Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Hay varias
advertencias que hacer sobre esta ascensión. La primera es que, debido a la
existencia de un radar en la cumbre, el punto más alto de la montaña es
inalcanzable y sólo se puede llegar al Torreón de los Exploradores, pequeña
construcción que, junto con una cruz y alguna placa marcan el punto más alto
accesible a todo el mundo.
En segundo lugar, esta
ruta fue fruto de un error. Unas marcas de pintura azul junto a la carretera de
Collado Bermejo, me hicieron creer que era el momento de abandonarla y buscar
la senda que remonta la cara SE. Y encima había senda... discontinua y borrosa
pero senda. Lo cierto es que la misma debe salir más adelante, pues me la
encontré al entrar en la Canaleta de la Luz. Lo bueno es que llegué arriba pese
a todo y que la travesía bajo las paredes que defienden la cumbre es muy
bonita... aunque la ruta “buena” no pasa por ahí. Por último, la cumbre se
puede alcanzar en coche pero esto sí que va contra mis costumbres.
En resumen, subir al
Morrón de Espuña por la Canaleta de la Luz y bajar por la Carrasca es quizás el
recorrido más completo por su vertiente meridional, la más espectacular. Desde
el Collado Bermejo, es corta y fácil; más aún lo hubiera sido si hubiera
seguido la senda marcada pero este recorrido tampoco plantea grandes
obstáculos. De todas formas, pese al escaso desnivel, la ruta requiere soltura
en moverse fuera de camino y por terrenos escabrosos.
Si se pretende darle más
entidad a la excursión, partiendo de más lejos, sólo se añadiría tiempo de
camino por el pinar, pero sin aportar gran cosa. Se puede complementar con la
visita a alguna curiosidad geológica de la cara sur (arcos y chimeneas
espectaculares) pero que requieren subir de nuevo. Tampoco sería mala opción
recorrer la cresta de la sierra hacia el Pico de Pedro López o el Morrón de
Alhama.
RELATO GRÁFICO:
Desde el
cruce al oeste del Collado Bermejo donde aparqué, las paredes calizas dominan
el paisaje. Me dirigí al este por la propia carretera, rodeando en suave
ascenso la montaña.
Al doblar
un espolón, apareció a mi derecha un verde barranco que se proyectaba hacia el
llano y la Sierra de Carrascoy. Había entrado en la cara sureste del Morrón,
por donde ganaría la cumbre.
Ante mí,
el resalte superior se rompía en la Canaleta de la Luz, al pie de la cual debía
haber llegado caminando por el asfalto. Sin embargo, a los pocos metros de
cruzar el lomo, al pasar junto a un ligero cóncavo en la ladera,...
... dos
marcas de pintura azul en una piedra de la cuneta y un hito de cemento cercano,
me hicieron pensar que estaba ante el inicio de una senda. Dejé pues la
carretera por la izquierda (O) y entré en el pinar.
No vi más
marcas después de ésas pero encontré un trazo borroso y cruzado por ramas. Lo
fui siguiendo en un ascenso que se empinó al girar a la derecha (N) para
afrontar la pendiente.
No tardé
en salir a una banda de pedrera que cortaba el bosque y por la que proseguí
hacia las paredes superiores. Por aquí ya me había dado cuenta de que no seguía
rastro ninguno pero, entre que estaba ya a media subida y que el ascenso
tampoco era muy incómodo, continué ganando altura.
Desde
esta zona despejada, podía contemplar a mi espalda otro bonito monte: la Peña
Apartada, más allá del bosque del que había salido.
Al
ratito, un claro en la vegetación de pinos y carrascas de la derecha (NE) me
dejó ver a ese lado unas placas inclinadas. Pensé que sería más cómodo ir por
ahí y las alcancé, volviendo a adquirir la dirección original (N), con la
indudable referencia de la cárcava superior.
Al llegar
al pie de la roca, giré a la derecha (NO) y...
... comencé
a recorrer la base del resalte buscando un paso para superarlo.
Sin
encontrarlo, llegué ante un espolón desprendido bajo un característico techo.
Lo crucé por el portillo que forma su encastre en la pared y, al otro lado, me
encontré...
... la
visión de la cresta de la sierra, defendida por la pared junto a la que
avanzaba, prolongándose hacia el Morrón de Alhama.
Para
entrar en el siguiente cóncavo, hube de destrepar un resalte rocoso de 15 m,
empinado pero...
... lleno
de sólidos apoyos (I).
A
continuación, bajé en diagonal por una pendiente pedregosa, directamente hacia
la base de un contrafuerte que tenía delante,...
...
llevando sobre mí un desplome multicolor y combado. Este tramo de travesía fue
muy bonito.
Al doblar
el segundo espolón, me encontré ante un tercero, del que me separaba una
terraza lateralmente inclinada pero que no presentaba obstáculos significativos
y me directamente al portillo superior. Tras una corta bajada,...
... trepé
cinco metros, de nuevo por una placa inclinada con buenos apoyos (I),
accediendo a continuación a...
... una
zona menos empinada, cruzada por un chorro de cemento, precario cauce para
conducir el agua monte abajo: había llegado a la Canaleta de la Luz.
Si miraba
atrás, veía ahora la Peña Apartada entre los canchos cercanos... y, también,
unas nubes que empezaban a llegar.
Tras
cruzar la collada, desaparecieron los obstáculos sobre mí y giré a la izquierda
(O) para dirigirme a la cima. Según ascendía por la rampa pedregosa de moderada
pendiente, apareció enseguida una senda no muy visible pero balizada con hitos
y... ¡marcas azules!... Ahora sí que no entendía qué señalaban las manchas que
me sacaron de la carretera.
Pero no
estaba para pararme a pensar: viendo que las nubes se metían en el Morrón y se
cerraban en torno a mí, aceleré y...
... no
tardé en tener a la vista el Torreón de los Exploradores, que no es ningún
accidente natural, sino, efectivamente, un torreoncillo que encontré cerrado y
que señala el punto teóricamente más alto al que se puede acceder libremente.
Aunque se
había levantado un vientecillo fresco, no llegaba a ser desagradable la
estancia en cumbre. Lástima que apenas hubiera visibilidad: sólo un Morrón de
Alhama medio velado.
Incluso,
de la vecina Peña Apartada apenas distinguía partes de la cresta.
Esperé un
buen rato a ver si se despejaba pero, viendo que seguía sin ver otra cosa que
niebla, emprendí la bajada. Empecé por dirigirme al noroeste, siguiendo la
cerca de las instalaciones militares, hacia la carretera de acceso, que tomé a
la derecha (N).
Tras
pasar un cambio de rasante, dejé el carril por la izquierda (NO), manteniendo
la dirección en la primera curva de la bajada subsiguiente. Bajaba por terreno
rocoso de ligera inclinación, hacia la loma septentrional del Morrón, en cuya
ladera veía marcarse una senda que la atravesaba horizontalmente.
Llegando
cerca del final de la bajada, se fue dibujando en el suelo el trazo recto del soterramiento
de una conducción de agua.
Antes,
volví a pasar junto a la carretera; realmente, podía haberla seguido todo el
rato, pero el terreno es tan cómodo, que justifica de sobra el atajo.
En el
collado norte, frente al pico de Pedro López, me encontré con el arranque de la
senda que había visto antes. La misma corta la ladera, pocos metros bajo el
lomo, abalconada sobre...
... el
Barranco de la Carrasca, para acceder enseguida a una caseta.
De allí
cae a la izquierda (SO) un amplio corte en el pinar, bajo el que circula la
Acequia de Aledo. Unas marcas de PR invitaban a seguirla, y así lo hice.
Descendí
hasta llegar al lugar en que se cruza con una pista, por la que proseguí.
Aunque carril y acequia se van a cruzar, la bajada por el primero es más
cómoda.
Bajo un
cielo gris, me amenizaba el camino la vista de los canchos que dominan este
vallecito, como el remate de los Pollos de López o...
... las
omnipresentes paredes del Morrón de Espuña.
No tardé
en desembocar en otra pista más ancha y mejor conservada, que recorre la ladera
horizontalmente. La tomé a la izquierda (SE) y fui, por ella, rodeando el monte
entre los verdes barrancos de mi derecha y...
... las
claras paredes que me dominaban al otro lado.
Y, sin
más vicisitudes, llegué a la carretera justo donde había aparcado el coche,
cerca del Collado Bermejo. Enfrente, el sol golpeaba la Peña Apartada: el resto
del día estaría despejado.
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