Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Ruta
relativamente larga que mezcla ambientes muy variados. La arista entre el Norís
y el Monteixo es aérea, posee unas vistas magníficas y no presenta dificultades
notables. Para acometerla, conviene estar en buena condición física, pues, si no,
la primera parte de la subida, en el pasillo de hierba a través del bosque,
puede ser demoledora.
No es necesario partir del
refugio, sino que puede salirse del aparcamiento de la Molinassa, subiendo con
el coche el mismo día. Sería incluso más corto. Pero, en ese caso, es mejor
opción aparcar en Pla de la Selva, comenzando la ruta por el GR11 hasta Pla de
Boet: serviría para calentar las piernas, le ahorraríamos unos kilómetros al
vehículo y partiríamos y acabaríamos en el punto más bajo del recorrido.
RELATO GRÁFICO:
Como
habían anunciado tormentas desde primera hora de la tarde, a las seis y media
de la mañana ya estaba aprestándome en la puerta del Refugi de Vall Ferrera.
Desde allí podía ver, a la derecha del Pico Gerri, el inicio de la subida hasta
la cresta de Lo Sentinella: una empinada ladera boscosa cortada por dos
pasillos de hierba; luego, un rellano y una pendiente final más bien pedregosa.
Tras
bajar a la pista que recorre la Vall Ferrera, la tomé a la izquierda (SE) y, en
pocos minutos, me planté en el Pla de Boet, donde el piso de la misma se vuelve
verde por la falta de tráfico y el GR 11 se desvía del carril y prosigue al
este, hacia Andorra.
Yo seguí
adelante por la pista que, tras un brusco giro de casi 180º, remonta la ladera
meridional del valle hasta ir a morir, al poco, en una collada frente al Pic de
Llats, que se eleva entre los barrancos de Sotllo y Baborte. Allí, giré a la
izquierda (S) para...
...
remontar en diagonal la ladera herbosa, siguiendo el límite del arbolado, hasta
el arranque de un pasillo que corta el bosque.
Llegado
al mismo, volviendo la vista, la perspectiva sobre el Pla de Boet se había ampliado
y, además, asomaba por encima un pico que llama la atención por su altivez: el
de Lavans.
Antes
justo de entrar en el pasillo, me encontré con un viejo carril que ascendía la
ladera en diagonal a la derecha (NO) pero, no sabiendo si me sería útil, lo
dejé de lado y entré directamente en este corredor que, poblado de hierba y
algún matorral rastrero, corta el denso pinar en vertical.
Aunque el
terreno era empinadísimo, siendo despejado, pude ir trazando diagonales para
dulcificar la subida.
Al dejar
atrás los árboles, entré en una cuenca de menor pendiente, cubierta de pasto y cerrada
por los primeros resaltes rocosos, que brillaban ya al sol, contrastando el
dorado brillante con los colores sombríos del pinar que dejaba atrás. Esta
solitaria subida es dura pero, desde luego, muy bonita. Tomándosela con calma,
no ofrece ninguna dificultad y el camino a seguir, pese a no estar marcado, es
siempre obvio: pendiente arriba, siguiendo el eje definido por la ligera
concavidad tubular que presenta la ladera.
En lo
alto de la cuenca, el terreno se hace más árido y se empina momentáneamente al
pasar por un tubo más marcado entre...
...
agrestes canchos que ponían un bonito marco a las montañas del otro lado del
valle.
A la
salida del tubo me encontré en un rellano ocupado por un nevero, al pie de una
pendiente pedregosa: había entrado en el mundo mineral. Remonté la cuesta para
llegar a un nuevo escalón, desde el que, volviéndome, podía ver ya todas las
grandes cumbres del Macizo de Estats, incluida la Pica.
Esta
nueva terraza era más amplia y estaba situada frente a la cresta de Lo
Sentinella. A la izquierda de ésta, se elevaba un cerrillo redondeado, de 2.565
m según el mapa. Tomándolo como referencia, crucé el rellano hacia la izquierda
para rodearlo.
Al dejarlo
atrás, apareció, a través de una horcada, la cima del Norís en lo alto de un
ancho lomo de roca. No podía ser más evidente la ruta: ir directamente a la
cumbre. Tras pasar el collado,...
... al
asomarme a la vertiente de Aixeus, apareció el Monteixo y, mirando abajo,...
... el
lago que lleva el nombre del barranco.
Tras
dejar atrás las dos cotas anónimas, me encontré ante el amplísimo contrafuerte
norte, cubierto de pedrera y limitado por dos lomos de roca. Encontrando el
cantizal bastante suelto, me dirigí hacia el roquedo más cercano, que era el de
la derecha.
A mi
izquierda, las crestas andorranas aparecían afiladas y abruptas.
La tira
de roca por donde subí es amplia y no presenta dificultad alguna, salvo un
corto resalte, cerca del final,...
... lleno
de apoyos (I) que, si hubiera querido, habría podido rodear.
Antes de
la 10 de la mañana, alcancé pues el Pic de Norís, apareciendo al otro lado la
Sierra de Capifons, coronada por el Salòria.
Las
vistas desde este pico son magníficas, así que, aunque no sea el objetivo de la
jornada, merece la pena detenerse un buen rato en él. En primer lugar, al
norte, el Macizo de Estats mostraba sus más altas crestas,...
... incluida,
por supuesto, la Pica, surgiendo de la nieve que aún cubría las cuencas
superiores. A la derecha, en...
... el
extremo suroriental del macizo, se elevaba la Pica Roja, atractiva en sus
formas suaves, con algo de montaña rotunda, como bien asentada. Siguiendo el
giro, llegué a...
... la
cresta de esta sierra: más allá de la antecima oriental del Norís y del Pico
Gerri, el ya comentado perfil dentado de las montañas cabeceras del circo de
Baiau. No me imaginaba así esa zona y, aunque había estado antes en Estats,
nunca hasta ese día me había fijado en tal despliegue de carácter.
Tras
pasar la vista por el sur, donde se abre el valle de Tor por debajo de la
Sierra de Capifons, cerré la vuelta...
... por
el oeste, donde me llamaba ya la cumbre de la jornada: el Monteixo. Éste se
alzaba, al otro lado de una arista estrecha pero no en exceso y sin obstáculos
aparentes. Y, como tampoco era cosa de eternizarse y que, al final, acabara
echándoseme encima alguna tormenta, emprendí el camino hacia allá. Lo primero
fue bajar por terreno de escasa pendiente a una primera horcada, desde la cual,
a la derecha,...
... hay
esta vertiginosa visión hacia la vertiente de Aixeus.
Salí de allí
por un lomo rocoso, lo suficientemente amplio como para caminar, pero no tanto
como para perder la sensación aérea, que presenta sólo un par de modestas
prominencias, separadas por suaves y prolongados arcos. En todo el tramo, sólo
tuve que usar las manos un par de veces para superar algún escalón (I).
Relajado
como iba, no dejaba de mirar, sobre todo a mi derecha.
Mirando
atrás desde la última punta previa al Monteixo, se puede ver el acantilado que
se desploma al norte de la arista.
Ahora, me
esperaba la subida final: una arista de apariencia fácil aunque muy empinada.
Habría que trepar en algunos sitios y la roca no parecía maravillosa pero
tampoco de las peores.
Tras
bajar a una angosta brecha por terreno sin obstáculos, lo primero que encontré
fue un tramo empinadísimo de arista, de unos 40 m de altura, que superé
trepando por el costado izquierdo, aprovechando una especie de chimenea terrosa
(II).
Al salir
a la cuerda, proseguí por el filo, más tendido y con sólo un par de pasos
abruptos (I). Hacia la mitad, la arista se ensancha y pude alcanzar caminando...
... la
cumbre del Monteixo, que alcancé a las once y cuarto de la mañana, mientras el
horizonte occidental se llenaba de nubes.
Un
airecillo fresco mantenían el calor a raya, así que permanecí casi una hora en
la cima. Atrás quedaba lo más emocionante de la excursión: el paseo sobre los
abismos de Aixeus en medio de un bellísimo paisaje de montañas.
Al sur,
todo verde por el valle de Tor y la Sierra de Capifons.
Al
noreste, Montroig y Certascan aparecían mucho más innivados que el Monteixo,
pese a tener altitud similar. Más a la derecha,...
... la
cadena axial se levanta por encima de los 3.000 m en el Macizo de Estats.
Pasadas
las doce, inicié la bajada, siguiendo una traza en el cascajo que cubre el lomo
norte del Monteixo. Se trata de la ruta habitual que sube desde Pla de la
Selva.
Una
horcada a mi derecha me proporcionó este bonito encuadre de la cresta.
Al pie
del cono cimero,...
... crucé
al lado oriental del lomo, para tomar, con la referencia del Estany d’Aixeus,
un corredor de cascajo, ancho y poco marcado.
El piso
era inestable excepto en la traza que señalaban los hitos, donde los guijarros estaban
algo asentados. Aun así, agradecí cada uno de los neveros que encontré.
La bajada
me dejó en un brevísimo rellano, a partir del cual se extendía la hierba. Salí
del mismo por una especie de embudo en su reborde, tras el que el terreno se
abre enseguida, para lanzarme a un nuevo descenso intenso. Acabé al nivel ya de
los lagos, en una especie de collada en el lomo que cierra la cuenca por la
izquierda.
A mi
derecha, la cabecera del circo aparecía descarnada.
Giré
ahora a la izquierda (NO) y entré en el Barranc d'Aixeus, que guiaría el
siguiente tramo de la bajada.
En primer
lugar, un empinado descenso por un tubo amplio y pedregoso me llevó hacia el
eje de la garganta por donde corre...
... el
agua que baja de los lagos, tras salvar en una cascada, el reborde que cierra
la cuenca.
Comencé a seguir el torrente por su orilla izquierda y, a los pocos minutos, la senda me llevó a vadearlo. Bajaba por la otra orilla cuando aparecieron los primeros pinos.
Luego volví a cruzarlo y continué bajando, a través de un bosque cada vez más denso, hasta llegar a...
... un puentecito, junto al que un cartel indica el camino al “mirador inferior”. Estaba junto a la Pleta des Frares de donde arranca la mayoría para subir al Monteixo, ya que sus 2.000 m de altitud pueden alcanzarse en coche desde la Vall Ferrera, por...
... una pista que me serviría a mí para bajar. Por cierto, aquí me empecé a encontrarme la primera gente en el día. Un reposado descenso entre árboles, que llegó a hacérseme un poco largo, me dejó en...
... el Pla de la Selva, donde tomé a la derecha (NE) la pista que remonta la Vall Ferrera, para dejarla a los pocos metros por...
... un camino que sale a la derecha (E) y se interna en el bosque. Se trata del GR 11 y, como tal, está magníficamente señalizado y marcado. Iría a parar al mismo lugar que si hubiera seguido por la pista pero esta opción es más agradable y no pasan coches.
No llevaba mucho caminando por esta senda cuando me la encontré cortada por un ancho y rápido torrente. Era el Barranc d’Aixeus.
Más adelante, tras una subida corta pero intensa donde la roca se mezclaba con los árboles, la senda dobla un espolón donde los árboles se aclaran dejando ver, al oeste, la Vall Ferrera.
El pinar
se abrió en una zona relativamente llana: el Pletiu de Font Tallada, frente al Barranco
de Sotllo. En ese lugar, el GR coincide unos metros con la pista que allí
arranca y, cuando ésta baja hacia el fondo del valle, sale por la derecha (E)
y, a través del bosque, alcanza enseguida en aparcamiento de La Molinassa.
Tomé allí
la pista a la derecha (E) y la seguí hasta el arranque a la izquierda (NE) de
la senda que cruza el río y asciende, con tramos empedrados y todo, al Refugi
de Vall Ferrera. Allí llegué poco antes de las cuatro de la tarde, con el
ambiente ya bochornoso y el cielo cubriéndose para la primera tormenta, que no
tardaría mucho en caer.
Comentarios
Publicar un comentario