Pic des Quintètes (2.603)

ASCENSIÓN DESDE FABRÈGES

POR LA CRESTA DESDE EL PETIT LURIEN (2.358)

El Grand Pic d’Ormièlas o des Quintètes es la punta más alta de la cresta del mismo nombre y de todo el cordal proyectado al noroeste del Lurien. Es una cima bien individualizada, separada de la cumbre del macizo por un hondo collado. Como toda la cresta de la que forma parte, presenta una marcada y bella disimetría, ente la uniforme rampa verde que se desliza hacia Ossau y las paredes grises que caen a plomo al otro lado. Por encima, la cuerda es afilada y regular, sin que presente obstáculos de consideración, por lo que es terreno ideal para el cresteo.

La idea es simple: subir al Petit Lurien por lo más corto para recorrer en su integridad la Cresta de Quintètes y regresar por el valle que pilla más a mano, que es el de Lurien.

La Crète des Quintètes desde el Petit Lurien, con la cumbre del macizo al fondo

SITUACIÓN:

  • Zona: Bearn (Pirineos)
  • Unidad: Macizo del Lurien
  • Base de partida: Fabrèges (Pyrénées-Atlantiques)

ACCESO: El embalse de Fabrèges está situado en el valle de Ossau a la altura del Macizo de Lurien, dentro de la comuna de Laruns. En torno al mismo hay cierta infraestructura de servicios, motivada sobre todo por la vecina estación de esquí de Artouste, pero que funciona parcialmente todo el año. La senda que remonta el Valle de Lurien parte de su orilla oriental, frente a un aparcamiento para caravanas y puedes calcular un itinerario desde tu lugar de origen a ese lugar en el siguiente link a GoogleMaps.

OTROS DATOS:

  • Cota mínima / máxima: 1.280 / 2.603
  • Mi tiempo efectivo: 5h35
  • Mi tiempo total: 8h15
  • Dificultades: F+. Bastantes pasos cortos de I grado y uno de II en la cresta. Incluso en pleno verano se puede encontrar algún nevero de pendiente suave en la parte alta del Valle de Lurien.
  • Track para descargar en Wikiloc

Mapa tomado del visor Géoportail. © IGN 2015

LA RUTA: Desde Fabrèges, remontar el Valle de Lurien hasta la confluencia del Ravin du Petit Lurien. Sin cruzarlo, girar a la izquierda (NE) y subir por pendientes herbosas al Petit Lurien. Tomar la cresta a la derecha (SE), superando pequeñas dificultades, hasta el Pic des Quintètes (F).

Bajar por la arista S, soslayando el paso más difícil, la horcada intermedia, por una repisa del lado izquierdo (II). En el Col de Lurien (F+), girar a la derecha (NO) y descender íntegramente el barranco. Cerca de la Cabane du Lurien, se reencuentra el itinerario de subida y sólo queda deshacer camino para retornar a Fabrèges.

Croquis de la ruta sobre ©GOOGLE EARTH

COMENTARIOS: Largo y magnífico cresteo, muy agradable y panorámico. Tiene pasos aéreos pero no difíciles y la roca, siendo mala, tampoco es de las peores del Pirineo. Creo que está al alcance de montañeros capaces de afrontar la pequeña escalada y que mantengan una mediana forma física: la subida al Petit Lurien lo requiere.

Empecé el cresteo en ese pico porque vi accesible la subida, de la que no he encontrado otra información; como el día anterior había llegado hasta él por la Cresta de la Sagette, es como proseguir el recorrido. Creo que sería posible unir ambas crestas en un día, pero sería una jornada muy larga. Tras la experiencia, puedo afirmar que es una pena perderse la punta primera de la Cresta de Quitètes, que es uno de sus tramos más bellos.

RELATO GRÁFICO:

Bajando por la carretera de acceso a Fabrèges, un centenar de metros antes de llegar al primer antialudes y frente a un panel de bienvenida, sale a la derecha (NE) una senda que dibuja un borroso trazo en la hierba. En su arranque, un desvaído cartel indica al Col du Lurien. Tras ganar unos pocos metros por el prado, entré...

... en el bosque y el precario trazo se transformó en magnífico camino. La tónica de comodidad sólo se rompió en un tramo en que un gran alud había derribado numerosos árboles sobre el camino.

Salí de los árboles ante un gran rellano herboso rodeado de crestas, con la de las Quintètes a la izquierda y la cumbre del Lurien asomando al fondo del barranco.

Volviéndome, podía ver, sobre las copas de los abetos, el macizo de Sesques y...

... el Midi d’Ossau, cuya presencia sería dominante durante toda la jornada, como suele suceder por toda esta zona.

Estaba cerca de la orilla derecha del torrente de Lurien, que seguí remontando por terreno suave y despejado, hasta las cercanías de la cabaña homónima.

Allí desemboca el Ravin du Petit Lurien y, sin cruzarlo, dejé por la izquierda (NE) la senda para remontar el amplio y empinado lomo herboso que constituye su ribera derecha. Más a la izquierda, destacaba en la cresta la punta del Petit Lurien y la tomé como referencia.

Aunque la pendiente es intensa y no hay rastro de camino, la subida es cómoda por esa despejada ladera; incluso los arbustos salpicaban el prado son tan bajos que apenas entorpecen el paso.

A mi derecha, la perspectiva hacia el Lurien era magnífica.

La pendiente remitió al llegar a un alomado y suave circo ya cerca de la cresta. Derivé entonces ligeramente a la izquierda, separándome más aún del cauce del torrente, para dirigirme al Petit Lurien, que...

... se fue definiendo al acercarme. Cuando el sol me alcanzó, estaba ya en el final de la subida, sorteando algunos canchos antes de entrar en...

... el tubo herboso por donde superé los 80 m finales antes de la cumbre del Petit Lurien.

No habían pasado 24 horas desde la anterior visita. Se trataba ahora de continuar a la derecha (SE),...

... a toda cresta por las Quintètes hacia el pico del mismo nombre, que aparecía altivo a la izquierda del Lurien. Ya ese tramo de cordal tiene un aspecto bastante más agreste, afilado y movido que el de la Sagette; se nota la mayor altitud.

En primer lugar, bajé caminando por un lomo estrecho pero carente de dificultad, de pendiente moderada y regular, donde se mezclaban hierba y roca.

Una subida similar me dejó en lo alto de una primera punta, anónima y sin acotar en el mapa. El GPS registró 2.382 m, lo que suponía 28 de prominencia. A continuación, venía...

... el Pico Occidental de Quintètes, cuyo aspecto desde aquí es magnífico. Si me hubiera ceñido al recorrido habitual, me hubiera perdido esto. Si la bajada era igualmente ancha, herbosa y regular, la subida presentaba ya otro aspecto, más rocoso y empinado.

Pero la vista es engañosa; lo cierto es que remonté la arista caminando, manteniéndome algo a la derecha para pisar hierba.

Proseguí el cresteo trasponiendo una sucesión de pequeñas horcadas y puntas.

A mi derecha, el terreno se deslizaba en verdes rampas empinadas hacia el valle de Ossau. Tenía también a ese lado una buena perspectiva para apreciar las pendientes por donde había subido al Petit Lurien.

Al otro lado, el terreno se desplomaba vertiginosamente entre rocosos espolones sobre el circo de Labachotte.

Y, sin embargo, entre tan abruptos flancos, la arista era plácida, favoreciendo el recreo de la vista en las montañas vecinas. Y así llegué a la tercera y más alta de las puntas (2.402) de este Pico Occidental de las Quintètes.

Desde aquí ya iba impresionando el Lurien.

Al norte, podía ver el Macizo de Ger por encima del Lago de Labachotte.

Tras bajar al collado por la arista, siempre amplia y suave, rodeé por la derecha una prominencia herbosa, encontrando...

... un trazo en la hierba, sutil pero suficiente para hacer cómodo el paso.

Al asomarme a la horcada subsiguiente, me encontré con la impresionante cara norte del siguiente pico, el Central de las Quintètes. 

Una vez más, el ascenso por el filo no opuso al principio otra dificultad que una considerable pendiente. Tras superar una zona especialmente empinada, me encontré...

... ante una caída brusca y la primera roca inevitable del día. O no. Bajé por la derecha, por hierba tan empinada que hube de ayudarme de las manos (I), hasta la horcada, rocosa y afilada, que atravesé para salir de ella, también por la derecha, mediante una corta trepada (I).

La continuación volvió a ser lomo más que arista.

Estaba a la altura de los Lagos de Ormièlas, que a mi izquierda azuleaban en la hierba, contrastando su aspecto plácido con las feroces aristas oscuras del Pico de las Tourettes que se alzaba detrás. 

Tras la cota 2.465, vino una imperceptible bajada antes de proseguir con la subida hacia la cima del el Pico Central (2.534).

Todo el rato me iba volviendo, pues el aspecto de la arista entre hierba y roca me fascinaba.

En la segunda mitad de esta subida, la roca llegó a la arista, aunque ésta se mantenía ancha y regular.

Desde lo alto del Pico Central, el principal de las Quintètes impresionaba.

La bajada hacia el collado intermedio...

... mantiene la plácida tónica dominante en la cresta, excepto por...

... un modesto promontorio herboso, que rodeé fácilmente por la derecha.

Tras el mismo, acometí la última subida de la jornada. Después de una prominencia a poco de empezar a subir, el terreno se volvió rocoso y más accidentado y hube de ayudarme frecuentemente de las manos para pasar algunos bloques (I) durante la siguiente bajada.

A continuación, llegué a un paso horizontal y despejado pero bastante aéreo, tras el que...

... me encontré ante un corte vertical, cerrado al otro lado por un gran resalte estratificado. Girando a la derecha (S),...

... perdí altura por la hierba hasta encontrarme al ras de la horcada, que alcancé por una repisa.

Salí de ella por la derecha del muro, progresando por estrechas viras herbosas hasta que vi abrirse a mi izquierda...

... un tubo rocoso, que me permitió volver con escasa dificultad (II) a la cuerda.

Tras ese tramo accidentado,...

... la arista se pacificó bastante; aunque empinada y estrecha, volvía a ser regular hasta la cumbre misma.

Al llegar al Pic des Quintètes y volverme, vi cómo las nubes trepaban por el valle de Lurien. Se acababan las amplias panorámicas y no debía prolongar mi estancia.

Pero eso no significaba no dar al menos un repaso al horizonte. Al sureste, la vista era especialmente hermosa, con el Pallas dominando el paisaje. Curiosamente, no se ve el Balaitús, tapado por aquél, pero sí las Frondellas. Volviéndome a la izquierda,...

... la bonita cresta del grupo del Tourettes.

Siguiendo el giro, al norte, el Ger más allá de los lagos de Ormièlas.

Al oeste, las nubes que tapaban el Midi d’Ossau se abrieron por un momento para formar un bonito marco en torno a la cima.

Y, por fin, al sur, dominaba el paisaje el Lurien, cumbre del macizo y mi objetivo para el día siguiente. Hacia allí comencé el descenso, caminando por un amplio lomo mixto de hierba y piedra.

A mi derecha, distinguí la cabaña de la toma de agua del Arroyo de Lurien, uno de los hitos de la bajada.

Tras un comienzo suave, la arista se afiló y empinó, presentando incluso...

... una mínima dificultad (I) para alcanzar la horcada previa a la antecima sur, que gané con una corta y suave subida, de nuevo caminando.

Desde allí es notable la vista de los picos del Pallas, los Picos del Infierno y las Frondellas asomando a la izquierda del Lurien y más en ese día, con las nubes realzando la belleza de las montañas.

A partir de ahí, el terreno se precipitó hacia...

... una angosta horcada entre crestones de esquisto. Para llegar a ella, destrepé primero por el filo (I) y luego por una repisa del flanco derecho, hasta...

... un canto de característico color gris-anaranjado, donde pasé al otro lado para seguir una vista herbosa por la que llegué al fondo de la brecha.

Sin atravesarla, manteniéndome en el flanco derecho, salí de ella por una corta repisa estrecha que sube en diagonal y supera un corto escalón (II) para salir de nuevo a la arista.

Tras esa bajada accidentada,...

... de repente, la cuerda se ensanchó y cubrió de hierba. Así que, de forma casi inopinada, me encontré, frente al Lurien,...

... caminando por una moderada rampa verde.

Pronto se dibujó en la hierba un rastro, que me llevó por el lado derecho de la cuerda.

Al pasar, vi bastante abajo el Lago de Lurien y estuve tentado de bajar directamente pero, no estando seguro de que no hubiera algún resalte invisible, preferí seguir la senda.

Y así llegué al Col de Lurien, amplio y transitado, abierto entre el pico homónimo y el de las Quintètes. Allí tomé a la derecha (O)...

... el buen camino que desciende el valle, el cual encontré interrumpido por neveros en sus tramos iniciales. Pero éstos, suaves y consistentes, no hicieron sino facilitarme la bajada.

Pronto entré en la niebla y, al paso por el Lago de Lurien, la visibilidad era ya muy limitada.

Aunque la senda va por la orilla derecha, viendo huellas en la nieve, lo rodeé por el otro lado. Justo antes de dejar atrás el ibón, las nubes se abrieron un momento, dejando ver el pico que acababa de ascender.

Pero fue realmente un momento y los vapores volvieron a adensarse mientras bajaba por el subsiguiente estrechamiento.

Salí del mismo junto a un estanque anónimo, que la senda deja a la izquierda.

El siguiente hito fue una gran caseta de chapa junto a una toma de aguas.

A partir de ahí, se acabó la nieve y la hierba fue ganando terreno, hasta que me encontré a la vista de la Cabane du Lurien. Poco después, crucé la desembocadura del Torrente del Petit Lurien, cerrando la ruta.

Ya no me quedaba más que deshacer el camino de subida, siguiendo el sendero que me introdujo en el bosque y me guio a su través hasta la carretera de Fabrèges.

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