Cerro Jabalcón (1.493)

ASCENSIÓN DESDE ZÚJAR

ARISTA NORTE DEL MORRÓN DEL FRAILE (1.409) Y CRESTA DE JABALCÓN

El Jabalcón es una estribación proyectada al norte por la Sierra de Baza. Tan desplazado se encuentra este monte del núcleo central del macizo, que se eleva como una isla, otro de los nombres que recibe, en plena Hoya de Baza. A su alrededor se despliega, pues, todo lo más alto de las cordilleras Subbética y Penibética. Esta circunstancia es el principal atractivo de esta montaña: su condición de mirador privilegiado de la Andalucía oriental. Pero a eso hay que añadir las altivas y coloreadas paredes calizas que cortan unas laderas salpicadas de manchas de pinos y encinas entre el lapiaz y el matorral mediterráneo. En suma, un reducto natural en medio de una comarca intensamente humanizada.

La ruta comienza rodeando el monte por el este, para encaramarse a la cuerda en su extremo norte y recorrerla al sur hasta el Pico Jabalcón, el más meridional de los que coronan la montaña. Desde éste, el descenso se efectuará por el camino más directo a la vertiente suroriental, de donde habíamos partido.

El Jabalcón, visto desde el sur

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras de Baza y Filabres (Cadenas Béticas)
  • Unidad: Sierra de Baza
  • Base de partida: Zújar (Granada)

ACCESO: Zújar es una población situada en el noreste de la provincia de Granada, en la comarca de Baza, al pie del Jabalcón, que surge solitario en medio de la hoya. Para llegar al punto de partida de la ruta desde el pueblo, hay que salir en dirección NE por el Camino de la Virgen, siguiendo indicaciones al Jabalcón y la Ermita de la Virgen de la Cabeza. Al cabo de 3,5 km desde que quedaron atrás las casas, acabaremos frente a la puerta del recinto que encierra unas grandes balsas de agua, buen lugar para iniciar la excursión, con sitio para aparcar. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta ahí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 922 / 1.493
  • Mi tiempo efectivo: 3h42
  • Mi tiempo total: 5h12
  • Dificultades: PD. La arista norte del Morrón del Fraile incluye zonas de matorral y 120 m de roca, con un tramo de 20 de II grado sostenido entre numerosos pasos cortos de I.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de las Balsas del Corral de los Romanos por la pista que se dirige al NE, progresando horizontalmente por la vertiente oriental de la sierra. Al entrar en la ladera de Los Torilones, continuar por la derecha (N) en una bifurcación y proseguir el faldeo hasta alcanzar la arista norte. Dejando el carril, tomarla a la izquierda (SO) para ascender siguiendo su filo hasta el Morrón del Fraile (PD). Continuar por el lomo al SO hasta la cumbre del Cerro Jabalcón.

Prosiguiendo el cresteo, se llega al Pico Jabalcón, donde se encuentra el Santuario de Nª Sª de la Cabeza. Desde esa punta, retroceder al N hasta el collado (1.429) y coger a la derecha (E) el camino que baja por la Lancha del Romero y rodea la valla de las balsas para desembocar en la pista asfaltada cerca del lugar donde habíamos dejado el coche.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Puede llegarse en coche hasta pocos metros la cima del Jabalcón pero merece la pena salvar caminando, al menos, el desnivel que separa su cresta de la base de las paredes que la sustentan, laderas pródigas en rincones amenos y amplias panorámicas. Incluye tramos de pista donde nos podemos encontrar con vehículos a motor pero yo tuve la suerte de no cruzarme con ninguno, si bien fui un lunes.

La ruta que propongo carece de dificultad en la mayor parte de su recorrido, presentando sus únicos obstáculos en la subida de la arista norte del Morrón del Fraile, subida de la que no he encontrado otras referencias que ésta. Desde luego, no había hitos ni marcas en la zona central y más abrupta de la misma. Aun así, la ruta creo que puede ser acometida por montañeros habituados a la “pequeña escalada”.

Si se busca algo aún más fácil sin renunciar a una jornada de montaña completa, al rodear la arista norte se puede continuar más allá por la pista, entrando en la vertiente occidental, hasta una senda que remonta la Hoya Varea y sale al collado entre el Morrón del Fraile y el Jabalcón. Así, se evita toda la dificultad sin dejar de disfrutar de los principales atractivos de la ruta. Aunque renunciando al ambiente agreste de la arista norte y esa indefinible sensación que se tiene al transitar fuera de las rutas marcadas.

RELATO GRÁFICO:

El día se anunciaba prometedor: una fría y despejada mañana de invierno, sin una nube en el cielo y, lo que es menos frecuente, el viento casi en calma, cuando aparqué ante la puerta del recinto de la Balsas del Corral de los Romanos, dominadas por los desplomes de la Piedra de los Alcones y las antenas de la punta sur del Jabalcón.

Comencé a caminar siguiendo la carretera que me había llevado hasta allí y que, ahora, va faldeando horizontal la vertiente oriental del Jabalcón, justo en el límite entre sus laderas y el pie de monte, que, a mi derecha,...

... se extendía hasta la Sierra de Baza y...

... las de María y las Estancias.

Al doblar un espolón, entré en el cóncavo de Los Torilones y vino a añadirse a esas vistas la silueta de La Sagra, que destacaba descomunal y solitaria contra el cielo.

En una bifurcación, dejé el asfalto por una pista de tierra que sale a la derecha (N) y continúa recorriendo la base de la montaña. Al pie del espectacular lienzo de roca anaranjada llamado Peñón de la Plaza, el carril pasa por una collada, dejando a la derecha, del lado del valle, un modesto cancho destacado del espolón. Merece la pena desviarse para alcanzar, por una recia pero breve rampa de bloques, la cúspide de esa cota 1.019, obteniendo como recompensa...

... una bonita vista de la vertiente oriental del Jabalcón, aunque la cumbre quedaba oculta por la perspectiva.

Y, justo enfrente, el espectacular Peñón de la Plaza, en realidad un modesto espolón del Morrón del Fraile.

Me había costado unos tres cuartos de hora llegar allí, así que me tomé un corto respiro antes de regresar a la pista y continuar la andadura, que ahora transcurría al noroeste a través de un denso pinar, siempre en suave ascenso.

Al poco de pasar un desvío a la izquierda, que conduce a unas casas cercanas, el carril giró al mismo lado y empezó a bajar al rodear el extremo septentrional del monte. Al mismo tiempo, el bosque se despejó, dejándome ver delante la Sierra de Mágina. Estaba a unos 1.000 m de altitud y era el momento de dejar el camino por la izquierda (SO), para...

... subir directamente por la arista norte, que en su arranque es un amplio lomo pedregoso de mediana pendiente. Pronto, se desplegó a mi derecha,...

... por encima de la copa de los árboles y al otro lado del Embalse del Negratín, un arrugado paisaje de badlands que se extiende hacia la Sierra de Mágina y otro monte tan aislado como éste al que estaba ascendiendo: el Cerro Postrero.

Después de ese inicio de subida, encontré un rellano de pasto, tras el que el terreno volvía a empinarse. Apareció el crestón calizo que define la arista pero que se puede evitar, caminando por una rampa al lado izquierdo, hasta los 1.150 m de altitud.

Allí, un resalte me cerró el paso y hube de acometer la primera trepada del día, sumamente fácil, pues por la derecha de la panza de roca más considerable el desnivel se divide en una serie de escalones fáciles (I) de poco más de un metro.

Superados así unos 50 m, al pasar una ligera prominencia merece la pena volverse para contemplar el tramo ascendido, que ya era casi la mitad del desnivel de la arista.

Pero faltaba precisamente lo mejor. A 1.225 m de altitud, me encontré en una brecha cuya salida estaba defendida por un muro extraplomado y liso de 12 ó 15 metros. Resolví el paso desviándome a la derecha de la arista para rodear el siguiente risco por una repisa que desciende ligeramente entre retoños de encinas y frente a una llamativa ladera trufada de canchos entre los pinos.

Ya en plena vertiente oeste, el flanqueo acaba con una corta subida para ganar otra horcada, abierta al pie de una pared vertical. Pese a su aspecto impresionante, encontré en su lado izquierdo, justo sobre la brecha,...

... un punto débil: un muro de 10 m de altura, casi vertical pero con buenos apoyos (II).

Sigue otra decena de metros por un lomo tendido pero más liso (II-), que me dejó en una pequeña culminación.

A continuación, la arista se hace más fácil, formada por bloques (I), que se alternaban en tramos horizontales y cortos resaltes, en un entorno de gran belleza, tanto por la cercana combinación y roca y verdor, como...

... por la amplitud de las vistas sobre el llano y sierras circundantes. Ésta fue sin duda la parte más bonita de la ruta; precisamente aquélla de la que no he encontrado referencias y que, aparentemente, no debe visitar casi nadie.

Pero todo acaba, especialmente lo bueno. El crestón fue perdiendo potencia hasta desaparecer bajo tierra hacia los 1.300 m de altitud. Desde el último canto, el panorama al norte era asombroso: la Sagra, flanqueada por las sierras de Castril, a un lado, y Taibilla y Moratalla al otro, servía de fondo a un arrugado paisaje arcilloso, donde ríos de escaso caudal habían trazado anchas avenidas de fondo plano, en las que se apretujaban las huertas.

Los cien metros que me restaban para culminar la arista, transcurrieron por un ancho lomo de pendiente moderada densamente cubierto de encinas rastreras entre las que, con paciencia, pude encontrar huecos suficientes para pasar sin pelea. Alcancé la cresta en el Morrón del Fraile, desde donde contemplé, por primera vez en el día, la cima del Jabalcón, en lo alto de un gran abombamiento sostenido por una impresionante pared.

Más impresionante la visión, a la derecha, hacia el oeste.

Sin apenas detenerme, comencé el descenso hacia el collado inmediato, caminando con cuidado por el lapiaz que cubre la empinada loma cimera. En la horcada, me encontré con un camino estrecho pero bien acondicionado, que ascendía suavemente, junto al lomo del monte, hacia la base de la pared del Jabalcón.

Mirando atrás desde la misma, así se ve la cima del Morrón del Fraile.

Cuando da contra la roca, la senda gira a la derecha y cambiar de vertiente para luego superar en lazadas la intensa pendiente de la vertiente occidental hasta salir de nuevo al... 

... lomo del monte, más llevadero, por donde sólo tuve que seguir el claro trazo pedregoso entre el matorral para alcanzar la cumbre del Cerro Jabalcón.

Al oeste, más allá de las aguas del pantano y el llano arcilloso, el horizonte se quebraba con las Sierras de Harana, Alta Coloma y Mágina. Mirando a la derecha, veía...

... las crestas de Cazorla y Segura, en cuyo extremo oriental se alzaba tremenda la mole de...

... La Sagra.

Al este, los cordales de María y Las Estancias, enmarcaban el árido altiplano de Chirivel, donde se tocan las cadenas béticas. 

Dando vista al mediodía, el contraluz apenas dejaba distinguir Baza bajo la monótona sombra de los Filabres y, por fin, completando la vuelta,...

... al sureste se alzaban las nieves de las sierras de Baza y Nevada. También tenía en esa dirección el Pico Jabalcón, mi siguiente objetivo del día, y hacia él me dirigí, caminando por la loma entre las antenas. Al quedar éstas atrás, pude contemplar...

... Sierra Nevada sin la interferencia de sus hierros. Se veía muy bien el Veleta, pero el Mulhacén quedaba medio tapado por el Cerro Pelao.

Al encontrar un carril que alcanzaba la loma desde la izquierda (E), lo tomé, pasando a descender suavemente entre encinas y pinos espaciados hasta una pista asfaltada, la misma del principio, que tomé a la derecha (SO).

Ésta me condujo, siguiendo la cuerda, hasta el collado inmediato (1.429), desde el que ascendí a la más meridional de las puntas del monte por un carril de cemento, de pendiente más recia pero sin obstáculos.

Al paso por la horcada, me llamó la atención a la derecha el contraste entre la suave loma del Cerro Capallón, que domina Zújar, con las aristas descarnadas de la llanura arcillosa alrededor. Al otro lado,...

... bajaba el barranco por el que retornaría pero no sin antes visitar la cima del Pico Jabalcón.

Allí, aparte de las antenas de rigor, se alza una ermita que, la verdad, me pareció más bien fea, pese a que se insiste en un cartel junto a la puerta en que el edificio (obra de un arquitecto, al parecer, de fama) se caracteriza por integrarse muy bien en el paisaje. O yo tengo un concepto de integración algo peculiar o me lo tienen que explicar. Claro que, como no soy arquitecto, no debo saber apreciar esas cosas... Reconozco que dar la espalda al edificio supuso una doble satisfacción: primeramente, dejé de verlo y, además, pude...

... contemplar, más allá de Zújar, las nieves de la cresta más alta de la península brillar al sol a través de una atmósfera serena y transparente.

Esa mayor claridad que trae la tarde, sobre todo en estos días tranquilos de invierno, se notaba también mirando ahora al norte, donde las aristas de las torrenteras se marcaban con más precisión.

Y lo mismo al este, hacia María y las Estancias, sobre las que andaba ya la luna. Más cerca, abajo a la derecha, una de las balsas junto a las cuales había salido. Para dirigirme a ellas,...

... dejé el Pico Jabalcón bajando por el mismo camino de subida hasta el collado (1.429). Allí, giré a la derecha (E), por una pista de tierra que se introduce en el estrecho barranco de la Lancha del Romero.

Éste presenta un angosto paso entre crestones y agujas de roca, al cabo del cual...

... me encontré muy cerca ya de los aljibes de marras.

Y el mismo camino me sacó a la suave rampa que une el pie de monte con los canchos del Jabalcón. Tras atravesarla entre campos de frutales, di con la cerca de las balsas, que rodeé para llegar frente a su puerta y acabar la excursión.

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