Cap del Verd (2.282)

ASCENSIÓN DESDE LA PEDRA

CRESTEO CON EL CAP D’URDET (2.240) Y EL DE PRAT D’AUBES (2.252)

El Cap del Verd es la cumbre de la sierra homónima, que se alza en pleno Prepirineo Oriental entre las de Port del Comte, Cadí y Ensija. Si bien todas sus vertientes son abruptas, la meridional es la más altiva, presentándose como un enorme murallón de roca y bosque que domina la cabecera del Río Cardener. Sin embargo, esta cara más accidentada guarda, a media altura, una gran solana abrigada entre fieros canchos, donde surgieron abundantes bordas y los consiguientes caminos. Pero esta huella humana, modesta entre los extensos robledales y pinares que trepan entre acantilados hasta el lomo de la sierra, no ha restado atractivo al entorno.

La ruta parte de la vertiente suroeste de la montaña para recorrer su cresta, tocando sus tres picos principales. Para ello, accede y abandona la misma por sus collados más accesibles.

La Sierra del Verd, vista desde el oeste, muestra sus tres puntas culminantes

SITUACIÓN:

  • Zona: Prepirineo Oriental
  • Unidad: Sierra del Verd
  • Base de partida: La Pedra (Lérida)
ACCESO: La Coma i LaPedra es un municipio leridano de la comarca del Solsonés en la banda oriental de la provincia, cuyo nombre se refiere a los dos núcleos de población que lo forman. La ruta parte de la cercanía del segundo; del cruce por el que, a través del Pont de la Pedra, se accede al mismo desde la carretera del Coll de Port. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 908 / 2.282
  • Mi tiempo efectivo: 7h13
  • Mi tiempo total: 9h52
  • Dificultades: Muy fácil. Una par de cortos pasajes escabrosos y bajada por pedrera muy suelta y empinada.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde la carretera del Coll de Port, cruzar el Pont de La Pedra y seguir la pista asfaltada que va al caserío hasta la bifurcación de acceso, donde se sigue a la izquierda (O). En el cruce del Coll de Santa Creu, seguir recto (NE) por la pista principal que, a partir de Cal Jepet remonta un riachuelo; cuando se aparta del mismo, tomar a la derecha (NE) un carril que pasa junto a Can Maçana y se dirige al E. Al vadear el Torrent de les Llagunes, dejar el camino por otro que remonta la ladera a la izquierda (SE), hasta dar con otra pista forestal. Tomarla a la izquierda (NE) y, al llegar a un lomo en Les Collades, remontarlo a la izquierda (N). Al encontrar otro carril en un hombro, tomarlo a la izquierda (N). Pasado el Coll de Pradell, al cruzar el siguiente barranco, dejar el camino por la izquierda (NO) para remontar el cauce hasta la cresta que, a la izquierda (O), lleva al Cap d'Urdet. Seguir la divisoria al oeste, aprovechando los tramos discontinuos de senda, pasando por el Cap de Prat d'Aubes antes de llegar al Cap del Verd.

Descender al oeste por una empinada pedrera y, luego, por el cresterío hasta el Coll Virolet. Descender por la vertiente izquierda (SE), tomando una senda, luego pista, balizada que, por la Borda d'en Pujol y El Pujol del Racó lleva hasta La Coma. Tomar allí a la izquierda (S) la carretera para regresar al Pont de La Pedra.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión larga y dura que transcurre por terreno en general muy fácil pero con tramos abruptos o confusos. Para montañeros y senderistas con buena condición física y experiencia en media montaña. Se puede ahorrar bastante distancia y desnivel llegando con el coche hasta el cruce cercano a Can Maçana y cerrando el itinerario por el Coll dels Brulls pero creo que se pierden partes muy hermosas de la ruta. Las zonas inferiores de la cara sur de la montaña, aunque muy humanizadas son hermosas y merece la pena ir a pie para saborear la visión de los roquedos de Minguell o Rebalç dominando el verde de bosques y prados... aunque sea viendo una torre eléctrica en medio.

RELATO GRÁFICO:

Aparqué junto a unos chalés, en lo que parece un trozo de trazado antiguo de la carretera del sube al Coll de Port desde Sant Llorenç de Morunys, unos 250 m más arriba del Pont de La Pedra. Desde ahí, comencé a caminar, retrocediendo hasta la salida de una pista asfaltada indicada al caserío homónimo. Allí giré a la izquierda (SE) para ascender suavemente por la ladera de la sierra.

Pronto tuve a la vista La Pedra, que no es sino cuatro casas alrededor de una iglesia de líneas románicas junto al peñasco que da nombre al lugar. Ante el desvío de acceso, proseguí sin tomarlo a la izquierda (NO).

A partir de ahí, aparecieron en cada cruce carteles señalando diversas rutas; ninguna coincidía con mi recorrido, aunque, para este ascenso inicial se podían seguir las indicaciones a la “Platformiu”. En todo caso, pocas dudas reviste ninguno de los desvíos que pasé: se trataba de seguir la vía principal que va remontando la ladera con cierta parsimonia, bajo los escarpes que defienden la cresta y que, a mi izquierda, se abrían dejando ver el Cap del Verd.

Al tiempo que subía, el asfalto de la pista pasó a ser cemento y, luego, tierra. También cambiaba el entorno inmediato: los campos fueron dando paso a unas arboledas cada vez más densas, de roble al principio y de pino después.

La vertiente por la que caminaba permanecía en sombra pero, al otro lado del valle del Cardener, veía el sol deslizarse ladera abajo del Port del Comte.

En un momento dado, los árboles me dejaron ver, bajo el Cap del Verd, un edificio de buen tamaño al pie de un corte en el roquedo bajo el rellano intermedio. Se trata del Pujol del Racó y por ese tajo que abre la Ribereta del Pujol entre las Costes de Rebalç y las Roques de Minguell, bajaría de la cresta.

Al cabo de un buen rato de calmosa subida, alcancé el Coll de Santa Creu, amplio rellano donde se cruzan varios caminos y el entorno se urbaniza a base de carteles, cercas, barreras, bancos, un aparcamiento... Pero la vista es bonita al fondo: entre las Roques de Minguell y la Serra de Platformiu, se abre otro boquete en el resalte inferior, que enmarcaba el Cap de Prat d’Aubes. A ese pasaje me dirigí, continuando recto (NE) en el cruce citado.

La pista me llevó en suave bajada por la vertiente oriental del estrecho, poblada por un denso pinar del que surgen torres y agujas calizas, que impresionarían más si no fuera porque, al otro lado del barranco,...

... se levantan tremendas las Roques de Minguell.

El descenso acabó en un puente junto a Cal Jepet, a la entrada ya del gran rellano, en el que...

... entré, tras cruzar el riachuelo, remontando su ribera derecha.

No tardé en llegar a una bifurcación, cerca de Can Maçana. Es desde este cruce desde donde se puede hacer la versión corta de la ruta que mencioné en los comentarios pues, por la izquierda, hubiera ido por el Coll del Brulls a la zona del Pujol, por donde acabaría bajando. Pero yo giré a la derecha (NE) para cruzar el cauce y...

... atravesar el rellano al sureste, en un suave ascenso a través del prado que se extiende entre las paredes de la Obaga Negra y los rebordes de la extensa terraza.

Poco después de volver bajo los pinos, la pista vadea el Torrent de les Llagunes trazando una cerrada curva a la derecha. Al salir de la misma, la dejé por un camino con aspecto de abandono que sale un poco a contramano a la izquierda (SE) y remonta la ladera boscosa, afrontando las primeras pendientes considerables de la excursión. Cuando el carril se borraba, tomaba como referencia una torrentera que llevaba a mi izquierda y, siguiéndolo, siempre reaparecía el trazado poco más arriba.

También pasé un par de claros, desde los que podía apreciar las abruptas vertientes que me dominaban.

Así acabé desembocando en una collada, donde me encontré con un carril en mejores condiciones. Lo tomé a la izquierda (SE) y continué la subida entre pinos a cuyo través descubrí las lejanas paredes de la Sierra de Busa. Cuando esta pista alcanza...

... un lomo en Les Collades, tomé a la derecha (NE)...

... una senda clara, marcada con hitos, que lo recorre pocos metros por debajo de la arista.

Al salir del bosque, desemboqué en otro camino más ancho, que tomé a la derecha (SE).

Enseguida, cambié de vertiente, momento en que se descubrieron el Pedraforca y la Sierra de Ensija, que enmarcaban las lejanas crestas del Ripollés, entre las que el Puigmal apenas destacaba muy ligeramente.

Tras rodear, siempre en ascenso, el Pujalt y habiendo dejado atrás un desvío que bajaba a la derecha, remonté una vaguada entre lomas redondeadas. La misma cae del Coll de Pradell, que queda pocos metros a la izquierda del camino.

Me aparté por un momento del mismo para asomarme por él a los abismos de la vertiente oeste.

De vuelta al carril, éste me condujo a otro barranquillo, abierto y poblado de hierba y pinos dispersos.

Como nace en la collada entre el Cap d’Urdet y su antecima oeste, cuando el camino lo cruza, yo proseguí recto (NO) para terminar de ascender por su cauce hasta la cresta de la sierra. Mirando atrás a su través, podía ver la Sierra dels Tossals, que había recorrido el día anterior y, más lejos, las crestas de la Cordillera Costera Catalana flotando sobre la bruma.

Girando a la izquierda (O), emprendí la breve subida que, por amplio lomo de hierba, me llevaría hasta...

... la cima del Cap d'Urdet, donde el terreno se accidenta ligeramente pero sin dejar de ser bastante más apacible de lo que cabría esperar a la vista de las fieras paredes que caen más abajo. Aunque la visión estaba limitada por los árboles, moviéndome algo alrededor del hito, pude contemplar.....

... el Pedraforca, más allá de la breve arista que me había llevado a la cumbre. Volviéndome a la derecha,...

... al suroeste, la Sierra Ensija, los Rasos de Peguera y las crestas del sur del Alto Berguedà asomaban por encima del Pujalt.

Al sur, la Sierra de Platformiu se elevaba sobre el llano que alberga Sant Llorenç de Morunys. Más a la derecha,...

... el Macizo de Port del Comte estaba medio tapado por los pinos más cercanos.

Y parecido, al norte, la del Cadí. Comenzaba aquí el recorrido de la cresta de la Sierra del Verd. Abandoné este primer pico por la cuerda, que es un amplio y suave tubo herboso entre pinos en sus primeros metros.

No tardó la arista en definirse, al tiempo que se iba empinando gradualmente, dejándome ver sobre el bosque los dos “caps” que por los que se desarrollaría el cresteo: los de Prat d’Aubes y el Verd. Cuando la divisoria se fue poniendo incómoda, vi...

... una senda que corría por la vertiente de la izquierda pocos metros por debajo. Me extrañó no haberla visto al dejar la cima pues es lo bastante clara como para no pasar desapercibida. Sea como fuere, perdí altura por la ladera y la tomé para progresar con más comodidad.

El trazo sólo se desdibujaba en los rellanos más cómodos, llegando a desaparecer al paso por Tres Collets, para reencontrarla al volver a entrar bajo los árboles. Entonces, en vez de seguir el lomo, el caminillo me condujo en horizontal...

... a través de la ladera suroccidental del Cap de Prat d’Aubes, desde donde disfruté de este atractiva vista del Cap d’Urdet.

Al salir del bosque, a la vista una zona de empinadas praderas bajo un característico resalte, me di cuenta de que no iba a la cumbre. Es posible que el camino recorra la sierra enlazando collados, pasando bajo las cimas; de ahí que no la viera en el Cap d’Urdet. Dejé entonces el trazo por la derecha (N) y subí directamente por una empinada pendiente de hierba entre pinos hasta...

.. el lomo del cordal, que tomé a la izquierda (O). Aunque no había rastro de paso, el mismo en innecesario, pues el terreno, compacto, suave y despejado, no podía ser más cómodo.

La pendiente disminuyó aún más al alcanzar la extensa cima del Cap de Prat d'Aubes, que es un domo herboso de escasa convexidad, rodeado de árboles excepto al este, donde se dejan ver el Pedraforca y el Cap d’Urdet.

En el resto de direcciones, la vista queda interrumpida en torno al claro donde se encontraba la modesta señal cimera. 

Apenas me detuve a dar un trago de agua antes de continuar el recorrido de la cuerda bajando al noroeste por una ladera de pendiente moderada. Sólo por un momento pude ver el Cap del Verd entre los pinos.

Salí del bosque en el Coll dels Belitres, donde el terreno se abre en unos extensos prados para ascender muy gradualmente hacia la culminación de la sierra. Tras cruzar la depresión, siempre sin camino, pero sin echarlo de menos, subí por donde mejor me pareció, entre ondulaciones herbosas, hasta el lomo cimero.

Lo alcancé un poco al norte de la cumbre y merece la pena volverse allí para mirar atrás, a la cresta recorrida, enmarcada por la Sierra Ensija y los Rasos de Peguera. Y, más a la izquierda,...

... Pedraforca y Cadí.

La cumbre del Cap del Verd es tan extensa y plana que, para tener buenas perspectivas, hay que irse asomando a sus bordes. Así, al oeste se veían muy lejos las crestas del Pirineo Central, donde la atmósfera turbia no dejaba reconocer demasiadas montañas. El Montsent y el Peguera como mucho.

Al suroeste, Port del Comte y,...

... al sur del todo, la tremenda caída hacia Sant Llorenç de Morunys con la brillante pradera de la Borda d’en Pujol, hito básico de la ruta de bajada, en medio.

Al sureste por fin, las sierras dels Tossals y Busa entre ese mar de modestas pero afiladas crestas que limita el Berguedà.

Comencé el regreso bajando al Prat Nabiral, rellano herboso al noroeste de la cumbre, limitado por un reborde donde destacan dos prominencias bastante características. Girando a la izquierda (S) de la primera de ellas, bajé...

... por terreno cada vez más empinado. Al llegar a una banda de pinos, los atravesé, encontrándome al otro lado ante...

... una arista que baja de la cima, bajo la cual se desplomaba...

... un tubo ancho y pedregoso. Giré a la derecha (SO) para entrar en el mismo y me encontré una clara traza de paso marcada con hitos y hasta un cartelito, clavado en el trono de un árbol, que rezaba “Tartera del Verd”. Supongo que la traza abandona la cima por el lado oeste pero, como yo anduve dando vueltas en busca de vistas, no la vi salir. De todas formas, tampoco es mala la forma en que inicié el descenso.

En este terreno tan roto y empinado sí que se agradecía la senda.

Por ella perdí altura con rapidez, hundiéndome a veces hasta el tobillo en la grava. Cuando la traza y las marcas giraron a la derecha (NO) para salirse de la canal y...

... entrar en el pinar del lomo, me dejé guiar. En el bosque, el terreno se hizo más compacto y disminuyó la pendiente, tornándose cómoda la progresión hasta...

... el Coll de Veís, donde un claro en el arbolado invita a volverse para contemplar la vertiente más agreste del Cap del Verd y,...

... al sur, la gran caída. Un cartel indicaba ya la dirección a seguir hacia La Coma. Por si quedaba alguna duda, señalaba por la cuerda al oeste, y eso hice.

Sin embargo, lo que no encontré fue senda ni rastro de ella. Entre caminar por los flancos empinados y llenos de enmarañada vegetación o por la arista cimera, escogí esto último. Aun así no fue cómodo: aparte de ser abrupta y afilada y estar interrumpida por árboles y peñascos, la alambrada que la recorría no facilitaba las cosas. Creo que fue el tramo peor de la ruta.

Fue pues un alivio dejar atrás los árboles en el Coll Virolet, donde otro cartel me invitó a girar a la izquierda para ir a La Coma.

Aunque no se veía traza en la hierba, unas estacas de madera salían de la horcada a contramano (SE) por ese lado y descendían en tendida diagonal, dejando...

... a la derecha el eje de la vaguada.

Enseguida, pasé a caminar bajo los riscos que caen de la cresta y el caminillo se fue dibujando cada vez más claramente.

No tardé en entrar en el bosque y, poco después,...

... la senda desembocó en un viejo camino más ancho, que recorre horizontal la vertiente y que tomé a la izquierda (SE).

Aunque la vegetación lo invadía en bastantes sitios, su trazado fue siempre evidente y, el avance, cómodo. Desde su ancho surco, volvía a ver la cresta sobre mí, descubriendo nuevos tramos de la misma al desplazarme al este, mientras que, al otro lado, tenía...

... cada vez más cerca el prado de la Borda d’en Pujol, bajo las alturas de Minguell.

Al poco de volver a cerrarse el pinar y comenzar una bajada más intensa, junto a un poste del que debía faltar el cartel, tomé un desvío a la derecha (SO), más empinado y de peor piso. De seguir el mismo camino, hubiera ido hacia el Coll dels Brulls, pero no era ese mi objetivo. Hago el comentario porque ese sería el camino de vuelta de la versión corta de la ruta, partiendo de Can Maçana.

No tardé en salir a un cruce, donde continué por el mismo carril, girando ligeramente a la izquierda (S). Dejé atrás los árboles, pasando a bordear un prado, al extremo del cual...

... se encontraba la Borda d'en Pujol.

Tras una curva a la derecha, lo dejé por otro carril más deteriorado que sale a la izquierda (NO), baja y toma dirección suroeste para introducirse en el boquete que abre la Ribereta del Pujol, pasando a mucha altura sobre el cauce, por la vertiente izquierda, rodeando el alto donde está la borda.

Si a la izquierda era bonita la ladera que me dominaba, con los riscos saliendo de la densa vegetación, a la derecha,...

... la vista de las Costes de Rebalç era espectacular.

En una curva a la izquierda, dejé la pista por la derecha (O), tomando una senda marcada con señales de pintura, unas amarillas y otras verdes. A partir de ahí, todo el camino hasta La Coma estaría indicado de una u otra manera.

La senda era un atajo que me llevó a un descenso rápido en cortas lazadas. Sin embargo, debió ser el trazado antiguo del camino principal, pues quedaba rastro de empedrado y estaba afirmada con muros de contención.

Al salir a la pista de nuevo, la tomé a la izquierda (SE). Tras un par de lazadas y bajo una pared de notables altura y verticalidad, tomé un segundo atajo, también balizado y a la derecha (O).

Al dar de nuevo con la pista, proseguí a la derecha (NO), avanzando ahora hacia el fondo de la Ribereta del Pujol. Antes de llegar al cauce, bajo una espectacular vertiente de bosque y roca, el camino giró en redondo para ir...

... al Pujol del Racó, donde hay un cruce señalizado. Giré a la derecha (N) y...

... la senda me introdujo de nuevo en el bosque, por el que fui descendiendo con comodidad. La cercanía del pueblo se fue descubriendo al menudear los bancales y cabañas en ruinas.

Al llegar a La Coma, fui bajando por las calles, guiado por las marcas, hasta llegar a la carretera del Coll de Port. La tomé a la izquierda (S), salí de la población y...

... la fui siguiendo hasta llegar al lugar donde había aparcado cerca del Pont de La Pedra.

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