Canchal de la Ceja (2.428)

ASCENSIÓN DESDE LA CENTRAL DEL CHORRO

CUERDA DE LOS ASPERONES, CON EL TORREÓN (2.399)

El Canchal de la Ceja culmina la Sierra de Candelario, que incluye los dosmiles más occidentales del Sistema Central  y es la más importante del grupo de Béjar. Está situada entre los valles del Alagón y el Tormes, separada de Gredos por el Puerto de Tornavacas. Se trata de una loma redondeada, tan ancha que, sobre ella, se llega a perder la sensación de estar en cresta, pese a tener un horizonte muy abierto. Sin embargo, bajo la cresta, antiguos glaciares excavaron sus laderas, dejando un puñado de circos, tan altivos como se puedan encontrar en el resto de la cordillera. Su naturaleza no es exuberante, limitándose a pasto y matorral, como imponen sus extremas condiciones climáticas; sólo en lo más abrigado de los barrancos se refugian pequeñas masas de arbolado. Es también una montaña humanizada, con pueblos y pistas retrepados hasta media ladera, pero sin llegar a estropear su carácter agreste.

La ruta consiste en remontar la Cuerda de los Asperones para ganar la divisoria de la sierra en la Cumbre de Talamanca y dirigirse por ella a la cumbre, tras una visita al cercano Torreón. Luego, retornaremos al punto de partida por la ruta más accesible, que es siguiendo la Garganta del Trampal.

La Cuerda de los Asperones asoma sobre la de la Ceja, vistas desde el noreste

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Béjar (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Candelario
  • Base de partida: Solana de Ávila (Ávila)
ACCESO: La Central del Chorro es una pequeña instalación hidroeléctrica de añejo aspecto situada sobre la Garganta de la Solana. Está 6 km aguas arriba del pueblo de Solana de Ávila, que forma parte de la comarca del Alto Tormes, en el SO de la provincia y al pie de la vertiente meridional de la Sierra de Candelario. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese punto en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.386 / 2.427
  • Mi tiempo efectivo: 6h56
  • Mi tiempo total: 8h19
  • Dificultades: PD. Tres pasos expuestos de II grado, de entre 8 y 12 m. Bastantes trepadas cortas de I y terreno incómodo por matorral y piedras sueltas.
  • Track para descargar en Wikiloc
Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: De la Central del Chorro, remontar el torrente hasta la Laguna del Duque y rodearla por su orilla meridional, dejándola para remontar a la izquierda (SO) la vaguada que cae de la Portilla de Galindo. Seguir la cuerda a la derecha (O), trepando a los bloques cimeros al pasar junto al Canchal del Turmal (F). Más adelante, se superan pequeñas dificultades, siendo la mayor la aérea brecha (II) previa a la Cumbre de Talamanca (PD). Allí, donde la Cuerda de los Asperones entronca en la divisoria, tomar ésta a la izquierda (SO) y, tras pasar un destrepe con sirga, alcanzar El Torreón (PD-). Volver atrás, subiendo ahora por el paso equipado y seguir la cresta principal al NE hasta el Canchal de la Ceja (PD-).

Descender por el lomo septentrional hasta el collado del Trampal y girar a la derecha (SE) para bajar por la senda que recorre las Lagunas del Trampal. A partir de la más baja, la vereda se difumina y los escasos hitos se separan del cauce del barranco, para bajar a través de terreno abrupto por la vertiente izquierda. De vuelta junto al torrente, cruzarlo antes del Tranco del Infiernillo para encontrar en la orilla derecha un camino que termina de bajar hasta los Prados de la Aliseda, en la boca del valle. Al encontrar una acequia, seguirla a la derecha (SO) para regresar a la Central del Chorro.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: De las subidas que conozco a la cumbre de la Sierra de Candelario, la Cuerda de los Asperones es la que más bonita me ha parecido para realizar sin nieve, destronando en mis preferencias al barranco de las Lagunas del Trampal... así pues, la combinación de ambas sería la ruta ideal, al menos en mi opinión. Los Asperones es una bonita arista, con un par de pasos aéreos obligados; el resto, pese a su aspecto agreste, es ancho y se recorre caminando. Son el matorral y los cantos los que incomodan a veces y obligan a buscar el buen paso a base de dar vueltas y revueltas; menos mal que hay hitos indicando el camino pues, sin ellos, el tiempo a emplear sería considerablemente mayor. Pero lo mejor de la ruta es el entorno que, durante todo el recorrido, es una de las muestras más hermosas y fascinantes de la montaña castellana.

Esta bellísima ruta está reservada a montañeros con experiencia y buenas piernas, más por lo incómodo del terreno que por el desnivel o las dificultades técnicas. Éstas se concentran en dos lugares precisos: la ida y vuelta al Torreón y la brecha previa a la Cumbre de Talamanca. Lo primero no es obligado y, además, el paso está doblemente equipado (se puede elegir entre cable o cadena). Respecto a la brecha, su fondo es muy aéreo pero, en seco, es cuestión de decisión; luego, la salida es un II grado corto sólo moderadamente expuesto. Creo que casi supone más obstáculo el tramo malo de la bajada por el Trampal, desde la laguna más baja al Tranco del Infiernillo, que esos pasos de pequeña escalada.

Por último, debo advertir que todo lo dicho vale para el verano, en ausencia de nieve; la brecha previa a la Cumbre de Talamanca puede resultar bastante delicada en invierno. La subida por las placas del torrente a la Laguna del Duque también es comprometida si la roca está cubierta de hielo o simplemente mojada, aunque, en ese caso, existe una senda balizada (PR AV-41), que sube de la central a la presa dando un rodeo por una canal a la izquierda, alternativa menos bonita pero más segura en todo tiempo.

RELATO GRÁFICO:

Con el cambio de horario, el sol ya estaba alto en un cielo impoluto cuando salimos de la Central del Chorro por la senda balizada PR-AV 41, que bordea la instalación por la izquierda para dirigirse hacia el resalte que cierra el barranco y por el que se desliza el torrente sobre la roca viva. La senda gana altura en lazadas hasta alcanzar el roquedo. Poco antes, la señalización indica continuar por la izquierda para evitarlo, pero no hicimos caso: seguimos recto, pasamos...

... bajo la tubería que canaliza el caudal y emprendimos una espectacular subida directa por la placa, siguiendo una sucesión de escaleras, estribos y pasamanos. Con tanto apoyo artificial, la dificultad es prácticamente nula y sólo el hielo o el agua sobre la roca harían delicado el paso.

Pronto, la central fue quedando muy abajo, mientras remontábamos la roca...

... junto al agua, que la ha excavado caprichosamente.

Al salir de la placa, nos desviamos a la izquierda para alcanzar el extremo de la presa que recrece la Laguna del Duque, en cuya plácida superficie se reflejaba el Canchal del Turmal, primera punta del día.

Para llegar al mismo, dejando a la izquierda la traza del PR, que reencontramos aquí, fuimos rodeando el estanque por el camino que recorre su orilla meridional, en busca del barranco más importante de esa vertiente.

Al llegar a su boca, varios hitos nos indicaron la salida a la izquierda (SO) de...

... una senda más precaria, la cual se esfuma a los pocos metros. Sin embargo, dos hileras de hitos señalan sendas subidas, una a cada lado del cauce. Escogimos la de la derecha, aunque creo que debe dar lo mismo.

Había trozos de vegetación era densa, pero predominaba la hierba y...

... ganamos altura con comodidad. Cuando atravesamos un pasaje en que el barranco se estrecha, creímos alcanzar la cresta. Pero la impresión era engañosa: pasada esa especie de portilla,...

... la ladera se abrió en un extenso prado y, aunque disminuyó la pendiente, vimos que aún quedaba para llegar al cordal.

A la derecha, el Canchal del Turmal se alzaba al otro lado del Hoyo Malillo, que...

... rodeamos por la izquierda hasta salir...

... a la amplia Portilla de Galindo, donde alcanzamos a ver la Sierra de Tormantos, al otro lado del Valle del Jerte.

Girando a la derecha (NO), comenzamos allí el recorrido de la Cuerda de los Asperones. En el inicio, el piornal era tan denso y alto, que caminamos por encima del murete de demarcación que ocupa la divisoria.

No tardamos en poder descabalgarlo, cuando las lanchas de roca y la hierba sustituyeron al matorral. Atrás, al otro lado, del collado, quedaba para otra ocasión el Risco de la Campana.

Los hitos y la lógica nos hicieron entrar en la vertiente septentrional de la cresta, por la que era más cómodo progresar.

Las perspectivas se fueron ampliando durante el ascenso y el horizonte se llenó con las más altas cumbres de Gredos: al este apareció el Almanzor...

... y la Covacha al sur.

Respecto al entorno cercano, lo que más impresionaba eran las extensas placas de la vertiente sur de la Cuerda de la Ceja, que se iba desvelando a nuestra derecha, al otro lado del Arroyo Malillo.

Hacia la mitad de la subida al Canchal del Turmal, dimos con un lomo rocoso y, girando a la izquierda (O), nos encaramamos a él, ganando de nuevo por la divisoria.

Pronto se descubrió bajo nosotros la misteriosa y apartada Laguna Negra, pues la cresta secundaria que seguíamos forma la cabecera que la aloja.

El entorno era cada vez más rocoso y abrupto y llevábamos una tremenda caída a la derecha, aunque nuestro camino por...

... el ancho lomo pedregoso no podía ser más apacible.

Encontramos la única oposición en los metros previos a la cumbre del Canchal del Turmal, pila de grandes bloques que superamos mediante fácil trepada (I).

Al oeste de este pico secundario, la Cuerda de los Asperones continua, suave y verde, hasta encajarse en el cuerpo principal de la sierra en un abrupto roquedo.

Tras destrepar la cima, avanzamos por la cuerda, tan amplia y cómoda ahora que pudimos...

... recrearnos a gusto en las vistas. Del lado del Arroyo Malillo, podíamos ya ver en toda su extensión la aridez mineral del Canchal de la Ceja y,...

... mirando atrás, los acantilados del Turmal, que contrastaban con...

... el verdor del lomo del cordal.

Ésta se hunde en la Portilla de Talamanca, al tiempo que se estrecha y torna rocoso. Pese a su aspecto escabroso, siguiendo los hitos pasamos la brecha sin apenas apoyar las manos, trazando un itinerario complejo, con continuos cambios de vertiente e incluso retrocesos para evitar las dificultades. Sin las señales, colocadas muy oportunamente, por cierto, el avance hubiera sido más lento al tener que ir buscando un paso que no siempre es obvio, o bien afrontar directamente las pequeñas trepadas por los bloques, que no creo que pasaran del II grado, pero muy expuestas.

Ya al otro lado de la horcada, hay un par de placas obligadas pero son fáciles (I).

Al culminar esta subida, una mirada atrás antes de...

... seguir por un tramo alomado, ancho y casi horizontal entre vistosos riscos.

Luego, se volvió a afilar, al tiempo que apareció al fondo el siguiente picacho del día: la redondeada Cumbre de Talamanca.

Vino otro rato de seguir hitos a un lado y otro de la rocosa cresta, en una sucesión de gateadas y superaciones fáciles (I), que se desarrollaba en un ambiente agreste y espectacular.

Dimos entonces con la dificultad más seria del día: una brecha de 12 m de profundidad, cuya salida es vertical pero cuenta con buenos y abundantes apoyos (II).

Respecto a la entrada, siendo objetivamente más fácil, es delicada: desde la cresta, tras un destrepe fácil por bloques del lado derecho, cambiamos de vertiente por una estrecha repisa horizontal (I) sobre una caída tremenda y perdimos otro par de metros para alcanzar el fondo de la brecha. Éste consiste en una pasarela horizontal formada por cantos; son apenas tres pasos caminando pero muy expuestos a ambos lados. Esto en invierno debe ser para tomárselo con mucho cuidado.

A continuación, un corto tramo de arista de bloques nos dejó en la suave cúpula somital de la Cumbre de Talamanca.

Al llegar a lo alto de la misma, apareció la otra vertiente de la sierra: la cabecera del Río Cuerpo de Hombre dominada por los Hermanitos. En este nudo de aristas, giramos a la izquierda (SO) para recorrer la divisoria principal, amplia y suave al principio, hasta que nos encontramos ante...

... una caída vertical de 10 m. En el lado derecho, hay un cable para ayudarse en la bajada pero su aspecto no invitaba a la confianza y no lo tocamos. De todas formas, se trata de una repisa de bloques escalonados (II) que no es difícil de destrepar.

A partir del pie de la misma, una breve pendiente de tierra y piedras nos llevó al vértice de Torreón, desde donde hay una bonita vista de la parte final del cresteo que habíamos realizado.

Éste pico es el extremo occidental de la Sierra de Candelario y, más allá, se distinguían las siluetas a contraluz de los llamados Montes Tras la Sierra, denominación que siempre me ha encantado por la evocación del carácter remoto de esa comarca... que luego no lo es.

Al este, más allá de las estribaciones que caen hacia Béjar, distinguíamos en el aire brumoso la sombra de la Peña de Francia.

Para regresar comenzamos por tomar de vuelta el mismo camino que nos llevó hasta allí, aunque esta vez...

... pasamos el resalte por el otro lado: derecha de vuelta.

Este otro paso, más vertical, es una chimenea de ocho metros con muchos apoyos (II), equipada con una cadena de mucho mejor aspecto. Tampoco la utilizamos, pues su falta de tensión hubiera hecho la subida incómoda.

A partir de la Cumbre de Talamanca, continuamos al noreste, por el cordal suave y amplísimo, hacia el Canchal de la Ceja.

Al pasar por el collado intermedio, se nos ofreció una bonita perspectiva de la Cuerda de los Asperones sobre el Arroyo Malillo. 

La subida posterior es poco empinada y el terreno se fue haciendo cada vez más amplio según nos acercábamos a la extensa cumbre del Canchal de la Ceja, donde...

... el terreno se desploma al norte en un abismo rocoso.

Nada que ver con la otra vertiente, tan amplia y plana que se llega a perder perspectiva y, desde el buzón, sólo llegábamos a ver las puntas de Talamanca, el Torreón o los Hermanitos.

Iniciamos el descenso al noroeste para seguir en su curva trayectoria el lomo del cordal y alcanzar el collado del Trampal, donde giramos a la derecha (SE) para bajar por la senda que entra...

... en la cuenca homónima.

Andando cómodamente bajo los desplomes de la Ceja, alcanzamos...

... un rellano herboso, nacedero del torrente que íbamos a seguir. A continuación, la traza casi se perdía entre el matorral y bloques, pero los abundantes hitos nos guiaron en un recorrido bastante confortable hacia...

... las lagunas intermedias, que dejamos a la derecha.

Grandes paredes coloridas nos seguían dominando a la derecha, mientras que, al otro lado,...

... los canchos que bajan del Calvitero no impresionaban tanto pero tenían su propio encanto, dorados por la luz vespertina.

Continuamos perdiendo altura hasta la más baja y mayor de las Lagunas del Trampal, que además es la única represada, que rodeamos por la izquierda,...

... dejando cierta distancia con el agua, a través de un terreno cada vez más incómodo. Alcanzamos el dique en su estribo izquierdo y lo cruzamos, encontrando al otro lado un camino que tomamos a la izquierda (O) para continuar descendiendo el valle. Cuando, a los pocos metros, se esfumó el trazo, continuamos la bajada...

... por lo alto del lomo rocoso que se alza a  la derecha del torrente. En su base, nos encontramos al nivel del cauce, que cruzamos por unas rocas para continuar recto, alejándonos del agua por la otra orilla para evitar un tramo abrupto y estrecho.

Caminábamos, guiados por unos hitos que conviene no perder, a través de un terreno mixto de hierba y roca, buscando el paso cómodo...

... entre peñascos y...

... cortaduras.

Donde el barranco se ensancha de nuevo, volvimos a...

... acercarnos al cauce, bajando por una pendiente más acusada de peñascos y matorral.

Los hitos nos indicaron un buen lugar para cruzar el torrente, justo antes de encajonarse en el Tranco del Infiernillo.

En la otra orilla, volvimos a encontrar una senda bien marcada que, estrecha al principio, nos llevó por la ribera derecha manteniendo cota.

Pasada la zona abrupta, una intensa bajada nos dejó...

... en el extremo de un camino ancho por el que terminamos de ganar...

... los Prados de la Aliseda. Allí nos encontramos con una ancha acequia, sobre la que una enorme losa hace las veces de pasarela. Tras Cruzarla y echar una mirada de despedida a la Garganta del Trampal,...

... giramos a la derecha (SO) para recorrer los últimos metros que nos separaban de la Central del Chorro, donde llegamos al tiempo que el sol iba ocultándose tras los riscos.

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