Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Excursión muy
fácil y de exigencia moderada, pero que requiere cierta experiencia fuera de
senda. Las zonas rocosas no presentan dificultades reseñables y están bien
balizadas; por otro lado, el único tramo de matorral es corto y poco denso. Es
una ruta variada, que combina el paso por hermosos bosques, prados y roquedos
con unas vistas notables sobre la mitad oriental de Gredos, el Valle del Tiétar
y las Parameras. Además, es adecuada para el verano, pues transcurre en parte
bajo arbolado y se pasa por varias fuentes.
La pista por donde se
asciende desde Piedralaves al punto de inicio de la excursión tiene sus baches
pero es transitable en turismo, con un poco de cuidado. En días de diario,
podemos cruzarnos con trabajos madereros, que pueden obligar a dar un rodeo;
todas las pistas que figuran en el mapa del IGN son transitables, por lo que
suele haber alternativa.
RELATO GRÁFICO:
Tras
aparcar a pocos metros del cruce de pistas en Majallana, comenzamos a caminar
hacia el este por la horizontal, recorriendo la ladera meridional de la sierra
entre hermosos ejemplares de roble y castaño. Aunque pasaban más de las nueve y
el día se anunciaba caluroso, su sombra hacía agradable este relajado comienzo
de excursión. En pocos minutos, nos encontramos una bifurcación, en la que la
pista que sube, la de la izquierda, estaba indicada a la Serradilla. No sé si
desde ella hay buena subida al pico homónimo y, seguimos, por si acaso, por la
derecha (E), tal como habíamos planeado.
Entramos
poco después en la Garganta de Nuño Cojo y, tras caminar un rato viendo la
cresta rocosa de la sierra entre los pinos, llegamos a un ensanche de la pista.
A la izquierda, una estaca, que no es que destaque mucho, marcaba...
... el
arranque de una senda estrecha y poco visible que subía a contramano (SO),
internándose en el pinar.
Afortunadamente,
más arriba la vereda se aclara y está marcada con círculos de pintura roja, aunque
era difícil perderla, pues alrededor el matorral era denso.
No
tardamos en salir a terreno despejado en una primera pradera, la de El Citoleo,
donde hay un manantial. A partir de ahí fuimos alternando, siempre siguiendo
las marcas de pintura, rellanos y cortas cuestas, así como tramos arbolados y
praderas.
En la
segunda de ellas, situada cerca de la Fuente de los Toriles, pasamos junto a un
pozo de nieve.
Al ganar
altura, al empezamos a poder ver desde los claros el Valle del Tiétar quedar
atrás. También nos fijamos en que las marcas de pintura cambiaban de vez en
cuando de color: rojo, verde, azul... aunque parecían indicar un único
itinerario.
Comenzaba
a hacer algo de calor, no sé si producto del avance del día o del desnivel, o
ambos, cuando la aparición a nuestra izquierda de un remate de la loma nos
anunció que llegábamos al collado de la Sarnosa.
Estábamos
en lo alto de un contrafuerte desprendido al sur de la Sierra del Valle. Como
éste sale de la Mesa de Serradilla, la continuación era obvia: girar a la derecha
(N) y seguir el lomo hasta la cumbre. Sólo que la senda no nos condujo por lo
alto sino que, cambiando de vertiente, nos llevó a rodear horizontalmente por
el oeste el modestísimo Cerrillo del Enebro, pasando sobre...
... el
barranco que baja hacia la Garganta Cereceda, sobre la cual se elevaba la
Gamonosa.
En el
collado siguiente, volvimos a cambiar de lado, pasando a dominar la Garganta de
Nuño Cojo, al fondo de la cual el contraluz dibujaba la roma silueta de la Escusa.
Pese al
aspecto agreste de la ladera, pedregosa y poblada de retama, el senderillo nos
llevó muy cómodamente, hacia el fondo de la Garganta de la Serradilla, al
tiempo que subíamos muy poco a poco.
Cerca de
culminar, alcanzamos el cauce del barranco en una gran pradera situada al pie
mismo del Portacho de la Serradilla, donde ganamos la cresta y vimos al otro
lado...
... parte
del cordal principal del Sistema Central: la Serrota y la Sierra de la
Paramera, al otro lado del Valle del Alberche. El paso estaba cerrado por un
portillo, que cruzamos antes de dejar la senda, girando a la izquierda (SO)
para...
... dirigirnos
a la cumbre por la cuerda. No hay senda ni hitos en este tramo (o no los
encontramos) pero el matorral no era de los malos y, con algo de paciencia y
mucho serpenteo, se pasa con comodidad. Comenzamos por el lado norte de la
divisoria porque nos pareció mejor el paso pero,...
... hacia
la mitad, cambiamos de lado cuando nos lo aconsejaron la densidad y porte de
los piornos y retamas. Volviéndonos podíamos ver la Lanchamala, máxima altitud
y único dosmil de esta sierra, plantado sobre la pradera que habíamos pasado
antes de llegar al collado. Matorral, prado y granito: Gredos típico.
Al culminar
la subida, nos encontramos ante un corto lomo horizontal, cuyo punto más alto
era el más lejano de varios canchos.
Desde la
Mesa de la Serradilla las panorámicas son amplias: al norte, el Valle del
Alberche limitado al otro lado por las Parameras.
Al este,
la Lanchamala y el remate oriental de Gredos.
Al sur,
el Valle del Tiétar, con la Sierra de San Vicente plantada en medio. En días
claros, se ve más allá el perfil de los Montes de Toledo, pero entonces no fue
el caso.
Al oeste,
la divisoria del Sistema Central sigue por las sierras orientales hasta la
cresta del Circo de Gredos, que conservaba todavía bastante nieve y,...
...
enmarcada por el Cabezo y el Castillejo, presentaba un cuadro agreste que
contrastaba con el verdor de los valles que nos rodeaban.
Tras un
buen rato en cumbre, reanudamos la andadura recorriendo la cuerda al oeste,
lado hacia el que sí marcaban la ruta unos hitos modestos y espaciados pero muy
bien puestos... aquí trabajó uno que sabía. Enseguida, el terreno se empinó en
una corta pero intensa bajada.
Pasando
la depresión en la cresta, comenzamos a ver a la izquierda unos atractivos
canchos sobresalir del monte bajo y,...
...
cuando culminamos la subida subsiguiente, descubrimos que su remate es un
hermoso risco: la Lanchalisa, que no es la máxima cumbre de la sierra pero sí,
en mi opinión, su pico más atractivo. Para llegar al mismo, aún tuvimos que
pasar una zona de cortos subibajas, evitando por uno u otro lado pequeños
apilamientos de rocas, aunque.....
... nos
encaramamos al último para...
... tener
una buena perspectiva de la Mesa de la Serradilla y despedirnos.
A partir
de ahí, pasamos por un rato del mundo del matorral al de la roca. Guiados por
los hitos, entramos en la vertiente meridional de la cresta, siguiendo...
... terrazas
entre resaltes y viendo...
... una
considerable caída del lado meridional. Volvimos a ganar la cuerda pasada la
horcada, ya muy cerca de la cima de Lanchalisa, que ganamos caminando por la
cuerda, que es aquí un lomo ancho y pedregoso.
La bajada
por el otro lado es el único paso que presenta una mínima dificultad, que sería
evitable por la vertiente norte.
Sin embargo,
el descenso de este pequeño graderío de bloques es tan fácil que no nos
molestamos en ello.
Y seguían
las bonitas perspectivas: Sierra de San Vicente entre riscos.
Más
adelante, desde el Mojón Cimero, un hombro al que llegamos a toda cresta,
pudimos apreciar el espectacular roquedo al sur de Lanchalisa y comentamos que
debe de haber bonitos itinerarios de dificultad moderada por ese lado.
A partir
de ahí, la cuerda vuelve a ser un lomo ancho donde predomina lo vegetal y baja
suavemente hacia el Puerto del Alacrán. Allí, giramos a la izquierda (S) para
tomar...
... el
camino que lo atraviesa, abriendo un buen surco en el monte bajo.
Según
perdíamos altura y nos alejábamos del eje de la sierra, se nos fue presentando
una bonita perspectiva del segmento de cordal que acabábamos de recorrer, con
el Mojón Cimero en primer término. Pese a su casi nula prominencia, desde aquí
sí tenía aspecto de ser una cima considerable; y es que la vista engaña a
veces.
No
llevábamos mucho bajando cuando se bifurcó la senda. Continuamos por la
izquierda (SE). Si bien ambas variantes terminan encontrando la pista
horizontal, ésta lo hace más cerca de nuestro destino. Pasando por la Fuente
del Lomo, comenzamos a ver un trozo del carril al que nos dirigíamos, al
aclararse el bosque en Majacanchal. También el cerro de La Sarnosa nos servía
de referencia.
Poco
después, entramos de nuevo en el bosque, que en esta vertiente está formado
casi exclusivamente por pinos, que,...
... de
vez en cuando, se aclaraban lo justo para dejarnos ver la cresta de la que
veníamos.
Al llegar
a una primera pista, la atravesamos, continuando la bajada por la senda al otro
lado, considerablemente más ancha.
La
segunda pista que encontramos era la del inicio y la tomamos a la izquierda (N),
pasando a recorrer la ladera horizontalmente.
No
tardamos en llegar a la Pradera de Majacanchal, desde donde vimos la sarnosa,
señalando el término de la excursión.
Luego,
aún dejamos de lado un desvío a la derecha antes de alcanzar el cruce de
Majallana donde teníamos el coche, ya pasadas las tres de la tarde y comenzando
a hacer calor.
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