, más allá de algunas otras prominencias igualmente modestas. Al pasar junto a algunos canchos, me encontré hitos marcando el paso más fácil, pero no tienen continuidad a lo largo del recorrido, cosa que, por otra parte, es innecesaria en un cordal como éste, que, aunque alomado y suave, no lo es tanto como para llegar a perderse en él. La progresión era cómoda, relajada incluso, e iba recreando los ojos en las vistas.

Pasado el Risco del Remolino, se abre al sur la cabecera de la Garganta de la Chorrera, enmarcada por la pradera de Los Calamochos, de donde había partido, a la izquierda, y la loma por donde bajaría del cordal al otro lado, pudiendo apreciar su perfil. En medio, los Montes de Toledo marcaban el horizonte, más allá del Valle del Tiétar.

Si el principio de la subida final es algo más empinada, el terreno se fue tendiendo gradualmente, de modo que los últimos metros antes de cumbre son un falso llano, durante cuya travesía se me fue descubriendo poco a poco...

... el hito cimero, elevado sobre unas rocas. Culminé La Gamonosa a la una del mediodía pero, antes de ir a tocar la señal, me asomé a otro cancho que, al noroeste, se sitúa...

... justo encima del Puerto de Mijares y tiene una vista espectacular de la Sierra del Cabezo que, por desgracia, tapa las áreas centrales de Gredos. No se puede tener todo. Aunque las vistas desde este pico no llegan a ser tan amplias, como desde la mayoría de sus vecinos, girándome a la derecha,...

... al otro lado del Valle del Alberche, se ve buena parte de la cadena de las Parameras e incluso la sombra de Guadarrama en el último horizonte.

Al este, el cordal se prolonga más allá del tramo recorrido, hacia el Lanchalisa, tras el que asoma el Cerro de la Escusa, muy cercano ya al extremo de la sierra.

Al sur, en fin, las serrezuelas del Valle del Tiétar se perfilaban contra la neblina que no dejaba distinguir los Montes de Toledo.

Al cabo de media hora en cumbre, inicié la bajada por la loma que la Gamonosa proyecta al sur, con la referencia de apuntar hacia la Sierra de San Vicente. Los primeros metros de bajada transcurrieron por un caos de grandes rocas redondeadas, típico de Gredos, donde fui buscando el paso por donde mejor me pareció. Había algún paso escabroso pero no tuve que ayudarme de las manos en ningún momento.

Tras un rellano, la continuación de la bajada era aún más empinada y se mezclaban rocas y matorral, haciendo incómoda la progresión.

Más abajo, entre la ladera por donde descendía y el modesto cerro del Alcabarán, destacaba una pradera en la vaguada oriental del Portacho de las Tejadillas y la tomé como referencia. Por cierto, aunque el mapa señala que el punto más alto del Alcabarán está en su extremo noroeste, ya pude apreciar desde esta ladera que no es cierto; cuando pisé su cima, lo confirmé. Durante este tramo de bajada sí que hube de ayudarme de las manos en algún pequeño destrepe, aunque no creo que esas mínimas dificultades puedan echar atrás a nadie.

El matorral, donde lo había, era muy denso, pero abundantes trazas de ganado me permitieron abrirme paso con relativa facilidad. Como entretenimiento, jalonaban el camino algunos cantos bastante peculiares.

A punto de alcanzar los prados, me topé con una hilada de hitos que marca una senda estrecha y borrosa. No llevaba mi dirección, sino que parecía ir atravesando el monte a media ladera. Como parecía dirigirse al Portacho de las Tejadillas, la tomé a la derecha (SO) pero, antes de alcanzar dicha horcada, el trazo derivó a la izquierda, haciéndome cruzar el eje de la vaguada y comenzar...

... una subida en diagonal a la izquierda por la ladera opuesta. La misma me llevó al pie de...

... la cima del Alcabarán, muy cerca ya de su punta suroriental, que resultó ser la más alta. Este cerro culmina en una extensión donde destaca una roca con un curioso pomo en alto (está unido).

Su situación destacada de la divisoria principal permite contemplar la Sierra del Valle con más amplitud, siendo visibles prácticamente todos sus picos de La Gamonosa al Mirlo. Tras una breve parada, bajé por el lomo que cae a la izquierda (E),...

... que es amplio y de liviana pendiente en su primer tercio. Un descenso cómodo y rápido me dejó en un rellano rematado por un hombro rocoso. Al asomarme a esa mínima prominencia, me encontré con...

... un escalón extremadamente empinado, seguido de un lomo pedregoso de aspecto incómodo, por debajo del cual veía la pista que pretendía alcanzar. Bajé el resalte sin apenas apoyar las manos, por una discontinuidad llena de bloques escalonados. En el resto de la bajada, encontré el terreno bastante suelto y sembrado de piedras de regular tamaño, así que refrené algo el paso para proteger los tobillos. Estaba muy cerca de la pista cuando aparecieron unos hitos que cortaban el lomo descendiendo en diagonal a la derecha (S); los seguí hacia ese lado y me condujeron, por una traza donde el terreno estaba algo más asentado, a unos pinos enanos de repoblación reciente. La breve travesía de los arbolitos me dejó en la pista que venía viendo, que allí...

... bordea una pradera limitada por un llamativo cancho y algunos árboles, llamada Majalberrueco. El paraje, colgado sobre el Valle del Tiétar goza también de bonitas vistas y es un lugar agradable para un descanso.

Pero ya estaba muy cerca del final; enfrente, al otro lado de la Garganta del Chorro, veía la pradera de Los Calamochos, de modo que apenas me detuve un momento antes de continuar, tomando el carril a la izquierda (N) para...

... recorrer la ladera, por desgracia desolada por un incendio antiguo. Si bien ya ha desaparecido el negro, la vegetación aún no había recuperado su normal densidad. Tras atravesar unos pocos lomos y barrancos, llegué a Los Calamochos antes de las cuatro de la tarde. Y, justo antes de entrar bajo los pinos y alcanzar el cruce de pistas, me volví para echar una mirada de despedida a La Gamonosa.

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