La Cebosa (2.048)

ASCENSIÓN DESDE PEÑALBA DE LA SIERRA

RECORRIDO DE LA LOMA DEL ROCÍN, CON LA CABEZA DEL ÁGUILA (1.650)

La Cebosa es el menos visitado de los dosmiles principales de Ayllón. Situado casi en el centro del macizo, está demasiado cerca del Pico del Lobo y el Cerrón. Montaña típica de la zona, está culminado por un afilado crestón rocoso, sobre un monte de laderas altas pero suaves. Las zonas bajas están cubiertas de bosques de pino y roble, sobre los que encontramos una estrecha banda de matorral denso y, luego, el pasto de altura y la roca culminante. El monte ha sido explotado de antiguo, pero sin echarlo a perder y, si abundan los antiguos caminos, la naturaleza conserva un aire silvestre. Aparte del ganado, abundan corzos, jabalíes y buitres, pero, en cuanto a gente, las excursiones son siempre solitarias. Aunque lo mejor es la zona en conjunto: crestas altivas y profundos valles se cruzan para en una estructura orográfica compleja.

La ruta consiste en ascender a la Cabeza del Águila, que domina Peñalba, por lo más corto y seguir la cuerda al este, para rodear la cabecera del Arroyo del Cañamar pasando por la cumbre. Al estar de nuevo sobre el pueblo, se desciende, también por lo más directo.

La Loma del Rocín, con la Cebosa a la izquierda, vista desde el sureste

SITUACIÓN:

  • Zona: Macizo de Ayllón (Sistema Central)
  • Unidad: Sierra de Ayllón
  • Base de partida: Peñalba de la Sierra (Guadalajara)

ACCESO: Peñalba de la Sierra es una población del municipio de El Cardoso de la Sierra, situado en el noroeste de la provincia de Guadalajara, en plena sierra de Ayllón. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.254 / 2.048
  • Mi tiempo efectivo: 4h54
  • Mi tiempo total: 5h55
  • Dificultades: Muy fácil. Tramos de matorral incómodo y pasos escabrosos en roca. Aunque pisamos nieve, el espesor era mínimo y no influyó en la dificultad de la progresión.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Peñalba de la Sierra por el Cordel de la Quesera, dejándolo por la derecha (NE) para cruzar la Charca de las Ranas y alcanzar la cima de la Cabeza del Águila. Seguir la cuerda al O, pasando por Los Colladillos y el Cerro del Rocín antes de llegar a La Cebosa.

Proseguir por la cresta al SE hasta la Morra del Segoviano, girando allí a la izquierda (E) para continuar por la loma que, por el Pico del Águila, cae a Peñalba de la Sierra.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Esta ruta es la versión completa del recorrido de la Loma del Rocín, que habitualmente se ataca desde el Pico del Águila. Pero la inclusión de la Cabeza del Águila añade belleza al día y, además, no hay que jugarse la mecánica en los baches. Es una excursión fácil, de longitud y desnivel medios, en la que la roca no presenta dificultad y el matorral es poco.

Por otro lado, ésta es una de mis cumbres recurrentes: cuando tengo ganas de pasar unas horas tranquilo, rodeado de belleza y sin ver a nadie, pero no me quiero ir muy lejos de casa, ésta montaña es un buen lugar. Tampoco es que la zona sea salvaje pero, dentro de las montañas cercanas a Madrid, es de las menos visitadas. Y, si siempre he pensado que Ayllón es “más montaña” que el Guadarrama, éste es el corazón del macizo; su rincón más abrupto, complejo y apartado. En fin; una delicia para montañeros inquietos.

RELATO GRÁFICO:

Ya desde Peñalba de la Sierra podíamos ver el primer objetivo del día: un picacho secundario llamado Cabeza del Águila, donde pensábamos alcanzar la cresta que limita por el norte el valle donde se encuentra el pueblo, para dirigirnos por ella a la Loma del Rocín, que constituye su cabecera.

En el ambiente húmedo y glacial de esa gris mañana otoñal, dejamos el caserío por la embarrada pista que sale al norte frente a la trasera de la iglesia y baja a...

... cruzar el Arroyo del Cañamar. Según pasamos el rústico puentecillo, dejamos el camino por la izquierda (NE) y atacamos la loma que baja por ese lado, siguiendo el trazado del Cordel de la Quesera.

Prácticamente no encontramos rastro del mismo pero, como la moderada pendiente herbosa que teníamos delante no presentaba obstáculos, subimos directamente por ella, con la referencia, a mano izquierda, del muro que recorre el lomo. Por encima del mismo, veíamos sobre el robledal la cumbre del día, tapada por nubes bajas de las que asomaba el blanco de la nieve.

Según salimos del reparo del barranco, nos alcanzó un viento helado del oeste que anunciaba duras condiciones en la cresta. Y no mintió. Al cabo de poco tiempo, encontramos un camino que llega de la derecha y sigue la loma un trecho. Cuando, tras cruzar la valla, se aleja al oeste por la ladera, lo dejamos para continuar loma arriba, llevando a la derecha la Charca de las Ranas, que no es tal sino un cuenco entre dos lomas. Al encontrar buen paso, nos desviamos a ese lado (NE) y lo atravesamos, hacia la vertical del cancho cimero de la Cabeza del Águila.

Si bien no había un verdadero camino, abundaban buenas trazas de ganado, que nos facilitaron el paso entre helechos y piornos. Al llegar a una torrentera, giramos a la izquierda (N) y...

... atacamos de frente la pendiente para ganar la cresta, que alcanzamos al pie del más alto de los riscos visibles. Buscando un acceso, lo rodeamos por la derecha hasta...

... situarnos al este del hito. Por ese lado, la Cabeza del Águila presenta una placa escalonada y llena de fracturas, por donde ganamos la cima caminando y...

... dimos vista a la vertiente opuesta, donde destacaba el valle del Jaramilla, con los árboles otoñados, bajo la Cuerda del Mal Calzado, que viene del núcleo de la Buitrera. Más a la derecha,...

... al este, la cumbre del Ocejón aparecía, tapada de nubes, como todo lo que levantaba de 1.900 m. Siguiendo la vuelta,...

... al sur teníamos Peñalba, dominada por la Peña Carrasquilla, por encima de cuya cresta asomaba la Sierra del Rincón, con la Tornera bien identificable.

Pero aún no habíamos hecho sino comenzar la ascensión. Para continuar, nos dirigimos al oeste, donde la Loma del Rocín seguía con su nube agarrada, empezando por bajar del cancho cimero, para lo que hubimos de destrepar...

... un facilísimo escalón. A continuación, avanzamos por lo alto de la loma, ancha y herbosa, salvando los crestones que la cortan. Aunque hubimos de ayudarnos de las manos alguna vez, ninguno fue un obstáculo de consideración.

Más adelante, los pinos y el matorral nos obligaron a dar algún pequeño rodeo buscando el paso bueno, hasta que...

... salimos de nuevo a terreno despejado, ya sobre el Collado de Peñalba, primera depresión del cresteo. Allí, tomamos a la izquierda (SO) la pista que lo cruza para, enseguida, tomar a la derecha (O) otro carril más tenue que nos devolvió a la loma.

Era bonita, hacia la vertiente de Peñalba, la visión del robledal amarillo y ocre contrastando con el verde oscuro del pinar del fondo.

Al ganar altura de nuevo, pudimos contemplar la Cabeza del Águila, picacho modesto pero bello, por la armonía de su silueta.

Cuando el carril gira al norte y atraviesa la cuerda para bajar por el otro lado, lo dejamos por la izquierda (NO) y remontamos...

... la ancha loma cubierta de hierba y matorral que culmina en el Picozo.

Entonces, las nubes levantaron un poco, dejando ver alguna de las crestas que nos rodeaban, como la Peña de la Silla, y se abrió un gran claro en el cielo, mientras el viento, que ya había sido fuerte desde el inicio, arreciaba de lo lindo.

A partir de ahí los bastones nos sirvieron de algo más que apoyo: ancla para no ir dando demasiados tumbos. Al pasar a la vertiente opuesta, descubrimos que también la Loma del Rocín se había despejado, lo que nos animó bastante. La bajada a la extensa depresión herbosa de Los Colladillos, es mínima y suave, y lo mismo...

... el arranque de la subida posterior, aunque tuvimos que pasar una banda de matorral un poco incómodo.

Tras pasar una imperceptible prominencia, una subida final despejada y suave nos llevó al crestón de roca que defiende lo más alto de la Loma del Rocín. Llegando al mismo, encontramos hitos marcando un trazo difuso: se trata de la “ruta normal” que parte de la pista horizontal que, hacia los 1.550 m de altitud recorre...

... la cabecera del Cañamar. Las nubes volvieron entonces a cerrarse, dando un aspecto glacial a ese cóncavo, abierto bajo la cumbre de La Cebosa.

Las señales nos llevaron al flanco derecho de la cresta, por donde, siguiendo la base de la roca, evitamos la recortada arista, superando algún paso escabroso pero sin llegar a tener que trepar en ningún momento. Tuvimos que poner atención sólo a no resbalar en la mínima capa de nieve fresca que cubría las piedras.

Caminábamos en un entorno agreste, entre un profundo tajo a nuestra derecha y...

... puntiagudas rocas escarchadas dominándonos al otro lado.

La nieve se fue incrementando al ganar altitud y, además, aparecieron algunas zonas en que estaba helada. Sin embargo, su discontinuidad y mínimo espesor no aconsejaban sacar los crampones. Pero nos vino bien llevar suela dura. En este tramo, íbamos protegidos del vendaval por el monte, pero...

... sólo fuimos conscientes de ello al dejar atrás el crestón y encontrarnos de nuevo sobre la cuerda, que...

... vuelve a ser un lomo amplio y suave: la primera racha casi me tira.

La niebla iba y venía al compás del ventarrón, limitándonos la visión a unos pocos metros y...

... dejándonos de pronto ver ante nosotros los cuetos que jalonan la loma, entre los que destaca el Cerro del Rocín, al que llegamos en un momento en que las condiciones eran especialmente duras. El aire aullaba y arrojaba rociadas de cristalitos, mientras andábamos tambaleantes, zarandeados por el viento y resbalando sobre la delgada escarcha que cubría la pizarra.

Tras una breve bajada y un tramo llano, la loma gira a la izquierda, adquiriendo dirección norte-sur, y nosotros pasamos a recibir el viento de costado, en lugar que de frente. También aparecieron dos prominencias rocosas más importantes; la más lejana era la cumbre y hacia ella nos dirigimos, soslayando por la izquierda el primer risco.

Llegando al pie de La Cebosa, unos hitos nos condujeron de nuevo hacia la izquierda para ascender a lo alto del cueto por una repisa de moderada pendiente que, abrazándolo por su vertiente oriental, nos permitió...

... alcanzar casi sin dificultad el hito cimero. Aunque la niebla se extendía a nuestro alrededor, hacia abajo llegábamos a ver el entorno inmediato.

Así, si al oeste apenas veíamos los pies del Cerrón, en el fondo del valle del Río Berbellido distinguíamos las notas de color de la vegetación otoñada, pese a la oscura atmósfera bajo la densa cubierta de nubes.

No aguantamos mucho pues, aunque el viento estaba remitiendo, pues había rolado a norte y nos llegaba menos directamente, no estaba el día para eternizarse en el pico.

Para regresar a Peñalba, bajamos de la cima deslizándonos por una rampa helada que bajaba al sureste de la peña, como una alfombra entre las lajas de pizarra.

Una vez al pie del apilamiento de rocas, entramos en una zona de matorral, que...

... comenzamos a atravesar manteniendo la dirección y llevando delante el cóncavo del Cañamar, en busca de la senda normal, que va por la loma sur de La Cebosa.

Cuando la encontramos, vimos que la nieve había tumbado las ramas, cerrando el paso y haciendo incómoda la progresión. Además, en esas condiciones, ya puedes llevar polainas que te acaba entrando nieve. Pero era lo que había.

Fue un alivio llegar al final del monte bajo y continuar el descenso por la loma, a pesar de que la hierba escarchada resbalaba lo suyo. Al haber salido de las nubes, veíamos éstas como un oscuro palio que daba un aspecto siniestro a cuanto nos rodeaba, especialmente hacia la Sierra del Rincón.

A la vista del Collado Cimero, la pendiente se hizo más intensa y la nieve quedó atrás. Encontramos otra banda de matorral, pero ya sin los inconvenientes de la anterior; además, la senda era cada vez más ancha. Una subida muy ligera nos llevó a la Cabeza de la Zarza, desde donde apreciamos...

... cómo las nubes subían, pues la Tornera aparecía despejada.

Una imperceptible bajada, seguida de cuesta mínima, nos dejaron en lo alto de la Morra del Segoviano, desde donde hay...

... una estupenda perspectiva del hueco del Cañamar bajo la Loma del Rocín, que permanecía tapada.

Allí la loma de divide y debíamos haber girado a la izquierda (NE), para continuar el descenso por lo alto de la que cae a ese lado, pero, por despiste, nos desviamos a la derecha. A ello colaboró que la senda se pierde en el entorno del vértice y que el terreno es tan suave que no es fácil distinguir las cuerdas. La cosa es que atravesamos el prado de la cúpula cimera hacia los pinos de ese lado, buscando la senda que debíamos tomar.

Cuando el matorral se empezó a cerrar, nos dimos cuenta del error y giramos a la izquierda (NE) para atravesar la ladera manteniendo cota, entre pinos y matojos un poco incómodos, hasta...

... dar con la traza, bastante borrosa y sin marcas. La tomamos a la derecha (E) y continuamos en suave bajada, saliendo del bosque al poco. 

En una zona de prado entre árboles dispersos, descubrimos ante nosotros el grupo de rocas llamado Pico del Águila, junto al que pasa una pista atravesando la vertiente. La cruzamos y proseguimos...

... por lo alto de la loma, ya sin senda pero por terreno evidente. Además, teníamos delante la referencia indudable de la Cabeza del Águila, donde habíamos tomado cuerda esa mañana. Al pasar un cambio de rasante, vimos las casas de Peñalba de la Sierra ya bastante cerca, restándonos sólo caminar hacia ellas a través de los prados.

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