Las Torres de la Pedriza (2.029)

ASCENSIÓN DESDE CANTO COCHINO

CIRCULAR POR LOS COLLADOS DE LA VENTANA Y EL MIRADERO

Las Torres de la Pedriza rematan la cresta de la Pedriza Posterior y son sus únicos riscos que superan los 2.000 metros de altitud. Se trata, efectivamente, de cuatro torreones de granito, pero que están adosados formando un único cancho. La punta más alta, la tercera por el oeste, apenas se eleva 60 m sobre el Collado de Matasanos, donde la Pedriza se engarza en la gran loma de la Cuerda Larga, por lo que Las Torres, orográficamente, no son más que un pico secundario. Sin embargo, al sur, el terreno cae más de mil metros hasta la base del Circo de la Pedriza, aunque de manera escalonada, en rellanos boscosos separados por resaltes de roca. Si el principal atractivo de esta cumbre es que corona este peculiar paraje, el de una ascensión a la misma es atravesarlo en toda su altura, recorriendo una variedad de rincones hermosos y sorprendentes.

La ruta es simple consiste en remontar la Pedriza Posterior hasta alcanzar su cresta en el Collado de la Ventana y recorrer la misma la noroeste hasta su punto más alto en Las Torres. Para regresar, se prosigue el cresteo hasta el siguiente collado, el del Miradero, antes de volver a atravesar el circo en descenso hasta el punto de partida.

Las Torres desde el sureste. Hay un montañero en la ruta normal, a la derecha de la cumbre

SITUACIÓN:

  • Zona: Cuerda Larga - Sierra de la Morcuera (Sistema Central)
  • Unidad: La Pedriza
  • Base de partida: Manzanares el Real (Madrid)
ACCESO: Manzanares el Real es un municipio madrileño situado en el norte de la provincia, al pie de La Pedriza, en la vertiente meridional de la Cuerda Larga. La ruta parte del Aparcamiento Cantocochino, base de excursión habitual situada en el interior de la zona de acceso regulado de La Pedriza, al que puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.023 / 2.029
  • Mi tiempo efectivo: 5h54
  • Mi tiempo total: 7h18
  • Dificultades: PD. Canal fácil (I) de unos 30 m al inicio del cresteo. En el acceso a cumbre, 25 m de trepada, con algún pasaje expuesto pero abundante en apoyos (II grado). El resto es por camino; mejor o peor, pero camino en definitiva.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Canto Cochino en dirección nordeste, por la llamada Autopista de La Pedriza, que remonta el Arroyo de la Dehesilla hasta el Llano del Peluca. Continuar con las señales del PR-M2, siguiendo ahora el curso del Arroyo de la Ventana. Cuando el camino se acerca el cauce, dejarlo por la derecha (E) y vadear el torrente para tomar al otro lado una senda más estrecha que sube al Collado de la Ventana. Pocos metros antes de la horcada, girar a la izquierda (N) para tomar, a la misma mano (O), la Senda Termes, que sigue la cresta de la Pedriza Posterior. Al pasar por la vertiente norte de las Torres bajo el hueco entre las dos más orientales (3ª y 4ª), dejar el camino por la izquierda (S) y ganar la horcada por una rampa pedregosa. Trepar a la derecha (SO), por roca empinada pero sólida y llena de apoyos (II); algunos hitos señalan los pasos más fáciles. Superados unos 25 m de desnivel, se alcanza la punta más alta de Las Torres de la Pedriza.

Regresar a la Senda Termes y seguirla a la izquierda (O), hasta el Collado del Miradero, donde llega también el PR-M2. Cogerlo a la izquierda (SE) para bajar por la vaguada hacia Los Llanillos, retomar La Autopista junto al Llano del Peluca y regresar a Canto Cochino.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ésta es una ruta clásica para ascender al punto más alto de la Pedriza. No es demasiado larga ni se mete por sitios demasiado complejos o difíciles pero pasa por una considerable variedad de entornos pedriceros, de modo que su recorrido es un buen compendio de la zona. De ahí que sea tan popular... relativamente: por encima del Llano del Peluca, lo habitual es no cruzarse con mucha gente y, entre el vado y el Collado de la Ventana, aún serán menos habituales los encuentros. Pero en la Autopista iremos siempre integrados en una romería. Un consejo relacionado con esto: madrugar, pues el cupo de vehículos suele llenarse pronto en los días de regulación.

RELATO GRÁFICO:

Los riscos de la Pedriza brillaban al sol tempranero, que iba inundando parsimoniosamente el cóncavo bajo Las Torres.

Tras aparcar, en Canto Cochino, a las ocho y media crucé el puentecillo sobre el Manzanares de donde arranca la Autopista de la Pedriza, ancho camino que remonta el Arroyo de la Dehesilla por su vertiente derecha. La mayor parte del tiempo, la ruta transcurre bastante separada del agua, entre hermosos pinos y algún canto. Suele estar muy concurrido, pues esta vereda es parte de varias de las rutas más populares de la zona. En puridad, la Autopista se llama así sólo hasta el Llano del Peluca, donde un puentecillo sale a la derecha y cruza el torrente para dar acceso a dicho lugar, en el que se asienta el Refugio Giner, único guardado de La Pedriza (y del Guadarrama).

Yo dejé de lado la pasarela y continué recto, siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR-M2, que remontan ahora otro arroyo: el de la Ventana. Algún claro entre los pinos me dejaba ver, de vez en cuando, los riscos que me dominaban; por ejemplo, el Pájaro, cuya cara oeste alzaba al otro lado del barranco.

No tardé en llegar a un lugar en que, por primera vez desde el inicio, la senda toca el agua. Abandoné entonces el camino por la derecha (E) para vadear el torrente por unos troncos y tomar otra senda, más estrecha que el PR pero igualmente clara, que remonta la vertiente opuesta.

Tras un par de lazadas y alguna diagonal bastante tendida, pasé junto a un peñasco, llamativo por su tamaño, incluso en La Pedriza. Merece la pena separarse aquí unos metros del camino para asomarse al cauce y ver cómo llegan las aguas del Arroyo de los Poyos, despeñándose por unas cascadas escalonadas, no muy grandes pero bonitas.

De vuelta en el camino, que nunca se empina demasiado y es cómodo de recorrer, tardé un rato hasta que los árboles fueron clareando, de modo que dejaran ver los riscos de alrededor. Lo primero a destacar, el grupo que forman las Damas y el Cocodrilo, que están entre las agujas más altivas de la Pedriza.

Al otro lado, al sur, cierra el Arroyo de la Ventana otro risco, menos puntiagudo pero con su propia belleza: las Dos Torres, rematadas por una afilada arista.

El terreno se fue despejando, cambiando los pinos por hierba salpicada de rocas, al irme acercando al Collado de la Ventana. Sin llegar a alcanzarlo, dejé el camino por la izquierda (NO), dirigiéndome directamente hacia el impresionante roquedo del Cancho de la Ventana para encontrar otra senda balizada: la Senda Termes o PR-M1, que tomé a la izquierda (O).

El caminillo me hizo cruzar una estrecha banda de pinos antes de llevarme a un rellano, al fondo del cuál veía un amplio hueco en la cresta rocosa que baja del Cerro de los Hoyos a Las Damas. Es el llamado Collado de la U, que da paso al...

... Callejón de las Abejas. El camino gira a la derecha antes de llegar a él para seguir la cresta de la Pedriza pero merece la pena dejar la senda y seguir recto (O) unos metros en la curva, para asomarse a esa horcada y admirar, a través del hueco, la pared sombría del Risco de la Nieve dominando la Aguja del Sultán, entre otros canchos anónimos y con el fondo de la Maliciosa y parte de la Cuerda Larga, más allá de la de Las Milaneras.

De vuelta en la senda, la misma me llevó a cruzar un portillo entrar en una empinada y estrecha canal de bloques, en la que hube de trepar (I) durante una treintena de metros, incluyendo el paso bajo uno de los cantos...

... bajo el impresionante Puro.

El sendero emprende luego una suave diagonal ascendente bajo el Collado de los Hoyos, para ir directamente hacia La Esfinge y rodearla por su base.

Contorneando ese risco, dejé a la izquierda la canal del mismo nombre, rocosa y desolada en contraste con el denso verdor del Circo de la Pedriza.

Al frente, aparecieron de nuevo Las Torres, que llevaban un tiempo ocultas, más allá de la figura triangular del Risco del Ventanillo. El aspecto del terreno que me separaba de la cumbre es caótico pero...

... la senda está tan bien trazada que, a base de vueltas y revueltas, se atraviesa prácticamente sin dificultad. Al paso por el Ventanillo, el entorno se llenó de fantásticos pináculos y la senda ganó la cuerda por un momento.

Una breve subida me llevó a continuación al Comedor Termes, panorámico rellano situado bajo la cara meridional de Las Torres. De allí arranca a la derecha una segunda cuesta que conduce a otro rellano más alto, éste...

... árido hasta lo lunar, al pie de los Canchos de los Gavilanes, que son como la continuación de Las Torres a oriente: incluso guardan con ellas un curioso paralelismo en su ligera inclinación al sureste. Allí, alcancé de nuevo la cresta de la Pedriza en una ancha depresión entre dos riscos, donde la senda pasa a la vertiente norte y gira a la izquierda para avanzar al oeste.

Yo la dejé en ese punto para acercarme a la base del risco anónimo que se erguía a mi izquierda (S), y que vendría a ser una quinta Torre, aunque oficialmente son cuatro... Remonté una corta pendiente de matorral rastrero y piedras, sin senda pero despejada y cómoda, hasta la roca misma, donde giré a la derecha (SO) para seguir una repisa y rodear el cancho. Al doblar el morro, remonté a la izquierda (S) una breve canal pedregosa, saliendo a...

... la horcada previa a la Cuarta Torre, en cuya base parece apoyarse un curioso peñasco llamado El Dedo de Dios. Salí de la horcada manteniendo cota, atravesando la base del cancho por terreno más movido, donde tuve que apoyar ocasionalmente las manos pero sin llegar a trepar.

Al entrar en la siguiente canal, más ancha y tendida que la anterior, giré de nuevo a la izquierda para subir por ella. Sin llegar a la horcada, me acerqué al risco de la derecha, que ya es la Tercera y más alta de Las Torres y comencé a trepar aupándome a una repisa que recorrí a la izquierda para salir por una fisura que gana unos 10 m en diagonal a la derecha (II).

La trepada se prolonga otros 15 m, alternando pequeñas repisas con placas de mediana inclinación, siempre recorridas por oportunas fisuras o canalones llenos de apoyos, que facilitan la trepa (II). Además, un par o tres de hitos hábilmente colocados resuelven las pocas dudas que pudiera haber.

Sólo el paso final, de unos tres metros, es más empinado, al superar un bloque de flancos verticales pero lleno de apoyos (II).

A la una, llegué a lo más alto de Las Torres de la Pedriza, con un tiempo espléndido, el sol brillando en el cielo despejado, pero con el calor atemperado por una brisa fresca que barría la cercana Cuerda Larga. A mis pies, la Pedriza caía hasta Canto Cochino, los pinos invadiendo todo lo que no sea roca.

Al otro lado, por encima de la enorme llambria meridional de la Segunda Torre, veía la Maliciosa y las Cabezas de Hierro, aún pintadas por la nieve y, más a la derecha...

... el puntiagudo Alto de Matasanos, donde la Pedriza se engarza al cordal.

Al este, llama la atención la curiosa simetría, ya mencionada, de la Cuarta Torre y los Canchos de los Gavilanes. Al cabo de media hora, destrepé más o menos por el mismo sitio por donde había subido a la cima. Guiado por un hito, me desvié a la izquierda para descender la placa más baja, saliendo de la roca...

... un poco por debajo de aquella repisa por donde empecé la trepada; ciertamente, encontré este trazado, si no más fácil, más cómodo que la subida que conocía. Luego, bajé la canal entre las torres 3ª y 4ª hasta dar con la Senda Termes, que tomé a la izquierda (SO) para rodear los canchos por su base.

Pasada la Primera Torre, una bajada algo más intensa me condujo a una gran depresión en la cresta, que además se ensancha. Una auténtica explanada abierta entre la Peña del Rayo, apéndice occidental de Las Torres, y Cancho Centeno, ya en la Cuerda de las Milaneras. Llegaba al Collado del Miradero, donde comenzaría la verdadera bajada. Allí, la Senda Termes se cruza con el PR-M2, que atraviesa, prácticamente por su eje, todo el circo de la Pedriza Posterior. Girando a la izquierda (SE), tomé este último sendero para...

... bajar hacia el pinar por la vaguada meridional, frente al característico risco de La Bota, que surge solitario del bosque. El inicio del descenso es empinado pero el camino es magnífico y facilita el paso entre pinos y peñascos. No tardé mucho en alcanzar...

... un primer rellano, Prado Poyo (con Y; nada que ver con las gallinas), donde nace el arroyo junto a cuyo curso bajaría a partir de aquí.

Tras una nueva bajada empinada, segundo rellano: Los Llanos, donde el entorno se vuelve realmente plácido y los pinitos bajo los que había caminado dieron paso a hermosos ejemplares de tronco recto y considerable altura. En las bajadas entre rellanos, crucé canchos rocosos pero sin llegar nunca a tener que destrepar. Salía entonces de los árboles y podía ver los riscos que me rodeaban.

El más bajo de los escalones son Los Llanillos, que lo alcancé en un hueco del pinar, donde hay un buen panorama de la vertiente que quedaba atrás.

También, al este, del Pájaro, Cancho Butrón, los Guerreros y otros riscos de menos fama.

Poco después volvía a entrar en el bosque y el final de la bajada se anunció por otro característico lugar: el cruce perpendicular de este camino con la llamada senda del Icona, que traza la cuerda del arco de la Pedriza Posterior. A partir de él, la pendiente se atenúa y pueden relajarse definitivamente las piernas, para disfrutar del entorno. Tras dejar atrás el vado donde me desvié del camino esa mañana, alcancé el Llano del Peluca, donde me incorporé a La Autopista para continuar el descenso. Este tramo, siempre masificado y trivial en apariencia, también guarda parajes curiosos, si se sabe mirar.

Llegué a las tres y media a Canto Cochino y me despedí de Las Torres, que aparecían ahora sombrías bajo las nubes, que se cerraban sobre las crestas, preparando una buena tormenta vespertina.

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