Croquis
de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH
COMENTARIOS: Travesía muy
bonita y variada, que combina un cresteo panorámico con la bajada por la
despejada cara oeste de Peñalara y el pinar de Valsaín. En general, la andadura
es cómoda y carece de dificultad. Habiendo nieve, la pendiente máxima la
encontramos durante los 150 m previos a Majada Hambrienta, en que se mantuvo en
20º o poco menos; es decir, suave ma non
troppo y conviene llevar el piolet en la mano. También es importante
iniciar la bajada precisamente por ese lomo occidental, que, si bien no está
balizado, es bastante evidente, a fin de evitar la empinada pedrera o pala de
nieve que se extiende al noroeste de la cumbre.
En resumen, el itinerario
tiene escasa dificultad y presenta una exigencia física mediana. Su mayor
inconveniente es el tener que disponer de dos coches, o bien estar dispuesto a
pasar muchas horas en transporte público (tren Cercedilla-puerto; autobús
Valsaín-Segovia; tren Segovia-Cercedilla), más las consiguientes esperas, que
pueden ser largas. Respecto a su atractivo, reside en que es otra forma de
recorrer Peñalara, aunque sin llegar a salirse de sendas más o menos
habituales: actividad para andarines inquietos.
Por último, una
observación sobre la traza en el mapa. El GPS se quedó sin pilas subiendo a la
Hermana Menor y no me di cuenta hasta el paso por la cima. He trazado a mano el
recorrido en ese tramo; algo fácil, pues nos limitamos a ir por la senda.
También he incrementé a mano el tiempo que faltaba en el track.
RELATO GRÁFICO:
Un viento
frío corría encañonado a través del Puerto de Navacerrada cuando comenzamos a
caminar por la pista de cemento que sale al este entre los edificios inferiores
de la estación invernal. Remontamos en lazadas la ladera de las Guarramillas
bajo una densa cubierta de nubes, desapacible pero no amenazadora, a través de
un entorno muy degradado por las instalaciones de esquí.
Al
asomarnos al lomo suroeste, descubrimos la Garganta de Navacerrada encajonada
entre la Maliciosa y la Cuerda de las Cabrillas y pudimos abstraernos un poco
de las pilastras, cercas, etc.
También
es bonita, aunque le sobren artefactos, la perspectiva al oeste desde la
Primera Guarramilla, donde culmina la cuesta: los Siete Picos y la Mujer Muerta
sobre el mar de pinos carpetano y, a nuestros pies, el Puerto de Navacerrada.
En esa
primera prominencia, el cordal forma un hombro y se descubre, en lo alto de una
cuesta suave, las instalaciones de telecomunicaciones de la Bola del Mundo, a
cuya puerta muere la pista. Lo lógico hubiera sido girar allí a la izquierda
pero, en vez de eso, rodeamos el recinto por la derecha a fin de...
... pasar
junto al vértice del Alto de las Guarramillas, situado del lado sur, frente a
la Maliciosa. Si el viento era fuerte desde que arrancamos del puerto, allí era
ya un vendaval que llegaba a zarandearnos: soplando del sureste, ahora
estábamos totalmente expuestos.
Seguimos rodeando
la cerca hasta la esquina nororiental, donde seguimos recto al norte, cruzando
la planicie cimera hasta que cambia la pendiente. Allí vimos ante nosotros la
Loma del Noruego caer hacia el Puerto de los Cotos. Al fondo, Peñalara aparecía
con un bonete de nubes, aunque el aspecto general del cielo era mejor que hacia
el sur. Una traza sutil se marcaba en la hierba rala que cubría el anchísimo y
suave lomo. Tras un primer trecho en seco,...
... una
mancha de nieve que cubría el lomo entre las cotas 2.100 y 2.000 nos facilitó
una bajada más rápida. Además, ahora íbamos relativamente protegidos del viento
y pudimos relajarnos algo, sobre todo mirando cómo, a nuestra derecha,...
... las
Cabezas de Hierro se iban descubriendo por encima del lomo norte del Cerro de
Valdemartín.
Confirmamos
la buena expectativa cuando vimos grandes claros abrirse también sobre el Valle
del Lozoya. Aún quedaba una nubecilla sobre Peñalara. Ya se iría. Tras el
nevero, reencontramos el trazo precario del principio transformado en un ancho
y cómodo camino que cortaba el matorral. Una subida corta y suave nos dejó en
lo alto de la Peña del Águila, modestísima prominencia con...
... buena
perspectiva de las Guarramillas.
Poco
después, al pie del Altozano, otro pequeño domo sobre la loma, llegamos a la
linde del pinar y vimos despejarse la cumbre de Peñalara.
Al paso
por el mismo, un hueco en el arbolado nos dejó ver las Cabezas de Hierro, con
los tubos del norte ya descubiertos. Sobre ellas, las nubes aún se mostraban
sombrías.
Pero, delante
y sobre nosotros, brillaba el sol cuando llegamos al Puerto de los Cotos, donde
nos detuvimos en la Venta Marcelino. Allí hicimos el habitual picoteo de media
subida; pero, esta vez a base de tortilla, un lujo inusitado. Tras la parada,
retomamos camino por la pista que remonta la ladera septentrional del collado
antes de tomar dirección nordeste para...
... entrar
en el pinar y comenzar a ascender en tendidas diagonales la falda de Peñalara.
Al pasar el
modesto alto del que arranca la senda que va al Refugio Zabala, se abrieron los
árboles descubriendo la cumbre, que brillaba bajo un cielo ya azul.
A partir
de ahí, el camino se empina y empeora y los pinos, cada vez más pequeños, se entremezclan
con el matorral.
Cuando
los árboles terminaron de perder la partida ante el monte bajo, pudimos
contemplar, al otro lado de Cotos, la parte oriental de la Cuerda Larga, del
Puerto de Navacerrada a las Cabezas de Hierro.
Poco
después, doblamos el lomo sur de la montaña y descubrimos Siete Picos y la
Mujer Muerta, que llevábamos tiempo sin ver.
Pisando
otra vez nieve, culminamos la subida hasta la Hermana Menor, modesto hombro
desde el que veíamos ya el tramo de cresta que nos restaba hasta la cima.
Remontamos
ese ancho lomo herboso, recorrido por una nítida traza que resulta innecesaria,
pues el terreno es uniforme, mientras el viento volvía a alcanzarnos con toda
violencia, en este caso facilitando la subida.
Así,
cuando llegamos a Peñalara, no aguantamos ni cinco minutos y decidimos hacer la
parada larga cuando estuviéramos a cubierto. Además, tampoco las vistas eran
buenas, pues la atmósfera había vuelto a enturbiarse mientras sobre nuestras
cabezas las nubes corrían a toda velocidad.
Dejamos
la cumbre caminando directamente al oeste hasta alcanzar el límite de la
extensa planicie convexa que culmina el monte. Allí descubrimos una loma nevada
que baja hacia ese lado y, por lo alto de la misma, nos lanzamos a un descenso
rápido y cómodo, ya que...
... la
pendiente era suave y las condiciones de la nieve, ideales para caminar:
hundíamos justo la suela de las botas.
Hacia los
2.200 metros de altitud, donde la loma forma un rellano, nos topamos con una
hilera de hitos que la cruza. Marca la bajada hacia el refugio de Majada
Hambrienta, nuestra siguiente etapa. La tomamos a la derecha (N) y...
... continuamos
el descenso por una ligera pendiente de nieve, que apenas llega a los 20º, pero
se mantiene durante unos 150 m de desnivel.
Estando
la pala libre de obstáculos, bajada fue viva.
Acabamos
en un rellano herboso, en el límite de la nieve, desde el que veíamos, a la
derecha, la extensa rampa blanca de la vertiente noroeste de Peñalara, salpicada
de canchos oscuros y coronada por el crestón del Risco de los Pájaros.
Entrando
en esta terraza, al acabar la nieve, encontramos una senda borrosa que serpentea
buscando el buen paso entre peñascos y matorral.
La misma
nos condujo hasta el refugio de Majada Hambrienta, que se encuentra en buenas
condiciones y se asienta en un espectacular paraje,...
... frente
a Peñalara. Como estábamos por fin resguardados, hicimos la parada larga que
nos habíamos saltado en la cumbre.
Tampoco
es manca la perspectiva hacia la Mujer Muerta.
Tras la
parada, retomamos la senda, que se aleja de la cabaña hacia el norte,
atravesando el rellano camino del pinar.
Después
de atravesar el recién nacido Arroyo de Peñalara en un prado encharcado donde
se abre en varios brazos, llegamos a los primeros árboles.
Enseguida,
apenas recorridos 50 metros, salimos a un amplio claro y vimos salir a la
izquierda (O) unos hitos marcando un trazo mucho menos definido.
Los
seguimos y volvimos a entrar en el pinar. Allí, se perdió la senda al paso por
una zona de trabajo maderero, pero mantuvimos la dirección, bajando suavemente
por terreno despejado entre los árboles hasta encontrar un carril de saca que
venía a tener un trazado similar al de la antigua senda. Además, algunos hitos
persistían.
Este
camino fue a desembocar a una pista forestal que atraviesa la ladera. La
tomamos a la izquierda (S) e iniciamos...
... un
recorrido horizontal a través de la boscosa vertiente, cruzando varios
torrentes que, por cierto, bajaban.
Al doblar
un espolón, donde dejamos a la izquierda un desvío ascendente, el carril
comenzó a perder altura. Luego, tras un par de lazadas, llegamos a la zona
llana de Navalesquilar, desembocando en otra pista, asfaltada, que tomamos a la
derecha (NO) para dejarla enseguida.
Al cabo
de 50 metros, a la entrada de una curva a la derecha, continuamos caminando
recto (NO), por una casi imperceptible traza que se interna en el pinar.
Fuimos
paralelos al Arroyo de las Quebradas, caminando sobre un lomo poco marcado que
forma la ribera derecha. Al principio, el trazo sólo podíamos seguirlo por el
hueco que abría en las matas raquíticas bajo los árboles. Pero, a poco rato,
fue dibujándose una senda que se ensanchó paulatinamente.
Cerca de
la confluencia del torrente citado con el de Peñalara, vadeamos este último y
no tardamos en desembocar en un carril más aparente y, enseguida, en otro aún
mejor; en ambas ocasiones, tomamos el ramal descendente, el de la izquierda
(NO).
El suave
descenso bajo grandes pinos, con el sol filtrándose entre las copas y por fin a
resguardo del viento, fue un agradable final de la ruta. Cuando llegamos a un
cruce, a la vista de un puentecillo sobre el Arroyo de Peñalara, que dejamos a
la izquierda, giramos a la derecha (NO) y...
...
embocamos el capítulo final: cuando los robles iban ganando espacio a los
pinos, alcanzamos la cancela que da paso al recinto al Centro Nacional de
Educación Ambiental de Pradera de Navalhorno, en cuyo aparcamiento habíamos
dejado previamente un coche. No sé si la Travesía Dos Castillas original
acababa en este barrio de Valsaín pero, en todo caso, aquí dimos por terminada
la nuestra.
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