Puig Carlit (2.921)

ASCENSIÓN DESDE PORTÉ-PUYMORENS

POR LA SERRA Y PIC DE LES XEMENEIES (2.878); RETORNO POR EL GR-7

El Carlit es la cumbre de la Cerdaña y el pico más alto del Pirineo al este del valle del Valira. Cumbre muy destacada y prominente, altiva aunque de formas poco afiladas, remata el extenso macizo homónimo, situado enteramente en territorio francés, el cual, además de constituir la rama occidental de la cabecera de la Cerdaña, separa las cuencas del Ariège y el Aude. Se enclava en un entorno abierto que resulta poco habitual en la cordillera: altiplanos lacustres limitados por largas lomas, desde donde el terreno cae en valles cerrados de considerable pendiente; así, en el borde de esas cuencas, el paso del bosque húmedo a la aridez de la alta montaña ocurre casi sin transición.

La ruta comienza remontando el barranco de Lanós por su vertiente izquierda hasta el del Coll Roig, que comienza a remontar y luego deja también para encaramarse a la Serra de les Xemeneies. Tras recorrerla hasta el pico homónimo, la cima el Carlit se alcanza siguiendo al norte el cordal principal del macizo. El regreso comienza bajando al Lago de Lanós por la ruta normal y, luego, descendiendo el barranco homónimo, pero ahora por la vertiente derecha, opuesta a la de la subida.

El Pic de les Xemeneies y el Puig Carlit, vistos desde el noreste

SITUACIÓN:

  • Zona: Cerdaña (Pirineos)
  • Unidad: Massif du Carlit
  • Base de partida: Porté-Puymorens (Pyrénées-Orientales)
ACCESO: Porté-Puymorens es una población situada en el extremo occidental del departamento francés de Pyrénées-Orientales, en el valle del Río Querol, que separa las montañas de Envalira del macizo del Carlit. La ruta parte del o Aparcament de l'Estany del Passet, el más alto al que se llega por la Route des Lacs, que remonta el Barranco de Lanós desde el pueblo. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen ese lugar en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.739 / 2.921
  • Mi tiempo efectivo: 8h59
  • Mi tiempo total: 12h42
  • Dificultades: PD+. Dos pasos de III-; el primero, un muro de 8 m en la Serra de les Xemeneies y, luego, un tramo de 30 m de arista aguda y accidentada en la bajada al Coll dels Andorrans. Además, mucho grado I y II en la Serra de les Xemeneies.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa (parcial) tomado del visor Géoportail. © IGN 2013

LA RUTA: Salir del final de la Route des Lacs por el Chemin des Ingénieurs, que remonta el barrando de Lanoux por su vertiente meridional. En la zona de Les Cauntes, girar a la derecha (E) en un cruce, ganando altura por el bosque. Tras pasar la Cabaña de Coma Joan, dejar el camino por la derecha (SE) para remontar el Barranco de Coll Roig. Cuando el terreno lo permite, girar a la izquierda (NO), entrar en la cuenca de los Llacs de Coma d'Orlú y remontar la loma que la limita por el oeste. Tras pasar varias horcadas y pequeñas dificultades, se llega a la punta más alta de la Serra de les Xemeneies (F).

Descender al siguiente collado y remontar una empinada arista, en cuya parte superior hay que superar un muro poco difícil, hasta el Pic de les Xemeneies (PD+). Girar a la izquierda (N) para bajar, pasando al final un tramo de arista afilado y accidentado, al Coll dels Andorrans (PD+). Proseguir por la cuerda, empinada y suelta pero ya sin dificultades, hasta culminar el Puig Carlit.

Girar a la izquierda (O) y descender, siguiendo la clara traza de la ruta normal, por una empinada canal descompuesta hasta el Estany dels Forats. Por camino cada vez mejor y más claro, continuar hasta el Estany de Lanós y, cerca del desagüe, tomar el GR 7, que recorre la vertiente derecha del barranco de Lanoux. Pasada la vertical del Estany de Font Viva, desviarse por una senda estrecha, pero clara que baja a la izquierda (S), directamente ladera abajo, hasta las cercanías del desagüe de dicho ibón. Continuar luego, siguiendo el torrente, hasta el aparcamiento de la Route des Lacs del que habíamos salido.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ruta larga por terreno exigente; compleja y con mucha trepada. Creo que está reservada a montañeros en buena forma y con experiencia en terrenos variados y sin señalizar, además de cierta destreza en escalada y poca aprensión a la altura. Por otra parte, se trata de una maravillosa cabalgada de cresta, panorámica y divertida, situada entre una aproximación por parajes solitarios y salvajes y la cumbre del Carlit. Aunque como ascensión a este último no sea una ruta lógica y realmente podía terminar en el Pic de les Xemeneies, creo que el colofón de la cumbre de la Cerdaña está bien para redondear una jornada memorable.

La idea original con que emprendí la ruta era más usual: subir al Coll Roig para continuar por la cresta al Carlit. Pero, cuando llegué a la vista de la vaguada de acceso, me encontré que ésta era una pendiente de piedras sueltas, totalmente desprovista de nieve y sin rastro de traza... viendo a mi izquierda una cresta con aspecto accesible, y recorrida por una línea de puntos en el mapa de la Alpina, no me costó mucho decidirme a tomar este otro camino.

RELATO GRÁFICO:

A las siete de la mañana, cuando llegué al final de la Route des Lacs, el valle de Lanoux estaba todavía en sombra bajo un cielo azul pálido. No hacía nada de frío y, anunciando un día caluroso, los primeros rayos del sol comenzaban a dorar las crestas sobre el verde oscuro del bosque.

Eché a andar por una pista que salía al sur del aparcamiento, cruzando el torrente por un puente, tras el que encontré unos metros un tanto confusos, con cruces muy seguidos, pero donde los carteles señalando a Lanoux me llevaron a tomar el bien marcado “Camino de los Ingenieros”, que remonta el barranco por su vertiente sur, en suave ascenso a través del bosque.

Al paso por algún claro, veía sobre mí el hueco del Barranco de Coll Roig, por el que se colaba la luz horizontal. Allí me dirigía... pero aún no sabía que para recorrer la cresta que dominaba el tajo.

De vez en cuando, había de vadear un torrente que ponía una nota distinta en el verdor umbrío que me rodeaba.

En la zona de Les Cauntes, salí a un claro, en cuyo centro habían pintado, sobre una roca, una flecha indicando a Font Viva a la izquierda. Al otro lado (E) salía una senda, en realidad la continuación de la que llevaba, que se introducía de nuevo en el bosque.

Tomándola, inicié una intensa subida en lazadas, la primera del día, dejando rápidamente atrás la praderita del cruce. Al ganar altura, los árboles fueron clareando y empecé a ver las laderas del otro lado del valle.

Tras doblar un lomo, el camino me llevó a una pradera atravesada por un arroyo, donde se levantaba la Cabaña de Coma Joan.

A continuación, atravesé una breve pedrera y, enseguida, abandoné el camino por una senda borrosa que sale a la derecha (SE). El desvío sale del vértice de la primera curva a la izquierda tras el canchal y no se ve bien. Yo me pasé y hube de retroceder unos metros para tomarlo.

Remontaba ahora el Barranco de Coll Roig, por un pasillo entre pinos. Aunque la ruta estaba menos clara, pronto empecé a distinguir trazos de pintura amarilla en algunas piedras. Como la pendiente no pasaba de mediana, estando en umbría llevé bien la subida.

Y no tardó en suavizarse más aún, cuando entré en una zona de relieve ondulado, entorno encantador con diminutos estanques en el fondo de las depresiones.

Mirando atrás por la boca del barranco, las crestas cercanas.

Y, como para completar el cuadro, alguna cascada bajaba de los lagos de Coma d’Orlú, despeñándose por la pared que llevaba a mi izquierda. Realmente encantador este paraje.

Finalmente, el terreno se abrió en una gran hoya bajo el Coll Roig. Como ya he comentado, su aspecto era tan poco atrayente que decidí sobre la marcha subir hacia el Pic de les Xemeneies, vecino meridional del Carlit, por la cresta homónima. Para ello, comencé por remontar la ladera que tenía a mi izquierda, la cual, desde la zona de las cascadas, había ido perdiendo potencia y verticalidad. Tras dejar el itinerario marcado por la izquierda (E), superé en diagonal una ladera mixta de matorral rastrero y cantos, salpicada aún de algunos pinos.

Según subía, el panorama se amplió al oeste, apareciendo el Puigpedrós más allá del valle de Lanoux.

Al culminar la pendiente, me encontré ante el Pic de les Xemeneies. Para llegar a él, comencé, paradójicamente, por darle la espalda, girando casi en redondo a la izquierda (NO), para...

... subir por un amplio y suave lomo hacia la cuerda que, al fondo, veía curvarse para formar la Coma d’Orlú.

Enseguida, llegué junto al más bajo de los lagos que jalonan este barranco escondido. Crucé el desagüe y...

... proseguí por lo alto de la loma, que se estrecha y empina a partir de allí, aunque aún se puede recorrer caminando.

Al tomar altura, se volvió a ensanchar antes de girar a la derecha hasta tomar dirección norte, ya por encima del ibón más alto. En este tramo, pude ir anticipando el carácter de la cresta de la Serra de les Xemeneies, que se veía sobre el agua, movida y rocosa pero con pinta de ser más bien fácil.

Al final del tramo cabecero de la Coma d’Orlú, encontré las primeras dificultades, muy asequibles: sucesivos crestones rocosos, anchos y sin apenas exposición, donde apenas tuve que apoyar las manos.

Por entonces, las vistas comenzaron a ser impresionantes de veras. Si, a mi derecha, los lagos yacían en el fondo del hoyo rodeado por la cresta a recorrer, al otro lado...

... se iba descubriendo el gran Lago de Lanoux y, si me volvía...

... al oeste, veía el valle homónimo bajar hacia las montañas de Campcardós y Envalira.

Un último tramo rocoso, más empinado, pero con abundantes y buenos apoyos (I), me llevó al nudo donde la cresta gira al este.

Hacia Lanoux, se desprendía vertiginosa una arista afilada cuyo aspecto, por desgracia, era el de una roca deleznable que haría muy peligroso subir por ahí. De hecho, era el anuncio de la mala calidad de la pizarra que encontraría a partir de ese momento y hasta llegar al collado previo al Pic de les Xemeneies.

Ahora podía ver en su integridad el extenso Lago de Lanoux, rodeado de crestas que no parecen tan altas, paisaje poco habitual en el Pirineo y que, posiblemente por su novedad, me fascinó.

También tenía a la vista todo el cresterío que me quedaba por recorrer hasta la cumbre del Carlit, que se erguía cercano, al otro lado del barranco de Forats.

Tras más de cuatro horas en total soledad, por primera vez veía a alguien ese día: una multitud ocupaba la cumbre de la Cerdaña.

La Serra de las Xemeneies es una sucesión de puntas, la más alta de las cuales es la más oriental; es decir, la última que encontraría. En los cortos subibajas, las placas de un esquisto frágil, que se deshacía en delgadas láminas, se mezclaban con la hierba.

La mala calidad de la roca me obligó a poner buen cuidado en las trepadas, por otro lado cortas y fáciles. Aparte de las amplias panorámicas que se dominan desde esta cresta, peculiares formaciones de roca, especialmente en la caída al norte, amenizaron el recorrido.

En la bajada de la tercera punta, encontré un primer estrechamiento y la arista se tornó accidentada, presentando cantos afilados, que rodeé por la derecha (II). La salida de la horcada siguiente es muy empinada y obliga a trepar pero es fácil (I+), aunque sin olvidar prestar atención a cada agarre.

Vienen a continuación unas pocas puntas sin dificultad, donde la cresta es ancha y herbosa, aunque, de vez en cuando, hube de afrontar algún mínimo escalón fácil (I).

La bajada de la sexta punta se presentó como un resalte vertical. Para pasarlo, perdí unos metros por la vertiente derecha, la de Coma d’Orlu, hasta una repisa, estrecha, empinada e irregular pero con buenos agarres (II), que me dejó en la horcada. A continuación, un tramo de arista ancha pero empinada (I) me condujo a la penúltima punta, desde la cual traspuse caminando una brevísima brecha para alcanzar el más alto pico de la Serra de les Xemeneies.

Luego, una bajada empinada pero sin dificultad me llevó al último collado antes del cordal principal del macizo. 

Desde allí, una mirada atrás, al Puig de la Serra de les Xemeneies.

Otra, a la izquierda, al Carlit.

Y, a la derecha, a las montañas Andorranas, al fondo del valle.

La subida hacia el segundo pico de la jornada es empinada y transcurre, en sus dos primeros tercios, por terreno pedregoso bastante estable, llevando a la izquierda una arista de roca.

A continuación, me cerró el paso un cancho inclinado y lleno de fisuras y escalones. Pareciéndome su rodeo incómodo y habiendo mejorado mucho la calidad de la roca, no dudé en afrontarlo directamente, mediante una prolongada trepada fácil (I), muy agradable. Superados 40 m,...

... la roca se irguió bruscamente, presentando un muro casi vertical de unos 8 m, el cual no era liso del todo y estaba afortunadamente surcado por un par de fisuras (III-). Escogí la de la izquierda y superé por ella el obstáculo. Si la roca hubiera sido tan mala como en les Xemeneies, hubiera buscado un rodeo.

Entonces, se abrió a mi derecha un ancho corredor herboso, empinado pero sin apenas dificultad, salvo un par de escalones (I). Por él culminé la subida.

Sin embargo, no alcancé la cumbre sino una antecima, sobre la que curiosamente había un pequeño hito de piedras, el primero que veía desde que había dejado la ruta del Coll Roig. Ante mí, al otro lado de un suave lomo pedregoso, vi otra punta, que tampoco resultó ser la cima, sino un segundo hombro. 

Aproveché la mejor perspectiva para mirar atrás, a la cresta que acababa de recorrer, enmarcada por el valle de Lanoux y un extenso horizonte de montañas.

Y ya, tras esto, cubrí los últimos metros hasta la cima del Pic de les Xemeneies, domo de cascajo sobre el que se elevaba una modesta señal. En la foto, se ve a la izquierda también el Carlit y el tramo de cordal para alcanzarlo, engañosamente fácil.

Al este del segundo pico del día, pude ver por fin la cuenca de Les Bulloses y el Capcir, con la nieve señalando el Madrès.

Al suroeste, la calima difuminaba las siluetas de las sierras de Moixeró, Ensija y el Cadí.

Respecto a la vista del Carlit, es impresionante. Eran más de las dos y media y el Pic de les Xemeneies podía haber sido una buena culminación, lógica además, de la ruta… pero la cumbre de la Cerdaña aparecía tan cercana y magnífica, que decidí seguir hasta ella. En primer lugar, descendí al norte por una loma de guijarros asentados, bastante empinada. El final de un raudo descenso me dejó en el Coll dels Andorrans, que está dividido por una prominencia rocosa. La subida a la misma carece de dificultad y...

... hay una estupenda perspectiva de la Serra de les Xemeneies.

Pero, al otro lado, me encontré que, hacia la segunda horcada, la arista era una cuchilla de roca empinada, formada por bloques rematados por agudas puntas y aristas. Tras asomarme a ambas vertientes, decidí que la altura que había que perder para rodear el obstáculo por terreno más o menos cómodo era excesiva y decidí afrontar la arista.

Primeramente, descendí un resalte por buena roca y con abundantes agarres (II) y, a continuación, fui...

... pasando la zona afilada, descolgándome por uno u otro lado con las manos en el filo. Durante unos 20 m, la pendiente aumenta según se avanza y el paso se hizo más forzado (III-).

En los metros finales, destrepé por el flanco izquierdo (II) para terminar el descenso. Tras secarme el sudor, traspuse la horcada y emprendí la subida hacia el Carlit, que es empinada pero en la que se trataba simplemente de andar, primero por terreno suelto y luego...

... por una arista de roca consistente, bastante amplia. 

Eran más de las tres y media de la tarde cuando alcancé la cima del Puig Carlit, que encontré en total soledad. A mi espalda quedaba el Pic de les Xemeneies, que mostraba ahora unas atractivas y abruptas vertientes.

La perspectiva sobre el amable llano lacustre de Les Bulloses era más amplia.

La cresta del macizo continuaba al noreste, apuntando hacia un curioso pico de cumbre plana: el Puig Peric.

Al noroeste, más allá del lago y el Puigpedrós de Lanoux, se extendían las montañas de la barrera norte andorrana.

Finalmente, al suroeste, por encima de la Serra de les Xemeneies y entre los montes de Campcardós y Envalira, llegaba a distinguirse la Tossa Plana de Lles.

Eran más de las cuatro cuando emprendí el regreso. Para comenzar, recorrí el lomo cimero hacia el noroeste, siguiendo los hitos de la ruta normal hasta una pequeña depresión, por la que aparecían entonces unos montañeros tardíos. Allí, en esa pequeña horcada, giré a la izquierda (O) para...

... bajar por una canal empinada y polvorienta, que sería muy incómoda sin traza. 

En su interior, bajo paredes impresionantes, la falta de viento acentuaba el calor.

La pendiente extremada y el piso resbaladizo forzaron un descenso rápido, pero atento, que me dejó en un amplio barranco de fondo suavemente ondulado frente a...

... la Serra de les Xemeneies, cuyo perfil se distinguía ahora mejor. Hasta pude identificar algunos pasajes.

Al poco, llegué al Estany dels Forats, que estaba semihelado. Aunque la senda se perdía bajo los neveros, reaparecía clara al otro lado y no me costó trabajo seguirla.

Pese a la traza, la pedrera de la ruta normal en el cascajo impresionaba vista desde aquí; la subida por donde la hice será más difícil... pero, por ahí, también se debe sufrir la cumbre.

Con el cambio de perspectiva, vista aún más impresionante de la Serra de les Xemeneies.

La senda me llevó a descender junto al torrente de los Forats; camino lógico, pues desagua en el lago de Lanoux. En el borde de un extenso rellano, los hitos marcaban vadear el cauce pero el arroyo bajaba tan crecido y con tal fuerza, que preferí retroceder hasta el fondo del mismo, para cruzar por un ensanchamiento donde el agua se dividía y sobresalían piedras. Seguir la orilla para retomar la senda no supuso dificultad.

Tras una bajada más empinada junto a una pedrera, la senda me dejó junto al Estany de Lanós, o Lanoux, cerca de una presa. Allí encontré un cruce de caminos y tomé el de la izquierda (SO), que me llevó a continuar el descenso por...

... una verde vaguada. Retornaba a la montaña viva. Mirando atrás, vi un curioso pico truncado: el Puig Castell Isard, bonito secundario casi desconocido.

Llegué luego hasta una pista junto a un puentecillo sobre el torrente de Lanoux. Sin cruzarlo, giré a la izquierda (S) y fui siguiendo el riachuelo hasta ver, enseguida, otro puente a mi derecha (O). Dejé el carril por una senda que baja a cruzarlo, siguiendo las marcas del GR 7, que me guiarían durante el descenso del valle de Lanoux, cuya traza veía como un corte a media altura en la verde ladera hasta perderse de vista.

Al otro lado del puente, ya en la orilla derecha, se cruzan varias sendas de manera confusa y tuve que poner atención a las marcas rojas y blancas para salir por el camino adecuado. A pesar de ello, tuve que dar la vuelta una vez... Como pista, vale decir que, para salir por la buena ruta, hay que destrepar un fácil cancho (I) de unos 12 m, marcado con las señales del GR.

El siguiente tramo es una prolongada travesía en balcón por la ladera derecha del valle, que transcurrió además a la sombra. Entre el buen camino y el fresco de la umbría, me lo tomé con calma, deleitándome con...

... las vistas del fondo del valle y,...

... enfrente, el boquete del Barranco del Coll Roig y parte de la Serra de les Xemeneies.

Al poco de dejar de lado una primera senda a la izquierda, llegué a la vertical de un lago, muy concurrido por campistas y,...

... enseguida, a un segundo desvío que bajaba cortando el matorral. Además, a partir de ahí, el camino horizontal por donde prosigue el GR se llena de hierba, señal de que es menos transitado. Tomé la senda y...

... un descenso rápido y cómodo me dejó...

... muy cerca del Estany de Font Viva, que antes había visto desde arriba. Sin alcanzarlo, encontré un cruce en una especie de collada y tomé...

... la senda de la derecha (SO), que...

... baja por una suave vaguada de hierba. Al poco, según toma pendiente y se vuelve pedregosa, la dejé por otra senda a la izquierda (S), que de nuevo me precipitó en una fuerte bajada, ahora por prados más abiertos y empinados.

Al llegar a un rellano tras la pendiente, lo atravesé y entré en un bosquecillo., Siguiendo un torrente, en pocos minutos estuve en la Route des Lacs, junto al aparcamiento donde había dejado el coche. Eran casi las ocho de la tarde cuando culminé esta larga e intensa jornada.

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