Peña Montañesa (2.295)

ASCENSIÓN DESDE ONCINS

CANAL MAYOR

La Peña Montañesa es la culminación de la Sierra Ferrera, la más meridional estribación del Cotiella, que se vuelca sobre el valle del Cinca como una muralla que contuviera (o defendiera) los macizos del alto Pirineo. Morfológicamente, es un largo, monótono y afilado cordal paralelo al eje de la cordillera, que se presenta como un muro de caliza gris-anaranjada que domina el verde oscuro del bosque a sus pies. Si bien no es una montaña muy alta, es altiva y bravía, con paredes vertiginosas jalonadas por canales y torres.

La ascensión remonta, de manera bastante directa y elegante, la cara sur de la montaña, aprovechando esta gran discontinuidad en la verticalidad de la pared. Sin poderse considerar una normal, no opone grandes dificultades. Para la bajada, sí que recurrí a la senda que, desde los alrededores de San Victorián, constituye el itinerario más común.

La Canal Mayor, bajo las cimas de la Peña Montañesa y la Tuca

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras Interiores (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Cotiella
  • Base de partida: Oncins (Huesca)

ACCESO: Oncins es una localidad del municipio de Pueyo de Araguás, situado en la comarca del Sobrarbe, en la zona central del tramo oscense del Pirineo. Concretamente, se encuentra entre las dos alienaciones más meridionales de la cordillera: el Prepirineo y las Sierras Interiores. La ruta se inicia por el camino que sale del pueblo junto a la Ermita de Santa María Magdalena y puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen hasta allí en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.066 / 2.295
  • Mi tiempo efectivo: 6h32
  • Mi tiempo total: 8h22
  • Dificultades: PD. Varios resaltes de entre 10 y 20 m, con grado de dificultades entre I y II+.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de Oncins por el PR-HU 139, que rodea por el sur y el oeste la Peña Montañesa hacia la Collada de Ceresa. Dejarla por la derecha (NE) a la altura de una torrentera pedregosa que baja de la Canal de las Escaleretas. En su boca, remontar a la izquierda (NO) una corta canal para acceder a una faja por la que se pasa fácilmente a la Canal Mayor. Bajar al fondo del tubo y girar a la derecha (N) para, superando varios resaltes de entre I y II+, remontarlo en su integridad. Al dar con la senda de la ruta normal de San Victorián, tomarla a la izquierda (NE) y seguirla hasta el Picón de Libro (PD). Girar allí a la derecha (NE) para alcanzar la Peña Montañesa por su arista oeste.

Bajar al SE siguiendo la arista por su flanco meridional hasta el collado entre la Peña y la Cuta. Girar a la derecha (S), perder altura hasta una senda más baja y tomarla a la izquierda (SE) para rodear la segunda cima e incorporarse a la ruta normal a la altura de El Picón. Seguirla a la izquierda (SE) hasta su final en El Pilar, donde se toma la carretera a la derecha (NO) para regresar a Oncins.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión exigente, directa y espectacular. Aunque presenta algunos pasos cortos de escalada poco difícil, resulta más accesible de lo que hace esperar el aspecto de la Canal Mayor vista de Aínsa. Como sucede con frecuencia con ese tipo de formaciones, al contemplar de frente la gran grieta no se aprecia bien su inclinación. En esta ocasión, se trata más bien de un barranco bastante tendido, excepto por una serie de resaltes, que nunca llegan a ser difíciles ni muy altos. Además, aunque la pintura está desvaída, están marcados los mejores sitios para superar cada escalón.

Aparte de eso, el entorno es precioso, lo que justifica algún rodeo evitable, como llegar a la cumbre por la arista occidental, visitar los sucesivos espolones durante la bajada por la faja de la ruta normal o iniciar el descenso por el collado que separa la Peña Montañesa de la Tuca. Respecto a la forma de entrar en la canal, pasando por la de las Escaleretas, reconozco que se debió a un despiste pero creo que merece la pena: la base de esa otra canal es un hoyo espectacular entre altísimas paredes y la faja que la une con la Mayor es bonita y cómoda de recorrer.

Fui allí porque la referencia que tenía es que, siguiendo el PR desde Oncins, debía desviarme al ver unos hitos salir a la derecha remontando una torrentera. Cuando llegué a un sitio donde se veía eso, me dejé guiar sin entretenerme en otros cálculos. Supongo que esa ruta fue marcada por escaladores para aproximarse a ese sector de la Peña, ya que muere al pie del diedro de base de la Canal de las Escaleretas. En todo caso, usando la faja que describo sirve igual para llegar a la Canal Mayor; no es incómodo y, como ya dije, así se ven dos canales por el precio de una.

En resumen, un itinerario alternativo para acceder a la Peña Montañesa, con dificultades asequibles para la mayoría de montañeros, aunque duro, pues la subida es bastante directa. Sería posible combinarla también con la Faja de Toro, aunque esto, después de pensarlo bastante, decidí reservarlo para otra circular.

RELATO GRÁFICO:

Hacía frío bajo el tempranero cielo grisáceo, totalmente despejado, cuando aparqué en Oncins. Salí del pueblo por un camino que se dirige al NO, a la vista de la Ermita de Santa María Magdalena, y ostenta las marcas blanquiamarillas del PR-HU 139. En un primer momento, el camino me llevó a recorrer la base de la Peña Montañesa, a través de un apacible paisaje de campos bajo el bosque del que brota la enorme pared caliza.

Al otro lado, a mi izquierda, el terreno bajaba en ondulaciones sucesivas hacia el Cinca, al otro lado del cual Guara brillaba en el horizonte. En medio de tal espectáculo y avanzando por un sendero estrecho pero llano, claro y de excelente firme, la jornada se iniciaba apacible.

Las condiciones de la vía se mantuvieron pero perdí las panorámicas al entrar, al poco rato, en un bosque mixto, aunque con gran preponderancia de encinas.

La vegetación se aclaró en el espolón rematado por el Tozal de la Tosca. Entonces, pude volver a contemplar las paredes que me dominaban, cortadas por las canales Mayor y de las Escaleretas.

Enseguida, el arbolado me rodeó de nuevo, limitándome la visión a unos pocos metros y quitándome cualquier referencia que el camino ante mis pies. Al rato, vi un hito del lado derecho del camino; no aparecía la torrentera que baja de la Canal Mayor, que era mi objetivo, pero, al volverme a ese lado (NE), constaté...

... que el hito era el primero de una hilada que invitaba a internarse en el bosque de cara a la pendiente. Además, si bien no se distinguía ningún surco, una banda de cantos sueltos indicaba que por allí solía correr agua. Poco después, la torrentera, aunque modesta, se fue marcando más; incluso hube de superar algún pequeño escalón, con los hitos marcándome el lado bueno para rodearlo.

Al ganar altura y acercarme a la base de la peña, fueron apareciendo entre las copas de los árboles unos pináculos calizos que resultaron ser las culminaciones de los espolones que enmarcan la Canal de las Escaleretas,...

... la parte baja de la cual es un diedro vertical difícil de superar. Allí acababan los hitos, por lo que supongo que éstos son asunto de escaladores.

También se aclaraba la vegetación lo suficiente para tener al sur un hermoso y amplio panorama del valle del Cinca y el Prepirineo, con el Tozal de Guara y el Canciás como cumbres más destacadas. Me detuve a contemplar ese hermoso paisaje y, de paso, ir pensando...

... cómo seguir, pues estaba donde no había previsto. Lo obvio hubiera sido volver al PR pero, mirando hacia la pared, me fijé en que, al pie del espolón de la izquierda, había un contrafuerte desprendido, a lo alto del cual podía acceder...

... remontando una corta y empinada rampa pedregosa. Por no volver atrás, pensé que merecía la pena subir a ver qué me encontraba al otro lado.

Dicho y hecho, me encaramé al peñasco, encontrándome fuera del bosque, en un rellano...

... bajo paredes impresionantes.

Pero, al oeste, una faja se extendía hacia la Canal Mayor.

Era estrecha, estaba inclinada hacia el vacío y no había trazo, pero no presentaba dificultad alguna y era cómoda.

Me podía ahorrar la vuelta y, después de todo, es bonita esta forma de llegar al gran tubo. Además, había conocido, sin intención, otro paraje interesante.

Cerca de la Canal Mayor, volvieron a entrarme las dudas, pues no llegué a ver el acceso a la misma hasta doblar el último espolón. 

Allí, apareció el fondo del tubo, al que bajé, pasada una estrecha banda de matorral denso, por una rampa pedregosa.

Estaba en el eje de la canal, hacia los 1.500 m de altitud. Mirando a mi izquierda, podía ver el arranque de la misma, que es un ancho cono de pedrera entre riscos todavía modestos: no parece que me haya perdido gran cosa al salirme de la ruta habitual; es más, creo que este acceso puede ser más cómodo que atacar desde abajo.

La cosa es que había llegado el momento de emprender la remontada del accidente que caracteriza la ruta, el cual se abría ante mí como un pasillo estrecho y empinado. Entre las enormes paredes, se extendía una rampa y pedregosa, aunque estable, con bastantes matorrales que siempre dejaban hueco suficiente para pasar.

Caminando con cierta contención, pues conviene reservarse en el inicio de tales subidas, fui acercándome a un cancho de roca de aspecto vertical, mientras que, a mi espalda,...

... el mundo exterior iba quedando bellamente enmarcado por la caliza.

Hacia la cota 1.650, me encontré ante el primer resalte, de 12 ó 15 m y que presenta una chimenea con unos bloques encajados. Aunque no parece demasiado difícil, no deja de ser un paso vertical y expuesto. Pero no es necesario acometerlo de frente: a mi derecha,...

... una marca roja pintada en la piedra invitaba a trepar por un graderío tendido, fácil de superar (I). Estas marcas desvaídas las fui encontrando en cada obstáculo de cierta importancia, dirigiendo el paso hacia el lugar más accesible. Quien fuera su autor, no llenó la canal de señales innecesarias: hay las justas y están bien situadas; algo poco habitual.

Superados unos quince de metros de desnivel, alcancé una ancha terraza inclinada adosada a la pared de la derecha.

A mi alrededor, las vistas seguían fascinantes, tanto dentro como...

... fuera de la canal.

De vuelta en el fondo, me encontré ante un segundo resalte: una estrecha chimenea de unos ocho metros equipada con una cuerda; sin embargo, me pareció más sencillo, y así lo marcaba el punto rojo, evitar el obstáculo. De nuevo por el lado derecho,...

... trepé por una placa de 12 m, escasa de apoyos pero relativamente inclinada (II+), que aquí se ve desde arriba.

Llegué a un rellano, a partir del cual continué un trecho por el fondo de la canal hasta un tercer escalón, consistente en una panza de roca lisa y extraplomada en su base. La salida fue esta vez por la izquierda, superando...

... un muro tumbado de unos 20 m lleno de buenas presas (II-), que me dejó en una repisa.

Caminando por ella a la derecha, pasé ante una chimenea ciega y salí superando el morro de un espolón, que se presenta como un resalte de cinco metros vertical pero muy cincelado (II).

Al otro lado, me encontré en otro rellano en el fondo, que es el tramo más estrecho de la canal. Continué la subida caminando hasta lo que parecía un cuarto obstáculo: en un estrechamiento, un bloque parece impedir el paso pero se puede evitar gateando por la derecha, donde forma con la pared una repisa empinada (I).

Allí, me tomé un respiro y aproveché para mirar atrás, donde las paredes enmarcaban un verde paisaje soleado, ya que, a continuación, la canal gira a la derecha y perdería ese panorama por un rato.

Continué caminando por terreno pedregoso, que se elevaba con pendiente moderada hacia un horizonte próximo, más allá del cual clareaba el cielo: la salida estaba cerca. O eso parecía. Fui superando esa rampa con algún eventual apoyo de manos, aunque ya no puede hablarse de dificultad, y, al cabo de la misma, me encontré con que...

... aún me quedaba por superar otro trecho más tendido, cubierto de pedrera y rodeado ahora de más vegetación que roca.

Hacia la mitad del mismo, por encima de un escalón rocoso a 1.835 m de altitud, me encontré a la derecha la entrada de la senda que recorre la Faja del Toro. Sobre un bloque, una inscripción de pintura desvaída la indicaba. Para entonces, las paredes que limitaban la canal habían sido sustituidas por unas empinadas praderas arboladas, a las que llegaba ya el sol; un paisaje más risueño marcaba el final del fascinante tubo.

A partir de ese cruce de itinerarios, dispuse de una traza marcada en el canchal y señalizada con hitos. Tras ganar unos 120 metros más de desnivel, y...

... en medio del enorme embudo de salida, me encontré con un verdadero camino: la ruta normal que sube desde San Victorián. 

Desde allí impresiona asomarse a la canal, que se presenta como un tubo angosto rodeado de pináculos, más allá del cual se extiende un verde y amable valle del Cinca, limitado al otro lado por la Sierra de Guara.

Tomando la senda a la izquierda (O), comencé a superar en cómoda diagonal una empinada ladera de erizones. Enseguida, estando en una ruta normal, se acabó la soledad y empecé a encontrarme con gente, circunstancia que no sólo se mantendría, sino que iría aumentando hasta el final de la jornada.

A mi derecha, tenía sobre mí la cumbre, al otro lado de una ladera de mediana pendiente, por donde podía haber culminado una subida más directa. Sin embargo, preferí seguir rodeando su base.

Al salir a la arista oriental, junto al hombro que forma el Picón de Libro, descubrí al oeste la vista impresionante de un arco de montañas que va de la Peña Telera al cercano Bachimala, que asomaba por encima de las vecinas Peña Solana y Punta Llerga. Tras el atracón visual, giré a la derecha (E) para...

... remontar la arista por la comodidad de su flanco derecho, hasta la cumbre de la Peña Montañesa.

Al sur, la boca de la Canal Mayor se adivinaba más que verse por efecto de la perspectiva pero, más allá, se extendía un ameno paisaje de tierras bajas, en el que resaltaba la brillante lámina del Embalse de Mediano bajo las crestas de Guara.

Al otro lado, la vista hacia la Peña Solana y Punta Llerga es vertiginosa. Girando a la derecha,...

... el Collado de Santa Isabel enmarcaba la Peña de Sin, sobre la que se elevan en el horizonte Bachimala y Posets, mientras que el Cotiella domina el Barranco de la Garona, que separa del resto del macizo la Sierra Ferrera.

Sobre la cuerda al este, llegaba a ver el Turbón, a la izquierda de...

... la magnífica pirámide caliza barreada de blanco de la Tuca. Precisamente por ese lado iniciaría el descenso; si había subido por la arista oeste bajaría por el lado contrario aunque, para evitar el inicio afilado y abrupto de la cresta, perdí primero algo de cota por la vertiente sur, hasta tomar un trazo que me llevó en descenso diagonal, paralelo a la arista, por una empinada y movediza pedrera.

A la altura del collado entre las dos cimas, giré a la derecha (S) y...

... bajé cara a la pendiente hasta otra traza que veía cruzar un poco más abajo pero por encima de la senda de la ruta normal.

La Canal Mayor sí que aparecía desde allí vertiginosa. Tomé la traza a la izquierda (SE) para...

... flanquear en ligera bajada la base de la Tuca, cruzando un cuenco pedregoso hasta el lomo del otro lado. Tras cruzar un breve ventisquero inclinado, única nieve que pisé en todo el día, lo alcancé en una pequeña brecha del crestón rocoso que lo recorre, desde donde hay...

... una estupenda perspectiva de la Peña y de lo más bravío de la arista que la une a la Tuca.

A continuación, giré ligeramente a la derecha para dejarme caer en bajada directa por una empinada rampa herbosa y desembocar en el camino de la ruta normal, que tomé a la izquierda (S) para...

... seguirlo ya hasta su arranque en el Pilar. Sólo me salí del mismo en dos ocasiones, al paso por las praderas culminantes de sendos espolones colgados sobre la cara sur de la montaña.

El primer saliente, limita por el este la Canal Mayor y desde él se tiene una hermosa visión de la misma,...

... vertiginosa cuando uno se asoma a la punta.

También, de la cresta.

Delante del morro, se destaca una espectacular torre: el Picón. Y, al otro lado del mismo,...

... al este, el terreno se hunde en la Canal de las Escaleretas, bajo una pared cortada por numerosas fajas. Sobre la más alta, distinguí una senda; debe de ser la Faja del Toro. De vuelta en el camino, lo seguí brevemente para salirme por la derecha a visitar la proa del segundo saliente.

Ahora veía la Canal de las Escaleretas desde el otro lado, comprobando...

... su carácter extremadamente abrupto y vertical.

De nuevo sobre la senda, ésta me llevó a una cómoda bajada a través de una anchísima terraza herbosa que se desliza suavemente al sureste, bajo la cresta de la Sierra Ferrera, sostenida por espectaculares canchos.

La placidez del descenso sólo se vio interrumpida por un pequeño resalte, que la senda salva por la rampa formada en una fractura del muro en cuestión. El paso está bien señalizado y no presenta más dificultad que mirar dónde se ponen los pies.

La senda hace luego un pequeño flanqueo para ganar el centro de la terraza, pasando además...

... bajo la parte vertical del resalte que, si no es muy alto, resulta bonito: un limpio muro de roca brillante de color naranja y gris, ligeramente extraplomado.

Al poco, retomé un descenso más directo y comencé a ver San Victorián bajo el amesetado del Tozal del Castellar.

Cuando la terraza se acaba, la senda me acercó a la base de las paredes para rodear por arriba un barranco y,...

... alcanzado el siguiente lomo, continuar bajando por él.

Al llegar a una collada junto al Puyuelo Alto, merece la pena detenerse para contemplar la verde rampa por donde se ha bajado, adosada a la pared de la sierra.

Siguiendo el camino, pasé al otro lado del lomo y atravesé una zona de matorral alto y árboles dispersos hasta llegar a El Pilar, inicio de la ruta normal.

Aún me faltaba volver al coche. Para ello, no tuve más que coger a la derecha (NO) la carretera que por allí pasa y recorrer el poco más de un kilómetro, prácticamente llano, que hay hasta Oncins.

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