Peñalara (2.428)

ASCENSIÓN DESDE EL PUERTO DE COTOS

PALA DE CLAVELES (INVERNAL)

Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama y una de las Principales del Sistema Central. Aunque es montaña antigua, muy desgastada, el gneis surge en su vertiente sureste, para dar carácter a un puñado de pequeños circos de origen glaciar, rematado por una bonita cresta. Por lo demás, se dan en las laderas los prados pedregosos y frondosos pinares típicos de estas sierras. Como en todo el Guadarrama también, carreteras y otras infraestructuras llegan muy arriba y hay siempre mucha gente, que, por fortuna, se concentra en cuatro sitios. Consecuencias de tener seis millones de personas viviendo alrededor.

Esta ascensión es una más de las posibilidades que ofrece la vertiente oriental de la montaña cuando la nieve llena las decenas de corredores que cortan sus roquedos. Este itinerario no es el más largo ni el más empinado; de hecho, es una de las rutas invernales más fáciles. Tiene la particularidad de ascender, en lugar de por el habitual corredor agosto, a través de la amplia banda de terreno relativamente suave que se abre entre los roquedos de Peñalara y el Cerro de los Claveles, proporcionando una visión diferente de la montaña.

Cresta de Peñalara entre la cumbre y el Cerro de los Claveles, con la ancha pala homónima bien visible en el medio

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Guadarrama
  • Base de partida: Puerto de Cotos (Madrid - Segovia)
ACCESO: El Aparcamiento del Puerto de Cotos, que se abre en el cordal principal del Guadarrama entre las provincias de Madrid y Segovia, es el punto de partida de esta ruta. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.820 / 2.428
  • Mi tiempo efectivo: 3h34
  • Mi tiempo total: 3h59
  • Dificultades: PD-, en las condiciones del día (nieve blanda a consistente, continua por encima de 2.000 m). Rampa de nieve de 225 m de desnivel, con 35º de pendiente media y 45º de máxima. Cornisas evitables en la salida a cresta.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir del Puerto de Cotos por la pista que sube hacia la Laguna Grande. Dejarla por una senda que sale a la derecha (NE), junto a un viejo depósito de agua y rodea el monte hasta encontrar el Arroyo de la Laguna para remontarlo. Enseguida, tomar a la derecha (N) una senda que lo cruza para recorrer la vertiente oriental de la montaña. Al entrar en la cuenca de las Cinco Lagunas, girar a la izquierda (NO) para remontar la Pala de Claveles hasta el punto más bajo de la cresta. Una vez allí, ir a la izquierda (SO) a la cumbre de Peñalara.

Descender siguiendo la loma por el otro lado (SO), hasta Hermana Menor, en cuya vertiente sur se encuentra un camino que baja al Puerto de Cotos.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Otra de las posibles subidas invernales a Peñalara, de dificultad media-baja, agradable y mucho menos masificada que los tubos de la zona de la Laguna Grande. Hay muchas líneas de subida posibles y nuestra idea era ganar al collado entre Peñalara y el Risco de los Claveles; sin embargo, salimos finalmente un poco a la izquierda al ser mejor el paso entre las cornisas. Lo mejor de esta ruta es su belleza y ambiente, aunque los amantes de la dificultad la echarán de menos. Encontramos la nieve ya poco consistente y con una capa de un palmo de granizo inestable de la tarde anterior; con mejores condiciones, la dificultad baja mucho. Incluso la pendiente máxima sería algo menor.

RELATO GRÁFICO:

Salimos del Puerto de Cotos en una mañana limpia y templada, pura primavera, pero con los neveros pintando todavía las vertientes de la Cuerda Larga. Tomamos una pista que se interna en el pinar ascendiendo suavemente a la sombra de los árboles. Pasada la primera curva y junto a un antiguo depósito de agua, tomamos a la derecha (NE) un desvío casi horizontal, en el que un cartel indica la Laguna de Peñalara. Tras un breve trecho boscoso, no tardamos en salir de los árboles, caminando…

… como por un balcón sobre el Lozoya. Si al fondo del mismo el contraluz matutino no nos dejaba distinguir las siluetas de Ayllón, la vista era sin embargo magnífica sobre las Cabezas de Hierro y el cóncavo de las Cerradillas al otro lado del valle.

Poco a poco, fueron también asomando sobre la verde ladera las crestas del macizo, envueltas en una pelusilla brumosa que estaría todo el día yendo y viniendo por la montaña.

Finalmente, una curva más acusada nos plantó ante la Hoya de la Laguna Grande, donde la nieve aún llenaba sus tubos. Pero no era ese nuestro objetivo. A nuestra derecha corría ahora el Arroyo de la Laguna y, cuando llegamos a un desvío que lo cruza (N) por un puentecillo, lo tomamos y dimos los primeros resoplidos del día al encarar la empinada pendiente del otro lado.

Caminábamos por una senda pedregosa que se abre paso en el matorral para remontar un lomo desprendido al sur de la cumbre de Peñalara. Ganamos altura con rapidez y pronto quedó bastante abajo la gran turbera que se extiende por debajo de la laguna. 

A cierta altura, la senda se bifurca. Un cartel indica que por la derecha (NE) se va a la Laguna de los Pájaros y por allí fuimos, atravesando ahora en horizontal, incluso con algo de bajada, la ladera hacia un evidente hombro.

Al otro lado, el decorado cambió con suma brusquedad: adiós verde, hola blanco. Una suave bajada nos dejó en la terraza que corta la cara oriental del macizo; todo ello, cubierto de nieve. De los dos niveles de la terraza, fuimos por el superior, que recorrimos…

… dominados por la cresta de la montaña a nuestra izquierda y…

… dejando a la derecha unos decorativos estanques que interrumpían el manto blanco, más allá de los cuales el terreno se desplomaba hacia un indistinto valle del Lozoya.

Tras el llaneo, una breve subida nos llevó sobre un segundo lomo. Mirando atrás, veíamos el rellano del que salíamos y, más allá, las Cabezas de Hierro.

A continuación, entramos en la cuenca de las Cinco Lagunas, cubiertas de blanco ese día. Sobre la misma, la montaña se alzaba en dos cóncavos divididos por una pared oscura: el Tubo Peñalara y la Pala de Claveles, nuestro objetivo.

Una vez situados bajo ese segundo entrante, paramos a ponernos los crampones, sacar el piolet y, al tiempo que veíamos ascender a un par de grupos, escoger…

… el itinerario a seguir, entre los varios posibles.

Pero vamos por partes: girando a la izquierda (NO), entramos en la Pala de Claveles por el extremo meridional de su base, remontando la ladera en diagonal a la derecha hacia el vértice inferior del cancho llamado el Triángulo. La subida era suave, pero con una inclinación lateral moderada (30º) y transcurrió sobre nieve consistente bajo una capa blanda de unos 10 cm. Allí, giramos a la izquierda (SO) para…

… seguir por pendientes más acusadas (40º), llevando la roca a la derecha y enfrente el Tubo Encajonado. 

Al dejar atrás el Triángulo, pudimos ver la cresta a nuestra derecha (O), y nos dirigimos hacia allí, directamente primero (35º) y, luego, derivando ligeramente a la izquierda con el fin de aprovechar una huella preexistente, hasta estar…

… a la altura de un tubo abierto entre un gran cancho por encima del Triángulo y otra roca más pequeña y cercana. Giramos entonces a la derecha (N), atravesando en horizontal la ladera para entrar en el corredor, de nuevo por nieve sin pisar.

Mirando atrás, podíamos ver lo que llevábamos ascendido desde el rellano de las lagunas, cuya existencia se intuía por las zonas planas en la nieve. Más allá, apenas se distinguía a contraluz el valle del Lozoya.

En este tubo final, que salva unos 60 m de desnivel, nos encontramos lo más duro de la ascensión.

La pendiente llegó a 45º en los 30 ó 40 m centrales, la pala estaba fracturada en un par de sitios y había una capa inestable de un palmo granizo sobre la nieve.

El ambiente era magnífico, eso sí.

En los metros finales, en vista de que había cornisa en el collado y de que aumentaba el espesor del granizo, haciendo el avance inseguro, derivamos a la izquierda en busca de terreno más estable. Salimos así a cresta, desde donde la vista de la subida impresiona más de lo que realmente es. Si al sur la nieve dominaba el paisaje, al otro lado, …

… al norte, predominaba el verde de los pinares de Valsaín y la llanura segoviana. El revés del mundo.

Estábamos en la cuerda del macizo, cerca del punto más bajo entre el Risco de los Claveles y…

… la cumbre de la montaña. Para alcanzarla, giramos a la izquierda (SO) y comenzamos a remontar un ancho lomo de nieve helada de pendiente suave, hasta…

… alcanzar un hombro.

Al otro lado, teníamos ya muy cerca la extensa cima de Peñalara, con el gentío habitual rodeando el hito... Bueno, en realidad, ese día había poca gente para ser domingo. Se nota la Semana Santa.

Las nubes iban y venían, no dejando ver demasiado, aunque, cuando “abrían la ventana”, la Cuerda Larga se mostraba hermosa pese a la poca nieve... o precisamente por eso. Porque poco más se veía.

Cuando, al ratito de estar en cumbre, comenzamos el descenso siguiendo por el lomo al suroeste, los Siete Picos apenas eran una mancha imprecisa, que…

… se definió al perder altitud y salir de los vapores. A la derecha veíamos el grupo de la Mujer Muerta asomar sobre Peña Citores, pero la atmósfera turbia no dejaba llegar más allá. También empezó a clarear la nieve y a asomar el prado pedregoso. 

Al paso por el Collado de la Laguna, vimos unas considerables cornisas. Como no nos interesaba pisar la Hermana Mayor, dejamos la divisoria para rodearla por la derecha (O), caminando por neveros de escasa pendiente y sin ningún obstáculo.

La siguiente elevación, la Hermana Menor, la pasamos por el otro lado, el izquierdo (E), siguiendo ya un rastro claro que, cuando alcanzamos la vertiente sur, se transformó en una senda que…

… desciende directa hacia las praderas de Cotos y frente a las Cabezas de Hierro. El piso de la senda consistía en cantos sueltos de cierto tamaño que, cubiertos de una pizca de nieve, hacían incómoda la bajada.

Cuando nos dimos cuenta de que en el lado izquierdo (NE) de la loma persistía un buen nevero, dejamos el trazo para bajar por esa suave pendiente de nieve, que estaba bastante blanda pero no tanto como para entorpecer el descenso.

Nos reincorporamos al camino donde coinciden el límite del arbolado con el cruce con la senda que va al Refugio Zabala.

A partir de ahí, además, la senda se hizo carril y la nieve dejaba un buen pasillo seco.

La bajada era cada vez más suave y cómoda y atraviesa en lazadas el pinar, dejando ver por su corte las montañas vecinas. Ante tan apacible panorama, soltamos las piernas y, simplemente, nos dejamos caer hasta el Puerto de Cotos.

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