Peña del Convento (2.179)

ASCENSIÓN DESDE ACEBEDO

CON EL PICO DE CUESTA RASA (1.884) Y LA PEÑA BRAVA (2.095)

La Peña del Convento es la segunda altura del Macizo del Mampodre, situado en la Montaña Leonesa Oriental, al sur de la divisoria cantábrica y entre los altos cursos del Porma y el Esla. Coronado por un puñado de vistosas peñas calizas, de las que esta cima es la más oriental, este macizo se eleva bruscamente sobre los prados circundantes y ese aislamiento convierte a sus cumbres en estupendos miradores sobre media cordillera, del Alto Carrión a las Ubiñas. En el núcleo central, el terreno es tan abrupto que no se encuentran masas de arbolado o matorral, ni siquiera en las zonas más bajas. Así, la hierba es la única cubierta vegetal, hasta que la altitud desnuda las laderas y la caliza se enseñorea, áspera y reseca, del paisaje. Este reducido territorio es refugio de rebecos y corzos, en densidad notable, que comparten los pastos con el ganado, también abundante.

La ruta recorre las aristas este y sur de la peña del Convento, para luego regresar a Acebedo siguiendo el Valle de las Arenas, por donde corre el Arroyo Cea bajo las mismas.

Cresta del Macizo del Mampodre, con la peña del Convento a la izquierda

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Oriental (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Macizo de Mampodre
  • Base de partida: Acebedo (León)
ACCESO: Acebedo es un municipio leonés situado en el noreste de la provincia, sobre el alto Valle del Esla, encajado entre los macizos de Mampodre y Riaño y la divisoria cantábrica. Lo ideal es aparcar ya fuera del pueblo, cerca de un Polígono Ganadero, junto a la salida de la pista que remonta el Arroyo Cea, por la que empieza y acaba la excursión.  Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.173 / 2.179
  • Mi tiempo efectivo: 6h11
  • Mi tiempo total: 7h35
  • Dificultades: PD-. Larga y aérea arista de roca, con muchos pasos de I grado y un par de ellos de II, con frecuencia muy expuestos. Gran parte del itinerario transcurre fuera de senda y está sin marcar, pero la orientación es sencilla.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Acebedo por la pista que sale al SO remontando el Arroyo Cea. Al llegar a una bifurcación, continuar por la derecha (O), siguiendo el mismo valle. Pocos metros después de cruzar el cauce, al cambiar el arroyo de dirección, dejar el carril por un camino más estrecho que sube a la izquierda (SO), por la ladera de Los Pedregales. Cuando deja de ganar altura y gira a la izquierda, seguir recto (SO), remontando los prados en diagonal a la derecha (O), hasta un lomo que, remontado a la izquierda (S) lleva hasta el Otero de los Hórreos. Seguir desde ahí el cordal al oeste hasta el Pico de Cuesta Rasa y continuar luego, con pequeños subibajas, algún paso aéreo y un par de trepadas mínimas, hasta la Peña del Convento (F).

Descender a la derecha (S), continuando por el cordal a través del Crestón de los Cubos, con abundantes pasos de I grado y unos pocos de II, todos ellos cortos, pero expuestos con frecuencia, hasta la Peña Brava (PD-). A partir de ahí, el terreno pierde dificultad y se puede ir caminando por la loma hasta el Collado del Valle de las Arenas. Girar a la izquierda (NE) para descender su curso hasta llegar de nuevo a Los Pedregales, desde donde se retorna a Acebedo por el mismo camino de ida.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Sin plantear dificultades significativas, el Crestón de los Cubos es muy aéreo e incluye trepadas fáciles, pero expuestas. Por otro lado, moverse sin senda o hitos que marquen la ruta, por obvio y cómodo que sea el camino a seguir, requiere cierta costumbre. En suma, que esta excursión está reservada para gentes con experiencia, sin que se pueda decir que sea una actividad de gran nivel. Digamos que varios pequeños obstáculos se han combinado para plantear una dificultad mediana.

Por lo demás, este variado recorrido montañero es largo, entretenido y solitario. En mi opinión, un plato de lujo para los que buscan belleza y paz en la montaña. Siempre que salgo al monte, voy ilusionado y vuelvo encantado pero, esta vez, mis expectativas previas se quedaron cortas; y eso que ya conocía el Mampodre.

Sobre el sentido de la ruta, las referencias que encontré al Crestón de los Cubos situaban la máxima dificultad en el flanco sur de horcada previa a la punta más alta, de modo que escogí bajar por él de la Peña del Convento para afrontarlo en subida. Tras pasar por él, no estoy de acuerdo en esa apreciación; hay otros pasos más difíciles, y casi todos los tuve que bajar. Por ello, recomiendo realizar la ruta en sentido contrario. Por otro lado, desde Acebedo también se puede acceder al Valle de las Arenas siguiendo algo más por el GR 1, hasta un desvío a la derecha (SO) que traspone la loma del Monte Cea; de esta forma, se puede reducir el tramo de camino que se repite a la ida y la vuelta.

RELATO GRÁFICO:

Aunque no se parte de la ascensión, no me puedo resistir a incluir esta foto que paré a tomar al pasar esa mañana por el Puerto de los Picones. Al fono, el Mampodre, iluminado ya por el sol, asomaba entre las crestas de Riaño, junto al Pico Yordas.

Poco después de las ocho de la mañana, partí de un cruce de pistas situado al suroeste del casco urbano de Acebedo, siguiendo las balizas del GR 1, que sale a la derecha (SO) y va remontando el Arroyo Cea. La mañana estaba despejada y, aunque aún no hacía calor, éste se anunciaba. Desde el principio, podía ver la vertiente oriental del Mampodre, con la Peña del Convento centrada entre el Pico de Cuesta Rasa y la Peña de la Cruz; es decir, que tenía a la vista la primera parte de la ascensión. La pista remonta el Arroyo Cea hasta un cruce donde las marcas mandan ir a la izquierda; yo continué por la derecha (O), siguiendo el barranco. Al poco de vadear el cauce sobre la confluencia del Río de la Vega, dejé la pista para tomar,...

... a través de un portillo en la cerca que llevaba a la izquierda, un camino que sale a ese lado (SO) para remontar los prados de Los Pedregales, directamente hacia el monte. La senda, amplia y bien marcada, sube en línea recta entre campos. Cuando gira a la izquierda para entrar en el Valle de las Arenas, continué recto (SO), siguiendo unos rastros de ganado, hasta alcanzar...

... un rellano con abrevadero. Allí giré a la derecha (O) para...

... atravesar en diagonal ascendente los prados, hacia el lomo que podía ver cortando la ladera hacia ese lado.

Esta parte de la subida, además de transcurrir por terreno suave, me la facilitaron unas trazas discontinuas de ganado, que me fueron llevando hasta estar sobre los prados de Mata Arenera y encaramarme en un lugar propicio al contrafuerte citado. 

Volviéndome antes de seguir adelante, podía ver el valle de donde veía, enmarcado por mil crestas.

Girando a la izquierda (S), remonté el lomo de pasto y roca. A partir de ahí, la subida fue más dura, pues, aunque...

... la pendiente no pasaba de mediana, la acometía de frente.

Pronto pude diferenciar el Otero de los Hórreos de la primera cima de la jornada, el Pico de Cuesta Rasa, que estaba más a la derecha. A mi izquierda,...

... se abría el Valle de las Arenas, por donde bajaría.

El Otero de los Hórreos es un hombro donde convergen varias aristas, constituyendo el extremo oriental de la cuerda del macizo. Allí giré a la derecha (O) para recorrerla, ascendiendo en primer lugar el Pico de Cuerda Rasa, modesta cima secundaria donde aún persiste la hierba, aunque...

... el carácter calizo ya se manifestó, en forma de dolina en pleno lomo.

La subida comenzó por un lomo herboso, amplio y cómodo, cuyo único accidente es el antes citado, que no incomodó el paso. Desde el Pico de Cuesta Rasa, se disfruta de una hermosa vista al noreste, donde los tejados de Acebedo brillaban al extremo de lo que llevaba recorrido. Más allá de las crestas cercanas, los Picos de Europa desplegaban su quebrado perfil, descollando, cómo no, la Peña Santa de Castilla.

Al sureste, el Collado de Lois enmarcaba el Pico Yordas, cumbre de Riaño, y la cresta altiva de Peña Cabeza, mientras la cima de Peñas Pintas apenas asomaba sobre el Pico Lázaro y el Espigüete se reconocía en el horizonte. Por delante del collado, un cerrillo verde mostraba un hermoso roquedo; lleva el curioso nombre de Pico de Todos los Vientos.

Al otro lado, se veían el Tiatordos y la Peña Ten, más allá de Maraña y las modestas peñas que rodean la aldea.

Desde este pico, continué al oeste por la cuerda, hacia la Peña del Convento, que ahora podía ver de nuevo.

El cresteo comenzó con una empinadísima bajada, por terreno suelto, hasta la horcada inmediata. A continuación, el terreno se suavizó al ir quedando atrás el Pico de Cuesta Rasa y entré en un tramo de loma ancha, ligeramente ondulada.

Una segunda bajada intensa me llevó a un ancho collado, partido por un par de crestones calizos, que crucé para situarme al pie del Pico Valjarto, pirámide verde y gris que se elevaba delante de la cumbre. Decidí subir por el lomo que limita la cara este por el sur, que me pareció más suave. Para ello, recorrí la base de la ladera a la izquierda (S), por...

... una traza que atraviesa horizontal la pendiente. Al llegar al cambio de vertiente, giré...

... a la derecha (NO) para remontar un amplio lomo pedregoso, donde me encontré algunos hitos marcando la subida. Creo que esta debe ser una ruta habitual, que arrancará posiblemente de los alrededores de la majada de los Hoyos, en el Valle de las Arenas. A mi izquierda podía ver ahora, con cierto detalle,...

... la arista que se extiende entre las peñas del Convento y Brava. Me interesaba especialmente su parte central, llamada Crestón de los Cubos, que sabía accidentada y aguda. Desde aquí, apreciaba varios resaltes verticales y el recorrido se intuía entretenido pero asequible.

El panorama al este se iba ampliando al ganar altitud, mostrándose ahora con más precisión los montes de Riaño y el Alto Carrión. Por cierto, que el Espigüete aparecía cada vez más dominante, mientras que el Curavacas, a su lado, casi costaba distinguirlo. Aquél será el menos alto de los tres grandes del Alto Carrión, pero no se puede negar que a carácter gana a sus hermanos.

Y, de Picos de Europa, ¿Qué voy a decir?

Al llegar al Pico Valjarto, me impresionó la cara este de la peña del Convento, vertical y rocosa, aunque llena de chimeneas y espolones. Por fortuna, la cumbre se presentaba bastante más accesible por la cuerda.

Sólo los primeros metros, hasta bajar a la horcada inmediata, son un poco más abruptos y los rodeé por la izquierda de la arista (derecha en la foto), a través de unas repisas estrechas y expuestas pero sin dificultad.

A continuación, flanqueé por la derecha una prominencia herbosa que parte en dos el collado, encontrando incluso por una traza que me facilitó el paso.

Una vez al otro lado, otras perspectiva de los Cubos a mi izquierda, antes de...

... iniciar la subida final. Lo primero que me encontré fue un resalte rocoso de tres o cuatro metros, que ya me obligó a trepar, pero con mínima dificultad (I). A continuación, el cancho se tiende y, poco después, el terreno pasa a ser pedregoso y, aunque vuelve a empinarse, ya no volví a apoyar las manos hasta la cumbre de la Peña del Convento.

Con tanta panorámica y los dos picos intermedios, se me habían hecho las doce de la mañana y el calor comenzaba a apretar, sin que la brisa que soplaba del oeste consiguiera aliviarlo. La vista en el arco noreste seguía siendo fantástica. Bajando los ojos a ese lado, impresionaba...

... la caída al norte, donde se veían algunas curiosas agujas.

Al oeste, la vista se extendía hasta las Ubiñas, sobre los picos del centro del macizo. Curiosamente, las cumbres de Valcerrao y la Peña de la Cruz, enmarcaban la característica silueta puntiaguda del...

... Pico Torres, que domina el Puerto de San Isidro.

Un inconveniente del verano, aparte del calor, es que, con frecuencia, te encuentras enjambres de bichos voladores en las cimas. Cuando el mío empezó a comerme, decidí abandonar la cumbre, pese a que apenas llevaba veinte minutos allí y se estaba bastante bien. Comencé descendiendo por la cuerda al sur, que en su inicio es pedregosa, amplia y suave.

Pero, pronto, encontré un primer destrepe, fácil (I) pero agudo, situado sobre...

... el profundo hoyo bajo la Peña de la Cruz.

Luego, el terreno se tiende, aunque la arista continua siendo aérea. Si bien se podría rodear, eso hubiera supuesto perder bastante altura y, además, sería menos divertido que caminar por los estrechos canchos culminantes.

Y, cuando la cuerda se ensancha, es para volverse accidentada al llegar ante la punta más alta del Crestón de los Cubos, para acceder a la cual tuve que franquear una profunda brecha, tras un par de abruptas prominencias. Para ello, destrepé un resalte fácil (I+) de 6 u 8 metros, a la derecha del filo, y...

... seguí por una repisa herbosa al pie de la roca, hasta encontrar, a mi izquierda,...

... una corta y empinada canal que me permitió recuperar la arista sin dificultad. Había leído que este era el paso más difícil del recorrido y lo graduaban como II-. No estoy de acuerdo con ninguna de esas apreciaciones: hay pasos más complicados y esto no es un II; además, es más fácil aún si se pasa en sentido contrario, pues la dificultad de salir de la brecha al sur, como se ve, es nula.

La vista del resto del macizo desde ese punto de la cresta es impresionante; además, al ser ahora visible la Peña de la Polinosa, podía contemplar a la vez las cuatro cimas principales del Mampodre.

Al suroeste, la Reguera de Murias bajaba hacia el Embalse del Porma, junto al cual se distinguía un impresionante cerro calizo: el Susarón. Y, más allá, el gris laberinto de crestas en torno al Valle del Curueño.

La cresta continua bajando hacia la Peña Brava. Fue en el tramo restante donde encontré el terreno que me pareció más complejo: una sucesión de tramos de arista aguda,...

... destrepes de hasta 10 m, de los que al menos dos llegaban al II grado, y...

... flanqueos expuestos por terreno poco firme.

Justo delante de la Collada del Tejo, punto más bajo de la cresta entre la Peña del Convento y la Brava, me encontré ante un escalón extraplomado que no me decidí a destrepar. En vez de eso, retrocedí unos metros a la horcada previa y me dejé caer por un empinadísimo tubo a la derecha (SO). Al principio, perdí unos diez metros por un suelo de gravilla suelta, que termina en un...

... escalón rocoso de otros doce, vertical pero sólido y con buenos apoyos (II-). Así, llegué a la base del roquedo, que recorrí por una estrecha repisa de hierba para volver a salir a...

... la arista, a pocos metros de la Collada del Tejo, de la que me separaba un lomo rocoso ancho y regular. Tras recorrerlo, hube de trepar un resalte breve y fácil (I / 6 m), última dificultad de la jornada, antes de alcanzar, por una arista pedregosa y amplia, la cima de la Peña Brava.

Desde este pico secundario, panorámico por excéntrico, podía contemplar toda la cresta recorrida y, por encima de la misma, Peña Ten y los Picos de Europa. En medio, se abría a mis pies el cóncavo de los Cubos, reseco pedregal que contrastaba con...

... el variado verdor del Monte de Cea y el valle de las Arenas, por donde me disponía a bajar. Es posible que hubiera podido bajar directamente a este último por la ladera meridional de la Peña Brava pero ésta es tan empinada que seguro que es mejor, y más bonito, lo que hice:...

... seguir por la cresta al suroeste, hacia el collado cabecero de dicho valle. La primera parte de la cuerda es aérea en el grado justo para resultar bonita, pero poder caminar por su filo con tranquilidad. Durante el trayecto, pasé dos prominencias, en la segunda y más baja de las cuales...

... alguien dejó un cartel nombrándola como Pico Azahara; como no he encontrado otra referencia del mismo y el topónimo me parece más bien poco cantábrico, lo dejaré entre interrogantes. Otra ventaja de recorrer íntegramente la cresta es que, desde aquí, se ve la cabecera de la Reguera de Murias, encajada bajo lo más bravo del Mampodre.

El descenso desde esa última punta, en realidad hombro terminal de la cuerda, es una empinada y amplia cuesta de hierba y piedras, que no conviene tomarse con demasiadas alegrías, por si los tobillos, que desemboca en el Collado del Valle de las Arenas. Una vez allí, giré a la izquierda (NE) para...

... bajar por ese verde barranco, de nuevo por terreno amable, tras varias horas deambular por cantizales menos confortables.

Este valle tiene una pendiente mediana, ideal para soltar piernas y, aunque no hay una verdadera senda, siempre encontré...

... trazas de ganado que me permitieran pasar las eventuales bandas de matorral con comodidad. Según descendía, iba quedando atrás la Peña Brava, que mostraba ahora el verdadero carácter del descenso directo que me había tentado en su cima.

Siguiendo el curso de un menguado torrente, no tardé mucho en encontrarme con una pista que me cortaba el paso. Tomándola a la izquierda (NE), continué por ella el descenso, separándome del cauce para transitar por una amplia terraza herbosa que recorre la vertiente septentrional.

Bajo el Pico de Cuesta Rasa, pasé por la Majada de los Hoyos, en cuya cabaña no sé lo que les darán a los caballos, pero les vuelve locos.

Rodeando dicha cima por el este, vi a mi derecha, en el fondo del valle, otra pista que llega de Acebedo: una alternativa para volver, aunque no me decidí a cogerla. Cuando el terreno se abre en el valle del Río de la Vega, dicho camino se encuentra con el mío.

Tras girar a la izquierda (NE) en la encrucijada, en pocos minutos llegué al lugar en que esa mañana había abandonado el camino que remonta Los Pedregales para subir por los prados hacia el Pico de Cuesta Rasa. A partir de ahí, sólo me quedó retornar, por terreno conocido, a Acebedo, donde llegué a las cuatro menos cuarto de la tarde.

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