OTROS
DATOS:
- Cota mínima / máxima: 1.386 / 2.427
- Mi tiempo efectivo: 6h56
- Mi tiempo total: 8h19
- Dificultades: PD. Tres pasos expuestos de II grado,
de entre 8 y 12 m. Bastantes trepadas cortas de I y terreno incómodo por
matorral y piedras sueltas.
- Track para descargar en Wikiloc
Mapa
tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA
LA RUTA: De la Central del Chorro, remontar el
torrente hasta la Laguna del Duque y
rodearla por su orilla meridional, dejándola para remontar a la izquierda (SO)
la vaguada que cae de la Portilla de
Galindo. Seguir la cuerda a la derecha (O), trepando a los bloques cimeros
al pasar junto al Canchal del Turmal (F).
Más adelante, se superan pequeñas dificultades, siendo la mayor la aérea brecha
(II) previa a la Cumbre de Talamanca
(PD). Allí, donde la Cuerda de los Asperones entronca en la divisoria,
tomar ésta a la izquierda (SO) y, tras pasar un destrepe con sirga, alcanzar El Torreón (PD-). Volver atrás,
subiendo ahora por el paso equipado y seguir la cresta principal al NE hasta el
Canchal de la Ceja (PD-).
Descender por el lomo
septentrional hasta el collado del
Trampal y girar a la derecha (SE) para bajar por la senda que recorre las Lagunas del Trampal. A partir de la más
baja, la vereda se difumina y los escasos hitos se separan del cauce del
barranco, para bajar a través de terreno abrupto por la vertiente izquierda. De
vuelta junto al torrente, cruzarlo antes del Tranco del Infiernillo para encontrar en la orilla derecha un
camino que termina de bajar hasta los Prados
de la Aliseda, en la boca del valle. Al encontrar una acequia, seguirla a
la derecha (SO) para regresar a la Central
del Chorro.
Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: De las
subidas que conozco a la cumbre de la Sierra de Candelario, la Cuerda de los
Asperones es la que más bonita me ha parecido para realizar sin nieve,
destronando en mis preferencias al barranco de las Lagunas del Trampal... así
pues, la combinación de ambas sería la ruta ideal, al menos en mi opinión. Los
Asperones es una bonita arista, con un par de pasos aéreos obligados; el resto,
pese a su aspecto agreste, es ancho y se recorre caminando. Son el matorral y
los cantos los que incomodan a veces y obligan a buscar el buen paso a base de dar
vueltas y revueltas; menos mal que hay hitos indicando el camino pues, sin
ellos, el tiempo a emplear sería considerablemente mayor. Pero lo mejor de la
ruta es el entorno que, durante todo el recorrido, es una de las muestras más
hermosas y fascinantes de la montaña castellana.
Esta bellísima ruta está
reservada a montañeros con experiencia y buenas piernas, más por lo incómodo
del terreno que por el desnivel o las dificultades técnicas. Éstas se
concentran en dos lugares precisos: la ida y vuelta al Torreón y la brecha
previa a la Cumbre de Talamanca. Lo primero no es obligado y, además, el paso
está doblemente equipado (se puede elegir entre cable o cadena). Respecto a la
brecha, su fondo es muy aéreo pero, en seco, es cuestión de decisión; luego, la
salida es un II grado corto sólo moderadamente expuesto. Creo que casi supone
más obstáculo el tramo malo de la bajada por el Trampal, desde la laguna más
baja al Tranco del Infiernillo, que esos pasos de pequeña escalada.
Por último, debo advertir
que todo lo dicho vale para el verano, en ausencia de nieve; la brecha previa a
la Cumbre de Talamanca puede resultar bastante delicada en invierno. La subida
por las placas del torrente a la Laguna del Duque también es comprometida si la
roca está cubierta de hielo o simplemente mojada, aunque, en ese caso, existe
una senda balizada (PR AV-41), que sube de la central a la presa dando un rodeo
por una canal a la izquierda, alternativa menos bonita pero más segura en todo
tiempo.
RELATO GRÁFICO:
Con el
cambio de horario, el sol ya estaba alto en un cielo impoluto cuando salimos de
la Central del Chorro por la senda balizada PR-AV 41, que bordea la instalación
por la izquierda para dirigirse hacia el resalte que cierra el barranco y por
el que se desliza el torrente sobre la roca viva. La senda gana altura en
lazadas hasta alcanzar el roquedo. Poco antes, la señalización indica continuar
por la izquierda para evitarlo, pero no hicimos caso: seguimos recto, pasamos...
... bajo
la tubería que canaliza el caudal y emprendimos una espectacular subida directa
por la placa, siguiendo una sucesión de escaleras, estribos y pasamanos. Con
tanto apoyo artificial, la dificultad es prácticamente nula y sólo el hielo o
el agua sobre la roca harían delicado el paso.
Pronto,
la central fue quedando muy abajo, mientras remontábamos la roca...
... junto
al agua, que la ha excavado caprichosamente.
Al salir de
la placa, nos desviamos a la izquierda para alcanzar el extremo de la presa que
recrece la Laguna del Duque, en cuya plácida superficie se reflejaba el Canchal
del Turmal, primera punta del día.
Para
llegar al mismo, dejando a la izquierda la traza del PR, que reencontramos
aquí, fuimos rodeando el estanque por el camino que recorre su orilla
meridional, en busca del barranco más importante de esa vertiente.
Al llegar
a su boca, varios hitos nos indicaron la salida a la izquierda (SO) de...
... una
senda más precaria, la cual se esfuma a los pocos metros. Sin embargo, dos
hileras de hitos señalan sendas subidas, una a cada lado del cauce. Escogimos
la de la derecha, aunque creo que debe dar lo mismo.
Había
trozos de vegetación era densa, pero predominaba la hierba y...
... ganamos
altura con comodidad. Cuando atravesamos un pasaje en que el barranco se
estrecha, creímos alcanzar la cresta. Pero la impresión era engañosa: pasada
esa especie de portilla,...
... la
ladera se abrió en un extenso prado y, aunque disminuyó la pendiente, vimos que
aún quedaba para llegar al cordal.
A la
derecha, el Canchal del Turmal se alzaba al otro lado del Hoyo Malillo, que...
...
rodeamos por la izquierda hasta salir...
... a la
amplia Portilla de Galindo, donde alcanzamos a ver la Sierra de Tormantos, al
otro lado del Valle del Jerte.
Girando a
la derecha (NO), comenzamos allí el recorrido de la Cuerda de los Asperones. En
el inicio, el piornal era tan denso y alto, que caminamos por encima del murete
de demarcación que ocupa la divisoria.
No
tardamos en poder descabalgarlo, cuando las lanchas de roca y la hierba
sustituyeron al matorral. Atrás, al otro lado, del collado, quedaba para otra
ocasión el Risco de la Campana.
Los hitos
y la lógica nos hicieron entrar en la vertiente septentrional de la cresta, por
la que era más cómodo progresar.
Las
perspectivas se fueron ampliando durante el ascenso y el horizonte se llenó con
las más altas cumbres de Gredos: al este apareció el Almanzor...
... y la
Covacha al sur.
Respecto
al entorno cercano, lo que más impresionaba eran las extensas placas de la
vertiente sur de la Cuerda de la Ceja, que se iba desvelando a nuestra derecha,
al otro lado del Arroyo Malillo.
Hacia la
mitad de la subida al Canchal del Turmal, dimos con un lomo rocoso y, girando a
la izquierda (O), nos encaramamos a él, ganando de nuevo por la divisoria.
Pronto se
descubrió bajo nosotros la misteriosa y apartada Laguna Negra, pues la cresta
secundaria que seguíamos forma la cabecera que la aloja.
El
entorno era cada vez más rocoso y abrupto y llevábamos una tremenda caída a la
derecha, aunque nuestro camino por...
... el
ancho lomo pedregoso no podía ser más apacible.
Encontramos
la única oposición en los metros previos a la cumbre del Canchal del Turmal,
pila de grandes bloques que superamos mediante fácil trepada (I).
Al oeste
de este pico secundario, la Cuerda de los Asperones continua, suave y verde, hasta
encajarse en el cuerpo principal de la sierra en un abrupto roquedo.
Tras
destrepar la cima, avanzamos por la cuerda, tan amplia y cómoda ahora que
pudimos...
...
recrearnos a gusto en las vistas. Del lado del Arroyo Malillo, podíamos ya ver
en toda su extensión la aridez mineral del Canchal de la Ceja y,...
... mirando
atrás, los acantilados del Turmal, que contrastaban con...
... el
verdor del lomo del cordal.
Ésta se
hunde en la Portilla de Talamanca, al tiempo que se estrecha y torna rocoso.
Pese a su aspecto escabroso, siguiendo los hitos pasamos la brecha sin apenas
apoyar las manos, trazando un itinerario complejo, con continuos cambios de
vertiente e incluso retrocesos para evitar las dificultades. Sin las señales,
colocadas muy oportunamente, por cierto, el avance hubiera sido más lento al
tener que ir buscando un paso que no siempre es obvio, o bien afrontar directamente
las pequeñas trepadas por los bloques, que no creo que pasaran del II grado,
pero muy expuestas.
Ya al
otro lado de la horcada, hay un par de placas obligadas pero son fáciles (I).
Al
culminar esta subida, una mirada atrás antes de...
...
seguir por un tramo alomado, ancho y casi horizontal entre vistosos riscos.
Luego, se
volvió a afilar, al tiempo que apareció al fondo el siguiente picacho del
día: la redondeada Cumbre de Talamanca.
Vino otro
rato de seguir hitos a un lado y otro de la rocosa cresta, en una sucesión de
gateadas y superaciones fáciles (I), que se desarrollaba en un ambiente agreste
y espectacular.
Dimos
entonces con la dificultad más seria del día: una brecha de 12 m de profundidad,
cuya salida es vertical pero cuenta con buenos y abundantes apoyos (II).
Respecto
a la entrada, siendo objetivamente más fácil, es delicada: desde la cresta,
tras un destrepe fácil por bloques del lado derecho, cambiamos de vertiente por
una estrecha repisa horizontal (I) sobre una caída tremenda y perdimos otro par
de metros para alcanzar el fondo de la brecha. Éste consiste en una pasarela
horizontal formada por cantos; son apenas tres pasos caminando pero muy expuestos
a ambos lados. Esto en invierno debe ser para tomárselo con mucho cuidado.
A
continuación, un corto tramo de arista de bloques nos dejó en la suave cúpula
somital de la Cumbre de Talamanca.
Al llegar
a lo alto de la misma, apareció la otra vertiente de la sierra: la cabecera del
Río Cuerpo de Hombre dominada por los Hermanitos. En este nudo de aristas,
giramos a la izquierda (SO) para recorrer la divisoria principal, amplia y
suave al principio, hasta que nos encontramos ante...
... una
caída vertical de 10 m. En el lado derecho, hay un cable para ayudarse en la
bajada pero su aspecto no invitaba a la confianza y no lo tocamos. De todas
formas, se trata de una repisa de bloques escalonados (II) que no es difícil de
destrepar.
A partir
del pie de la misma, una breve pendiente de tierra y piedras nos llevó al
vértice de Torreón, desde donde hay una bonita vista de la parte final del
cresteo que habíamos realizado.
Éste pico
es el extremo occidental de la Sierra de Candelario y, más allá, se distinguían
las siluetas a contraluz de los llamados Montes Tras la Sierra, denominación
que siempre me ha encantado por la evocación del carácter remoto de esa
comarca... que luego no lo es.
Al este,
más allá de las estribaciones que caen hacia Béjar, distinguíamos en el aire
brumoso la sombra de la Peña de Francia.
Para
regresar comenzamos por tomar de vuelta el mismo camino que nos llevó hasta
allí, aunque esta vez...
...
pasamos el resalte por el otro lado: derecha de vuelta.
Este otro
paso, más vertical, es una chimenea de ocho metros con muchos apoyos (II),
equipada con una cadena de mucho mejor aspecto. Tampoco la utilizamos, pues su
falta de tensión hubiera hecho la subida incómoda.
A partir
de la Cumbre de Talamanca, continuamos al noreste, por el cordal suave y
amplísimo, hacia el Canchal de la Ceja.
Al pasar por el collado intermedio, se nos
ofreció una bonita perspectiva de la Cuerda de los Asperones sobre el Arroyo
Malillo.
La subida
posterior es poco empinada y el terreno se fue haciendo cada vez más amplio
según nos acercábamos a la extensa cumbre del Canchal de la Ceja, donde...
... el
terreno se desploma al norte en un abismo rocoso.
Nada que
ver con la otra vertiente, tan amplia y plana que se llega a perder perspectiva
y, desde el buzón, sólo llegábamos a ver las puntas de Talamanca, el Torreón o
los Hermanitos.
Iniciamos
el descenso al noroeste para seguir en su curva trayectoria el lomo del cordal
y alcanzar el collado del Trampal, donde giramos a la derecha (SE) para bajar
por la senda que entra...
... en la
cuenca homónima.
Andando
cómodamente bajo los desplomes de la Ceja, alcanzamos...
... un
rellano herboso, nacedero del torrente que íbamos a seguir. A continuación, la
traza casi se perdía entre el matorral y bloques, pero los abundantes hitos nos
guiaron en un recorrido bastante confortable hacia...
... las
lagunas intermedias, que dejamos a la derecha.
Grandes
paredes coloridas nos seguían dominando a la derecha, mientras que, al otro
lado,...
... los
canchos que bajan del Calvitero no impresionaban tanto pero tenían su propio
encanto, dorados por la luz vespertina.
Continuamos
perdiendo altura hasta la más baja y mayor de las Lagunas del Trampal, que
además es la única represada, que rodeamos por la izquierda,...
...
dejando cierta distancia con el agua, a través de un terreno cada vez más
incómodo. Alcanzamos el dique en su estribo izquierdo y lo cruzamos,
encontrando al otro lado un camino que tomamos a la izquierda (O) para
continuar descendiendo el valle. Cuando, a los pocos metros, se esfumó el
trazo, continuamos la bajada...
... por
lo alto del lomo rocoso que se alza a la
derecha del torrente. En su base, nos encontramos al nivel del cauce, que
cruzamos por unas rocas para continuar recto, alejándonos del agua por la otra
orilla para evitar un tramo abrupto y estrecho.
Caminábamos,
guiados por unos hitos que conviene no perder, a través de un terreno mixto de
hierba y roca, buscando el paso cómodo...
... entre
peñascos y...
... cortaduras.
Donde el
barranco se ensancha de nuevo, volvimos a...
...
acercarnos al cauce, bajando por una pendiente más acusada de peñascos y
matorral.
Los hitos
nos indicaron un buen lugar para cruzar el torrente, justo antes de encajonarse
en el Tranco del Infiernillo.
En la
otra orilla, volvimos a encontrar una senda bien marcada que, estrecha al
principio, nos llevó por la ribera derecha manteniendo cota.
Pasada la
zona abrupta, una intensa bajada nos dejó...
... en el
extremo de un camino ancho por el que terminamos de ganar...
... los
Prados de la Aliseda. Allí nos encontramos con una ancha acequia, sobre la que
una enorme losa hace las veces de pasarela. Tras Cruzarla y echar una mirada de
despedida a la Garganta del Trampal,...
...
giramos a la derecha (SO) para recorrer los últimos metros que nos separaban de
la Central del Chorro, donde llegamos al tiempo que el sol iba ocultándose tras
los riscos.
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