Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Éste es el itinerario más corto y fácil para
alcanzar La Maliciosa. Y se nota; está casi siempre lleno de gente. Limitándose a recorrer
los lomos y sin salirse de los caminos trazados, muy transitados en cualquier
época y circunstancia, no presenta dificultad alguna. El objetivo principal no
es el punto más alto alcanzado, pero la cima más interesante es la Maliciosa.
Pasamos por las Guarramillas porque es más cómodo que atajar por el matorral a
media ladera. La vuelta por el Ventisquero de la Condesa tiene varios propósitos:
visitar un lugar curioso, alargar un poco la excursión y apartarse un rato de
la multitud.
RELATO GRÁFICO:
Tras el
café mañanero en la Venta de Arias (Puerto de Navacerrada), empezamos a caminar
por la pista de cemento que sube a la Bola del Mundo. Eran las nueve y veinte
de la mañana, pero todavía hacía fresco en la umbría de la ladera oeste. Tras
un rato bajo los remontes, el camino gana algo de interés, al menos...
... las
vistas, viendo cómo surgen los Siete Picos y la Mujer Muerta al otro lado del
puerto.
O cuando,
ya cerca de culminar, el carril se asoma a la Garganta de Navacerrada. Por
entonces salimos al sol y el contraste de temperatura fue grande; menos mal que
en el cordal soplaría algo de aire.
Poco
después, avanzando paralelos al lomo de la Cuerda Larga, fuimos dejando de
lado, a la izquierda, las modestas prominencias de las Guarramillas Primera y
Segunda, mientras ya podíamos ver las antenas de la cima principal.
Asomándonos
al otro lado de la cuerda, vimos Peñalara desde uno de sus mejores ángulos.
Finalmente,
la pista termina frente a la puerta del repetidor de televisión situado en la
tercera y más alta de las Guarramillas (todavía hay una cuarta más al este). La
vista, a estas alturas, se había ensanchado mucho y, volviéndonos, podíamos ver,
más allá de las vecinas crestas guadarrameñas y un mar de niebla, Gredos y las Parameras en el horizonte.
Girando a
la derecha (S), rodeamos las instalaciones que ocupan la cumbre. Al salir lado
sur, vimos La Maliciosa asomar junto al vértice geodésico, que no está en el
punto más alto del monte, sino en un lugar accesible.
Al mismo
tiempo, se nos descubrió al este la cumbre de las Cabezas de Hierro, de la que
parecía caer el quebrado perfil de la Pedriza. Por encima de ésta, algo más
lejos, la geometría simple del Cerro de San Pedro surgía aislada en medio del
mar de bruma brillante.
Abandonamos
el Alto de Guarramillas por un ancho camino que se dirige al sur por lo alto
del lomo en que, al otro lado de un profundo collado, se levanta la Maliciosa.
Esto, lo conocí como un angosto trazo en el piornal y va camino de convertirse
en autopista.
La senda,
ya digo, cruza el Collado del Piornal, a través del cual se veía una atractiva
sucesión de horizontes, y...
...
prosigue hasta la cumbre, manteniéndose en el flanco oriental de la arista
noroeste.
Cerca ya
de la cima, se asoma a los abismos de la cara sur de la montaña, al fondo de
los cuales, más allá del Peñotillo, se extiende la llanura madrileña, limitada
por el Abantos y la cuerda de Cuelgamuros.
A las
diez menos cuarto de la mañana, hicimos cumbre en La Maliciosa, descubriendo un
mar de niebla hacia Madrid, más allá de las estribaciones de la sierra.
Sobre los
tubos que se desploman al sureste, se desplegaba una perspectiva más precisa de
la Pedriza, bien marcadas sus cresterías de riscos y agujas.
Al suroeste,
las sierras más cercanas de Gredos asomaban sobre la de Malagón.
Siguiendo
el giro, las crestas sucesivas de las Buitreras, las Cabrillas, del Valle de la
Fuenfría y Mujer Muerta-Quintanar.
A las
once y cuarto, decidimos emprender el regreso y comenzamos por perder unos
metros hacia el norte y, enseguida, girar a la derecha (NE) para...
...
dejarnos caer por una ladera de piornos, aprovechando bandas de pedrera y,
cuando no las había, buscando lo menos denso del matorral, que no era alto, hacia
el Arroyo de la Condesa, que es la fuente más alta del río Manzanares.
La
bajada, pese a no estar marcada, fue...
...
cómoda y rápida, mirando de vez en cuando a la derecha...
... la
Pedriza: una visión que no cansa.
Así,
llegamos al fondo de la vaguada que baja del Collado del Piornal antes de que
confluya con el citado Arroyo de la Condesa. Girando a la derecha (E), seguimos
un corto trecho su cauce, apacible pradera cortada por un estrecho surco de
agua, para dejarlo por la izquierda (NE), cuando el terreno nos pareció
conveniente para...
...
trasponer el lomo que lo separa del curso principal. Ganando y perdiendo apenas
cota, atravesamos el matorral, algo más denso que hasta entonces pero todavía
cómodo, pasando muy cerca de los restos del Descansadero de Mesones.
Alcanzamos
el Arroyo de la Condesa hacia los 1.900 m de altitud y allí topamos con la amplia
senda, balizada de blanco y amarillo, que sigue su curso por esta misma orilla.
Tomándola hacia la izquierda (NO) remontamos el arroyo.
Esta
vuelta no es muy popular y, sin embargo, es muy bonita. El torrente iba formado
todo el rato remansos y...
...
pequeños saltos, a cada cual más bonito, hasta llegar...
... al
amplio llano, confluencia de varios arroyos, que se extiende al pie de la
vertiente oeste del Alto de Guarramillas. Sin más que seguir la senda,
derivamos a la izquierda, y fuimos remontando el abierto tubo herboso,...
...
empinado a veces, por donde se desliza el modesto chorro de agua, origen del
arroyo.
A nuestra
izquierda, se elevaban unos atractivos canchos, que ponen un toque bravío entre
tanta ladera y loma ondulada.
Cerca de
alcanzar la cresta, se abre el cóncavo pedregoso del Ventisquero de la Condesa
propiamente dicho, sobre el que sobresalían las antenas de la Bola del Mundo.
Éste fue “potenciado”
mediante la construcción de una morrena artificial que servía de muro de
contención para que la nieve no se deslizara y se mantuviera hasta el verano.
Allí
surgen las primeras aguas que irán a alimentar el Manzanares. Guiados por la
senda, remontamos la pendiente cabecera por su lado izquierdo.
Al volver
a rodear de nuevo el Alto de Guarramillas, nos despedimos de la Maliciosa.
Enseguida,
asomaron también las crestas occidentales, ahora...
... medio
veladas por las nubes.
Allí
encontramos de nuevo la pista de cemento y por ella regresamos tranquilamente
al Puerto de Navacerrada.
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