Aneto (3.404)

ASCENSIÓN DESDE LA BESURTA

ARISTA NE (VÍA RENÉ GRANGE)

En la cresta más alta del Pirineo, el Aneto culmina un quebrado espinazo de granito elevado sobre glaciares. Alta montaña superlativa: un desierto de nieve y roca del que bosques y prados quedan muy lejos. En ese entorno discurre la arista noreste del Aneto, separando los glaciares de Barrancs y Aneto.

Su ascensión recibe el nombre de Vía René Grange, en recuerdo del montañero suizo que, junto a Pedro Borés, formó la primera cordada en recorrerla en 1934. Se trata de un itinerario directo que alcanza la cumbre de la cordillera superando pequeñas dificultades sin gran exposición pero en un ambiente de gran belleza.

La arista NE del Aneto, sobre la que asoman el Pico de Coronas y la Cresta de Enmedio, vista desde el este

SITUACIÓN:

  • Zona: Alta Ribagorza (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de la Maladeta
  • Base de partida: Benasque (Huesca)
ACCESO: Benasque es el municipio más alto del valle del Ésera, que atraviesa de norte a sur la comarca de la Ribagorza, en el noreste de la provincia. La ruta parte del paraje de La Besurta, situado 16 km aguas arriba del pueblo y último punto accesible en vehículo. Aunque, entre finales de junio y mediados de septiembre, el tráfico está regulado, teniendo que dejar el coche en Llanos del Hospital, 4 km antes, o recurrir al servicio de autobuses. En el portal del Ayuntamientode Benasque se encuentra información al respecto. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.


OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.897 / 3.404
  • Mi tiempo efectivo: 7h32
  • Mi tiempo total: 10h28
  • Dificultades: PD+. Dos pasos cortos de III- y muchos de I y II en la arista, la mayoría evitables por el glaciar. Larga travesía por nieve o hielo hasta 35º.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tomar en La Besurta el camino de Aigualluts y continuar por la senda que remonta el Valle de Barrancs. Seguirla hasta estar frente a la vaguada de acceso a la Colladeta, dejándola entonces por la derecha (S) para encaramarse, a través de lanchas de roca y neveros, a la arista NE del Aneto (F). Ascender (SO) por ella, alternando cortas trepadas en roca, hasta III-, y pequeños rellanos de nieve o pedrera, hasta el Puente de Mahoma y la cima del Aneto (PD+).

Bajar por la ruta normal del Glaciar de Aneto, pasando por el Portillón Superior (F) y La Renclusa antes de llegar a La Besurta.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Una ruta alternativa más al Aneto, bonita tanto en la aproximación como durante la larga remontada de la arista. Es difícil de calificar: la escalada llega a ser bastante difícil (III-), pero los pasos son muy cortos y poco numerosos: en la arista, estuve más tiempo caminando que trepando y la mayor parte de las dificultades se podían evitar por el Glaciar del Aneto, desviándose pocos metros del filo. Pero, si nos empeñáramos en seguir estrictamente la línea de cambio de vertiente, tendríamos que afrontar al menos dos pasos de IV grado, de 5 ó 6 m cada uno... que se evitan trepando justo por la derecha de los bloques responsables. Subir así (y es la dificultad que da a la vía la Guía Armengaud-Jolis) creo que es forzar el itinerario gratuitamente. Creo que ese es el motivo de que esta vía esté calificada entre el PD- y el AD+. Yo, no es que me haya querido quedar en medio; PD+ es mi percepción de lo que me costó subir.

La nieve del Glaciar de Aneto llega al filo de la arista en ocasiones, desbordándose incluso y formando cornisas por la vertiente de Barrancs, precisamente la que tiene mayor caída. Yo no las encontré, pero, de haberlas, pueden hacer delicado algún tramo de la subida, obligando al menos a prestar la debida atención.

Sobre la longitud de la arista, depende dónde se considere que empieza. Clásicamente, se toma en el collado al sur de la cota 3.020 llamada a veces Espalda Norte del Aneto; entonces, serán 400 los metros de altitud a salvar. Si se incluye esa cota, lo que también es frecuente, el desnivel es de 500. Yo tomé el lomo más abajo, hacia los 2.600 m, con el propósito de recorrer la máxima longitud de divisoria de aguas entre las dos cuencas. Realmente, hubiera querido partir de la Colladeta de Barrancs, pero el resalte de salida de la horcada me pareció demasiado fuerte. En suma, superé 800 m de desnivel por la arista, si bien en su parte baja lo que encontré fue un lomo ancho y poco definido.

No es éste el recorrido que recomiendan las guías actuales, que suelen hacer la aproximación por la ruta normal, tomada por la Renclusa y el Portillón Superior o por su variante del Salterillo, para atravesar manteniendo cota al sureste y tomar la arista por encima o debajo de la Espalda Norte, al gusto. Otra opción es, cuando dejé el Río Barrancs superando el resalte que me dejó en la cota 2.300, en vez de girar a la izquierda manteniendo cota, haber seguido subiendo en diagonal, por la morrena que baja de la Espalda Norte. En ese caso, hubiera dispuesto de una senda para alcanzar la arista. Pero el itinerario hubiera sido menos panorámico y aventurero.

RELATO GRÁFICO:


Las primeras luces del día iluminaban la Cresta de los Portillones cuando dejé La Besurta por el camino que, continuación de la carretera, remonta el Ésera hacia Aigualluts.

Dejando de lado el desvío a la Renclusa por donde regresaría esa tarde, fui ascendiendo hasta un pequeño alto. Allí me volví para contemplar el Mall Pintrat, donde había estado el día anterior, el cual dominaba el valle con tal majestad que empequeñecía al mismísimo Perdiguero.

Entré a continuación en un amplio llano herboso, atravesado por un cauce seco: el río pasa bajo tierra. Mientras caminaba por la umbría fresca, el Pico de Aigualluts brillaba al fondo entre las laderas del valle, mientras que...

... atrás, las cimas del Salvaguardia y la Mina enmarcaban el tajo del Portillón de Benasque ¡Qué bonito es este camino desde su mismo inicio!

Y no digamos cuando aparece, al remontar una cuesta, el Aneto dominando la cascada. Podía ver no sólo la cumbre sino también...

... la arista noreste, con el fondo de las paredes del Glaciar de Barrancs.

A continuación, entré en el Plan de Aigualluts, amplia extensión de prado atravesada por varios brazos de agua, poco profundos pero bastante anchos. De las varias pasarelas que había para cruzarlos, la que no estaba rota reposaba inútilmente sobre la hierba. Así que, para no mojarme los pies, me dirigí hacia el fondo de la pradera rodeándola por su borde oriental.

Tras pasar ante la boca del Barranco de la Escaleta, vadeé el torrente por encima de la confluencia, para alcanzar una punta de hierba encajada contra un cancho atravesado por varios pasillos de pedrera. Ante el segundo por la derecha,...

... parecía dibujarse el trazo de una senda y, además, encontré un poste; aunque había desaparecido el letrero, algo debía indicar... y me metí por él.

Pronto salí del estrecho y me encontré caminando por una buena senda, junto a la orilla derecha del torrente del Valle de Barrancs y bajo la dominante presencia del Aneto, que sería permanente durante toda la ascensión.

Pero el camino no duró mucho, pues enseguida se llenaron las orillas de bloques. Pero tampoco era mal terreno para progresar y, además, unos hitos señalaban el paso cómodo. Pasada la confluencia del Barranco del Salterillo, entré en un estrechamiento donde, tras dejar atrás una característica pared arañada por el hielo en la orilla opuesta y llegar a un pequeño circo, giré a la derecha (SO) para cruzar el torrente y remontar una suave pendiente de nieve.

En lo alto de la misma, se extendía un rellano pedregoso al pie del Glaciar de Aneto. Girando a la izquierda (S) para retomar la dirección original, fui siguiendo su borde inferior hasta llegar a...

... la collada que da entrada a una hoya al pie de la Colladeta de Barrancs, que tenía enfrente. Estaba a 2.350 m de altitud y tenía a mi derecha (SO)...

... el arranque de la arista noreste del Aneto: un lomo de hierba y roca cuya ladera estaba cortada por varios neveros. Giré a ese lado y encaré la rampa.

Por no calzarme aún los crampones, tras cruzar un nevero llano, subí por una banda limpia de nieve. Durante unos 150 m de desnivel, fui alternando rampas de hierba y roca de suave inclinación (I) hasta salir a...

... una zona mucho menos empinada, por donde aún me quedó un trecho antes de alcanzar la arista NE del Aneto. Bueno, lo de arista es un decir. A esa altura, hacia los 2.650 m, es todavía un suave lomo de hierba y roca, pero desde el que ya se alcanza con la vista...

... las cuencas superiores de Barrancs bajo el Collado de Salenques.

Mirando atrás, llegaba también a ver la superficie semihelada del Lago de Barrancs bajo el Pico de Aigualluts.

En fin, que giré a la derecha (SO) y comencé a ascender por lo alto del cordal. Pronto la nieve se hizo continua y, aunque estaba bastante dura, su escasa pendiente me permitió prescindir de los crampones. Paulatinamente, la loma se ensanchó todavía más y me encontré caminando frente a la boca del Glaciar de Barrancs, con el Aneto al fondo y la cota que marca el inicio de la verdadera arista alzándose a mi derecha.

Y entonces vi las primeras personas desde que había dejado el aparcamiento... pero no estaban por esos andurriales, no... sino afanadas en el todavía lejano Puente de Mahoma, que mostraba una estupenda perspectiva.

Al ganar altitud, empezó a asomar a mi derecha otra compañía ilustre: la Maladeta en lo alto de la Cresta de los Portillones.

Atrás, también se iba llenando el panorama con las montañas aranesas, llegando a distinguir hasta el Maubèrme.

Volviendo a la ruta, pronto se irguió frente a mí un espolón formado por bloques de roca. Estaba a 2.900 m de altitud y en lo que se suele considerar el arranque de la vía. Tras flanquear un pequeño cancho, acometí su ascensión.

Durante unos 100 m, se trató de caminar con cierto cuidado por terreno empinado e inestable, usando las manos para superar algunos cantos más grandes y un par de cortísimos resaltes (I / II). Todo se movía, pero la exposición era escasa.

Iba mientras deleitándome con el paisaje. A mi derecha, el verdor de Aigualluts bajo las pendientes nevadas y,...

... a mi izquierda, el entorno salvaje del Glaciar de Barrancs. Iba tan entretenido que no me daba cuenta de las nubes que estaban apareciendo por encima de la cresta del macizo.

Llegando a la cota 3.000, me encontré frente a la primera dificultad seria. Tres grandes bloques de caras lisas y verticales que formaban un muro de 5 ó 6 m de altura. Aunque entre ellos se abrían las consiguientes fisuras, creí más juicioso mirar a sus flancos antes de trepar.

Y, efectivamente, por el lado derecho, encontré una placa de mediana pendiente y llena de fisuras, que permitía una progresión más fácil (I+). Por ella gané unos 10 m, hasta...

... una repisa cubierta de piedras sueltas. Girando a la izquierda, trepé unos cinco metros para superar un resalte vertical pero con buenos agarres (III-), saliendo a...

... la cima de la cota 3.020, donde me encontré la inesperada presencia de varios artefactos sobre un mástil metálico.

A mi derecha, podía ver ya toda la cresta del macizo hasta el Pico de la Maladeta y, bajo ella, el Glaciar de Aneto, por donde transitaban grupitos de gente subiendo y bajando. Y yo seguía solo.

Las nubes ya cubrían las cimas, pero no parecía que hubiera amenaza inmediata de tormenta y decidí seguir por la arista. Bajé primeramente a una mínima depresión por una rampa cubierta de nieve y, desde allí, emprendí la subida, que empezó por 50 m muy empinados, de bloques afirmados, en que fui enlazando pasitos de I y II grado. Luego, durante otro tanto, la pendiente se fue tendiendo gradualmente.

Visto desde allí, el remate de la arista tenía un aspecto atractivo, pero revelaba su condición de hombro y no pico, como parecía desde abajo.

El terreno había ido perdiendo pendiente y, a lo largo de otros 70 u 80 m de desnivel, la arista se convirtió en una amplia rampa muy suave cubierta de nieve.

Sólo de vez en cuando asomaban los cantos al borde del abismo oriental. En apariencia, no había cornisas pero yo, por si acaso, cuando no veía piedras al aire, mantenía una prudente distancia con el corte de la nieve.

Más allá del mismo, las nubes, ya casi a mi altura, daban un toque misterioso a las paredes que caían sobre el Glaciar de Barrancs.

Y más a la izquierda, tenía esta bonita perspectiva de los picos de Mulleres y Feixant, en cuyas vertientes, a pesar del aspecto denso y oscuro del palio de nubes, manchas de sol se pintaban en la nieve.

Por entonces, estaba ya muy cerca de la ruta normal del Aneto y, aparte de tener una hermosa perspectiva del Pico de Coronas, comencé a ver de todo.

Y, cuando digo de todo, es de todo. Hasta lo que parecía una carrera popular de culo-esquí. Era curioso contemplar el espectáculo desde fuera.

Poco antes de alcanzar la cota 3.200, el terreno se empinó de nuevo y surgió de la nieve una arista de bloques definida, por la que comencé gateando más que trepando (I). Salvados los primeros 30 m, me encontré...

... ante el segundo paso difícil: un resalte vertical de seis metros con pocos apoyos, que puede ser uno de los IV que registran las crónicas. Una mala fisura a la izquierda podría facilitar la escalada pero estaba del lado de Barrancs, con una tremenda exposición, así que me fui por el otro lado, subiendo entre la nieve y la roca hasta que la placa de ese lado se presentó más inclinada (III-). Giré entonces a la izquierda para...

... ganar 3 ó 4 metros y volver a la arista.

Lo primero que me encontré al retomar el filo, fue otro par de resaltes formados por bloques más pequeños y bien afirmados (II+), ninguno de los cuales pasaba los tres metros.

El terreno se fue tendiendo poco a poco hasta acabar de nuevo en un rellano, desde donde se empecé a intuir la cumbre.

Estaba a 3.300 m de altitud y las nubes se abrieron algo, dejándome ver la cima de la Espalda sobre...

... el tremendo tobogán de nieve de Barrancs.

Poco después, me encontré ante la pequeña pero impresionante cara norte del Aneto. Una hermosa perspectiva que se puede contemplar desviándose apenas cinco minutos de la ruta normal a su paso por la antecima, algo que muy pocos hacen. Enseguida estuve ante el Puente de Mahoma, donde me encontré con una pareja que bajaba... me dejaban la cumbre del Aneto para mí solo. Tras cruzar la famosa arista (I), lo primero que hice fue mirar al otro lado, para...

... constatar que no se veía mucho: la arista sur se perdía en las nubes bajas más allá de la Aguja Daviu.

Algo más se distinguía de la cuenca de Llosás, aunque no mucho, y,...

... hacia el este, se iban viendo todos los picos de la Espalda al Russell, pero nunca todos a la vez.

Bajando un poco al norte, se tiene una bonita vista de la arista por la que había llegado.

Al darme la vuelta para volver, me encontré con la sorprendente visión de la cruz cimera contra un cielo azul, mientras todo alrededor estaba envuelto por la bruma. ¡Vaya!

Entre unas cosas y otras, permanecí casi una hora en la cumbre (no debe desperdiciarse la soledad en lo alto del Aneto) antes de bajar por el Puente de Mahoma a...

... la ruta normal, que recorre en tendida diagonal el Glaciar de Aneto bajo la cresta del macizo. Aquí sí me puse los crampones pues la nieve en la huella, con tanto paso de gente (y tanto culo-esquí) estaba prensada y resbalaba lo suyo. Además, bajando de la pirámide cimera están las pendientes más fuertes; aunque no pasan de 35º, no debe descuidarse la posibilidad de un resbalón y menos yendo solo. 

Porque seguía solo: la pareja de antes ya había marchado y no se veía de momento subir a nadie. Así, a partir del Collado de Coronas, comenzó...

... un auténtico lujo de recorrido a través de este nevero suspendido entre los prados de Aigualluts y Barrancs y...

... la cresta más alta del Pirineo. He pasado por este lugar varias veces pero nunca así, en total soledad, que es cuando...

... de verdad se aprecia la sobrecogedora belleza de este paraje.

Poco después, me crucé con el segundo grupo del día: tres que subían a vivaquear en el Aneto. Bien, me sirvieron de modelos para sacar esta foto del Aneto sobre su arista noreste.

Pasé luego bajo la Cresta de Enmedio y...

... el Collado Maldito, abierto bajo la Maladeta.

A partir de ahí, la nieve fue acabándose, dando paso al pedregal y me encontré ante la Cresta de los Portillones, que parece cerrar el paso, si no fuera por el abrupto corte del Portillón Superior.

Al pie del mismo, me quité los pinchos, comí, descansé y, una vez más, tomé la que posiblemente sea la perspectiva más fotografiada del Pirineo, despidiéndome de paso de la cumbre del día.

A continuación, atravesé el tajo y...

... salí a un rellano nevado. Unos hitos me condujeron hacia la izquierda (O), por...

... donde más cómodo es bajar al...

... Glaciar de la Maladeta.

Mejor dicho, a una amplia vaguada nevada que lo prolongaba hacia abajo. Una vez sobre la misma, giré a la derecha (NE) y me dejé caer, hacia La Renclusa,...

... por el suave declive (>30º).

La nieve acabó hacia los 2.300 m y, a partir de ahí, proseguí el descenso a través de una ladera empinada de rocas y matorral. 

Afortunadamente, una senda borrosa bajaba cerca de la orilla derecha del Torrente de la Maladeta. Aunque a veces se llegaba a perder el trazo, los hitos me permitieron siempre reencontrarlo.

Así, llegué al refugio de La Renclusa y tomé...

... el amplio camino, empedrado en algunos sitios incluso, que baja a la Besurta. Aquí sí que se acabó la soledad.

Y poco más que reseñar: que, volviéndome de vez en cuando para echar una ojeada las Maladetas, llegué, confundido en...

... la caravana permanente de esta senda, al primer cruce que encontré esa mañana y al aparcamiento de La Besurta. Ahora, a ir pensando por dónde será el siguiente Aneto.

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