El Machacao o Cueto Fontún (1.955)

ASCENSIÓN DESDE FONTÚN DE LA TERCIA

POR LA CARA SUR

El Machacao, también llamado Cueto Fontún, es el pico más alto del reborde meridional de la Cordillera Cantábrica entre los valles del Bernesga y el Torío, en pleno centro de la Montaña Central. Se trata de un ejemplo típico de montaña leonesa: una peña caliza bien individualizada que eleva sus formas alpinas en medio de amplios valles, cubiertos de prado pero con pocos árboles. Ese plácido entorno realza precisamente la belleza de la montaña, al contrastar con la brava dureza de la caliza.

A la cara sur se accede desde el Collado del Gete, que se alcanza remontando desde Fontún el Arroyo del Aguilón. Como variación, a la subida, en ver de ir directamente a la cima, pasé por Peña Majaón, pequeña antecima situada al este, culminando desde allí por la cuerda.

El Machacao, visto desde el este

SITUACIÓN:

  • Zona: Montaña Leonesa Central (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Sierra del Gato
  • Base de partida: Fontún de la Tercia (León)

ACCESO: Fontún de la Tercia es una localidad del municipio de Villamanín, en la Comarca de la Tercia, situada en el norte de la provincia de León, entre la cadena axial y las alineaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.
 

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.136 / 1.955
  • Mi tiempo efectivo: 3h49
  • Mi tiempo total: 5h06
  • Dificultades: F, en las condiciones del día (nieve continua en los dos tercios superiores de la ruta, blanda, con espesor máximo de 40 cm). Pendientes entre 30 y 35º durante los 250 m de desnivel de la cara sur. Paso aéreo en arista, muy fácil pero delicado con nieve.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Dejar Fontún de la Tercia por el camino que remonta al SE el Arroyo del Aguilón. Tras cruzarlo, salir por la izquierda de un cruce (SE) para alcanzar el Collado de Gete. Girar a la izquierda (N) y acometer la subida directa de la ladera por el tubo central de los tres que se ven a la izquierda de la divisoria. Al ganar altitud, la pendiente se irá incrementando hasta los 35º. Al dar con el resalte que sostiene la cresta, derivar a la derecha (NE) para alcanzar la arista en las inmediaciones de la Peña Majaón (F). Seguirla a la izquierda (NO), superando algún paso aéreo sin dificultad pero delicado con nieve, hasta la cumbre de El Machacao (F).

Regresar hasta el collado entre la cima y la Peña Majaón y dejarse caer a la derecha (SE), bajando en diagonal izquierda por pendientes moderadas (35º). Al reencontrar las huellas de subida, seguirlas hasta el Collado de Gete (F) y continuar deshaciendo camino hasta la encrucijada cercana al cruce del Arroyo del Aguilón. Ahora, continuar recto (NO), atravesando la ladera sur del barranco hasta otra bifurcación. Girar a la derecha (N) y bajar través de Pras del Río hasta Fontún.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión breve y espectacular, que, con nieve, resulta emocionante pero fácil. Sin conocerla de primera mano, creo que esta ruta en verano debe perder bastante: en lugar de pendientes moderadas de nieve, encontraremos unas pedreras seguramente menos agradables. Por contra, mejorará el recorrido de la arista pues el único obstáculo que me planteó el breve tramo de bloques es la inestabilidad de la nieve, que volvía delicado el paso; en seco o con buen hielo, se debe recorrer andando sin problemas. Sabiéndolo, puede evitarse el paso subiendo por donde bajé.

Con una meteorología más agradable, el entorno ofrece posibilidades para alargar la jornada si se desea, recorriendo la cresta oeste del Alto de Salguerón o visitando la Peña de Machamedio. En resumen, un itinerario muy recomendable, de dificultad asequible y gran belleza; la pena fue la falta de visibilidad en la cresta.

RELATO GRÁFICO:

Yendo por la carretera que sube al Puerto de Pajares, al paso por Fontún sólo sale un desvío a la derecha, el cual, a su vez, se bifurca, abrazando una casa siempre pintada muy llamativa, aunque el color (antes verde, ahora rojo) puede variar. El ramal izquierdo (SE), en cuyo arranque hay una fuente, remonta el arroyo que baja del collado meridional del Machacao.

Por él comencé a caminar, ascendiendo suavemente entre prados. A mi izquierda, sólo veía...

... el pie de la montaña bajo una nube agarrada a la cumbre, que permaneció así toda la jornada.

Pero el tiempo no era malo: el cielo estaba cubierto pero se abrían claros aquí y allí; el ambiente, fresco y húmedo, era agradable para caminar; apenas soplaba el viento y, sobre todo, no llovía: después de todo, había cruzado media Península para evitar el agua. Y tan liviana era la subida, que sólo la mayor abundancia de nieve a mi alrededor me hacía notar la altitud. Llegando a la altura de un pinar en la vertiente opuesta, el camino cruza el torrente girando en redondo y enseguida se trifurca. Doblé a la izquierda (SE), continuando la subida junto a la linde del bosquecillo antes de... 

... afrontar la cabecera del arroyo, de pendiente más recia, que el carril supera en lazadas. Esta parte transcurrió bajo la ceñuda vertiente suroeste del Machacao, donde la caliza oscura aparecía resaltada por el blanco de tubos y repisas.

Más arriba, llegando a los pies del Alto de Salguerón, cuando el camino gira a la derecha, lo dejé por otro más pedregoso que sigue recto (SE).

A esas alturas, volviéndome, dominaba con la vista todo el Arroyo del Aguilón hasta Fontún y Villamanín y, más allá del Bernesga, el valle de Rodiezmo rodeado de crestas ocultas por las nubes.

Poco a poco, el camino se fue tendiendo al acercarse al Collado de Gete. Como lo pasa a cierta altura por la vertiente meridional, hube de dejar el trazado por la izquierda (NE) para llegar a la horcada.

Al otro lado, aparecieron la cresta de Sancenas y la Sierra de la Arena sobre el tajo del Barranco de Gete.

Las nubes se retiraron justo para dejarme ver, sólo por un momento, la hermosa pirámide del Polvoreda.

A la izquierda (N), la cumbre del Machacao estaba oculta pero, por debajo de los vapores, llegaba a ver tres amplios tubos que remontaban la cara sur. A la vista del mapa, el central parece el más accesible y lógico, así que me dirigí hacia él, empezando por caminar junto a la cerca que recorre la divisoria, para luego derivar a la izquierda cuando el terreno me lo marcara.

Por pendientes suaves, gané unos 50 metros de desnivel antes de...

... girar para continuar en diagonal hacia la entrada del pasillo, mientras la ladera se iba empinando gradualmente.

A mi izquierda, la perspectiva sobre el valle del Rodiezmo se iba ampliando, pero las crestas del otro lado seguían cubiertas.

La canal superó los 30º al entrar en el estrechamiento entre un gran cancho a la derecha y...

... una característica torrecilla al otro lado. Aunque la nieve era continua, seguía sin echar mano al piolet y los crampones, pues estaba tan blanda que éstos eran innecesarios y aquél no me hubiera servido para nada en caso de caída.

Tampoco la situación era expuesta: cuando te hundes hasta la pantorrilla y sientes cada guijarro bajo las suelas, difícilmente vas a resbalarte. Mirando atrás, hacia el Collado de Gete, me llamó la atención una solitaria silueta triangular que asomaba sobre la vecina Sierra de la Arena: la modesta Peña Castro.

Poco a poco, fui entrando en la nube y la visibilidad fue reduciéndose. Hacia abajo, la pendiente blanca perdiéndose en un abismo impreciso impresionaba más que cuando se podía ver con claridad.

Hacia los 1.850 m llegué a un rellano y vi con un hito pero, para entonces, la visibilidad era muy escasa y no conseguí ver el siguiente. Lo que sí distinguí fue un resalte oscuro y vertical que me cerraba el paso: estaba al pie de la cresta culminante. Tras nueva consulta al mapa, decidí girar a la derecha (NE) y...

... ascender por un corredor, donde el terreno vuelve a superar ligeramente los 30º, hasta alcanzar...

... la cuerda hacia la cota 1.900. Allí me golpeó un viento fuerte y helado, que arrastraba cristalitos de hielo. Tras una breve parada para taparme todo lo que pude, continué por la izquierda (NO), caminando por un amplio lomo.

La subida fue corta y suave hasta la Peña Majaón, aunque hube de poner un mínimo cuidado pues el viento había reducido el espesor de la nieve al mínimo y la roca que había debajo resbalaba.

A partir de ahí, cambió la cosa: me encontré ante una cresta horizontal de bloques que, en seco, no debe plantear otra dificultad que su carácter aéreo. Pero ese día, con la roca húmeda cubierta de nieve inestable, avanzando casi a ciegas y golpeado por el vendaval, se presentaba delicada y desagradable. Por fortuna el pasaje es corto; apenas 60 ó 70 m, por los que avancé con parsimonia, tanteando cada apoyo, hasta una pequeña depresión, apenas dos o tres metros.

Luego, la cuerda volvió a ensancharse, presentando un suave ascenso que se mantuvo hasta...

... la cima de El Machacao. El ambiente era sumamente desapacible, con mucho frío y viento y poca visibilidad. Bajando unos metros a sotavento, estuve el tiempo mínimo para dar dos bocados a una barrita antes de salir pitando de vuelta a la horcada previa.

Para no volver a afrontar los bloques y protegerme del viento cuanto antes, me dejé caer a la derecha (SE), para bajar en diagonal izquierda, siguiendo...

... el borde inferior de la cresta, sobre una capa de nieve fresca que volvía a tener más espesor y una pendiente que sólo superó por poco los 30º, similar a la de subida.

No tardé mucho en encontrarme con mis huellas de ida, inconfundibles, pues no había otras ese día en la montaña. Siguiéndolas, fui deshaciendo camino.

Al perder altitud, iba recuperando visibilidad, hasta que salí totalmente de la nube, cerca ya del Collado de Gete.

Allí, no solamente estaba claro, sino que llegó a alcanzarme brevemente el sol y se abrieron sobre mi cabeza grandes claros azules, especialmente hacia la Peña de Machamedio.

Al otro lado, a poniente, se habían descubierto las airosas siluetas de dos montes culminados por sendos roquedos: el Pico el Cueto y La Maja, según el mapa. No los había oído mencionar pero los incluí en mi lista de futuribles.

Por el mismo camino de la ida, comencé a descender el Arroyo del Aguilón, hasta llegar a la encrucijada cercana al lugar donde había cruzado el torrente. A partir de allí, realicé una pequeña variante, continuando por el carril del medio (O), que...

... recorre la vertiente sur del barranco en casi imperceptible bajada, manteniéndose a media altura.

Así, hay desde allí una interesante perspectiva del Machacao que, aunque mostraba algo más que por la mañana, seguía con la cumbre oculta.

Al cabo, llegando a la boca del valle, giré a la derecha (NE) en un cruce, para bajar a través de Pras del Río hacia el pueblo, ya visible bajo la cresta de la Carba.

Finalmente, entré en Fontún por su extremo sur, donde el camino cruza el Bernesga, y a la vista de la característica casa roja de donde había partido esa mañana.

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