Suerio (1.954)

ASCENSIÓN DESDE FISCAL

CRESTEO POR SASÉ, PERMUZ Y FAJOL

Dentro de la cadena de las Sierras Interiores, la de Boltaña se eleva entre las montañas de Ordesa y el Serrablo, separando los ríos Ara y Bellos. El Suerio, sin alcanzar los 2.000 m, es su pico más alto. Se trata de una gran loma herbosa de abruptas vertientes cortadas por intrincados barrancos poblados de un bosque denso donde quedan numerosos restos de la presencia humana: pueblos en ruinas, ermitas aisladas y buenos caminos comidos por la maleza. Si bien no se trata de una montaña espectacular, su estratégica situación y gran prominencia la convierten en un mirador privilegiado sobre un amplio sector del Pirineo oscense.

La ruta recorre la cresta de la montaña, accediendo por la loma suroeste, desde Permuz, y prolongando el cresteo hasta la Collada Alseto, al este de la cima, para volver a la vertiente sur por Fajol.

Vistas desde el sur, la masa oscura del Monte Suerio contrasta con el blanco deslumbrante de las montañas de Ordesa

SITUACIÓN:

  • Zona: Sierras Interiores (Pirineos)
  • Unidad: Sierra de Boltaña
  • Base de partida: Fiscal (Huesca)

ACCESO: Fiscal es una pequeña población del Sobrarbe, situada en el centro de la banda septentrional de la provincia de Huesca y ribereña del Río Ara, que corre encajonado entre las Sierras Interiores. Lo más práctico, de cara a la ruta, es aparcar en las cercanías del Puesto de la Guardia Civil. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 770 / 1.954
  • Mi tiempo efectivo: 8h09
  • Mi tiempo total: 10h53
  • Dificultades: Ninguna. Itinerario por caminos o terreno cómodo.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tomar en Fiscal el PR-HU 42 hacia Fanlo. Seguirlo mientras faldea la sierra por el sur hasta Sasé. Dejarlo allí por la pista que sube al SO, se encarama al lomo sur de la montaña y lo remonta. Pasado el rellano del Permuz, cuando el carril cruza a la vertiente occidental, dejarlo por una senda a la derecha (E), que continúa ascendiendo, primero por la cuerda y luego por la vertiente occidental. Al acabar junto a la Punta Aguilar, de nuevo en cresta, tomarla a la izquierda (N), pasando un par de puntas secundarias antes de culminar el Suerio.

Continuar por la cuerda al E hasta llegar al arranque de una pista que se dirige al NE. Seguirla hasta pasar la Collada Alseto y, en el cruce siguiente, girar a la derecha (O). Reincorporados al PR-HU 42, seguirlo para volver, por Cajol y la Ermita de Santiago, a Sasé y, de allí, ya por camino conocido, a Fiscal.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Itinerario largo tanto por desnivel como por distancia, pero que se lleva bien y no plantea dificultades, al transcurrir casi íntegramente por caminos y no pasar la pendiente de moderada. Incluso los tramos en que los erizones han prosperado sobre la vía son cómodos, a condición de llevar piernas y tobillos bien protegidos. A la vista precisamente de esos trechos, creo que esta opción para ascender al Suerio es poco habitual; lo que constituye un atractivo más, pues la soledad siempre realza la belleza de la naturaleza. Y eso es lo mejor de esta ruta: la variedad de entornos que se atraviesan, todos ellos hermosos, curiosos o ambas cosas.

Así pues, estamos ante una ruta bella y variada, al alcance de andarines en buena forma. Hay que tener en cuenta que la excursión se puede alargar hasta las diez horas a poco que nos detengamos a disfrutar del horizonte o a curiosear por los parajes por los que pasaremos. Y, por cierto, no recuerdo panorámica tan hermosa, no sólo amplia, en los Pirineos como la que contemplé desde la cumbre del Suerio.

RELATO GRÁFICO:

El monte Suerio está tan encima de Fiscal que, desde el pueblo, no se ve. Sin embargo, al sur, sí que hay una perspectiva magnífica hacia la Peña Canciás, cuya cresta brillaba al sol matinal cuando comenzaba yo a caminar por la carretera que va de Fiscal a Boltaña.

Enseguida, recién cruzado un barranco, tomé un camino que sale a la izquierda (N), balizado como PR-HU 42. Un cartel indicaba a Sasé y Fanlo y, hasta el primero de esos pueblos, me guiarían las marcas blancas y amarillas.

Tras un breve tramo remontando el barranco, la senda giró al este y me llevó a atravesar la ladera boscosa en una diagonal de mediana pendiente. Por otro lado, esta vía debió de tener su importancia pues, aunque muy deteriorados por el tiempo, encontré tramos empedrados y numerosa obra de contención. Al doblar un espolón, entré en la cuenca del Barranco de Arresa y, en la ladera opuesta, observé en el pinar el corte de una pista.

No tardé en desembocar en la misma y, guiado por las marcas de pintura, la tomé a la derecha (NE). Se trata de un carril amplio y de piso regular pero poco transitado: la hierba y algún matojo crecían en todo su ancho. Por él, atravesé horizontalmente la cuenca hasta que, cerca del lomo oriental, dejé el carril por una senda que sale a la izquierda (SE) y...

... entra en el pinar para ganar de nuevo altura.

Al doblar un segundo espolón, salí de las sombras y me encontré ante el alegre espectáculo del valle del Ara brillando al sol bajo un cielo limpio.

Entraba en el Barranco de Santiago, que el camino remonta a mucha altura sobre el cauce. Al poco, descubrí la cumbre del Suerio al fondo del valle, marcada por una pincelada de nieve persistente.

No tardé en llegar a Sasé, pueblo abandonado de cierta entidad, donde...

... sólo se conservan decentemente un par de casas ocupadas y la torre de la iglesia.

Fui atravesando la aldea siguiendo las señales hasta que, al salir de una callejuela, me encontré sobre...

... una ancha pista fuera del caserío. Dejando el PR, que va al otro lado, giré a la izquierda (SO) y fui subiendo a través del pinar hacia el lomo meridional del Suerio.

Llegando a éste, el carril giró al norte para remontar la ancha loma, al tiempo que salía a terreno descubierto y volvía a ver la cumbre, a mi espalda.

También, al otro lado del Ara, la cresta del Canciás.

Tras dejar atrás un par de desvíos, entré de nuevo bajo los pinos en el rellano de Permuz y, al poco, llegué a una bifurcación. Giré a la izquierda (NO) y proseguí ascendiendo suavemente, ahora por un carril poblado de hierba. Entre los pinos, al fondo, se veía la Punta Fobions, por la que pasaría camino del Suerio.

Volví a ganar el lomo al tiempo que salía a terreno despejado y pude ver, al este, las crestas del Posets y el Cotiella asomando ya sobre otras más cercanas, más la Peña Montañesa, donde había estado el día anterior, medio tapada por la mole de Santa Marina.

Al otro lado de la loma, mirando hacia el Canciás, veía ahora también las casas de Fiscal a sus pies: ¡buen desnivel!

Tras cruzar el cordal, la pista pierde pendiente al internarse en la vertiente occidental. Yo, por mi parte, la abandoné por un desvío que sale a contramano a la derecha (E) justo al pasar una alambrada (la foto está hecha hacia atrás).

Este nuevo camino continua la remontada hacia la ondulada sucesión de cúpulas herbosas que constituye la cresta del Suerio.

Después de subir un trecho bajo la divisoria por la vertiente este, cambié de lado con el camino, que se encontraba cubierto por una capa cada vez más densa de erizones: no parece que pase mucha gente por aquí. Pese a llevar pantalón largo de cordura, de lo que me alegré, acabé poniéndome los guetres, harto de arañarme los tobillos.

Al poco, se unieron a los erizones unos arbustos que me llegaban al pecho. Éstos ocultaron totalmente el trazo del carril y, cuando me quise dar cuenta, estaba fuera del mismo. Dado que no lo veía por debajo, gané trabajosamente unos metros de altura y, efectivamente, lo recuperé. Parece mentira que me haya podido salir de una terraza de casi tres metros de ancho, pero así fue. Para entonces, estaba bastante cerca de...

... doblar un lomo que cae al oeste del cordal. Al cambiar de vertiente, me encontré ante un camino limpio de vegetación y con evidentes huellas de paso: una de las subidas desde Asín de Broto. Me incorporé al mismo, ganando enseguida el lomo en la collada próxima a la Punta Aguilar, modesto hombro que rompe la regularidad del lomo meridional de la montaña. Me pareció que merecía la pena asomarse al mismo y, saliéndome por la derecha (S) de la ruta,...

... me encaramé al modesto cabezo.

Al este, junto a los de antes, ahora asomaba también la cumbre de la Punta Suelza. Girando a la derecha, veía...

... el surco del Ara, luego del Cinca, correr al sureste, hacia un horizonte impreciso de brumas brillantes.

Al sur, el Canciás seguía dominándolo todo, con la cresta de Guara comenzaba a entreviéndose sobre su hombro izquierdo.

Y, al oeste, una multitud de nuevos montes: Oturia, Collarada, la Sierra de Partacúa, Manchoya y toda la cresta de Tendeñera.

Tras el recreo visual, volví a la ruta, retornando al camino que recorre el cordal, primero por el lomo y luego por la vertiente oeste, evitando así un tramo más empinado.

El carril es amplio, de buen piso y pendiente moderada, con lo que la andadura fue relajada y...

... reservé la atención para disfrutar del panorama que me rodeaba. Como esta vista del Oturia.

Cuando la pista pasó brevemente por el lomo, podría haber culminado la subida a la primera punta de la cresta directamente, pero juzgué más cómodo seguirla, volviendo al flanco oeste hasta estar a la altura de la Punta Fobions.

Donde el camino deja de subir, se descubrió la vista asombrosa del Vignemale y Mondarruego desde el que, creo, es su mejor ángulo. Entre ambos, se alzaba un par de montes, de los que me llamó la atención la silueta aguda del de la derecha: el Pic Labas. Entonces, dejé el carril por la derecha (E) para...

... subir por una suave y despejada rampa herbosa hasta la Punta Fobions.

Desde este pico secundario, mirando al oeste, seguía viendo el cordal Collarada - Telera más allá de la Manchoya, así como la Sierra de Tendeñera.

Pero al norte, además del Vignemale y Mondarruego, veía toda la cresta que va del Taillón a las Tres Sorores.

Volviéndome al sur, más allá del cordal recorrido hasta entonces, podía contemplar el Canciás y el Tozal de Guara. Llevaba rato viendo esas montañas, pero no me cansaba.

Retomé camino por la cresta ancha, suavemente ondulada y cubierta de hierba, que traza ahora un arco a la derecha hasta tomar dirección este, frente a las Sorores y las Marías. Mientras descendía tranquilamente hacia el nordeste,...

... si miraba a mi derecha veía la Peña Montañesa, en la que había quedado prendida una de las escasas nubes que había.

Y, al otro lado, la Manchoya.

Tras el paso por el collado, una subida asimismo suave me dejó en la cima de la Punta Corona, desde donde,...

... por su situación adelantada, tenía la mejor panorámica de las montañas de Ordesa, todas nieve y roca, mientras que, al otro lado, veía...

... el Barranco de Santiago deslizarse entre lomas boscosas hacia el valle del Ara. ¡Qué contraste!

Para llegar a la cumbre del Suerio, me restaba sólo una casi imperceptible bajada y una subida corta y suave, siempre...

... por un comodísimo lomo, amplio, romo y herboso.

Al estar en el extremo oriental de la cresta, se me descubrió la Foz de Jánovas, entre los cerros de Santa Marina y Ferrera. Más cerca, se deslizaba hacia el valle del Ara el cordal del Santiago, que cruzaría durante la bajada.

Al sur, ya era totalmente visible el Tozal de Guara junto al Canciás.

Al oeste, sobre la Manchoya, se mostraba ese oleaje calizo que forma la Sierra de la Partacúa. Girándome más a la derecha,...

... todo el cordal de la Tendeñera y,...

... ya al norte, el Vignemale aparecía como un descomunal trapezoide blanco, contrastando con la roca oscura de las paredes de Mondarruego.

Tras pasar los ojos por las Tres Sorores, llegaban al...

... Castillo Mayor, más allá del cual, por desgracia, las nubes tapaban las crestas de la Punta Suelza y el Posets.

Más al sur, el panorama se aclaraba sobre el Cotiella y la Peña Montañesa. He de decir que, habiendo sobrepasado el millar de picos ascendidos, de los que más de 300 en el Pirineo, no recuerdo un panorama tan hermoso y amplio, como éste del modesto Suerio. Aunque eso no deja de ser una opinión.

En fin, al cabo de casi una hora embobado, emprendí el regreso, que consistiría en un amplio y bello rodeo cortando la vertiente suroriental de la montaña. En primer lugar, continué el cresteo al este, por una ancha loma herbosa que desciende suavemente. No había senda ni hitos... ni los eché de menos.

A mi derecha, se iba descubriendo la Guarga de Cajol, barranco bajo cuya cabecera cruzaría luego. Es más: veía en el pinar el corte de la pista por donde iría a encaramarme a la loma del Santiago para pasar a la cuenca siguiente.

Al pasar la Punta Pardina, hombro ligeramente destacado al norte, pude ver la vertiente septentrional del Suerio, empinadísima y alta rampa desolada que surge del pinar.

También, otra perspectiva más del Macizo de Marboré.

Desde ahí, pude distinguir cómo el cordal se empinaba hacia un pequeño prado, para luego allanarse al llegar al bosque.

Durante ese primer descenso fuerte, en que además apareció el matorral sobre la arista, busqué el paso cómodo por el cascajo del flanco izquierdo, encontrando incluso sutiles trazas de paso que me facilitaron la bajada. Al llegar al prado de abajo,...

... tomé un camino que nace allí y, de nuevo por el lado izquierdo del lomo, entra bajo los pinos.

El carril es ancho, de buen trazado y suelo decente pero estaba interrumpido cada pocos pasos por árboles caídos: otro lugar poco transitado. Por él llegué, descendiendo gradualmente, hasta...

... un collado al pie de la Punta Pardina que, desde aquí, sí que parece un pico. Y bastante impresionante. Continué recto (NE) en el cruce que hay en la horcada, pasando ahora a...

... recorrer el cordal por el lado derecho, entre vegetación menos densa, lo que permitía unas vistas más amplias, hasta alcanzar...

... la Collada Alseto. En esta amplia depresión herbosa del cordal, el camino que llevaba recibe a otro que llega de la izquierda. Sin hacerle caso, proseguí recto (E), cambiando de nuevo al sur de la loma.

Al poco dejé a la derecha la Pardina Alseto, edificio amplio y en muy buen estado pero impracticable por dentro, pues ha sido utilizado intensamente como establo. De la ermita que señala el mapa, no hallé rastro. Eso sí, hay que volverse de vez en cuando para mirar la Punta Pardina.

Este camino desembocó poco después en una pista aún más amplia y acondicionada: me reencontraba con el PR-HU 42, el del principio. Tomándolo a la derecha (O), no tendría más que seguirlo para retornar a Fiscal. Pero eso no significaba que estuviera terminando la excursión; me quedaban todavía más de tres horas de camino.

Al principio, la pista me llevó en ligero descenso, trazando una diagonal sobre el Barranco de las Planas, alternando zonas boscosas con...

... claros en que volvía a ver la cresta sobre laderas pobladas de un multicolor monte bajo.

A punto de dejar atrás la cabecera, al encaramarse el carril a una loma y girar a la derecha, lo dejé por el exterior de la curva (SO), tomando una senda señalizada que entra en el pinar y...

... se lanza a una bajada más directa por la vertiente de la Guarga de Cajol. Pronto me encontré siguiendo, por una u otra margen, una torrentera. Pero el sendero es cómodo; aunque estrecho, conserva bastante obra de acondicionamiento, estragada por el tiempo y el abandono pero aún reconocible y útil.

Una bajada rauda me dejó en la pista que atraviesa el caserío abandonado de Cajol. Se trata de la misma que había seguido antes pero, con la senda, me había ahorrado un buen rodeo. Tomando la pista a la derecha (SO), me encontré enseguida...

... fuera del caserío y ante la cabecera descarnada de la Guarga, cuya cuenca iba a rodear. Éste es un barranco importante y,...

... al atravesarlo, vi al fondo el valle del Ara y la boca de la Foz de Jánovas.

Una vez en la vertiente occidental, no pasó mucho hasta encontrar un nuevo desvío. Las señales me llevaron a tomar una buena senda que salía a la derecha (O) y...

... remontaba, alternando tramos empinados con prolongados llaneos e incluso algún ligero descenso, la boscosa ladera que se extiende bajo la loma de Santiago.

De vez en cuando, veía entre las copas de los árboles el collado por donde la cruzaría.

El sendero no sólo era ancho y bien marcado; estaba trazado y afirmado a base de obras, algunas de bastante entidad.

El camino se abalcona en una diagonal tendida y los árboles se abren dejando hueco a un bonito matorral justo antes de llegar al collado donde se encuentra...

... la Ermita de Santiago, edificio sólido pero de interior arruinado.

Desde allí hay una hermosa vista al noreste, sobre la Guarga, más allá de la cual se distinguían aún...

... las Tres Sorores sobre Cajol y...

... el Cotiella sobre Castellar. Perdería definitivamente de vista ambas montañas, al pasar a la vertiente opuesta.

Un amplio camino cruza la horcada pero, ignorándolo, tomé una senda bien marcada que sale del mismo y baja directamente por la vaguada suroeste.

El sendero, más rústico que los anteriores pero también cómodo, se lanza a un empinado descenso. Tras encontrarse de nuevo con la pista y cruzarla...

... disminuye su pendiente y pasa a recorrer la ladera en diagonal, a través de la vertiente del Barranco Gabisonera, tributario del de Santiago.

Después de cruzar el Barranco de Santiago, descendí su curso por la vertiente oeste.

En ese tramo, el camino fue haciéndose más amplio y mejor, hasta encontrarme en una verdadera calzada antes de entrar en...

... Sasé, precisamente por el cruce donde por la mañana había dejado el PR.

A partir de ahí, retomé la ruta de la ida. De ese capítulo final de la jornada, merece destacar la vista sobre el pueblecito de Muro, encaramado en un rellano del monte de Los Castillones, cuyo colorido podía apreciar ahora, con el sol vespertino.

Poco después emboqué el valle del Ara y ya no tardé en llegar al arranque de la senda y al lugar de partida en Fiscal.

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