Pic d'Aret (2.935)

ASCENSIÓN DESDE TRAMEZAÏGUES

CRESTA DE LASSAS

El Pico de Aret corona la cresta que, proyectada al norte por el Macizo de Culfreda, divide los valles franceses de Moudang y Rioumajou, tributarios ambos del de Aure. Se trata de una montaña de fuerte carácter: su larga y aguda cresta se curva abrazando el barranco suspendido de Lassas, mientras que “hacia fuera” sus empinadas vertientes caen más de 1.000 m hasta el fondo de los valles. Sobre esa aérea cresta, el cono rocoso del Aret destaca solitario, sin ninguna otra cima que le pueda hacer sombra. A eso hay que añadir un emplazamiento privilegiado, entre los macizos de Culfreda, La Munia y Néouvielle. Pero, pese a tantos atractivos, no llegando a los 3.000 m de altitud, las multitudes se han mantenido alejadas de esta maravilla.

La ruta recorre íntegramente los dos accidentes más característicos de la montaña, la cresta de Lassas para alcanzar la cumbre y el valle homónimo para regresar, en un largo recorrido desde el norte.

El Pico de Aret visto desde las faldas de los de Culfreda; a la derecha, la Cresta de Lassas

SITUACIÓN:

  • Zona: Alto Sobrarbe (Pirineos)
  • Unidad: Macizo de Culfreda
  • Base de partida: Tramezaïgues (Hautes-Pyrénées)

ACCESO: Tramezaïgues está 158 km al NE de Huesca, por Sabiñánigo, Aínsa y Aragnouet. Atravesar el pueblo y salir por la pista que remonta el valle de Rioumajou. Al cabo de 2,5 km, tomar a la derecha la Route Forestière d’Artigues y seguir durante algo más de 3 km, hasta la salida a la izquierda de una pista cerrada con barrera (164 km en total). Puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen al punto de partida de la ruta en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.282 / 2.935
  • Mi tiempo efectivo: 7h37
  • Mi tiempo total: 9h08
  • Dificultades: PD-. Muchos pasos cortos de I y algunos de II grado en la cresta. El acceso a la misma es por hierba extremadamente empinada y puede ser delicado si está mojada.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Iberpix. ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA

LA RUTA: Cerca del cruce del torrente de Lassas por la Route Forestière d'Artigues, tomar el camino que sube al Plo de la Coume. Ascender por el empinado Cau du Pic y, sobre el bosque, desviarse a la izquierda para ganar la arista de la montaña. Remontarla, superando varios pasajes aéreos (I) y una aguda brecha (II), hasta el Pic de Tramezaïgues (PD-). Desde ahí, seguir al SO la Cresta de Lassas, que presenta una sucesión de pequeñas y fáciles trepadas, hasta el Pic d'Aret (F).

Descender por el lomo al otro lado y, sin necesidad de llegar al collado inmediato, cuando lo permite el terreno, deslizarse por pedrera y neveros a la derecha (NO). Dejando el Lago de Sarroués arriba y a la izquierda, ir a buscar el Rouisseau de Lassas, para tomar el camino que lo recorre junto al cauce. Por él se regresa al punto de partida en la Route Forestière d'Artigues.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Este recorrido es un clásico, pero que no hace tanta gente. Digo esto porque, durante la subida a la cresta y su recorrido, prácticamente no encontré rastro de paso y, cuando una ruta es transitada, siempre queda algo. Quizá sea porque la actividad es bellísima pero resulta dura, tanto por el desnivel como porque, aunque el cresteo es fácil, tanto tiempo trepando y destrepando provoca un considerable desgaste adicional. Por otro lado, el terreno no permite partirla en dos jornadas con comodidad. Pero insisto en que merece la pena, aunque queda reservada para montañeros en buena forma y con mucha costumbre de moverse por terreno variado.

Podría haber sido más fácil si hubiera salido del Cau du Pic hacia la derecha, ganando el Pico de Tramezaïgues por su arista norte. Si bien mi opción es menos sufrida, pues sale antes del penoso pasto a la firmeza de la cresta, presenta una dificultad ligeramente mayor (II). De hecho, los pasos más expuestos y menos fáciles de todo el cresteo fueron en esa arista y no en la Cresta de Lassas. Así pues, la elección de una u otra arista del Pico de Tramezaïgues se basará en si se prioriza la facilidad técnica o la comodidad.

RELATO GRÁFICO:

Desde Tramezaïgues, recorrí la Route Forestière d'Artigues hasta poco antes de cruzar el torrente de Lassas. Aparqué frente a la salida de un buen camino cerrado con barrera, que sube a contramano a la izquierda, en un paraje dominado por dos riscos cuya roca anaranjada contrastaba con el verde dominante.

De momento, proseguí al este, ascendiendo suavemente entre el denso arbolado y pasando de largo ante varios desvíos.

No tardé mucho en salir al amplio prado del Plo de la Coume, por encima del cual la ladera del monte se empina considerablemente.

Allí constaté que la luz umbría no se debía sólo a estar bajo las copas de los árboles: sin amenazar, el cielo estaba velado por nubes altas. Claro que no era mala cosa, ya que tenía ante mí una recia y prolongada subida por empinadas rampas herbosas que, con sol, hubiera sido aún más dura.

Tras acercarme al tubo del Cau du Pic, desde su base, podía ver al otro lado del valle de Aure un sombrío Arbizon sobresaliendo más allá de las crestas del otro lado, en cuyas laderas herbosas aún daba el sol.

Luego, tomé aire y comencé a remontar el estrecho canalón herboso, con pendientes por encima de 30º. El fondo estaba ocupado por una tira de nieve endurecida, que fui alternando con la hierba de uno u otro lado, según me parecía más cómodo. No había senda, pero tampoco la eché de menos.

Ganados unos 150 m de desnivel, el terreno se abrió a los lados y disminuyó ligeramente la pendiente, al tiempo que aparecieron algunas lanchas de roca que cortaban la ladera, sin suponer obstáculo.

Tras otra zona de mayor pendiente, entré...

... en una especie de cuenco empinado, desde el que podía ver ya la cresta sobre mí. Estaba cerca de los 2.000 m de altitud y, viendo que ya no había árboles a ese lado y el terreno se mostraba más favorable, me desvié a la izquierda del eje del cóncavo, pasando a subir por matorral rastrero.

De esa forma, gané la arista nordeste del Pico de Tramezaïgues, que limita la ladera por ese lado. Al llegar al filo, aparecieron varios picos al otro lado del Valle de Rioumajou, entre los que asomaba tímidamente el Lustou.

Estaba por encima de los 2.200 m y pude constatar, al mirar abajo, que podía haber tomado el filo antes.

Levantando la mirada, el Pic d’Arrouye sobe el Valle de Aure y, más allá, la cresta sombría del Arbizon.

Girando a la derecha (SO), remonté la arista, que en ese tramo es relativamente amplia y regular, sostenida por empinadas pendientes herbosas a la derecha y una pared rocosa, más vertical, a la izquierda. Para mi sorpresa, me encontré un trazo, borroso pero trazo, recorriéndola.

Mientras subía, intenté me iba fijando en el Culfreda, mi objetivo para dos días después, pero lo coronaba una nube y apenas pude apreciar detalles que me sirvieran.

Lo que sí pude ver poco después fue la cumbre del Aret asomando a la izquierda de la arista.

Ganados cien metros, me encontré las primeras dificultades del día: a partir de un rellano, la arista se afiló hasta convertirse en una cuchilla de roca, aérea pero de escasa dificultad (I+). Siguió luego otra amplia rampa de hierba hasta la siguiente culminación, acabada en...

... una brecha de diez metros de profundidad, previa a una modesta prominencia rocosa. La entrada es bastante vertical pero tiene buenos apoyos (II); para salir al otro lado, recorrí una repisa herbosa del lado derecho hasta una chimenea inclinada (I+) de unos ocho metros. Por ella regané la arista.

Entré entonces en una sección más ancha en que una sucesión de pequeños escalones fáciles (I) cortaba la hierba.

Después, un tramo horizontal y estrecho, que pasé caminando con cuidado por el filo. La subida posterior vuelve a carecer de dificultad y se desarrolló cómoda por terreno amplio y despejado, mixto de hierba y roca.

Al culminarla, me encontré inopinadamente ante un gran hito de piedras: acababa de alcanzar el Pic de Tramezaïgues o, mejor dicho, su antecima norte pues, aunque esté sin marcar, es más alta una punta vecina al sur, tras la que podía ver de nuevo el Aret.

Sin embargo, por situación, la vista es mejor desde esta punta secundaria. Al oeste, por ejemplo, el Garlitz destacaba sobre la otra cresta del Valle de Lassas y, más a la derecha, aparecían el Aguilous y la ingente masa del Campbieil.

Más a la derecha, el Pico de Néouvielle y compañía, sobre el cruce de Aragnouet.

Si miraba abajo, la arista norte del pico, de aspecto más fácil que aquella por donde había subido, y Tramezaïgues en el fondo de un hoyo de 1.600 m.

Tras la parada de contemplación y toma de fuerzas, inicié el recorrido de la Cresta de Lassas, que salía a la izquierda (SO). Primeramente, hube de bajar a la profunda brecha que separa la antecima del verdadero Pico de Tramezaïgues. La entrada se presentaba como una caída impresionante pero, la verdad, mirando un poco y zigzagueando a través de repisas y cortas chimeneas, el destrepe resultó fácil (I). Y más aún salir del corte.

Fui a continuación siguiendo el filo de la arista, rocoso, ancho y regular; muy cómodo, aunque es un continuo subibaja.

Esa progresión tan relajada me permitió recrearme con las vistas: el macizo de Culfreda a la izquierda y el de...

... Néouvielle a la derecha, sobre...

... el Valle de Lassas, por donde regresaría luego.

De vez en cuando encontraba pequeñas dificultades. Normalmente escalones o bloques fáciles (I), nunca de más de dos metros. Y, cuando tenían más entidad, siempre encontré la manera de contornearlos cómodamente por el lado derecho.

Así, fue quedando atrás el Pico de Tramezaïgues. Al avanzar, la cresta se fue afilando y...

... sus vertientes se hicieron más verticales. En un tramo, llegué a ver el fondo del valle de Rioumajou en vertical y, en él, dos rectángulos brillantes: las instalaciones marcadas en el mapa como “Prise d’Eau Sce. Gral”, situadas a 1.279 m; es decir, 1.300 más abajo.

En su parte media, la cresta es más movida, sin dejar de ser fácil, con brechas más profundas entre las sucesivas puntas. La progresión seguía siendo mayormente andando, con algún apoyo de manos corto y fácil (I).

Después, el Culfreda se quitó el sombrero, mostrando su cresta cimera. Lo que no suponía yo es que esa sonrisa fuera el preludio de la llegada de nubes más densas y oscuras.

Al entrar en el último tercio de la cresta, encontré la brecha más profunda del recorrido, de unos 50 m. El descenso fue también la trepada continua más prolongada de la travesía y, aunque su dificultad es pequeña (I+), por longitud y exposición, conviene poner cuidado.

Siguió luego un tramo horizontal, accidentado pero fácil (I) y poco expuesto, antes de ascender a otra punta, desde la que...

... había una vista magnífica del tramo recorrido desde el Pic de Tramezaïgues. Además, era la última punta previa al...

... Aret propiamente dicho. Una horcada ancha y poco marcada precedió a la subida final a la cumbre, que se desarrolló primeramente por un lomo rocoso amplio y escabroso pero sin dificultad.

Tras un promontorio, me encontré caminando sobre el cascajo del flanco derecho de la arista que, a medida que ganaba altitud, se iba empinando y curvando hacia la izquierda.

Con el cambio de perspectiva, al volverme podía ver mejor la cresta, suspendida sobre una terraza nevada y con el fondo magnífico del Arbizon y el valle de Aure.

En una antecima, apareció la verdadera cima del Pico de Aret y, de paso, vi cómo el cielo se poblaba de unos vapores oscuros que iban llegando traidoramente del sur. Y que no anunciaban nada bueno. Aceleré.

Una bajada ligera y una subida bastante tendida, todo ello por un ancho lomo de cascajo donde se marcaban rastros de paso, me condujeron hasta el Pic d'Aret.

Al otro lado, vi un panorama poco tranquilizador, con sombrías nubes revueltas cubriendo las crestas más allá del vecino pico...

... Sarroués, bajo el que destacaba el lago homónimo, el cual marca la bajada hacia...

... el Valle de Lassas para el regreso. Al menos, al norte, aún se veía el Arbizon, a la izquierda de...

... la cresta recorrida, sobre la que no había buena perspectiva desde la cumbre.

Pero, del Macizo del Culfreda, ya sólo se apreciaba la parte inferior de las laderas inferiores, así que...

... no me entretuve mucho en la cima y, en pocos minutos, estaba bajando por el lomo pedregoso que cae al suroeste, hacia el collado entre el Aret y el Sarroués. Antes de llegar al mismo, viendo a la derecha (SO)...

... unas trazas en el cascajo, me dejé caer por ellas, deslizándome pendiente abajo más o menos hacia el lago. Algunos neveros de suave me facilitaron un descenso aún más rápido.

Llegando a los primeros, sonaron un par de truenos y empezaron a caer las gotas de agua iniciales de una tormenta que, aunque corta, fue más que medianamente intensa.

Todavía lejos del lago, el cóncavo por el que bajaba se dividió en dos tubos por una loma herbosa. Yo continué por el de la derecha, porque vi unos hitos y porque así aceleraba la bajada hacia el fondo del valle, ya que en éste la nieve era más abundante.

No tardé mucho en toparme con el cauce del Rouissau de Lassas, que crucé para tomar a la derecha (N) la senda que recorre el valle. La misma era por aquí un trazo en la hierba estrecho pero claro.

Y, mientras, seguía cayendo agua con fuerza. Al menos, el aparato eléctrico, intenso al principio, había parado.

Al poco de ir bajando por el camino, también remitió la lluvia. Tras un tramo en que el valle es ancho y suave, éste...

... se encañona al pasar a la altura de la cumbre del Aret y...

... el sendero, cada vez mejor acondicionado, mantiene cota por la vertiente occidental separándose del cauce.

Al quedar atrás una zona de cascadas bajo...

... el tramo central de la Cresta de Lassas,...

... perdí altura rápidamente, acercándome de nuevo al torrente, que alcancé cerca del límite superior del bosque.

En el lugar, había un cobijo de piedras aprovechando el voladizo de una roca pero estaba inutilizable por la densa población de ortigas que crecía en su interior. Siempre es una pena que se estropee el tiempo pero en este caso, más: sin la amenaza de tormenta y los chubascos intermitentes que me acompañaron, este valle merece un descenso más reposado. Cerca del abrigo, el caminillo me llevó a cruzar el torrente.

Las aguas bajaban crecidas y el vado es mediocre, así que, estando cerca ya del coche, no perdí tiempo y me metí con botas en el agua; ya se secarían por la noche.

Una vez al otro lado, aún bajé un rato entre matorral antes de...

... entrar bajo los árboles, momento en que la senda se transformó en un ancho y confortable carril que curiosamente se estrechó y deterioró justo...

... al acometer los últimos y empinados metros previos a encontrarse con el camino del Plo de la Coume y la Route Forestière d'Artigues. Allí me esperaba pacientemente mi coche, al llegué justo cuando sonaba el primer trueno de la segunda tormenta, que resultó aún más fuerte que la anterior.

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