Perdiguero (3.219)

ASCENSIÓN DESDE BENASQUE

CARA SO (VÍA CADIER)

Por alguna razón, para cierta gente, el Perdiguero no está entre los “grandes-grandes” pirenaicos. Razón que se me escapa, pues es una montaña alta y destacada; es cierto que su cumbre no es tan airosa como otras, pero sus vertientes son empinadas, el desnivel desde los valles es considerable y la cima está defendida por las cabeceras de profundas cuencas glaciares y aristas que, salvo la oriental, son, al menos, aéreas. Por otro lado, es uno de los picos más panorámicos de la cordillera, además de alzarse en uno de los sectores más espectaculares de la cadena divisoria, el Luchonnais, y frente a los macizos de Posets y la Maladeta. En fin, una montaña con muchos atractivos, menos renombrada que otras de su categoría.

La ruta consiste en aproximarse a la cara suroeste desde el Refugio de Estós, recorriendo altas terrazas bajo la cresta pirenaica, y remontarla directamente hasta la cumbre. Para bajar, usé la vía normal de Estós, descendiendo por el Collado Ubago y la Coma del Perdiguero hasta el fondo del valle, que se alcanza en la Palanca de la Ribera, muy cerca de la boca.

El Perdiguero muestra su cara SO, rocosa sobre los neveros

SITUACIÓN:

  • Zona: Alta Ribagorza (Pirineos)
  • Unidad: Macizo del Perdiguero
  • Base de partida: Benasque (Huesca)
ACCESO:  Benasque es el municipio más alto del valle del Ésera, que atraviesa de norte a sur la comarca de la Ribagorza, en el noreste de la provincia. La ruta parte del Parking Estós, situado en la entrada al valle del mismo nombre, 3.5 km aguas arriba del Ésera. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.314 / 3.219
  • Mi tiempo efectivo: 10h11, entre los dos días (2h12 + 7h59)
  • Mi tiempo total: 14h11, entre los dos días, descontada la estancia en el refugio (2h29 + 11h42).
  • Dificultades: PD+, en las condiciones del día: nieve dura en buena parte de las terrazas de aproximación y la cara SO. Un par de tramos de escalada poco difícil (II+ / 40 m) y (II / 60 m). Pala de nieve de 150 m con pendientes de hasta 50º.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tras recorrer el camino de los Barracones al Refugio de Estós, salir del mismo remontando el Barranco de Gías. Hacia los 2.400 m, dejar el torrente y atravesar la ladera a la derecha (E), hacia una repisa herbosa que permite atravesar sin dificultad un lomo que baja del Pico Oriental del Sehil dera Baquo. A continuación, continuar cruzando la ladera manteniendo cota hasta el Cuello de Molseret. Cruzarlo y girar ligeramente a la izquierda (NE), ganando altitud en diagonal hasta el Nevero de Molseret, que se atraviesa hasta situarse más o menos en la vertical de cumbre, ante la Cresta de la Gargallosa. Superar el resalte que defiende la cara SO por una chimenea escalonada poco difícil (II+ / 40 m) y seguir a continuación por un nevero de mediana pendiente (50º / 150 m). Cuando la nieve se bifurca, seguir recto por un muro de roca muy cincelada (II / 60 m), por encima del cual la pendiente se va tendiendo hasta salir a la arista cimera a pocos metros de la cumbre del Perdiguero (PD+).

Descender por la arista de la derecha (SE) hasta el Collado Ubago y dejarse caer a la misma mano (S), por la Coma de Perdiguero. Pasado el lago y un rellano, hacia los 2.050 m de altitud, girar a la izquierda (E) para cruzar un lomo y entrar en el Barranco de Posintiello. Bajar a la derecha (S), junto al cauce, hasta dar con la Cabaña de la Coma. Tomar entonces a la izquierda (SE) una senda que atraviesa la ladera, llegando a la Palanca de la Ribera donde, tras cruzar el río, se reencuentra el camino del Valle de Estós. Seguirlo a la izquierda (SE) para regresar a los Barracones.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta magnífica excursión, de más categoría que dificultad objetiva, es una de las formas más bonitas de subir al Perdiguero. Incluye una bella aproximación, trepadas divertidas en roca y una maravillosa subida por nieve, larga y vertiginosa pero regular y muy agradable. Al menos, si la nieve se encuentra en tan buenas condiciones como me la encontré.

Esta ruta es denominada Vía Cadier en la guía Posets-Maladeta de Armengaud y Jolis, debido a que dicha cordada de hermanos la recorrió en bajada el 11 de agosto de 1902, estando libre de nieve. Yo la encontré abundante y la recorrí en subida, así que no se parece mucho. Además, por la descripción de la guía, creo que no pasé el resalte inferior por el mismo sitio y, luego, accedí a la cumbre por la vía directa, mientras que los hermanos fueron por la cuerda hasta el collado previo al Hito Oeste para iniciar su bajada. Aun así, el hecho de remontar esa cara de la montaña, creo que justifica llamar Vía Cadier al itinerario que realicé.

La noche en el Refugio de Estós fue por comodidad; no es estrictamente necesaria y la ruta quedaría más corta, pero similar en lo fundamental, subiendo desde la Cabaña de Turmo. Pero dormir ahí sería más incómodo y hacer todo el recorrido en un día obligaría a llevar un ritmo poco compatible con el disfrute del entorno, que es lo que a mí me mueve a la montaña desde hace muchos años. Por otro lado, la travesía del Barranco de Gías a Molseret es tan bonita que merece la pena dar ese rodeo.

En resumen, se trata de un estupendo recorrido alpino, que está muy olvidado, pese a no ser muy difícil y estar junto a una ruta, la Cresta de la Gargallosa, relativamente conocida y practicada. Porque, si la cara SO del Perdiguero es un lugar impresionante, esa sensación se multiplica cuando te rodea la casi garantizada soledad absoluta de estos parajes.

RELATO GRÁFICO:


La víspera de la ascensión, salí de los Barracones de Estós por el camino que remonta el valle, a primera hora de una tarde soleada. No me detendré en un camino tantas veces descrito. Sólo quiero comentar que, al llegar a los prados de Turmo y aparecer la cresta fronteriza, pude ver el Perdiguero, pero...

... no la vía que acometería al día siguiente, oculta por la Cresta de la Gargallosa.

Aunque unas nubes empezaron a entrar en el valle a partir de mediada la tarde, nada interrumpió la apacibilidad del paseo hasta el Refugio de Estós, donde cené y pasé la noche.

A la mañana siguiente, apenas hubo luz suficiente para caminar, comencé la ascensión tomando un senderuelo borroso que salía a la espalda del edificio auxiliar de los lavabos y se dirigía al nordeste, cortando el pasto hacia el Barranco de Gías. Lo alcancé en la toma de aguas que sirve al refugio, donde unos bloques de cemento sobresalientes del agua ayudan a vadear la corriente antes de...

... girar a la izquierda (N) para remontar el torrente por su orilla oriental.

Enseguida, llegué a un rellano hacia los 2.000 m de altitud, al fondo del cual hay otra zona más empinada. Al llegar a ella, volví a cruzar el torrente, esta vez por un puente de nieve, para superar el nuevo resalte por unos canchos inclinados de la vertiente derecha.

Mientras el Valle de Estós permanecía en sombra, el sol comenzó a iluminar las crestas de Macizo de Posets, entre las que destacaba justo enfrente, modesta y hermosa, la silueta triangular del Montidiego.

Al terminarse la roca, apareció en la hierba una senda bastante clara, señalada de vez en cuando por unos pares de pequeños trazos blancos, que costaba trabajo ver. Tras pasar un segundo rellano más pequeño y a punto de culminar una tercera cuesta, me encontré...

... a la altura de una gran pradera inclinada que se extiende al pie de los Picos del Sehil dera Baquo, a unos 2.400 m de altitud. Giré entonces a la derecha (NE), dejando la senda del Puerto de Gías para cruzar un nevero y, posteriormente, el eje del barranco.

En este trayecto, descubrí a mi izquierda los picos de Gías y los Gourgs Blancs, mientras que, al otro lado,...

... el Vallibierna y las Tucas de Ixeia enmarcaban la boca de Estós. Sólo unas nubecillas subían de lo profundo de los valles hacia un cielo limpio. Se anunciaba un día glorioso.

Una vez en los prados citados, giré a la derecha (E) para atravesarlos manteniendo cota, tomando como referencia la repisa diagonal que corta el flanco rocoso del lomo que cierra la ladera por el este. Al llegar a la misma, la recorrí,...

... ganando altura sin dificultad, mientras...

... llevaba a la derecha...

... lo más alto del Macizo de Posets, que ya se había desvelado totalmente.

Al acabar la repisa, una corta trepada por hierba y bloques me llevó a lo alto del espolón y...

... a descubrir la cresta de Molseret, con la horcada por donde debía atravesarla justo por encima del tramo más accidentado.

Para comenzar, remonté el lomo a la izquierda (N) hasta que el terreno me permitió girar cómodamente a la derecha (E) y cruzar una cuenca ocupada por...

... un gran nevero endurecido, donde me encontré una seta de hielo que, con casi tres metros de altura, es la mayor que recuerdo.

Tras rodear el cóncavo,...

... hube de perder algo de altitud antes de encarar el acceso al Cuello de Molseret, al que ese día se accedía por una comodísima tira de nieve consistente.

Desde allí, descubrí el Perdiguero. A la emoción que siempre siento al contemplar la cumbre por primera vez en la jornada, se sumó la de ver el perfil de la rampa por donde iba a subir. A ojo, le calculé 45º de pendiente; luego sería alguno más. Hasta la base de la cara suroeste, se extendía una ancha terraza moderadamente inclinada y colgada maravillosamente entre...

... el Valle de Estós y...

... uno de los tramos más altos y abruptos de la cresta axial del Pirineo. Tras un corto tramo de hierba, enseguida entré en la nieve, consistente pero no dura.

Enfrente, se alzaban las Ixeias, de las que no podía apartar la vista pese a la presencia majestuosa de...

... la Tuca de Llardana, si miraba tras de mí. Recorriendo este rellano entre el cielo y la tierra, confirmé que valía la pena el “rodeo” por el refugio de Estós; esta terraza merece una visita por ella misma.

Pasada la vertical del Portillón de Oô, entré en el Nevero de Molseret, que se extiende al pie del Perdiguero y ante la Cresta de la Gargallosa.

Me dirigí hacia ella, manteniendo cota a través del nevero que, a partir de ahí, encontré helado y con una pendiente lateral que llegó a los 30º. Mirando atrás, El paisaje impresionante de la terraza recorrida, dominada por los picos del Sehil dera Baquo y el Portillón, al fondo de la cual podía ver ahora las puntas Suelza y Fulsa asomar por el boquete del Puerto de Gistaín.

Pasado un contrafuerte, me encontré frente al resalte que defiende la cara suroeste. Aunque la guía dirige a unas placas más a la derecha, me pareció más fácil y menos expuesto acceder a la gran rampa de nieve que marca la vía por la chimenea tumbada que tenía enfrente, centrada en la pared y justo a la izquierda de su trozo más vertical.

Así que remonté el nevero, cuya pendiente llegó a superar los 45º en los metros finales. Ya en la base del tubo, decidí subir por la izquierda del eje, por unas placas iluminadas por el sol, con lo que evitaría el hielo que tapizaba la roca en umbría.

Para salir de la nieve, tuve que franquear una rimaya; no planteó más dificultad que dar un paso largo, pero impresionaba lo suyo.

Estaba a unos 2.900 m de altitud y comenzaba realmente la vía. El resalte se presentaba como una empinada placa de roca cincelada (II+), cuya máxima dificultad está en el par de metros de salida, algo más verticales.

Si no fuera por el hielo, hubiera sido aún más fácil trepar por el fondo. Tras superar 40 m de excelente roca, llegué a...

... la base del gran nevero y volví a colocarme los crampones y a sacar el piolet. No lo he dicho hasta ahora, pero una de ligera incomodidad de esta ruta es que tuve que parar no menos de cinco veces a ponerme y quitarme pinchos. Pero el premio lo merece. Entré a continuación en esos 150 m de nieve dura, con una pendiente constante en torno a...

... 50º o muy poquito más. Una de las mejores cosas de este tipo de subida tan regular es que, una vez cogida la cadencia, te puedes dedicar a mirar relajadamente a tu alrededor... y eso aquí es tremendo. A la izquierda, junto al Posets, iban apareciendo otros grandes, como Monte Perdido y Bachimala.

Al otro lado, si la Cresta de la Gargallosa limitaba la vista, daba mucho ambiente y, de todas formas, asomaban a lo lejos las montañas de Cerler, el Turbón y las omnipresentes Tucas de Ixeia.

En fin, si miraba atrás, veía el nevero que estaba superando, por encima de aquél por el que había llegado y, mucho más abajo, los verdes prados de Estós. 

Así, llegué cerca de otro resalte de roca, ya por encima de los 3.050 m. En ese lugar, la ruta clásica se desvía a la izquierda para ir a buscar el collado entre el Perdiguero y su Hito Occidental.

Si se quiere seguir una ruta más directa por nieve, a la derecha sube un corredor encajado en el diedro que forma la Gargallosa, el cual va a salir cerca del Hito Oriental. Yo no fui por ninguna de esas opciones, sino que...

... continué recto hasta la roca y confieso que hice una pequeña trampa: miré el GPS para asegurarme de que estaba en la vertical de cumbre y de que la dirección que llevaba me depositaría en la cima.

Por encima, me encontré, para empezar, un muro de roca bastante vertical pero escalonado y lleno de apoyos (II).

Al cabo de 30 m de agradable trepada por una roca correcta, aunque con algún canto suelto,...

... el terreno se tendió bastante durante otro tanto, manteniendo las características (I).

Al cabo, me encontré con un nevero de pendiente moderada, menos de 30º, que parecía acabar en el cielo.

En cierta manera, así fue. Según subía, la pendiente se fue suavizando; descubrí el Hito Occidental a mi izquierda y, al otro lado,...

... el Oriental, más la Maladeta al fondo, hasta que...

... de pronto se acabó la nieve y me encontré a diez metros escasos de la cima del Perdiguero, que descubrí con el telón fondo de la cresta norte de Arán. Pero es que la panorámica desde esta cumbre no puede ser más amplia.

Al oeste, grandes macizos (Monte Perdido, Vignemale, Balaitús, Néouvielle) llenaban el horizonte por encima de las crestas afiladas de Gourgs Blancs y el Sehil dera Baquo, bajo el cual...

... se abría vertiginoso el gran hoyo del Lago del Portillón de Oô. Levantando la vista y continuando el giro hacia la derecha,...

... se desplegaba ante los ojos el tramo de cresta fronteriza del Lezat al Mall Pintrat.

Tuve que asomarme un poco para ver, bajo el mismo, la cuenca del Lago de Lliterola, que ese día hacía honor a su otro nombre de Ibón Blanco.

Al este, el Macizo de la Maladeta, culminado por el Aneto, mostraba su vertiente de Cregüeña.

Y al sur, el complejo Macizo del Posets en su perspectiva más hermosa, desde...

... Ixeia al...

... gran nudo de aristas de Llardana.

El tiempo era muy agradable y, las vistas, bellísimas. Pero ya pasaba mediodía y tenía por delante un largo descenso, así que, a los tres cuartos de hora de estar en la cima, emprendí el regreso. Descendería por la ruta normal de la vertiente de Estós y comencé, por tanto, recorriendo la arista oriental, pedregosa y relativamente ancha. Tras una suave bajada por nieve, crucé la depresión y alcancé en pocos minutos, caminando sobre el cantizal, el Hito Este, desde donde...

... la cumbre presenta una bonita perspectiva, mostrando su abrupta cara nororiental.

También hay una mejor perspectiva de la pareja Maupas – Boum bajo un horizonte donde destacaba el Maubèrme.

A mi derecha, una rampa pedregosa parecía bajar directamente hacia el Valle de Estós. Esto es engañoso pues, por debajo de esa pendiente, hay una pared.

Así que proseguí el descenso por la arista, hacia el collado que se abre a los pies del Perdigueret. La progresión no presenta obstáculos pero sí es bastante incómoda por los cantos sueltos que, siendo principio de estación, no presentaban una traza asentada. Por ello, cuando el terreno lo aconsejó,  hacia los 2.950 m de altitud, giré a la derecha (E) y me dejé caer por una pendiente de pedriza hasta el nevero que se extendía al pie de la cara septentrional de la arista.

Volviendo a girar para retomar la dirección original, me dirigí, mucho más cómodamente, hacia el Collado Ubago, que se abre entre el Perdiguero y su hermano menor, el Perdigueret, hermosísimo pico...

... de modesta altitud pero gran carácter, cuya vista enamora a cualquier montañero.

Dejando de lado el Valle de Lliterola, que enmarcaba bellamente a la Maladeta, giré a la derecha (SO) para...

... proseguir el descenso por la vaguada de ese lado, o Coma de Perdiguero. La bajada transcurrió al principio por los cantizales del lado izquierdo del barranco, bastante inestables, pero preferibles en apariencia a los neveros de la derecha, cortados por multitud de lanchas de roca: llevaba muchas puestas y quitadas de crampones y no quería más.

Pasando junto al Ibonet de Perdiguero, esa impresión se mostró falsa, ya que más a la derecha aún, si hubiera comenzado por atravesar un poco en horizontal bajo la pared de la cara sureste, hubiera podido bajar por nieve continua. Pero ya estaba hecho. Por debajo del pequeño lago,...

... se extendían unos prados de pendiente moderada y el descenso se volvió cómodo.

No tardé en encontrar un senderillo que seguía el barranco por su vertiente izquierda. Al dejar atrás los contrafuertes que caen de la cresta de la cordillera, aparecieron...

... a mi derecha los picos del fondo del Valle de Estós, colaborando a hacer más encantador el entorno.

Pasado un rellano donde hay unos viejos corrales, el propio senderillo, borroso pero distinguible, cambió de dirección hacia la izquierda (SE) y me sacó de esta cuenca por la loma de ese lado, llevándome al Barranco de Posintiello, muy abierto y suave.

Allí dejé la traza, que se alejaba al este, y giré a la derecha (S) para seguir el arroyo a través de un pasto denso y fresco.

No tardé mucho en llegar al límite de un bosque que fue, en realidad, una estrecha banda de árboles que atravesé en apenas dos minutos, yendo a salir delante de la Cabaña de la Coma. Antes de llegar al eje de la vaguada donde se asienta, me encontré... 

... una senda que cortaba perpendicular el paso. La tomé a la izquierda (SE) y me condujo en tendida diagonal descendente por la ladera del valle, introduciéndome enseguida bajo los árboles.

En Algunos troncos lucían marcas de PR pero el camino era tan claro que resultaban innecesarias. Al pasar algún claro, podía ver ya el fondo del Valle de Estós, donde brillaba el tejado de la Cabaña de Santa Ana. Hacia allí me dirigía.

Hay poco más que reseñar, aparte de agradecer el frescor de la umbría entre la vegetación en esas primeras horas de la tarde. Alcancé el río en la Palanca de la Ribera. Sólo me quedaba atravesar el puente y girar a la izquierda (S) al incorporarme al camino que va, por la orilla derecha del río, hasta los Barracones de Estós. Pero, antes de cruzar,...

... me despedí del Perdiguero que, junto a otros picos de la cadena axial, domina estos prados.

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