Umión (1.437)

ASCENSIÓN DESDE ORBAÑANOS

ARISTA NORTE

El Umión es la cumbre más alta de los Montes Obarenes y del sector de Cordillera Cantábrica que, dominando la ribera derecha del Ebro, separa este río de la comarca de la Bureba. Pese a su altitud modesta, orográficamente es un pico destacado: con más de 700 m de prominencia, hay que alejarse 50 km para encontrar otro punto más alto del terreno. Se trata de un gran cerro de formas redondeadas, con sus laderas pobladas por una abundante y variada vegetación tanto de pasto como de bosque. Esta suavidad natural y morfológica está, sin embargo, interrumpida por potentes escarpes y agujas de roca de variado colorido. Toda esa diversidad de formas y colores da lugar a un entorno muy hermoso en las laderas que, junto con la previsible amplitud de horizontes, constituye el principal atractivo de esta montaña.

Esta ruta es una alternativa a la normal, por donde bajaremos, que, además del atractivo adicional de toda circular sobre la simple ida y vuelta, visita la espectacular zona de agujas, hogar de numerosos buitres de la base del contrafuerte septentrional del Umión.

Arista norte del Umión, con las agujas en su base, vista durante la aproximación desde Orbañanos

SITUACIÓN:

  • Zona: Montes del Alto Ebro (Cordillera Cantábrica)
  • Unidad: Montes Obarenes
  • Base de partida: Orbañanos (Burgos)

ACCESO: Orbañanos es una población del municipio de Valle de Tobalina situada en el este de la provincia de Burgos, en la ribera sur del Ebro y próxima a la raya con Álava. Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta, en lo más alto del pueblo, en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 608 / 1.437
  • Mi tiempo efectivo: 4h05
  • Mi tiempo total: 5h49
  • Dificultades: F. Gateo (I) de unos 80 metros de desnivel. El resto es camino que se llega a perder a veces, pero siempre reaparece.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Tomar en Orbañanos la pista que sale al S junto al pequeño cementerio y seguirla hasta pasar al pie de Peña Aguda. A continuación, en un doble cruce, doblar a la derecha (NO) y luego a la izquierda (SO) para atravesar el llano de San Pedro y alcanzar por una collada el contrafuerte norte del Umión. Remontar a la izquierda (SE) su lomo, poco definido, por una senda borrosa que se abre camino en la densa vegetación, serpenteando entre agujas para esquivar las zonas más complicadas. Luego, la cuerda se define en un lomo primero herboso y luego rocoso (I). Al llegar a la cresta, seguirla a la izquierda (SE) para ir a la cima del Umión (F).

Siguiendo hitos, tomar la cuerda al SE hasta el Portillo de Jarrillas y girar allí a la izquierda (NE) para bajar por la vaguada. Al perder altura, se va dibujando un trazo en la hierba que no tarda en transformarse en buena vereda que nos conduce por el barranco de El Calabozo hasta desembocar en la pista inicial. Tomándola a la derecha (N), se regresa a Orbañanos en pocos minutos.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Ascensión que puede calificarse de agreste: subida ruda por zonas de vegetación extremadamente densa, a través de un terreno complejo, y rematada por una trepada final. He encontrado reseñas en que se señalan hasta pasos de III grado en esta ruta; no los encontré por ningún lado. El asunto es que esta poco practicada alternativa para ascender al Umión está al alcance de cualquier excursionista con cierta habilidad, más que para orientarse en el monte, para el rastreo: la principal dificultad estriba en que el trazo en la mitad inferior del contrafuerte se hace irreconocible en el denso matorral que invade el suelo del bosque.

Por lo demás, no hay tramos demasiado expuestos o pasos de escalada; incluso la placa penúltima, 40 m por una rampa de roca continua, está muy lejos de la vertical, aunque hay que apoyar las manos para superarla. Sólo con el terreno mojado es desaconsejable esta ruta, pues el empinado final de la subida será entonces muy resbaladizo.

Por último, debo decir que he nombrado como arista el accidente que define eta ruta por seguir la misma nomenclatura de reseñas preexistentes pero, tras subirlo, yo lo llamaría mejor contrafuerte, ya que no llega a definirse filo hasta casi alcanzar la cuerda.

RELATO GRÁFICO:

Tras aparcar en el extremo sur de Orbañanos, comencé a caminar por la pista de cemento que prolonga la Calle Real y pasa junto el pequeño cementerio al abandonar el caserío. Un cartel indica que esta es la ruta al “Humión”, así que iba bien encaminado hacia la inmensa masa verde y gris que domina el horizonte meridional del pueblo, reluciente a la luz matinal que bajaba de un cielo totalmente despejado. Pese a lo temprano de la hora, hacía ya un calor más propio del verano.

Al poco, dejé atrás un pequeño depósito de agua y un par de desvíos. El tercero, situado al pie de una empinada ladera boscosa dominada por las crestas recortadas del Alto de Orbaños, es una senda que sale a la izquierda; se trata de la ruta normal al Umión y está indicada con cartel. Por ahí bajaría más tarde pero, de momento, la dejé de lado y continué por el carril, que gira a la derecha (O) para rodear el monte siguiendo su falda.

A partir de ahí, además, el piso del camino se deteriora y pasa a transcurrir bajo los pinos. Al salir del bosque, me encontré ante un enhiesto monolito de flancos lisos y verticales surgiendo del denso verdor que me rodeaba: la Peña Aguda.

Si miraba a mi izquierda, no sólo me encontraba la cumbre del Umión allá en lo alto, sino también las espectaculares agujas que surgen en la base de la arista. Su roca es de un rojizo moreno muy distinto del gris claro del resto de los canchos del monte.

Enseguida, me encontré ante una corta bajada y una doble bifurcación situada en medio del llano de San Pedro. Al otro lado, el arranque del contrafuerte septentrional estaba definido por...

... una collada bajo las agujas. Unas rodadas accedían a la misma y, para tomarlas, continué hasta la encrucijada y giré a la derecha (NO) en el primer cruce, dejando de lado...

... el camino que va hacia la ladera nordeste.

A los pocos metros, cuando el camino empieza a perder altura de nuevo, tomé a la izquierda (SO) las rodadas, claras pero que no pueden calificarse ya de camino.

Al llegar a la collada, el rastro desapareció y se me descubrió la vertiente del otro lado, extremadamente accidentada y poblada de una vegetación de aspecto impenetrable. A mi izquierda,...

... se elevaba el contrafuerte norte, ancho y cubierto de una densa masa de árboles y matorral, de la que surgían imponentes canchos. Busqué una forma de atravesar ese incómodo terreno y la encontré a la izquierda y ligeramente a contramano (SE).

En la vertiente oriental, un par de metros por debajo del collado, un trazo en la hierba apenas perceptible abría un estrecho resquicio entre los arbustos que, en apretada línea, cerraban el paso hacia arriba. Sirve de referencia que, desde el punto más bajo de la horcada, hay apuntar al pico de San Torcaz.

Afortunadamente, la senda se hizo muy clara enseguida ya que el pasillo que abre es la única manera razonable de internarse en la vegetación.

No tardó en dibujarse un trazo estrecho pero bien definido en el suelo, mientras superaba la recia pendiente en cómodas lazadas. Al pasar por zonas despejadas,...

... podía ver al norte el llano de San Pedro, donde destacaba el azul de una balsa de agua que no había visto al pasar, y la Peña Aguda. Más allá se alzaba la Sierra de Arcena al otro lado del valle del Ebro, sembrado de campos.

Pronto empezó a asomar sobre la vegetación la primera banda de agujas. No fui consciente del paso entre ellas, que transcurrió a través de un túnel vegetal, hasta que se despejaron de nuevo las plantas y vi que estaba...

... por encima de la base de un par de agudos monolitos. En lo alto del de la derecha, distinguí algo de color más claro.

Un buitre me seguía con la mirada. Luego vería bastantes más.

En un tramo en que la senda se abalcona sobre un barranco y se abren los árboles a la derecha, pude contemplar a placer el mayor de estos riscos, marcado en el mapa con la cota 998.

La senda ascendía ahora al suroeste y creí que me llevaría hacia una collada que veía sobre el mismo a mi derecha, bajo una gran placa.

Pero no fue así: súbitamente se abrió a mi izquierda (E) un pasillo de pedrera fina, sobre la que el trazo se marcaba indudable. Alcancé así una collada a mil metros de altitud, desde donde...

... además de la gran aguja, aún más espectacular que antes, se distinguían su vecina cota 1.007 y, al fondo, la Sierra de la Tesla.

Si quería ver buitres, sobre esas peñas había un buen número. Estuve bastante rato viéndoles levantar el suelo y aterrizar sobre sus atalayas. Al otro lado,...

... sobre el cuenco suroriental del Umión, en el que se despeñaba espectacular la cresta formada por la continuación a ese lado del mismo estrato de las agujas, el contraluz marcaba la entrada oeste del cañón del Ebro entre las alturas de Yebas y la Mota, ésta en la Sierra de Arcena.

La ascensión prosiguió atravesando una segunda barrera, ésta de caliza gris claro. La senda me llevó recto pendiente arriba y luego a la derecha, para pasar por el más cercano de los pasillos boscosos entre canchos.

El paso es estrecho, empinado y espectacular al pasar bajo los desplomes, pero carece en absoluto de dificultad.

A continuación, derivé a la derecha (O) para remontar en diagonal otra rampa de grava hacia una segunda collada, dominada por un característico risco cóncavo.

Asomándome al mismo, pude disfrutar de una amplia vista del Valle del Ebro, aguas arriba; un apacible y extenso pasillo lleno de campos cultivados de colores varios. Por desgracia, la atmósfera no estaba demasiado clara y los montes de Valnera apenas se distinguían en la distancia. Como contraste, el entorno que me rodeaba era agreste y salvaje.

Volviéndome, tenía ante mí la última etapa de la subida: una impresionante placa de unos 80 m de altura. Sin embargo, el obstáculo no fue para tanto. El trazo me llevó primero a ganar altura hacia la izquierda (SE), hasta alcanzar el extremo de una repisa herbosa que asciende en suave diagonal a la derecha (O). Es ancha y despejada y no llegué a tener sensación de exposición en ningún momento, a pesar de...

... las despejadas vistas que ofrecía. De la misma, salí a...

... una rampa herbosa con árboles dispersos y continué ascendiendo.

La senda había desaparecido pero, a partir de aquí, cerca de los 1.200 m de altitud, era innecesario, pues el terreno, aunque empinado, había perdido complejidad y, la vegetación, densidad y porte.

A mi derecha, me llamaron la atención los blanquecinos estratos paralelos que cortan la hierba de la arista norte del Talos Somos, vecino occidental del Umión.

Al pasar un hombro, la pendiente disminuyó y pude ver ya cercana, una cima aparente, en forma de cancho triangular elevado sobre el lomo herboso.

El mismo carece de obstáculos y los pocos peñascos que lo jalonan los rodeé tranquilamente.

Paulatinamente, la roca fue ganando terreno a la hierba y aumentó la pendiente.

Al principio, sólo me supuso poner algo más de cuidado en ver dónde apoyaba los pies, hasta que llegué a la base de una placa de roca inclinada y lisa. Estaba a 1.330 m de altitud y aquí debía encontrarme los pasos de dificultad, pero no fue así. Durante 40 metros, gateé sobre la roca que está lejos de ser vertical y, si bien...

... la vista impresiona, la dificultad es mínima, al menos con la piedra seca (I).

A continuación, se forma una verdadera arista, al tiempo que la roca se tiende y gané otros 40 m caminando...

... por un lomo regular.

Si a mi derecha veía la impresionante vertiente del Talos Somos, al otro lado,...

... la cruz cimera del Umión no tardó en asomar, más allá de una suave rampa mixta de hierba y piedra.

Al llegar a la cumbre, lo primero que hice fue volverme a contemplar el Valle del Ebro, con el fondo borroso de la Sierra Valnera.

Al oeste, la cresta de la sierra perdía mucha altura a partir del talos Somos. Más allá, estaba la modesta Sierra de Oña, continuación al oeste de esta alineación meridional de la Cordillera Cantábrica.

Al sur del Umión, se abre un bonito cuenco boscoso entre crestas; por él transcurre la ruta de ascensión más frecuente. Más lejos, al otro lado del Río Molinar, se alza la Sierra de Pancorbo, cuyo cordal se curva al este, hacia la Peña Horcada y el Mancubo, apenas visible.

Si al norte el terreno se desliza suavemente en una verde rampa, cantiles verticales defienden el flanco sur. Al fondo, el contraluz recorta las crestas abruptas de las sierras de Toloño y, mucho más lejos, Lókiz, Urbasa, Andía...

Por último, al norte, la Sierra de Arcena domina un buen tramo del Ebro, entre Garoña y el cañón de Sobrón. A mis pies, podía ver también Orbañanos.

Tras un buen rato, me despedí de la cumbre y...

... bajé siguiendo la cuerda al sureste, por un senderillo que va, cerca de la arista, por el flanco izquierdo.

De vez en cuando, me asomaba al filo, para ver la hermosa caída meridional de la sierra.

Me llamó la atención un haz de estratos paralelos que rayaban de blanco el prado, como una calzada natural. Siguiéndolos llegué al Portillo de Jarrillas, que se abre entre el Umión y Peña Horcada. Allí, me dejé caer a la izquierda (NE),...

... por la ancha vaguada, siguiendo unos hitos bastante espaciados pero bien visibles. Ellos me llevaron a dejar a la izquierda una torrentera, buscando el lomo que la limita por el este, desde el que.....

... hay una bonita vista “de perfil” del Umión.

Al otro lado del lomo, proseguí el descenso guiado por los hitos, pues el trazo en la hierba era apenas perceptible.

Al perder altura, se fue descubriendo de nuevo el Ebro y, más cerca, el tajo rocoso del Arroyo de Coreo, que iba a evitar por la derecha.

También se fue apareció una clara senda, que, cuando se extremó la pendiente, comenzó a trazar diagonales.

Al poco, me encontré caminando a la sombra de un hermoso hayedo, lo que agradecí pues, si hacía calor temprano, ahora, cerca del mediodía, la cosa comenzaba a ser agobiante.

Al salir de la arboleda, me encontré ante otra perspectiva de la cumbre, de figura roma pero armoniosa desde este lado.

Abajo a mi izquierda, podía una espectacular V rocosa que marca un estrechamiento del Arroyo de Coreo, en cuya boca está Orbañanos. Para evitar ese paso abrupto, la senda deriva a la derecha para...

... entrar en El Calabozo, barranco secundario, paralelo y también bastante cerrado pero más transitable. Se trata de un pasillo boscoso entre paredes de roca, de pendiente suave y sin obstáculos en su fondo.

Al salir de la zona más angosta, me encontré también fuera del bosque y a la vista de otro característico cancho que domina...

... el lugar en que, esa mañana, a poco de iniciar la excursión, había dejado de lado este sendero. Así pues, llegado a la pista, la tomé a la derecha (N) y llegué por ella en pocos minutos a Orbañanos.

Comentarios