Cerro Morete (2.133)

ASCENSIÓN DESDE LA GRANJA

TRAVESÍA DEL PUERTO DEL REVENTÓN AL DE LOS NEVEROS

En el tramo del cordal principal guadarrameño expresado en el título, no hay cumbres destacadas; sólo algunas modestas prominencias de vertientes suaves y amplia cima, pero muy panorámicas. Además de la vecina Peñalara, quedan a la vista la Mujer Muerta y la Cuerda Larga, al otro lado del Valle del Lozoya. Entre ellas, el Alto de los Neveros alcanza la mayor altitud, pero, como el del Morete le supera en prominencia es por lo que lo he tomado como cumbre objetivo de la excursión. Esta cresta se asienta sobre laderas de mediana inclinación donde prosperan los pinos y la retama, formando entornos plácidos; es decir, la montaña suave y viva que es habitual en el Guadarrama. La explotación del monte a lo largo de siglos lo ha llenado de sendas y pistas que facilitan las ascensiones sin restarles belleza.

La ruta queda ya descrita en el título: se trata de recorrer un segmento de la divisoria guadarrameña, accediendo y dejando la cuerda por los caminos más prácticos de la vertiente norte.

El Morete sobre el Puerto del Reventón, con las Cabezas de Hierro y Peñalara al fondo

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Guadarrama
  • Base de partida: La Granja (Segovia)
ACCESO: San Ildefonso o La Granja es una población segoviana situada al pie de la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama, en el sur de la provincia, a menos de diez kilómetros de la capital. El sitio ideal para iniciar la excursión es al principio del Paseo de Santa Isabel, donde se aparca fácilmente y donde se encuentran las rutas de subida y bajada. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.193 / 2.139
  • Mi tiempo efectivo: 5h26
  • Mi tiempo total: 6h19
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos o terreno cómodo. Aunque pisamos alguna nieve, por su calidad y cantidad no se puede considerar que influyera en la dificultad.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de La Granja por el camino PR-15, que prolonga el paseo de Santa Isabel, pero dejarlo enseguida por un acceso a la izquierda (E), que da paso a una urbanización. Atravesarla, saliendo por el camino que sube por la Fuente del Infante al Puerto del Reventón. Tomar el cordal a la derecha (SO) y llegar por él al Alto del Morete antes de llegar al Alto de los Neveros.

Continuar por la cuerda al SE, pasando sucesivamente por los altos de los Poyales y los Neveros. Al llegar al Puerto de los Neveros, girar a la derecha (O) para descender por el PR-15, que sigue la vaguada por su ribera derecha. Poco después de pasar por el Raso del Pino, dejar en un cruce el camino balizado para tomar una senda a la derecha (N), que desciende el Arroyo del Cañón, hasta su confluencia con el de los Carneros en el Vado de Oquendo. Cruzarlo y tomar a la izquierda (NO) una pista que sigue su curso. Pasada la Fuente del Chochete, desviarse por una senda a la derecha (N) que baja al cauce y lo remonta unos metros hasta un vado, donde reaparecen las marcas de PR. Siguiéndolas, se cruza la corriente y se va, por la loma de Mesilla Baja y el monte de El Esquinazo, de vuelta a La Granja.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Excursión reposada, con cierto desnivel, que combina el paso por bonitos parajes y un panorámico cresteo, desde el que se domina buena parte del sector oriental del Guadarrama. Sólo se echa en falta que incluyera una cumbre de más fuste; una solución es subir a Peñalara, pero luego el regreso a La Granja puede hacerse algo largo.

En lo que toca a aspectos prácticos, se podría bajar del Puerto de los Neveros sin dejar el PR-15, pero la excursión se alarga y se pierde el descenso del Arroyo del Cañón que es, en mi opinión, uno de los tramos más bonitos del retorno. Por otra parte, aunque el terreno se puede calificar de apacible, no hay que olvidar que subiremos a más de 2.000 metros y a una cresta que cae directamente a la submeseta norte: aquí siempre hace viento y, a veces, mucho.

RELATO GRÁFICO:

A las nueve y media de una mañana luminosa aunque fresca, dejé La Granja por el ancho camino de tierra que sale del aparcamiento frente a la Puerta del Molinillo y que, señalado por marcas de pintura amarilla y blanca, se dirige directo a la sierra. Al principio, el carril avanza por terreno despejado, paralelo al muro nororiental de los jardines del palacio. Enseguida, hace una curva a la izquierda y se mete entre unos árboles, momento en que lo dejé por la izquierda (E), atravesando una cancela que da paso a una urbanización.

Estaba en una calle entre chalets, llamada Camino de Fuente Infantes... bueno, en realidad me dirigía a la Fuente del Infante, sólo de uno de ellos, no sé cuál... Pero, en todo caso, recorrí la vía hasta su final, mientras veía asomar la cresta de la sierra sobre los tejados.

Al dejar atrás las últimas casas, un cartel me indicó que girara a la izquierda (NE), momento en que comenzó la subida de verdad: la pendiente se hizo intensa ya en el último tramo de acera y asfalto, apareciendo enseguida, a mi espalda, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta sobre los árboles del parque del palacio. Y esa cuesta se mantendría un largo rato, que, por algo, se llama así el Reventón.

A partir de una cancela, el camino es de tierra y se interna en un pinar poco denso que remonta en lazadas. Los árboles clareaban cuando desemboqué en una pista de piso aún mejor, que tomé a la izquierda (S) para proseguir la subida.

El terreno se despejó del todo cuando alcancé el lomo del Poyo Judío, desde donde dominaba el vallecito gráficamente llamado El Hueco, verde y soleado bajo la Atalaya. Ésta es una altura secundaria, vértice geodésico que, ahora que caigo, no he subido y que, con ese nombre, debe merecer una visita.

Volviendo a la ruta, al ir por lo alto de una loma llegaba a ver de nuevo la cresta de la sierra; concretamente, el Alto del Morete, primero de los dos picos secundarios que visitaría. Su vertiente septentrional estaba punteada de nieve. Al acercarse a su base, el camino cambia de dirección a la izquierda, para avanzar en diagonal hacia el Puerto del Reventón.

A estas alturas, mirando atrás, podía ver bajo Siete Picos, el Montón de Trigo y la Mujer Muerta, los distintos tonos de los pinares, robledales y prados de Valsaín.

Alcancé entonces el primer hito de la ruta: la Fuente del Infante, con su cabaña ya centenaria. Asentada en un pequeño prado, el lugar pide hacer un alto antes de acometer la subida final a la cresta y así lo hice. 

Poco más adelante, la pista gira a la derecha para encarar la vaguada septentrional del Puerto del Reventón. Poco después, acaba y se prolonga por una senda más estrecha, que serpentea entre el matorral. Aunque en algún punto está poco clara, los hitos ayudan a no perderla y, en todo caso, yendo junto a un muro de piedras, no tiene pérdida.

La subida es suave, quizá el tramo menos empinado desde el comienzo, y merece la pena volverse para ver la meseta perderse en el infinito, más allá del rellano herboso que se recorre, hacia los 1.900 m, buena parte de la cara norte de este cordal.

En el Puerto del Reventón, lo primero que aparece al otro lado es el extremo oriental de la Cuerda Larga, donde destaca la silueta característica de la Najarra. En la horcada se yergue una vieja pilastra, última que queda de las que señalaban el camino de Rascafría a La Granja. Una inscripción recuerda a José Ibáñez Marín, presidente de la Sociedad Militar de Excursiones, por cuya iniciativa se balizó y se construyeron tres refugios a lo largo de la ruta, de los que sólo queda el de la Fuente del Infante, en 1905. Continué a la derecha (SO) por el cordal, que es...

... un amplísimo lomo que asciende suavemente, cubierto de hierba y un matorral más bien canijo y disperso que no estorba el paso. Al acercarme a las rocas que coronan una primera prominencia anónima, asomó...

... sobre ellas Peñalara, cumbre de la Sierra de Guadarrama, que presentaba un aspecto magnífico, con la nieve interrumpida sólo en la roca vertical de los riscos de los Claveles y los Pájaros.

Volviéndome desde ese mismo lugar, podía ver la cresta de la sierra alargarse al nordeste, por el Pico del Nevero, hacia Somosierra. Destacaba la buena perspectiva de los sucesivos espolones que marcan los Hoyos de la Sierra, el otro conjunto de circos glaciares, más solitario y desconocido que el de Peñalara.

Siguiendo el cordal, tras perder unos metros, otra subida similar a la primera me dejó en el Alto del Morete, pico secundario que presenta la máxima prominencia en el tramo de cresta que estaba recorriendo, a pesar de no ser la mayor altitud. Esta cima está invadida de viejos parapetos y trincheras de la guerra que, si son habituales en todo el cordal, se hayan aquí en una notable densidad. Desde este pico, destaca la vista del gran cóncavo de Valsaín bajo Peñalara. Hacía años, casi diez, que no recorría este tramo concreto de cordal y, si bien recordaba vistas amplias y bonitas, me estaba sorprendiendo: algunos parajes muestran su mejor ángulo desde estos modestos altos.

Tras una breve parada, continué el cordal, que gira ahora al sureste, camino de una elevación aún más modesta: el Alto de los Poyales. Tras otro giro de la cresta, que se vuelve a orientar al suroeste, y una nueva bajada, emprendí...

... la subida a la cúspide de la jornada, el Alto de los Neveros, cuyo modesto cancho cimero destacaba contra el fondo blanco de Peñalara. Para hacer más cómoda la subida, me desvié a la izquierda de la cresta; es decir, por...

... la vertiente del Lozoya, donde persistía un nevero consistente. No es tan raro en la Sierra de Guadarrama que la nieve aguante mejor en cara sureste que noroeste: el viento pega muy duro cuando llega de la Meseta.

Hacia la una cuarto, hice cumbre en el Alto de los Neveros, donde se estaba bastante bien al sol, a condición de resguardarse del viento que había ido levantándose. En este pico, hay una curiosa señal (a lo largo de esta ruta, se puede ver la misma marca en el Morete): se trata de una especie de “X” flanqueada por una R y una G, talladas en un canto y resaltadas en rojo. Señala el límite de términos y, obviamente, las letras corresponden a Rascafría y La Granja. No he conseguido saber cuándo fueron grabadas pero, por referencias escritas, ya estaban en los últimos años del siglo XIX.

Si me volvía, veía la Sierra de Guadarrama alargarse hacia Somosierra hasta perderse de vista. Del Puerto de Cotos al de Navafría hay 22 km; de éste al de Somosierra, 26... ¿Por qué llamaron Cuerda Larga al tramo de Navacerrada a la Morcuera, que no llega a los 15? ¿Misterios de la montaña? ¿Fina ironía? O, quizá simplemente porque sólo bautizaron la que se ve desde Madrid. La cosa es que se veía magnífica esa otra cuerda, la más larga, que separa la meseta y el Valle del Lozoya.

Al cabo de unos 40 minutos en la cumbre, emprendí el regreso, dejándome caer por la suave pendiente al este, hacia el anchísimo collado abierto al pie de Peñalara.

Al irme acercando, comencé a ver con más detalle el abrupto Cerro de los Claveles; sobre el mismo y aledaños, transitaba una buena cantidad de montañeros.

En el Puerto de los Neveros, un viejo cartel de madera, reseca y carcomida por las inclemencias, todavía indicaba el camino a La Granja: se trata de girar a la derecha (O) para descender por la vertiente derecha de la vaguada, ancha y de moderada pendiente. 

Por ese lado, un sendero señalado corta la retama. Había viejas marcas de PR, la mayoría apenas visibles. De todas formas, también hay algunos hitos y el trazo está bastante definido. Al poco, fueron apareciendo cortes en la nieve acumulada en el barranquillo, dejando ver correr el agua, lo que formaba bonitos cuadros.

Por encima, el ángulo con que se mostraba Peñalara iba cambiando paulatinamente, mientras que, al frente, iba...

... poco a poco asomando La Granja, más allá del característico cono verde del Moño de la Tía Andrea.

Perdí las panorámicas al entrar en el pinar, donde el camino se ensancha. Bajo los árboles, la umbría había mantenido la nieve bastante espesa; afortunadamente, una buena huella me evitó hundirme más de la cuenta. Al ratito, los árboles se abrieron en el Raso del Pino, soleada pradera afeada por una peculiar instalación de artefactos cilíndricos y una antena central, que nunca he sabido para qué sirve. El camino que sale por el otro lado es ya una pista; en pocos minutos, desemboqué en otra.

Aquí dejé el PR-15 para hacer una bajada más directa; para ello, salí del cruce por el lado opuesto a por donde había llegado, tomando una senda más estrecha (ésta) que desciende por la ribera izquierda del Arroyo del Cañón.

Éste desemboca en el de los Carneros en el Vado de Oquendo, donde un puentecillo de madera me permitió cruzar en seco. Al otro lado, tomé una pista que se dirige al noroeste entre grandes árboles, llevando primero a la izquierda y luego a la derecha el profundo surco del barranco.

Pasé al rato junto a la Fuente del Chochete, que mana bajo un voladizo de roca, y a los pocos metros dejé el carril para tomar una senda que desciende a la derecha (NO). La misma se volvió borrosa al poco, destrozada por trabajos de tala; siguiendo recto pendiente abajo por la ladera, de inclinación moderada y despejada bajo los pinos, enseguida me cortó el paso un camino: reencontraba el PR-15. Lo tomé a la derecha (NE) y me condujo en minutos a un vado sobre el Arroyo de los Carneros.

Al otro lado, la vereda, muy clara, remonta la vertiente para salir a la parte superior de la loma de la Mesilla Baja, que atravesé para entrar en otro barranco, el del Morete. Tras cruzarlo por otro vado preparado, la senda me condujo a través de El Esquinazo, desde donde se puede ver ya La Granja muy cerca. Luego, me acercó a la tapia que limita los jardines del palacio y, tras cruzar una cancela, me llevó junto a la misma en una bajada que me dejó, antes de las cuatro de la tarde, en el punto de salida.

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