Peñalara (2.428)

DEL Pº DE NAVACERRADA A PRADERA DE NAVALHORNO

POR LAS GUARRAMILLAS (2.262) Y PEÑALARA (2.428)

“TRAVESÍA DOS CASTILLAS”

Peñalara es la cumbre más alta del Guadarrama, montaña antigua de suaves formas alomadas que, aquí, se vuelve abrupta y rocosa en una breve cresta y un puñado de pequeños circos de origen glaciar. Alrededor, se extienden los prados pedregosos por encima de frondosos pinares, entre carreteras que suben hasta muy arriba, estaciones de esquí y una densa infraestructura turística que convierten a esta sierra en una de las más urbanizadas de la alta montaña española.

Respecto al Alto de Guarramillas o Bola del Mundo, es un cerro redondeado donde entroncan varias lomas, situado sobre el Puerto de Navacerrada en el extremo occidental de la Cuerda Larga. Con una pista que alcanza su cima y edificaciones sobre la misma, no es una cumbre de interés más que como punto de paso hacia otras. En este caso, además, es un bonito prólogo a la ascensión principal, al permitir admirar la cumbre que nos disponemos a subir.

Ambos picos quedarán unidos por la Travesía Dos Castillas, recorrido clásico que sale del Puerto de Guadarrama, recorre la divisoria del Sistema Central hasta Peñalara y baja a Pradera de Navalhorno, junto a Valsaín. En su origen fue una competición de esquí de montaña que organizaba antaño la desaparecida Sociedad Deportiva Excursionista, pero el recorrido también resulta atractivo realizado a pie.

Peñalara y las Guarramillas se alzan sobre el gran pinar de Valsaín

SITUACIÓN:

  • Zonas: Cuerda Larga y Sierra de Guadarrama (Sistema Central)
  • Unidad: Cuerda Larga y Sierra de Guadarrama
  • Bases de partida y llegada: Puerto de Navacerrada (Madrid) y Pradera de Navalhorno (Segovia)

ACCESO: El Puerto de Navacerrada se abre en el cordal principal del Guadarrama, entre los Siete Picos y la Cuerda Larga. Comunica las provincias de Madrid y Segovia entre las respectivas localidades de Navacerrada y Valsaín. Hay bastantes servicios turísticos y un amplio aparcamiento. Por otro lado, Pradera de Navalhorno es el anejo de Valsaín por donde pasa la carretera del Puerto de Navacerrada. Esta pequeña población depende del  municipio de San Ildefonso, o La Granja, y está situada al pie de las laderas de Peñalara. Para la volver tras la actividad, aunque hay un autobús que une Segovia y el puerto, sólo funciona los fines de semana y con pocos horarios. Lo mejor es disponer de dos coches, dejando el segundo en el aparcamiento público del CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental), que se encuentra a la entrada de Pradera de Navalhorno. Ambos extremos de la ruta aparecen como origen y destino en este link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.201 / 2.428
  • Mi tiempo efectivo: 5h42
  • Mi tiempo total: 6h53
  • Dificultades: Muy fácil (en las condiciones del día: nieve consistente pero no helada, de poco espesor y sin continuidad, por encima de la cota 2.100). Pendientes de nieve prolongadas pero suaves (<20º) al bajar de Peñalara.
  • Track para descargar en Wikiloc


Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Desde Puerto de Navacerrada, subir por la pista de cemento hasta el Alto de las Guarramillas. Girar a la izquierda (N) y bajar por la Loma del Noruego hasta el Puerto de los Cotos. Atravesarlo y tomar el camino que sube a la Hermana Menor para, desde allí, seguir el cordal al NO hasta Peñalara.

Girar a la izquierda (O) y descender por una loma hasta encontrar la senda que la cruza hacia los 2.200 m de altitud. Tomarla a la derecha (N), pasar por el refugio de Majada Hambrienta y seguir hasta cruzar el Arroyo de Peñalara. Poco después, girar a la izquierda (O), siguiendo unos hitos que bajan paralelos al cauce. Al topar con una pista, tomarla a la izquierda (SO) y seguirla hasta una bifurcación en Navalesquilar. Girar a la derecha (NO) y, a unos 50 m metros, dejar el carril por una senda borrosa a la izquierda (NO). Más adelante, el trazo se define hasta ser un verdadero camino por el que, manteniéndose siempre en bajada y al NO, se llega a Pradera de Navalhorno.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Travesía muy bonita y variada, que combina un cresteo panorámico con la bajada por la despejada cara oeste de Peñalara y el pinar de Valsaín. En general, la andadura es cómoda y carece de dificultad. Habiendo nieve, la pendiente máxima la encontramos durante los 150 m previos a Majada Hambrienta, en que se mantuvo en 20º o poco menos; es decir, suave ma non troppo y conviene llevar el piolet en la mano. También es importante iniciar la bajada precisamente por ese lomo occidental, que, si bien no está balizado, es bastante evidente, a fin de evitar la empinada pedrera o pala de nieve que se extiende al noroeste de la cumbre.

En resumen, el itinerario tiene escasa dificultad y presenta una exigencia física mediana. Su mayor inconveniente es el tener que disponer de dos coches, o bien estar dispuesto a pasar muchas horas en transporte público (tren Cercedilla-puerto; autobús Valsaín-Segovia; tren Segovia-Cercedilla), más las consiguientes esperas, que pueden ser largas. Respecto a su atractivo, reside en que es otra forma de recorrer Peñalara, aunque sin llegar a salirse de sendas más o menos habituales: actividad para andarines inquietos.

Por último, una observación sobre la traza en el mapa. El GPS se quedó sin pilas subiendo a la Hermana Menor y no me di cuenta hasta el paso por la cima. He trazado a mano el recorrido en ese tramo; algo fácil, pues nos limitamos a ir por la senda. También he incrementé a mano el tiempo que faltaba en el track.

RELATO GRÁFICO:

Un viento frío corría encañonado a través del Puerto de Navacerrada cuando comenzamos a caminar por la pista de cemento que sale al este entre los edificios inferiores de la estación invernal. Remontamos en lazadas la ladera de las Guarramillas bajo una densa cubierta de nubes, desapacible pero no amenazadora, a través de un entorno muy degradado por las instalaciones de esquí.

Al asomarnos al lomo suroeste, descubrimos la Garganta de Navacerrada encajonada entre la Maliciosa y la Cuerda de las Cabrillas y pudimos abstraernos un poco de las pilastras, cercas, etc.

También es bonita, aunque le sobren artefactos, la perspectiva al oeste desde la Primera Guarramilla, donde culmina la cuesta: los Siete Picos y la Mujer Muerta sobre el mar de pinos carpetano y, a nuestros pies, el Puerto de Navacerrada.

En esa primera prominencia, el cordal forma un hombro y se descubre, en lo alto de una cuesta suave, las instalaciones de telecomunicaciones de la Bola del Mundo, a cuya puerta muere la pista. Lo lógico hubiera sido girar allí a la izquierda pero, en vez de eso, rodeamos el recinto por la derecha a fin de...

... pasar junto al vértice del Alto de las Guarramillas, situado del lado sur, frente a la Maliciosa. Si el viento era fuerte desde que arrancamos del puerto, allí era ya un vendaval que llegaba a zarandearnos: soplando del sureste, ahora estábamos totalmente expuestos.

Seguimos rodeando la cerca hasta la esquina nororiental, donde seguimos recto al norte, cruzando la planicie cimera hasta que cambia la pendiente. Allí vimos ante nosotros la Loma del Noruego caer hacia el Puerto de los Cotos. Al fondo, Peñalara aparecía con un bonete de nubes, aunque el aspecto general del cielo era mejor que hacia el sur. Una traza sutil se marcaba en la hierba rala que cubría el anchísimo y suave lomo. Tras un primer trecho en seco,...

... una mancha de nieve que cubría el lomo entre las cotas 2.100 y 2.000 nos facilitó una bajada más rápida. Además, ahora íbamos relativamente protegidos del viento y pudimos relajarnos algo, sobre todo mirando cómo, a nuestra derecha,...

... las Cabezas de Hierro se iban descubriendo por encima del lomo norte del Cerro de Valdemartín.

Confirmamos la buena expectativa cuando vimos grandes claros abrirse también sobre el Valle del Lozoya. Aún quedaba una nubecilla sobre Peñalara. Ya se iría. Tras el nevero, reencontramos el trazo precario del principio transformado en un ancho y cómodo camino que cortaba el matorral. Una subida corta y suave nos dejó en lo alto de la Peña del Águila, modestísima prominencia con...

... buena perspectiva de las Guarramillas.

Poco después, al pie del Altozano, otro pequeño domo sobre la loma, llegamos a la linde del pinar y vimos despejarse la cumbre de Peñalara.

Al paso por el mismo, un hueco en el arbolado nos dejó ver las Cabezas de Hierro, con los tubos del norte ya descubiertos. Sobre ellas, las nubes aún se mostraban sombrías.

Pero, delante y sobre nosotros, brillaba el sol cuando llegamos al Puerto de los Cotos, donde nos detuvimos en la Venta Marcelino. Allí hicimos el habitual picoteo de media subida; pero, esta vez a base de tortilla, un lujo inusitado. Tras la parada, retomamos camino por la pista que remonta la ladera septentrional del collado antes de tomar dirección nordeste para...

... entrar en el pinar y comenzar a ascender en tendidas diagonales la falda de Peñalara.

Al pasar el modesto alto del que arranca la senda que va al Refugio Zabala, se abrieron los árboles descubriendo la cumbre, que brillaba bajo un cielo ya azul.

A partir de ahí, el camino se empina y empeora y los pinos, cada vez más pequeños, se entremezclan con el matorral.

Cuando los árboles terminaron de perder la partida ante el monte bajo, pudimos contemplar, al otro lado de Cotos, la parte oriental de la Cuerda Larga, del Puerto de Navacerrada a las Cabezas de Hierro.

Poco después, doblamos el lomo sur de la montaña y descubrimos Siete Picos y la Mujer Muerta, que llevábamos tiempo sin ver.

Pisando otra vez nieve, culminamos la subida hasta la Hermana Menor, modesto hombro desde el que veíamos ya el tramo de cresta que nos restaba hasta la cima.

Remontamos ese ancho lomo herboso, recorrido por una nítida traza que resulta innecesaria, pues el terreno es uniforme, mientras el viento volvía a alcanzarnos con toda violencia, en este caso facilitando la subida.

Así, cuando llegamos a Peñalara, no aguantamos ni cinco minutos y decidimos hacer la parada larga cuando estuviéramos a cubierto. Además, tampoco las vistas eran buenas, pues la atmósfera había vuelto a enturbiarse mientras sobre nuestras cabezas las nubes corrían a toda velocidad.

Dejamos la cumbre caminando directamente al oeste hasta alcanzar el límite de la extensa planicie convexa que culmina el monte. Allí descubrimos una loma nevada que baja hacia ese lado y, por lo alto de la misma, nos lanzamos a un descenso rápido y cómodo, ya que...

... la pendiente era suave y las condiciones de la nieve, ideales para caminar: hundíamos justo la suela de las botas.

Hacia los 2.200 metros de altitud, donde la loma forma un rellano, nos topamos con una hilera de hitos que la cruza. Marca la bajada hacia el refugio de Majada Hambrienta, nuestra siguiente etapa. La tomamos a la derecha (N) y...

... continuamos el descenso por una ligera pendiente de nieve, que apenas llega a los 20º, pero se mantiene durante unos 150 m de desnivel.

Estando la pala libre de obstáculos, bajada fue viva.

Acabamos en un rellano herboso, en el límite de la nieve, desde el que veíamos, a la derecha, la extensa rampa blanca de la vertiente noroeste de Peñalara, salpicada de canchos oscuros y coronada por el crestón del Risco de los Pájaros.

Entrando en esta terraza, al acabar la nieve, encontramos una senda borrosa que serpentea buscando el buen paso entre peñascos y matorral.

La misma nos condujo hasta el refugio de Majada Hambrienta, que se encuentra en buenas condiciones y se asienta en un espectacular paraje,...

... frente a Peñalara. Como estábamos por fin resguardados, hicimos la parada larga que nos habíamos saltado en la cumbre.

Tampoco es manca la perspectiva hacia la Mujer Muerta.

Tras la parada, retomamos la senda, que se aleja de la cabaña hacia el norte, atravesando el rellano camino del pinar.

Después de atravesar el recién nacido Arroyo de Peñalara en un prado encharcado donde se abre en varios brazos, llegamos a los primeros árboles.

Enseguida, apenas recorridos 50 metros, salimos a un amplio claro y vimos salir a la izquierda (O) unos hitos marcando un trazo mucho menos definido.

Los seguimos y volvimos a entrar en el pinar. Allí, se perdió la senda al paso por una zona de trabajo maderero, pero mantuvimos la dirección, bajando suavemente por terreno despejado entre los árboles hasta encontrar un carril de saca que venía a tener un trazado similar al de la antigua senda. Además, algunos hitos persistían.

Este camino fue a desembocar a una pista forestal que atraviesa la ladera. La tomamos a la izquierda (S) e iniciamos...

... un recorrido horizontal a través de la boscosa vertiente, cruzando varios torrentes que, por cierto, bajaban.

Al doblar un espolón, donde dejamos a la izquierda un desvío ascendente, el carril comenzó a perder altura. Luego, tras un par de lazadas, llegamos a la zona llana de Navalesquilar, desembocando en otra pista, asfaltada, que tomamos a la derecha (NO) para dejarla enseguida.

Al cabo de 50 metros, a la entrada de una curva a la derecha, continuamos caminando recto (NO), por una casi imperceptible traza que se interna en el pinar.

Fuimos paralelos al Arroyo de las Quebradas, caminando sobre un lomo poco marcado que forma la ribera derecha. Al principio, el trazo sólo podíamos seguirlo por el hueco que abría en las matas raquíticas bajo los árboles. Pero, a poco rato, fue dibujándose una senda que se ensanchó paulatinamente.

Cerca de la confluencia del torrente citado con el de Peñalara, vadeamos este último y no tardamos en desembocar en un carril más aparente y, enseguida, en otro aún mejor; en ambas ocasiones, tomamos el ramal descendente, el de la izquierda (NO).

El suave descenso bajo grandes pinos, con el sol filtrándose entre las copas y por fin a resguardo del viento, fue un agradable final de la ruta. Cuando llegamos a un cruce, a la vista de un puentecillo sobre el Arroyo de Peñalara, que dejamos a la izquierda, giramos a la derecha (NO) y...

... embocamos el capítulo final: cuando los robles iban ganando espacio a los pinos, alcanzamos la cancela que da paso al recinto al Centro Nacional de Educación Ambiental de Pradera de Navalhorno, en cuyo aparcamiento habíamos dejado previamente un coche. No sé si la Travesía Dos Castillas original acababa en este barrio de Valsaín pero, en todo caso, aquí dimos por terminada la nuestra.

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