Risco de Alanillas Altas (1.443)

ASCENSIÓN DESDE EL EMBALSE DEL TORCÓN

LOMO NO y RETORNO POR EL PUERTO DEL REVENTÓN

La tercera cumbre de los Montes de Toledo, tras las Villuercas y el Rocigalgo, es el poco conocido y menos visitado Risco de Alanillas Altas. Con más de 500 metros de prominencia, domina amplísimos horizontes al norte y al sur y es un buen mirador sobre sus vecinos de cordillera. Situado en la Sierra de San Pablo, en pleno tramo central de la cadena, es un monte arquetípico de la misma: un gran cerro ligeramente alargado de formas curvas y suaves, que se vuelven abruptas en remates cuarcíticos. Bajo esas culminaciones, las laderas están pobladas por una densa y rica vegetación de todo porte, que aloja una fauna abundante y diversa.

Ya que la aproximación es larguísima, como sucede con este monte por todas sus vertientes, aprovecharemos para hacer un recorrido completo, recorriendo los dos arroyos nacen al este y oeste de la cumbre.

El Pico Vicente y las Alanillas Altas se elevan más allá de las aguas del Embalse del Torcón

SITUACIÓN:

  • Zona: Sector Central de los Montes de Toledo
  • Unidad: Sierra de San Pablo
  • Base de partida: Embalse del Torcón (Toledo)

ACCESO: El Embalse del Torcón se encuentra en frente a la vertiente septentrional de los Montes de Toledo, al sur de la provincia. De hecho, el lugar está bastante aislado, se accede tras varios kilómetros de pista de tierra en buenas condiciones y carece de servicios. Las poblaciones más cercanas donde encontrarlos son, dependiendo de dónde lleguemos, Menasalbas, Gálvez, San Martín de Montalbán y Navahermosa, situadas todas ellas a entre 10 y 15 km. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 700 / 1.443
  • Mi tiempo efectivo: 7h44
  • Mi tiempo total: 8h59
  • Dificultades: Muy fácil. Tramos sin senda ni marcaje, relativamente cómodos pese al matorral y algunas pedreras. Un par de trepadas mínimas en los canchos cimeros.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Salir de la presa del Embalse del Torcón bordeando la orilla occidental hasta dar con la Senda de Carboneros. Seguirla a la izquierda (S) hasta el Embalse Cabeza del Torcón, que se rodea por la izquierda para encaramarse a la Raña de Pedro Martín. Recorrerla al SO y, pasado el embalse, girar a la derecha (NO), bajar al Arroyo del Torcón y cruzarlo. Coger a la izquierda (SO) el camino que remonta el barranco y termina cerca del Molino de los Tejos. Ya campo a través, seguir un poco más arriba, hasta la base del lomo NO, y girar a la izquierda (SE) para ascender por el mismo, alternando matorral y pedreras, más algún pequeño cancho, hasta el Risco de Alanillas Altas.

Descender a la derecha (S), hasta dar con un camino. Tomarlo a la izquierda (SE) para bajar al Puerto del Reventón, del que se sale por la vaguada oriental. En el siguiente cruce, girar a la izquierda (NO), bajar al Arroyo de la Yedra y descenderlo. Al desembocar en otra pista, tomarla a la derecha (SE) y, tras dejar de lado un desvío, tomar el segundo a la izquierda (NE), cerca ya de las Casas del Zarzal, señalado “A la Casa”. Enseguida, girar al mismo lado (O) en otra bifurcación y encaramarse a la Raña de Pedro Martín. Recorrerla siguiendo la linde entre los campos y el robledal, con éste a la derecha, hasta dar con el itinerario de ida y volver por él al Embalse del Torcón.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Pese a sus amplios horizontes, hermoso entorno e importancia orográfica, el Risco de Alanillas Altas es un pico muy poco visitado. No hay rutas balizadas ni hito en su cima. Una pista pasa por el cordal a 300 m de la cumbre y, sin embargo, no se observan trazas de paso en el matorral que rodea el cancho cimero. Además, en Internet sólo encontré, en su día, dos reseñas y es ignorado en la guía de la zona de la Tienda Verde. Yo me enteré de su existencia al ascender al vecino Pico Vicente; identificando sobre el mapa una cima que se elevaba al oeste, vi con sorpresa que su altitud era de las mayores de la cordillera: 1.443 m, sólo seis menos que el Corocho de Rocigalgo. Y en ese mismo momento me hice el propósito de ascenderla.

La ruta que reseño aquí es una exploración: es seguro que hay mejores alternativas pero no siempre se acierta a la primera. En primer lugar, quería haber partido del Embalse Cabeza del Torcón; no sólo está más cerca al pico, sino que el tramo entre los dos pantanos no aporta nada a la ruta. Pero fui incapaz de dar con la forma de llegar en coche a éste, al encontrarme el itinerario previsto bloqueado por una finca, y terminé asumiendo 6 km de ida, y otros tantos de vuelta, adicionales. He visto un posible acceso al más alto desde Menasalbas, pero no estoy seguro de que sea factible.

Luego, íbamos a remontar el Arroyo del Torcón en su totalidad pero, cuando la maleza hizo el barranco punto menos que impracticable, decidimos remontar directamente el lomo NO al pasar por él. En ese caso, no doy por mala la vía: es bonita y no llega a ser incómoda; mejor, en todo caso, que el fondo enmarañado del arroyo. Sin embargo, al subir, vimos en enfrente, en la vertiente este del Corral de Cantos, el corte de una senda bastante alta sobre el cauce: otra posibilidad abierta.

Ahora, al repasar la reseña, he visto en Wikiloc un puñado de rutas que ascienden a la cumbre por el cordal, unas desde el Vicente y otras por el Corral de Cantos. Pero este intento de encontrar una buena ruta al Risco de Alanillas Altas desde el norte sigue siendo original. Aunque es posiblemente mejorable, resulta bonito y variado. Requiere tener buen fondo y estar acostumbrado a caminar sin senda por terreno variado, aparte de cierto sentido de la orientación ante los múltiples cruces y bifurcaciones. Por último, este monte tiene actividad cinegética y se pasa por cotos, por lo que sólo se debe ir en veda; además, entonces los días son largos, lo que es otro factor importante.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar junto a la presa del Embalse del Torcón, comenzamos caminar cruzándola y viendo, al fondo sobre el agua, las cumbres del Cuervo, el Pico Vicente y el Risco de Alanillas Altas, bajo un cielo despejado. Unas finas nubes altas no llegaban a atenuar el calor del sol, que sería una constante durante toda la jornada.

Al otro lado del dique, bajamos a la banda de arena que se a lo largo de extiende la orilla y fuimos rodeando el embalse por el norte y oeste, cruzando una torrentera, hasta ver...

... el arranque de un carril que se internaba en el encinar.

Tras ganar altura suavemente, desembocamos en la Senda de Carboneros. Tomándola a la izquierda (S), pasamos a...

... caminar a través de un ondulado terreno de jaras y encinas dispersas, hacia la sierra. Seguimos la pista más marcada, sin hacer caso a desvíos, hasta que...

... otro carril nos cortó el paso. Giramos entonces a la derecha (O), vadeamos el Arroyo de la Gimena y, llegando junto al Arroyo del Torcón, nos encontramos ante...

... otra bifurcación. Continuamos por la derecha (S) para...

... mantenernos en la misma orilla y remontar el modesto curso, que corre apacible cortando una alfombra verde entre árboles; algo un poco inesperado al sur de Toledo.

Aunque el entorno es bonito, acaba siendo un poco monótono y la hora larga de camino hasta el Embalse Cabeza del Torcón se nos hizo algo larga. Claro que peor sería a la vuelta, con el cansancio de la ascensión en las piernas. De momento, cruzamos el riachuelo por un puente de cemento frente a la puerta de la instalación, donde se encuentran varios caminos, y tomamos el que sale a la izquierda de la entrada (SE).

Por él, ganamos altura entre árboles llevando a la derecha la cerca del embalse, al fondo del cual veíamos, además de la cumbre del día, el pico del Corral de Cantos. Esta cuesta no sólo fue la primera, sino la más empinada del día. Pero es corta y no tardamos en llegar a la parte superior de la Raña de Pedro Martín, que se extiende al este del valle. Cuando el camino se allanó, dejamos de lado un par de desvíos a la izquierda para tomar el primero que sale a la derecha (SO) y...

... continuar bordeando la misma valla. Aunque este carril no debe de estar muy transitado, a tenor de las plantas que crecen sobre el mismo, es cómodo. Más lo sería si no hubiésemos tenido que salvar una cerca de alambre de un par de metros que lo atraviesa.

A continuación, llegamos a un cruce, donde giramos a la derecha (NO), pasando la verja de ese lado por una puerta.

Tras recuperar el rumbo suroeste por un trecho, volvimos a girar a la derecha (NO) en un desvío y descendimos una intensa pendiente.

Al final de la bajada, volvimos a encontrar el Arroyo del Torcón que ahora, por encima de la presa, bajaba bastante más ancho. El camino se esfumó ante el cauce y, a fin de cruzarlo con comodidad, giramos a la izquierda (SO) y remontamos la corriente unos 50 metros, hasta que se divide y unas oportunas rocas permiten vadearla sin mojarse.

Luego, ascendimos suavemente por la otra orilla hasta dar con un camino que tomamos a la izquierda (S). El mismo se bifurca poco después, en un paraje dominado por el pico del Cuervo.

Al tiempo que remontábamos el arroyo, el arbolado en torno se fue haciendo más espeso y, pese a llevar cerca el agua, la oíamos sin verla. Al poco, cruzamos el Camino de los Rubielos y proseguimos recto (SO) tras un doble giro derecha - izquierda.

A continuación, atravesamos una zona más abierta pobalada por grandes árboles.

Cuando el arbolado volvió a espesarse, vadeamos el torrente y...

... continuamos remontando el barranco, separándonos del agua.

A la altura del Molino de los Tejos, del que apenas quedan los cimientos, el camino se bifurcó y nosotros seguimos por la derecha (O) para continuar siguiendo el barranco. Luego, vimos que podíamos haber ido por la izquierda pues, más adelante, acabamos cortando la misma senda. Pero vayamos por orden.

El camino junto al torrente acabó bruscamente poco después, hacia los 880 m de altitud, en un claro del bosque. Proseguimos caminando en la misma dirección, entrando nuevamente bajo los árboles, donde encontramos un rastro en la hojarasca que...

... nos separó del cauce, ganando altura y saliendo por un momento a terreno despejado al doblar un espolón. Desde allí, podíamos ver el boscoso fondo del barranco, dominado por el Corral de Cantos, cuyas vertientes aparecían cortadas por afilados canchos.

De nuevo bajo los árboles, cruzamos un arroyo anónimo y volvimos junto al del Torcón, que corre aquí entre vertientes abiertas en pleno bosque. Enseguida desapareció toda traza pero el terreno era cómodo.

Hacia la cota 900, pasamos por una fuente rústicamente acondicionada con piedras sueltas.

A partir de ella, el torrente fue haciéndose saltarín y sus riberas, abruptas. Cerca de los 940 m de altitud y a fin de evitar una zona especialmente enmarañada, giramos a la izquierda (S) y ganamos altura por la vertiente, encontrándonos...

... al cabo fuera de los árboles y ante una banda de jara poco densa. Estábamos en el arranque del lomo NO del Risco de las Alanillas Altas y decidimos continuar...

... subiendo por lo alto del mismo, a la vista del panorama: una pendiente moderada y el matorral cortado por numerosos huecos. En el anchísimo lomo, hacia la cota 1.000, un cancho que sobresalía del matorral nos orientó para tomar la cuerda.

Desde allí, mirando al otro lado del Arroyo del Torcón, descubrimos una senda que cortaba a similar altura las laderas del Corral del Cantos. Hubiera sido otra posibilidad para remontar cómodamente el barranco pero no figura en el mapa y tampoco habíamos visto ningún camino salir del fondo del barranco.

Proseguimos subiendo por la loma, que resultaba cómoda, con sus suaves curvatura y pendiente, y una vegetación de hierba y jara de poca densidad. Tras cruzar una delgada banda de árboles, nos encontramos ante...

... un rellano empradizado. Al otro lado del mismo, otra breve arboleda daba paso a una collada hacia los 1.100 m de altitud, desde la que hay ya...

... una amplísima panorámica al noreste: más allá del robledal del pie de monte, se extendía la llanura castellana, donde destacaban las montañas isla de Noez, Pulgar y Layos, así como la Sierra del Castañar.

Un crestón rocoso nos dominaba desde lo alto de la ladera que teníamos delante a la izquierda, cubierta de robledal su vertiente norte. No se trataba aún del Risco de Alanillas Altas, sino de su antecima noroeste, pero marcaba el camino a la cumbre.

El collado estaba atravesado por una especie de senda pedregosa, que posiblemente sea la continuación de aquel desvío a la izquierda que dejamos de lado cerca del Molino de los Tejos. La subida hubiera sido más cómoda hasta aquí por él pero, en el cruce, aún no sabíamos que acabaríamos aquí. Como la vereda cruza la loma y no teníamos (ni tenemos) claro dónde acaba, la atravesamos y seguimos por el lomo. Éste es predominantemente herboso y las bandas de matorral, pedrera o arbolados que lo cortan, nunca son extensas ni incómodas. Y como la pendiente tampoco exigía un esfuerzo demasiado intenso, pudimos ir...

... recreándonos los ojos con, por ejemplo, la cresta del Corral de Cantos, que se iba definiendo cada vez más, aunque no llegamos a identificar con total seguridad los bloques que forman su característica cima y le dan nombre.

Al coronar la cota 1.218, nos encontramos ante un rellano pedregoso, al cabo del cual comienza la última cuesta hacia la cima. A partir de ahí, cambió el entorno y pasamos a caminar entre jóvenes robles.

Al paso por un claro, nos encontramos con un curioso peñasco de superficie curva, algo muy poco habitual en la cuarcita, que tiende a estructurarse en prismas.

Desde ese lugar, pudimos ver que, al oeste, el Corocho de Rocigalgo asomaba ya por encima de la divisoria de la sierra.

Tras otro trecho a través del bosque, salimos del mismo cerca ya del cancho que corona la antecima noroeste. Vimos un corte que permite cruzarlo con facilidad y hacia él nos dirigimos, caminando ahora por un terreno mineral de pedrera y rocas.

Al otro lado de la horcada, encontramos una acusada bajada por canchal relativamente estable hasta...

... una especie de tajo transversal en la roca. Allí giramos a la izquierda (E) para continuar descendiendo por prado pedregoso entre árboles dispersos y, al desaparecer la pared que nos cerraba el paso, volver a girar a la derecha (SE) y recuperar la dirección original.

Estábamos en un rellano pedregoso, con el cancho a la derecha y viendo los picos Cuervo y Vicente al otro lado.

Al avanzar y dejar atrás el crestón, se nos descubrió la cumbre ya cercana. En medio, encontramos un corte en el terreno y derivamos a la derecha (S), volviendo a meternos en el cancho.

Aparecimos en un pasillo entre rocas, que tomamos a la izquierda (SE), bajando brevemente hasta salir del roquedo al...

... pedregoso llano cimero que se extiende entre los riscos y desde donde presentan un bonito aspecto tanto la antecima que acabábamos de dejar atrás, como...

... la cumbre, que se elevaba en varios escalones. Éstos son bajos y presentan además diversas fracturas y graderíos, por lo que los superamos con mucha facilidad y prácticamente sin apoyar las manos.

Una vez en lo alto del Risco de Alanillas Altas, localizamos la punta que nos pareció más alta y que no sólo carecía de hito, sino que tampoco encontramos la menor huella humana. Efectivamente, no viene por aquí mucha gente. Las vistas son hermosas desde esta cima, y extensas, a tono con su importante prominencia.

Al este, más lejos de los vecinos Cuervo y Vicente, veíamos la Sierra del Castañar a un lado e incluso algo del cresterío de los Yébenes.

Al norte, se extendía la verde llanura toledana, con sus montañas isla. Ahora, además, podíamos ver los dos embalses que marcan la primera parte de la ruta.

Al noroeste, se elevaban el Corral de Cantos y el Cerro Camocho, más allá de la antecima noroeste.

Al oeste, la Sierra Majana, con el Corocho de Rocigalgo destacado sobre la llanura de Cabañeros. Y por encima de su cresta, una lejana sorpresa: el cono del Pico de las Villuercas, máxima altura de la cordillera.

No nos demoramos en exceso en cumbre, pues el día ya estaba avanzado y nos quedaba un largo retorno. En primer lugar, bajamos directamente al sur, a través de una breve pedrera que nos dio paso a una banda de matorral. Más allá, una antena nos servía de referencia para buscar el camino que recorre el cordal.

Aunque no encontramos trazas en el monte bajo, éste no estaba tan cerrado como aparentaba, lo atravesamos con relativa comodidad y pronto quedó atrás la cima.

Cerca de la antena, dimos con una pista, que tomamos a la izquierda (SE) para...

... descender por el flanco norte de la cuerda, entrando así en la vertiente del Arroyo de la Yedra, por donde transcurriría la principal parte del retorno. Éste nace a los pies de los picos del Cuervo y las Lagunillas, formando un hermoso embudo verde de formas suaves y armoniosas.

También podíamos ver, a través del boquete del Puerto del Reventón, la verde llanura meridional extenderse hasta un impreciso horizonte ondulado: Sierra Morena.

Cuando llegamos al collado, sin cruzarlo, giramos con el camino a la izquierda (E) para...

... continuar el suave descenso diagonal, atravesando ahora el hermoso robledal de la ladera norte del Vicente. A nuestra izquierda, algún claro entre los árboles...

... nos dejó ver el Arroyo de la Yedra y, sobre él, un testero empradizado por donde alcanzaríamos su fondo.

Antes, encontramos un desvío a la izquierda (N), que tomamos para cambiar de dirección y seguir con la bajada.

Pasamos a continuación por el rellano que antes habíamos visto desde arriba. En él se alza una casa medio ruinosa junto a la que pasa el camino antes de bajar al Arroyo de la Yedra.

Tras cruzar el modesto cauce, poco más de un hilo de agua que se pasaba de una zancada, el carril nos llevó a seguir su curso a través del bosque de la ribera izquierda.

Al rato, salimos a una zona de prado salpicada de grandes árboles, observando que el cielo se había ido cubriendo mientras atravesábamos el bosque. Pero todo quedó en un amago: las nubes sólo sirvieron para dar una sombra que agradecimos.

Mirando atrás, podíamos ver el Risco de las Alanillas Altas, con la cima entre un espolón destacado al norte, llamado el Barderón, y la antecima noroeste.

Tras otro buen rato andando sin nada que reseñar, nuestra pista desembocó en otra, que tomamos a la derecha (SE). Se trata del mismo Camino de los Rubielos que esa mañana habíamos cruzado remontando el Arroyo del Torcón.

Por él, vadeamos enseguida el de la Yedra, dejamos de lado un desvío a la izquierda y llegamos a una puerta abierta en una cerca que, el carril atraviesa haciendo una doble curva. Allí buscamos un camino que, según el mapa, debía salir a la izquierda (N) para encaramarse a la Raña de Pedro Martín, pero no apareció. En su lugar, había un campo de avena.

Tras pensarlo un poco, vimos una posible alternativa y, rogando porque no hubiera sido igualmente destruida, continuamos adelante por la pista. Pasábamos ahora entre sendas filas de árboles y con campos a los lados. A la derecha,...

... destacaba altivo el Pico del Cuervo.

Llegando cerca de las Casas del Zarzal, encontramos aliviados un desvío a la izquierda (NE), junto al que un cartel rezaba “A LA CASA”. Lo tomamos y, en un par de minutos,...

... llegamos a otra bifurcación, en la que giramos de nuevo a la izquierda (NO). Una corta cuesta nos llevó a encaramarnos a la Raña de Pedro Martín y pasamos a caminar entre la linde de un robledal y un campo cultivado. Fuimos siguiendo el carril, que va cambiando de dirección según el contorno del campo, hasta dar con una cerca donde gira a la derecha para seguirla.

Nosotros lo dejamos por la izquierda (SO) en la curva siguiendo la cerca por unas roderas. Enseguida tomamos dirección noroeste, que era la que nos convenía.

Al caminar por terreno elevado, veíamos a la izquierda el bonito cuadro que formaba la extensión verde del cereal contra el fondo de montañas que iban del Cuervo al Corral de Cantos.

Acabó este tramo cuando otra cerca de alambre que se une a la veníamos siguiendo nos cerró el paso. La saltamos para acceder a un camino que tomamos a la derecha (NE).

Éste es el mismo que ya habíamos seguido esa mañana al rodear el Embalse de Cabeza del Torcón y, al poco, nos encontramos en una bifurcación conocida. Concretamente aquélla a partir de la cual descendimos hacia el cauce del Arroyo del Torcón. Esta vez, seguimos por la derecha (NE) y...

... ya sólo nos quedó deshacer el recorrido de ida, eso sí, durante casi hora y media todavía, para regresar al Embalse del Torcón.

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